Lección 093 – Enseñando a tus clientes sobre el ayuno

LECCIÓN 93.- ENSEÑANDO SOBRE EL AYUNO (E. y R. McCarter)

Parece que, puesto que hemos perdido el instinto de ayunar, los humanos debemos aprender los beneficios que ofrece el ayuno en ciertas afecciones patológicas y, además, demos aprender cómo y cuándo ayunar.

RAZONAMIENTO

OBJETIVOS DE LA UNIDAD

DEFINICIONES

CONCEPTOS CLAVES

PUNTOS PRINCIPALES

ÍNDICE DE LA UNIDAD

I.- INTRODUCCIÓN.- 3

II.- FLUJO DE ENERGÍA, AYUNO Y CONTROL MENTAL.- 4

III.- LA EXPERIENCIA HIGIÉNICA: EL CLIENTE APRENDE.- 6

A. ¿Cuánto tiempo debemos ayunar?.- 7

B. Por qué puede que el cliente necesite ayunar.

C. Se deben liberar los canales nerviosos.- 8

D. El papel que desempeña el agua en el ayuno.

E. El ayuno no cura nada.

F. La lista del Dr. Buchinger.- 9

G. Otras posibles razones para ayunar.

H. Miedo a ayunar.- 10

IV.- QUÉ HEMOS APRENDIDO HASTA AHORA.- 11

V.- EL PROCESO DE APRENDIZAJE

          PUEDE VARIAR DE UNA PERSONA A OTRA.

VI.- CASOS DE ESTUDIO.- 12

A. Alex M.

B. Gladys G..- 14

C. El Doctor en filosofía, Dr. J.   .- 16

D. Susie y Bill.- 18

E. Ethel.- 19

*Diario de Ethel.- 20

F.  Rachel: su historia.- 22

VII.- TAREAS ÚTILES PARA AYUNADORES REACIOS

VIII.- LOS CLIENTES ANCIANOS Y EL AYUNO.- 26

          * Los ancianos y la transición hacia el ayuno.- 27

IX.- LA EXPERIENCIA DE APRENDIZAJE.- 28

          * Estar preparado.

* PREGUNTAS Y RESPUESTAS.- 9

1.- Mi familia y mi esposo se oponen a que me salte una comida.

2.- ¿El ayuno es solución para los problemas mentales?

3.- ¿No es irracional el miedo al ayuno?

4.- ¿Por qué es más beneficioso en unas alteraciones que en otras?

5.- ¿Cómo saber cuando romper el ayuno?

6.- La función del consejero higienista.

* RESUMEN.- 30

* TEXTO COMPLEMENTARIO:

LAS “CENIZAS CELULARES” COMO CAUSAS DE ENFERMEDAD

Un extracto del libro: «Secretos de un médico naturópata» de M.O.Garten

UNIDAD 93: INSTRUIR A LOS CLIENTES SOBRE EL AYUNO

TEMA: Parece que, puesto que hemos perdido el instinto de ayunar, los humanos debemos aprender los beneficios que ofrece el ayuno en ciertas afecciones patológicas y, además, demos aprender cómo y cuándo ayunar.

INSTRUCTORES: Elizabeth D. McCarter & Robert W. McCarter

         RAZONAMIENTO

         Aunque el ayuno no sea una panacea para todas las enfermedades, puede ser sumamente beneficioso en muchas, si no en la mayoría. No obstante, ya que el proceso del ayuno es algo totalmente desconocido para un amplio segmento de la población y algo que la mayoría de la comunidad médica desaprueba, por una u otra razón, los consejeros higienistas estamos en nuestro pleno derecho para informar a los clientes de los muchos resultados saludables que se pueden obtener cuando el ayuno se incluye dentro de un programa completo de Higiene.

         OBJETIVOS DE LA UNIDAD

         Cuando haya terminado esta unidad, el estudiante debería conocer algunas de las barreras básicas psicológicas, emocionales, sociales, y otras, que tienden a hacer que las personas se muestren reacias a ayunar. También debería adquirir algunos conocimientos sobre la mejor forma de enfocar esta clase de problemas. Así, sus clientes estarán mejor preparados para realizar la transición hacia la experiencia del ayuno, lo que les permitirá avanzar más rápida y completamente hacia ese grado de bienestar que su actual potencial y circunstancias le permitan.

         DEFINICIONES

         INSUFICIENCIA ADRENAL: Deficiencia de la hormona adrenalina, una afección que se manifiesta por una fatiga extrema en todas las áreas del proceso vital.

         BIOPSIA: Examen de los tejidos utilizando técnicas de gran aumento como, por ejemplo, a través de lentes microscópicas. Frecuentemente utilizada como método para detectar células cancerosas. Su precisión es altamente dudosa.

         CENTRO CEREBRAL: El cerebro, esa sección donde se evalúan los problemas y se plantean las soluciones.

         QUIMIOTERAPIA. Tratamiento farmacológico al que se suele recurrir en el  “tratamiento” de los pacientes con cáncer cuando se cree que la afección ha progresado más allá de la intervención quirúrgica y otros métodos “curativos”.

FLUJO: En tránsito o moción.

         GLOTÓN: Persona a la que le gusta comer “bien”.

         LAETRILE: Un “tratamiento” para el cáncer que según la medicina ortodoxa es ineficaz y según los higienistas tiene efectos farmacológicos. (Vitamina B17)

         RESOLUCIÓN: Término utilizado en química para referirse a la degradación de una gran molécula en pequeños componentes.

         LECTURA RÁPIDA: Una habilidad especial de lectura que permite a una persona captar conceptos leyendo frases y/o párrafos, pero que no le permite un conocimiento conceptual de los detalles.

         BUSCADOR DE SÍNTOMAS: Término utilizado para identificar un cliente que constantemente está a la caza de mínimos síntomas que son atribuidos a la nueva dieta higiénica y/o estilo de vida. Estos clientes suelen tener tendencias neuróticas.

         ZELLENSCHLACKEN: Frase alemana utilizada para indicar “cenizas celulares”, los subproductos de desecho metabólico; basura no eliminada.

         CONCEPTOS CLAVES

         Para la mayor parte de los individuos que consultan con un consejero higienista, el ayuno representará una experiencia por completo desconocida.

         Para tener una buena experiencia con el ayuno es importante preparar emocionalmente al cliente.

         Se deben descubrir las razones por las que los clientes se muestran reacios a ayunar y, cuando sea posible, intentar resolverlas.

         Un ayunador que comienza la experiencia del ayuno con una actitud mental positiva incrementará la capacidad física que su organismo posee en ese momento y obtendrá muchos más beneficios que aquel que se muestra indeciso y temeroso.

         Puesto que a menudo tememos aquello que no comprendemos, la labor del consejero higienista enseñar a sus clientes conceptos sobre el ayuno.

         Que el cliente conozca y entienda el ayuno servirá para darle fuerza mental y fe en este proceso; dos requisitos sumamente importantes para que el ayuno tenga éxito.

         PUNTOS PRINCIPALES

         El ayuno siempre está bajo el control cerebral.

         Todos aquellos que han estudiado el tema están de acuerdo en que ayunar es el método curativo conocido que menos peligros implica.

         Los casos de estudio son un método excelente para impartir conocimientos sobre el ayuno. Se pueden presentar de forma escrita; también pueden contarlos aquellos clientes que previamente hayan ayunado y obtenido buenos resultados.

         Es aconsejable preparar concienzudamente al cliente antes de que se embarque en un ayuno.

         A los clientes se les puede enseñar en qué consiste el ayuno aumentando poco a poco los periodos de abstinencia de alimentos.

         A los clientes se le deben explicar los cambios visibles que resultan de esta abstinencia; cambios como una lengua más limpia, ojos más brillantes, etc.

         Conforme la duración del ayuno aumente y comiencen a notarse las señales de eliminación, el cliente aprenderá poco a poco qué puede esperar cuando realice un ayuno más prolongado. Los distintos casos de estudio que se ofrecen en el texto demuestran cómo varios clientes llegan a aceptar el ayuno como un método válido para recuperar un mejor estado de salud.

         Debemos tener cuidado cuando ayudamos a los clientes ancianos a hacer la transición hacia la experiencia del ayuno.

         ÍNDICE DE LA UNIDAD

I.- INTRODUCCIÓN.- 3

II.- FLUJO DE ENERGÍA, AYUNO Y CONTROL MENTAL.- 4

III.- LA EXPERIENCIA HIGIÉNICA: EL CLIENTE APRENDE.- 6

A. ¿Cuánto tiempo debemos ayunar?.- 7

B. Por qué puede que el cliente necesite ayunar.

C. Se deben liberar los canales nerviosos.- 8

D. El papel que desempeña el agua en el ayuno.

E. El ayuno no cura nada.

F. La lista del Dr. Buchinger.- 9

G. Otras posibles razones para ayunar.

H. Miedo a ayunar.- 10

IV.- QUÉ HEMOS APRENDIDO HASTA AHORA.- 11

V.- EL PROCESO DE APRENDIZAJE

          PUEDE VARIAR DE UNA PERSONA A OTRA.

VI.- CASOS DE ESTUDIO.- 12

A. Alex M.

B. Gladys G..- 14

C. El Doctor en filosofía, Dr. J.   .- 16

D. Susie y Bill.- 18

E. Ethel.- 19

*Diario de Ethel.- 20

F.  Rachel: su historia.- 22

VII.- TAREAS ÚTILES PARA AYUNADORES REACIOS

VIII.- LOS CLIENTES ANCIANOS Y EL AYUNO.- 26

          * Los ancianos y la transición hacia el ayuno.- 27

IX.- LA EXPERIENCIA DE APRENDIZAJE.- 28

          * Estar preparado.

* PREGUNTAS Y RESPUESTAS.- 9

1.- Mi familia y mi esposo se oponen a que me salte una comida.

2.- ¿El ayuno es solución para los problemas mentales?

3.- ¿No es irracional el miedo al ayuno?

4.- ¿Por qué es más beneficioso en unas alteraciones que en otras?

5.- ¿Cómo saber cuando romper el ayuno?

6.- La función del consejero higienista.

* RESUMEN.- 30

* TEXTO COMPLEMENTARIO:

LAS “CENIZAS CELULARES” COMO CAUSAS DE ENFERMEDAD

Un extracto del libro: «Secretos de un médico naturópata» de M.O.Garten

INSTRUIR A TUS CLIENTES SOBRE EL AYUNO

         I.- INTRODUCCIÓN

         Instintivamente, todas las personas saben que el organismo vivo se mantiene alimentándolo. Todos somos conscientes de que los niños pequeños no crecen a menos que reciban el alimento adecuado. A nuestro alrededor vemos cómo se atiborra a los pequeños más allá de su capacidad. Como resultado, muchos están abotagados más de lo que se pueda creer, sus pequeños cuerpos convertidos ya en un sucio pozo negro debido a la rápida acumulación de desechos tóxicos.

         También somos conscientes de que a menos que el cuerpo humano, ya sea de un niño o de un adulto, reciba su cuota completa de nutrientes, con el tiempo dejará de existir, el espíritu de la vida se irá y volverá a la fuente de la que llegó.

         Durante siglos, la costumbre ha sido cuidar a los enfermos con lo que se ha llamado una buena y nutritiva comida y esto a menudo en su perjuicio, ya que en vez de contribuir a su bienestar, el alimento desgastaba la vitalidad de enfermo hasta el punto de ayudar a retrasar la recuperación o causar el fallecimiento de la persona que ha sufrido este abuso.

         Los humanos, al contrario que otros animales, NO saben o comprenden instintivamente que la abstinencia de alimentos puede ser un eficaz método para que el cuerpo limpie sus fluidos estancados, uno por completo compatible con la naturaleza; un acontecimiento natural que permitirá recuperar aquel estado de salud predeterminado por el potencial de recuperación que permanece dormido en el interior.

         En esta unidad, pues, revisaremos algunos aspectos del ayuno que puede que hayamos tocado antes pero que, en nuestra opinión, merecen más atención. Después, con los casos de estudio, veremos cómo algunos individuos se han convencido de que el ayuno merecía su interés y con el tiempo se convirtió en parte de su programa de transición hacia un mejor estado de salud.

         II. FLUJO DE ENERGÍA, AYUNO Y CONTROL MENTAL

         La fuerza vital es esencial para la recuperación. Cuando una persona está cansada, más tarde o temprano se verá obligada a tenderse y dormir y, normalmente, esa persona dormirá hasta el momento en el que el centro cerebral reconozca que el organismo ha recuperado la suficiente fuerza eléctrica (vital) para llevar a cabo las actividades usuales de la vida. Si tiene un buen estado de salud se despertará a su debido tiempo. No podemos dormir demasiado pero, obviamente, podemos dormir demasiado poco.

         En el siglo pasado, el doctor en medicina Russell Tracker Trall indicó que nada es remediador es decir, conducente al proceso de curación excepto aquellas condiciones “que economizan el gasto de las fuerzas de un organismo enfermo”.

         Muchas personas están de acuerdo en que los únicos agentes curativos “reales”, son aquellos que decreta la naturaleza. El doctor en filosofía, Hereward Carrington nos recuerda que “si” esto es así, entonces deberíamos mirar hacia la naturaleza: hacia los animales en estado salvaje; observar qué hacen. Cómo viven estos animales? ¿Qué hacen cuando están heridos o enfermos? Además, nos indicó que, en todos los casos, podemos comprobar que cuando los animales viven en un entorno compatible comen sus propios alimentos, aborrecen y se niega a comer cualquier alimento “extraño” y, durante la enfermedad, lo más frecuente es que se nieguen a ingerir alimentos, a menudo durante días y en casos graves durante semanas. Con el tiempo, débiles pero recuperados de su problema, empiezan a buscar comida. Instintivamente, los animales saben cuándo deben comer y cuándo abstenerse de hacerlo y, de esta forma, empezar a conservar su energía corporal gracias al proceso del sueño. Instintivamente, y sin duda alguna impulsados por la sensación de sed, también beben mucha más agua de la que suelen beber habitualmente. En otras palabras, durante la enfermedad o cuando están heridos recurren al ayuno.

         No ha habido una sola época en la historia documentada en la que el hombre no ayunara, por una u otra razón: para progresar espiritual, mental o físicamente y, a veces, para lograr objetivos más mundanos. Esta claro que la humanidad no habría ayunado de forma consistente a menos que hubiese conseguido unos beneficios considerables. Descubrimos el por qué de estos beneficios a partir de lo que Trall dice: a saber, que si queremos que se produzca la curación, entonces debemos permitir que los recursos vitales disponibles se centren en ese esfuerzo y no se dirijan hacia otro lugar con toda clase de raras intenciones.

         Es bien conocido el hecho de que la digestión de alimentos requiere un vigoroso esfuerzo mecánico que puede agotar no sólo los músculos que tienen que trabajar en exceso y que forman el tracto alimentario, sino también los recursos vitales, que tienen que proporcionar los medios para la digestión. El proceso requiere una buena despensa de secreciones y enzimas para que se produzca una eficiente terminación de las altamente complicadas resoluciones químicas necesarias para transformar las grandes moléculas alimenticias en moléculas orgánicas que tengan un tamaño adecuado para ser transportadas a través y por las barreras celulares de las membranas mucosas y, de ahí, a la corriente sanguínea de la vida.

         Estas secreciones no están simplemente “allí”. Tienen que ser fabricadas, almacenadas y transportadas, procesos que gastan fuerza vital. El doctor en medicina Robert Beaumont, cuando trabajó con el cazador francés herido, Alexis St. Martin, descubrió que siempre que este hombre se encontraba enfermo, cualquier alimento que ingería simplemente se quedaba en el estómago durante periodos de tiempo que podían durar hasta 40 horas: en ese tiempo el alimento no se digería, sino que más bien se sometía a sustancias fermentativas y putrefactivas. Esto es una clara demostración de que el centro de control cerebral sabe muy bien cuando no se deben introducir alimentos en el cuerpo y manda la “orden “por vía urgente (a través de la red nerviosa del sistema autonómico) de detener los esfuerzos digestivos porque hay una necesidad mayor durante la enfermedad: la del descanso fisiológico. Durante este tiempo se pueden conservar los recursos del cuerpo y dirigir la energía por unos canales más adecuados hacia el proceso de curación de las partes heridas o enfermas.

         Dewey, Densmore, Trall, Jennings, Upton Sinclair, entre otros, todos han llegado a la conclusión de que durante la abstinencia de alimentos la actividad orgánica es mínima y, por tanto, se produce poco “desgaste” del organismo en general; un hecho, que como consecuencia directa, permite, bajo la guía cerebral, que el individuo en ayuno subsista con sus propios recursos incluso durante algunos meses; al mismo tiempo, la energía necesaria, suministrada a través de los canales elegidos apropiadamente, se dirige a aquellas zonas donde más se necesitan.

         Herbert M. Shelton, en su libro “Natural Hygiene, Man’s Pristine Way of Life” [Higiene Natural: la forma prístina de vida del hombre] cita al Dr. Isaac Jennings comentando un ayuno que está haciendo un niño gravemente enfermo:

         “Ahora se produce muy poca acción en el sistema en general y, en consecuencia, hay poco desgaste de la maquinaría. Y, al igual que el lirón, puede subsistir durante meses con sus propios recursos internos, si eso fuese necesario y todo lo demás favorece. También los intestinos han estado tranquilos durante algunos días y pueden permanecer así semanas y meses sin riesgo alguno, si esto fuese esencial para la prolongación de la vida. Los músculos de acción voluntaria están descansando y no cuesta nada su mantenimiento, salvo un ligero gasto de fuerzas de custodia encargadas de mantenerlos listos para la acción cuando sus servicios se necesiten en un futuro. Igual ocurre en las demás partes y departamentos: se ejerce la más perfecta economía en todas partes en la apropiación y uso de las energías vitales”.

         El organismo vivo – y el humano no es una excepción – tiene la capacidad de controlar él mismo la digestión de sus propios tejidos cuando se abstiene de alimentos provenientes de  fuentes externas. Esto, junto con el hecho ineludible de que, cuando están enfermos, los animales – incluyendo al hombre – suelen perder el apetito y se ven de esta forma forzados a una abstinencia, es lo que nos hace llegar a la conclusión  de que el ayuno es un método decretado por la naturaleza para conservar la energía orgánica reduciendo la actividad normal. El objetivo es dirigir la energía disponible hacia unos fines más esenciales. Parece que este es un concepto y un hecho lo suficientemente importante para darlo a conocer a nuestros clientes enfermos. ¡Es una de esas cosas que tienen “lógica”!

         El hecho de que el ayuno sea un método razonable cuando existe una enfermedad o lesión se ve aún más reforzado por otro fenómeno claramente perceptible: a saber, que a menos que las células cerebrales estén tan dañadas que ya no puedan funcionar de forma automática –hasta el punto de cese de toda actividad celular: muerte – la mente tiene el control de toda la actividad orgánica. La autolisis se lleva a cabo en un orden meticulosamente definido o según la urgencia: primero, se elimina el exceso de materiales tóxicos que o bien están en solución o preparados para la eliminación; después, los tejidos grasos, sea donde sea que se localicen; seguidos a su debido tiempo por la desintegración y eliminación de quistes sebáceos, tumores, partes enfermas en general: curación. Y todo esto mucho antes que los soportes musculares vitales y/o órganos se degraden.

         El último punto que ayuda a dar credibilidad al ayuno como un método natural de curación es que antes de que los órganos vitales siquiera comiencen a desintegrase, el ayunador suele experimentar la sensación de hambre, que con frecuencia suele ser muy intensa; a veces, menos. Además, la lengua adquiere el color rosado indicativo de una sangre limpia y las secreciones comienzan a fluir con más normalidad.

         Es frecuente que cuando llegue este momento el individuo haya quedado reducido a un estado esquelético. Sin embargo, es la asombrosa capacidad que tiene esta estructura esquelética para comenzar y mantener la reconstrucción de sus propios tejidos, al  tiempo que incrementa su energía, lo que realmente cautiva la mente.

         La combinación de todos estos factores debería dar el “golpe de gracia” a toda objeción ilógica ante el ayuno, que el simple hecho de expresarla demuestra una completa falta de lógica.

         El producto final, cuando el peso normal se ha restablecido, demuestra la capacidad que el organismo tiene para recuperar un increíble estado de bienestar. Y también sorprendente es el hecho de que el ejercicio de las funciones orgánicas normales acelerarán el proceso de reconstrucción. Todo el proceso, desde el comienzo hasta el final, está bajo un minucioso control mental.

         El conocer estas fundamentales verdades básicas suele ayudar al cliente dudoso a olvidar sus infantiles ideas falsas a favor de unas conclusiones adultas. Estas conclusiones deben venir seguidas, a su debido tiempo, por un comportamiento adulto en el que el cliente comience a aceptar mentalmente el razonamiento del ayuno. El control mental de uno mismo, con más frecuencia que no, abrirá el camino para nuevas experiencias: cuando examinen las opciones que se abren ante ellos, puede que incluso los clientes reacios acepten el ayuno como una posibilidad que deben tener en cuenta.

         III. LA EXPERIENCIA HIGIÉNICA: EL CLIENTE APRENDE

         Como bien sabe el estudiante de Ciencia de la Vida, el ayuno no es bien aceptado por la medicina “tradicional”, sobre todo en Estados Unidos. Esto ocurre a pesar de que, por regla general, es bien aceptado en el extranjero por muchos practicantes igualmente ortodoxos. Mucha de esta aceptación en otros países se debe a la persistencia del Dr. Otto Buchinger, cirujano retirado de la armada alemana, que en 1917 fue ascendido a contralmirante.

         Sin embargo, cuando recibió este cargo el Dr. Buchinger estaba demasiado enfermo para llevar a cabo los muchos deberes que conlleva su posición. Se dice que estaba totalmente incapacitado por la artritis al igual que por graves trastornos de la vesícula biliar y del hígado. Por suerte para todos nuestros estudiantes de Higiene Natural, llegó a manos del Dr. Gustav Riedlin, uno de los primeros pioneros europeos especializados en el ayuno.

         Bajo la supervisión del Dr. Rieldin, Buchinger ayunó 19 días y descubrió que su afección artrítica había mejorado mucho. Tras un intervalo de tiempo adecuado, volvió a ayunar, esta vez durante 30 días, con el sorprendente resultado de eliminar por completo todos sus problemas orgánicos.

         No es necesario decir que el Dr. Buchinger se convirtió en un defensor entusiasta del ayuno y con el tiempo dirigió dos grandes sanatorios en Alemania donde se conservaban informes completamente documentados de miles de pacientes. Se dice que en los centros de Buchinger ayunaron más de 70.000 personas. Los practicantes ortodoxos confrontados por estos casos de estudio tan bien documentados comenzaron a abrir sus propias clínicas de ayuno.

         Aún nos acordamos muy bien de la visita que hicimos a un catedrático médico en Madrid, quien nos dijo que había venido a una famosa universidad médica de Estados Unidos para estudiar pero que se fue al poco tiempo. Decía que se sintió desilusionado cuando se dio cuenta de que los médicos de este país parecían no saber nada sobre el ayuno. ¡Lo único que les preocupaba eran ¡los aparatos y los fármacos! También decía que parecían no tener conocimiento alguno de la “mano curativa” que alivia cualquier herida.

         En Estados Unidos, el líder ha sido el Dr. Herbert M. Shelton. Otros han seguido este despertar: la Dra. V. Virginia Vetrano, el Dr. Robert Gross, el Dr. Scott. Juntos habrán supervisado más de 100.000 ayunos. Otros centros de ayuno repartidos por todo el país han supervisado miles de casos más, mientras que incontables individuos han ayunado con éxito por su cuenta.

         No todos los ayunadores consiguen una total recuperación, por supuesto, pero aquellos que tienen la suficiente vitalidad para comenzar un ayuno y después seguir el periodo de recuperación durante un tiempo lo suficientemente largo han logrado lo que con frecuencia han resultado ser unos casi increíbles resultados saludables.

         Incluso los ayunos cortos, entre 3 y cinco días, ofrecen beneficios. Por ejemplo, las pasadas Navidades recibimos una postal de Rod. Si haces memoria, te acordarás que Rod tenía un problema tan grave de artritis que era incapaz de sostener un lápiz o un bolígrafo, por lo que se vio obligado a dejar su trabajo de contable. La primera vez que oímos hablar de Rod fue por un cliente que nos dijo que primero había buscado alivio para su dolor en Arizona, después en

Nevada: todo en vano. Su falta de coordinación muscular y el dolor seguían, incluso empeoraban.

         Entonces, alguien les habló de nosotros y comenzamos un programa higiénico que, sin ni siquiera recurrir a ayunos prolongados, sólo algunos cortos, le permitió volver a trabajar.

         Rod está de vuelta en casa y en su felicitación de Navidad nos contaba que le está yendo tan bien que incluso hace frente al intenso frío que nos ha asolado este invierno. Nos recordaba que antes de comenzar sus ayunos el clima frío le provocaba grandes sufrimientos.

         Este joven comenzó ayunando un día a la semana y después tres días cada mes. ¿Qué han hecho estos ayunos por Rod? Sólo hace algunos años, Rod gritaba de dolor en nuestra consulta y nos preguntaba si podíamos ayudarle. Hoy está de vuelta en casa, trabajando y en el último mensaje que nos mandó nos dice: “¡Me va muy bien!”

         A.- ¿Cuánto tiempo deberíamos ayunar?

         La experiencia nos ha enseñado que el periodo de ayuno difiere de una persona a otra. Sin embargo, muy pocas personas suelen completar el periodo de ayuno. De media, los clientes en ayuno suelen abstenerse de todo alimento entre 10 días y dos semanas. En algunos casos drásticos, hay personas que ayunan 30 o más días antes de que aparezcan las señales indicativas de que la limpieza interna y curación se han completado.

         En casos crónicos graves, el Dr. Shelton descubrió que a veces es necesario que el paciente ayune tres y cuatro veces antes de experimentar una limpieza y curación completas.

         Muchos higienistas han comprobado que un ayuno de 10-14 días al año es muy beneficioso. Otros ayunan un día a la semana y dos o tres días cada mes y encuentran este método bastante satisfactorio. Comparados al resto de la enfermiza población, cuando los fluidos del organismo se mantienen razonablemente limpios y puros gracias a una adherencia a los estrictos principios y prácticas higiénicos, tanto en la alimentación como en el estilo de vida, uno puede conservar un gran estado de salud y tener una increíble vitalidad – incluso en el frenético entorno actual estresante y contaminado –. Esto se consigue haciendo un ayuno de limpieza ocasional de una duración relativamente corta.

         Pensamos que no necesitamos seguir demostrando que el ayuno es un método aceptado por el organismo y, por tanto, una correcta modalidad de curación. Los mecanismos para realizar un ayuno, por decirlo de alguna forma, al igual que el método de limpiar una pieza de maquinaria viene dictado por su estructura. Un ingeniero debe conocer su equipo para ser un buen ingeniero. Por desgracia, la mayoría de los humanos ni entienden ni valoran su “equipo”: su propio cuerpo. Exactamente de la misma manera, el método adecuado para limpiar el organismo humano viene determinado por su estructura y, por tanto, es más adecuado que cualquier otra modalidad artificialmente ideada como, por ejemplo, las sangrías de tiempos pasados o la “maravilla” de la técnica actual: la aféresis.

         B.- ¿Por qué pueden necesitar los clientes un ayuno?

         Todas las enfermedades (excepto, está claro, aquellas debidas a causas traumáticas, lesiones y similares) son el resultado directo de un metabolismo anormal. Cuando dicho metabolismo anormal es continuo provoca ciertos cambios químicos que, por la propia naturaleza de las cosas, causan una disminución gradual de la eficacia celular y una degeneración orgánica. Esto se produce debido a la dilución y precipitación de subproductos de desecho tóxicos, conocidos por los médicos alemanes como “zellenschlacken” o “ceniza celular.” Es obvio que esta basura debe eliminarse con prontitud e infalible exactitud y en aquel orden de urgencia que establezcan los poderes cerebrales del organismo, y no los poderes no demostrados y cuestionables de sustancias o aparatos fabricados por el hombre.

         Está claro que si permitimos que esta basura de desecho se quede dentro interferirá en todo el sistema de transporte del organismo, comenzando primero por las membranas celulares más o menos porosas, donde la dilución de desechos rápidamente comienza a crear bloqueos en la membrana. Esto reduce la dilución de sustancias nutritivas en las células e interfiere en el libre flujo de la sangre arterial y de la venosa cuando vuelve para oxigenarse en los pulmones. En verdad, se reduce toda la limpieza del organismo, se paraliza la regulación endocrina de la química orgánica y, en consecuencia, como secuencia natural, cada función química o celular deja de ser normal en más o menos grado.

         C.- Los canales nerviosos deben estar libres

         No sólo es importante que los fluidos circulen libremente para evitar la posibilidad de que se produzcan bloqueos en los canales arteriales y venosos tienen importancia. Además, surge otra preocupación, a saber, que toda la actividad orgánica depende de la libre circulación de los mensajes nerviosos a través de los mecanismos nerviosos del organismo. Los problemas de cada lugar en particular deben llegar al centro de control central. Ahí se deben evaluar, llegar a una conclusión y determinar la solución adecuada. Las órdenes apropiadas deben llegar a aquellas zonas predeterminadas que están involucradas en el problema y/o que tienen el problema. Después siguen las instrucciones para que las células sean transportadas allí donde existe la necesidad o el problema.

         Si el sistema nervioso simpático se ve interferido con una acumulación inusual de desechos existe la posibilidad, incluso la probabilidad, de error. Seguramente, todo el mecanismo orgánico vacilará y estará sometido a error. Ciertamente un asunto muy preocupante.

         Para la mente racional parece bastante obvio que, con toda probabilidad, cada enfermedad de la que el hombre es heredero puede encontrar sus orígenes en esta simple circunstancia: que cualquier grado de anormalidad metabólica produce una cantidad anormal de desechos tóxicos. Dichos desechos pueden acumularse e interferir no sólo en el libre transporte de los nutrientes a las células y en la consecuente eliminación de desecho celular, sino también en la transmisión de los mensajes nerviosos,  con la posibilidad siempre presente de que se produzca un error, o múltiples errores, que pueden darse ocasional o constantemente y que pueden afectar a una zona determinada o a todo el sistema.

         Si todo esto es cierto, y no encontramos ningún principio fisiológico sólido para afirmar lo contrario, entonces, podemos llegar a la conclusión de que para acelerar tanto la eliminación de los desechos como la autolisis con los métodos adecuados del propio organismo que siempre están bajo el control cerebral, el ayuno sería el único método adecuado para limpiar el sistema y que un libre transporte por todos los canales vuelva a ser una realidad.

         D.- El papel que desempeña el agua durante un ayuno

         Está claro que el agua es el principal solvente. Para que el ayuno tenga éxito es necesario disponer de agua pura destilada. Todas las partes enfermas, que ya se han “consumido” gracias a una autolisis cuidadosamente controlada, y todas las toxinas sistémicas se pueden disolver de esta forma en el agua y ser expulsadas del organismo dejando de suponer una amenaza para la vida.

         E.- El ayuno no “cura” nada

         Es importante que los estudiantes entiendan que el ayuno no “cura” nada. Su único objetivo es permitir que el sistema, gracias a un descanso fisiológico, aminore su gasto de energía, reduzca al mínimo cualquier acumulación de subproductos de desecho metabólico y, después, derive todos los recursos energéticos que ha economizado hacia ciertas tareas que, a través de una evaluación cerebral, se ha considerado que necesitan un esfuerzo más concentrado justo en ese momento. De esta forma, la autolisis de las partes de inferior calidad y la eliminación de la acumulación de desechos se pueden acelerar y se puede establecer más rápidamente el equilibrio sistémico, el auténtico sello de un buen estado de salud.

         En ese preciso momento, cuando se ha logrado un equilibro sistémico, la enfermedad deja de ser un problema y es reemplazada por un estado de bienestar. Como bien dice el Dr. Allan Cott, psiquiatra, en su libro “Fasting”: “The Ultimate Diet” [El ayuno: la dieta definitiva] (Escrito junto a Jerome Agel y Eugene Boe y editado por Bantam Books, Inc., 666 Fifth Avenue; N.Y., N.Y., 10019, Paperback, copyright 1975):

         “Ciertamente, el ayuno no es una panacea para todas las enfermedades, pero puede ser eficaz en el tratamiento de muchas patologías en las que la medicina ortodoxa se da por vencida.

         El Dr. Buchinger descubrió que las siguientes enfermedades bien mejoraban o desaparecían por completo gracias al ayuno. Insistía que se debía tener en cuenta la importancia del ayuno en todas estas afecciones. (Lista del libro “About Fasting” [Sobre el ayuno] del doctor en medicina Otto H.F. Buchinger; traducidas del alemán por Geoffrey A. Dudley)

         F.- La lista del Dr. Buchinger

         Obesidad, delgadez crónica, primeras fases de la diabetes.

         Trastornos reumáticos de las articulaciones y músculos; ciática.

         Afecciones cardiacas.

         Todos los problemas circulatorios relacionados con los vasos sanguíneos,

                   como hipertensión, sofocos y muchos síntomas del envejecimiento.

         Estrés y agotamiento nervioso.

         Toda clase de enfermedades dérmicas.

         Enfermedades de los órganos digestivos.

         Enfermedades de los órganos respiratorios.

         Enfermedades renales y de la vesícula.

         Trastornos femeninos de muchas clases.

         Afecciones alérgicas, incluyendo la fiebre del heno.

         Enfermedades oculares, como iritis crónica, retinitis, etc.

         Afecciones que surgen de las enfermedades venéreas o la afección en sí misma.

         Las muchas variantes de trastornos glandulares: ováricos, del tiroides, etc.

         Enfermedades periodontales.

         Durante el periodo preoperatorio y para conseguir

                   una recuperación mejor y más rápida después de la operación.

         Como método preventivo (para prevenir el cáncer, etc.)

         Enfermedades cuyo origen se encuentra en una desnutrición y malnutrición.

         Fatiga general, sensación de intranquilidad.

         Seguro que hay muchas otras razones para ayunar. Comentamos las siguientes para que nuestros estudiantes las tengan en cuenta.

         G.- Otras posibles razones para ayunar

         Para conseguir una riqueza espiritual, agudeza mental y sensual;

                   aumentar el conocimiento perceptor, etc.

         Bajar el nivel de colesterol.

         Una limpieza orgánica general.

         Darle un descanso al sistema digestivo.

         En caso de heridas, darle tiempo al organismo para curar.

         Aliviar la tensión.

         Dormir mejor.

         Regular los movimientos intestinales y proporcionar

                   una eliminación mejor a través de este canal.

         Ralentizar el proceso de envejecimiento.

         Ahorrar dinero en muchas, muchas áreas de la vida.

         Sentirse mejor, tener mejor aspecto: más joven.

         Mejorar la vida sexual.

         Ayuda a la persona a dejar los hábitos adictivos de fumar, beber y otros.

         Reducir o eliminar por completo el dolor.

         Proporcionar descanso para todos los órganos, músculos y sistemas.

         Recuperar vitalidad y un completo flujo de energía.

         Simplemente ahorrar tiempo (una persona media gasta pasa tres horas diarias, y más, preparando, sirviendo e ingiriendo su comida).

         El Dr. Shelton señaló que en los trastornos del tracto alimentario, el ayuno elimina tres fuentes de irritaciones locales, a saber:

         La irritación mecánica provocada por partículas de alimentos que entran en contacto con el sensible revestimiento mucoso inflamado.

         La irritación mecánica que resulta de las fuertes contracciones y expansiones de las paredes del estómago y los pliegues de las superficies cuando reciben y tratan los alimentos, y

         Las irritaciones químicas causadas por la secreción de un fuerte jugo gástrico ácido.

         El Dr. Shelton afirma que, en esa clase de trastornos, el ayuno debe continuarse hasta que se haya completado la renovación sistémica. Parece lógico que estas mismas condiciones deberían relacionarse con los trastornos que afectan a todo el canal, incluyendo, por ejemplo, la penosa afección de la colitis, que puede hacer que los sujetos se sientan muy nerviosos e irritables y, a veces, casi histéricos, debido a los dolores de cabeza y otros molestos síntomas que con frecuencia suelen acompañar a este trastorno.

         H.- Miedo a ayunar

         El miedo a ayunar está tan extendido debido (nos parece que en gran parte) a la histeria médica que surge siempre que se habla del tema. En realidad, muy pocos clientes habrán

“oído” hablar alguna vez del ayuno como un método eficaz para recuperar la salud. Nosotros mismos tampoco habíamos oído hablar de este aspecto del ayuno hasta muchos años después de que comenzáramos nuestra búsqueda por todo el mundo de un método de mejorar la salud.

         De los muchos, muchos miles de tratados médicos y libros sobre cualquier clase de enfermedad, métodos, opiniones, declaraciones, etc., escritos y divulgados en Estados Unidos, menos del uno por ciento ni siquiera “mencionan” el ayuno como un método para recuperarse de la enfermedad. Si, por causalidad, el tema surge, se refieren a él como “inanición”, lo que es suficiente para poner “el vello de punta”, como se suele decir. Sólo hace algunos años que los médicos han encontrado en el ayuno un método eficaz para tratar a los pacientes obesos.

         Las razones de este miedo injustificado son, por supuesto, obvias: una preprogramación negativa; el acondicionamiento previo de que el ayuno es algo “raro”. En resumen: una completa falta de conocimiento sobre el ayuno. Las personas temen aquello que no comprenden. Por tanto, las personas que están enfermas y deseosas de volver a experimentar la euforia que engendra un completo bienestar necesitan conocer más sobre el tema y, sobre todo, cómo una serie de ayunos cortos pero, importante, un ayuno más prolongado, puede beneficiarle.

         El Dr. Ragnar Berg, el famoso nutricionista y premio Nobel, afirmó que sabía de ayunos que habían durado unos 100 días. Había supervisado o controlado ayunos de hasta 40 y más días y él mismo había ayunado durante 21 días mientras seguía trabajando 11 horas diarias bien en su laboratorio, activamente ocupado, o en trabajo de oficina. Innumerables historias, tanto documentadas como indocumentadas (en este caso de fuentes fiables) dan fe de que no debemos tener miedo de morir de hambre o de no saber cuándo debemos interrumpir un ayuno.

         Sin embargo, la mayoría de los recién llegados a la Higiene Natural tienen que pasar por un periodo de evolución antes de poder aceptar el ayuno como una experiencia racional que deben tener en cuenta: como un método curativo de la naturaleza que sólo puede proporcionar bienestar.

         Para que el ayuno sea un éxito, el estado mental del paciente es extremadamente importante. Todo pensamiento negativo, todo miedo que inquiete y deprima la mente debería eliminarse. Es de importancia crucial que, antes de comenzar un ayuno, el cliente esté bien instruido. Si no es así y si al ayunar experimenta algún síntoma desagradable e inesperado, lo más probable es que exagere la seriedad de lo que le está sucediendo e incluso puede que le entre el pánico e interrumpa el ayuno antes de lo que debiera, por lo que puede deshacer muchos de los beneficios atribuidos al ayuno.

         Esto ocurre especialmente con los ayunadores principiantes. Aunque puede que tengan algún conocimiento sobre el tema, quizá anticipen, mental y subconscientemente, problemas debido a que lo que están experimentando en la actualidad es totalmente distinto a lo que ya conocían. Se pueden sentir ansiosos, inseguros, e incluso inquietos; sobre todo, si no están bien instruidos.

         Por tanto, y en todos los casos, nuestra opinión es que los clientes deberían estar bien instruidos en el ayuno antes de comenzar uno – excepto, quizá, en circunstancias excepcionales en las que la opinión de un consejero higienista experimentado pueda indicar un ayuno inmediato –. La cuestión que surge entonces es cuál es la mejor forma de impartir esta información al cliente.

         Algunas veces debemos hacerlo de forma brusca. Por ejemplo, la pasada tarde recibimos una llamada de teléfono de un viejo amigo. Quería traer a su esposa a Tucson (Arizona) para que nosotros planeáramos una dieta adecuada para ella.

         Sin embargo, al preguntarle nos enteramos de que hacía más o menos un año que le habían diagnosticado un linfoma de una de las glándulas parótidas de su garganta y que había sido sometida a radiación y quimioterapia. En la actualidad se encontraba en el hospital para someterse a una biopsia porque le habían aparecido nuevas inflamaciones en la garganta y en el pecho derecho. El oncólogo que la trata le comentó que temía que el linfoma ya hubiese comenzado a expandirse por el cuerpo.

         Fue nuestro penoso deber informarle a este caballero que, en esta última fase, una dieta improvisada tendría unos efectos mínimos. Debido a la gravedad de su afección y a los desgraciados “tratamientos” que había recibido, lo más probable es que la única oportunidad que su esposa tenía de recuperar algún grado de salud fuese recurrir a un ayuno prolongado. Y, sabiendo la confianza que esta mujer tenía en los procesos médicos y en su médico, dudábamos mucho que aceptara nuestro consejo. Sin embargo, en este caso no había tiempo que perder.

         IV. QUÉ HEMOS APRENDIDO HASTA AHORA

         Hasta ahora, hemos sacado a la luz los siguientes puntos para que nuestros estudiantes los tengan en cuenta:

         .- Las personas no saben por instinto, como hacen los animales, que abstenerse de alimentos puede ser un método eficaz para conseguir un mayor estado de bienestar.

         .- El razonamiento de ayunar radica en que se produce una desviación controlada del flujo de energía de sus deberes habituales. Esta desviación se logra manteniendo estas tareas al mínimo con un obligado descanso fisiológico. Después, el sistema nervioso autonómico dirige los recursos energéticos que se han economizado de esta forma hacia la zona o zonas donde la curación es más necesaria.

         .- Los únicos agentes curativos verdaderos son aquellos decretados por la naturaleza. El ayuno es uno de esos agentes. Este hecho es testimoniado y confirmado por el diseño humano y por los resultados que se consiguen con su aplicación.

         .- El ayuno es autocontrolado.

         .- Durante un ayuno, todas las partes vitales, incluyendo el cerebro, se mantienen intactas y la mente permanece clara, hasta que cesa toda actividad sistémica.

         .- Tras un ayuno prolongado durante el que el individuo puede haber quedado reducido a una estructura esquelética, el organismo tiene la capacidad de reconstruirse y de hacerlo de una forma más perfecta que antes de la experiencia del ayuno.

         .- Los saludables resultados del ayuno están bien documentados. De esto los clientes no deben tener duda alguna.

         .- No todos los ayunadores se recuperan por completo.

         .- Aunque el ayuno puede ser un método eficaz para recuperarse de una gran variedad de enfermedades, no es en absoluto una panacea. Por tanto, hemos hecho una lista con aquellas afecciones en las que se ha demostrado que se produce una gran mejoría cuando se recurre al ayuno.

         .- El ayuno es un método utilizado para eliminar los desechos celulares que, cuando se permite que se acumulen, pueden producir algunas alteraciones químicas y obstructivas; alteraciones que pueden acabar con un buen estado de salud.

         .- El agua pura es esencial para que un ayuno salga bien.

         .- El ayuno no debería considerarse una “cura”.

         .- El temor a ayunar es algo común y, por tanto, es trabajo del consejero higienista enseñar al cliente sobre el ayuno, porque toda ansiedad, toda inquietud y todo miedo oculto pueden oponerse a cualquier beneficio que pudiese lograr el ayunador. El estado mental del ayunador debe ser positivo para que el ayuno sea eficaz.

         V. EL PROCESO DE APRENDIZAJE PUEDE VARIAR DE UNA PERSONA A OTRA.

         Tras haber tenido algunas consultas con el cliente y llegado a la conclusión de que el ayuno sería beneficioso para él, debemos introducir el tema tan pronto como sea posible. Probablemente, cada consejero higienista tenga su propia forma de enseñar a los nuevos clientes la multitud de beneficios posibles que un sujeto puede conseguir con un ayuno.

         Repasaremos los distintos puntos e información que hemos practicado. Animamos a nuestros clientes a que hagan preguntas. Al principio, pocos saben qué clases de preguntas hacer, pero hemos observado que, conforme pasa el tiempo, los clientes comienzan a hacer preguntas inteligentes. Les entregamos copias de artículos que versan sobre ayunos que han tenido éxito, sobre todo de personas que han recuperado un buen estado de salud y que antes padecían afecciones idénticas a las del cliente. Si no las tenemos, de casos afines.

         Por ejemplo, supón que un cliente padece una erupción recalcitrante. Se alegrará mucho si lee sobre una curación exitosa de una persona que padecía la misma afección tras hacer un ayuno de 10 días. Puede que este cliente incluso se sienta tentado a comenzar su propio ayuno.

         Le aconsejamos al cliente qué libros puede leer, libros de lectura fácil como los siguientes, la mayoría de los cuales están disponibles en baratas ediciones de bolsillo.

.- El libro antes citado del Dr. Cott,  “Fasting, The Ultimate Diet” [Ayuno: la dieta definitiva]

.- Fasting Can Save Your Life!” [El ayuno puede salvar tu vida] del Dr. Herbert M. Shelton.

.- About Fasting” [Sobre el ayuno] del Dr. Buchinger, ya citado con anterioridad.

.- De Dick Gregory, el libro “Natural Diet For Folks Who Eat: Cookin’s With Mother Nature” [Dieta Natural para sujetos que comen: cocinar con la madre naturaleza]. Harper and Row, Publ. Inc.

.- Natural Hygiene: Man’s Pristine Way of Life” [Higiene Natural: La forma de vida del hombre prístino] del Dr. Shelton.

.- Vitality, Fasting and Nutrition” [Vitalidad, ayuno y nutrición] de Hereward Carrington. Disponible por una reedición de investigación sobre salud, Molelumne Hill, California (Estados Unidos).

.- Otros. De Densmore, Sinclair y otros higienistas.

.- “La Ciencia de la Vida”, en Austin, Tejas, puede sugerir otros libros y ponerlos a disposición de los estudiantes interesados. Las obras de Carrington son para estudiantes que deseen adquirir unos conocimientos más amplios.

         Algunos estudiantes responden rápidamente ante los nuevos conocimientos, otros no. Algunos incluso comenzarán por su cuenta a hacer ayunos cortos. Con los ayunadores reacios se necesita paciencia. Pocos serán los que acepten el ayuno como un método válido y eficaz para recuperar un mejor estado de salud hasta que las circunstancias los obliguen a hacerlo. Para demostrar cómo algunos clientes pudieron superar la barrera del miedo, llegaron a comprender el concepto del ayuno y, con el tiempo, ayunaron, expondremos a continuación algunos casos de estudio. Como siempre, estos casos son ejemplos reales pero, por razones obvias, hemos cambiado los nombres y algunas de las circunstancias. El primer caso es de una persona muy reacia al ayuno.

         VI. CASOS DE ESTUDIO

         A.- Alex M.

         La primera vez que tuvimos contacto con él, Alex M. acababa de celebrar su 51 cumpleaños. Su problema más inmediato era la obesidad, además de una sensación de más o menos fatiga constante. También estaba preocupado por la aparición, más bien repentina, de una banda circular de capilares muy visibles que recorrían la caja torácica por la zona abdominal.

         Alex era un paciente difícil. Profesional, muy inteligente y con desahogo económico confiaba en la propia experiencia que tenía en algunas disciplinas científicas, entre ellas biología y química. Por tanto, reconoció, aunque de mala gana, que quizá había algunos campos de curación de los que sabía menos de lo que creía. Al menos, estaba dispuesto a escuchar y aprender.

         Con el tiempo, Alex fue poco a poco adaptándose bien a la dieta higiénica. Comenzó a hacer ejercicio e incluso de vez en cuando iba a un balneario. Consiguió reducir su peso de 112 kilos a 85 kilos y admitió que tenía la vitalidad de un hombre 20 años más joven.

         Alex estaba muy orgulloso de lo que había logrado y con razón, porque tener que adaptarse a la vida higiénica le supuso tener que cambiar radicalmente de forma de vivir y de costumbres. El glotón comilón del pasado tuvo que ser reemplazado por una persona con una dieta compuesta al 80% de alimentos crudos, bien escogidos y combinados. Una fuerte fuerza de voluntad le permitió dejar la sal, carne y el pan. Dejar los dulces supuso un gran obstáculo pero lo superamos permitiéndole una indulgencia muy “antihigiénica” una vez a la semana: ¡un enorme helado dulce con una gran capa de nata montada! ¡Con qué ilusión esperaba Alex el viernes! ¡Este era SU día!

         Pero, ¿sabes qué? Esta extraña técnica funcionó. No pasó mucho tiempo antes de que Alex nos confesara que esos enormes helados ya no sabían tan bien como antes. En realidad, le mantenían despierto toda la noche con gruñidos del estómago y los intestinos. Por eso, y por propia iniciativa, Alex decidió no rendirse a ese deseo patológico que tenía por los enormes helados dulces y otros dulces procesados destructores de la salud.

         Sin embargo, el ayuno era otra cosa. A pesar de leer sobre el tema y también a pesar de haber aceptado el hecho de que los métodos naturales ya habían logrado una curación milagrosa en su caso, aún se negaba a considerar el ayuno como algo que “él” debía hacer. El anillo de capilares, que se notaba mucho  bajo la piel del tórax, así como otros síntomas que parecían indicar la probable existencia de una disfunción hepática, seguían preocupándole, pero no hasta el punto de admitir el ayuno como un método posible para recuperar unas mejores funciones vitales e incluso deshacerse de ese antiestético anillo venoso.

         Alex se negó a ayunar durante casi seis años. Lo veíamos de vez en cuando. Seguía con su programa. En realidad, nos dijo que al final había optado por comer sólo dos veces al día, una vez una comida de frutas y la otra una ensalada verde. Cuando lo vimos, nos fue difícil relacionar su aspecto con el del obeso “problema infantil” que nos encontramos al principio. Alex casi se había convertido en un higienista, pero aún no había ayunado, ni siquiera durante un solo día en todos estos años.

         Entonces ¡sucedió! Alex comenzó a perder peso. Los kilos desaparecían de su cuerpo como el dinero en manos de un despilfarrador. No podía dejar de perder peso. Vino a nosotros casi en un estado de pánico. Volvimos a comenzar. Le volvimos a explicar la parábola de la reconstrucción de una casa: sobre cómo la naturaleza primero derribaba la casa antigua antes de construir una nueva y mejor. De nuevo le recordamos que la naturaleza tiene sus propios métodos y que todos los utiliza a su debido tiempo. Le recordamos algunos de los hechos que ya había aprendido sobre el ayuno y le dijimos que si hubiese ayunado al principio esto hubiese ocurrido hace mucho tiempo y ahora ya tendría su casa nueva.

         Este concepto tuvo sentido para Alex, pero ¿ayunaría ahora? De nuevo la respuesta fue negativa. Alex aún no iba a ayunar. Decidió comer abundantes frutos secos y frutas dulces para comenzar a ganar peso en serio. Con eso lo lograría, o, al menos, él confiaba en que lo lograría de esa forma.

         Unos tres meses después, Alex volvió. Su organismo se había negado a acceder a sus deseos, a sus caprichos, “sus “dictados. Parece que la naturaleza no aceptaba ninguno de sus frutos secos o frutas dulces. ¡No había engordado ni un kilo! Al contrario, se había producido un nuevo y muy desconcertante desarrollo: la espalda, costados y tórax de Alex habían florecido. Estaba literalmente cubierto de lesiones en forma de erupciones, algunas del tamaño de una platillo pequeño. Picaban y picaban hasta llegar a ser insoportables. A veces, no podía ni sentarse ni estar de pie sin sentirse incómodo. Podía dormir pero a ratos. Alex ya no resistía más. Consintió en ayunar, pero lo haría a “su” forma.

         Primero ayunó durante 24 horas. Esperó un mes y después ayunó durante 36 horas. Las erupciones seguían molestándole. Así que decidió probar con un ayuno de tres días y descubrió que el picor había disminuido considerablemente y que las lesiones eran más pequeñas. Parecía que había algunas zonas curadas en medio de las lesiones mayores. Nuestro cliente estaba contento consigo mismo. Así que, una semana más tarde, comenzó otro ayuno, uno de cinco días de duración. Al final de este ayuno más largo, las lesiones se habían curado por completo. Incluso se notaba mucho menos el anillo venoso.

         Fue entonces cuando Alex nos confesó que, después de todo, el ayuno no era tan malo. Incluso pensaba que podía intentarlo alguna que otra vez.

         El caso de estudio de Alex demuestra cómo algunos clientes son más reacios, debido a su acondicionamiento previo negativo, incluso a considerar la posibilidad de realizar un ayuno. Al principio nunca sabemos con lo que nos podemos encontrar al comenzar a hablar sobre el tema del ayuno. Muchos clientes no ayunarán hasta que no se vean obligados por circunstancias inesperadas, como Alex. Sin embargo, debemos comentar que, a pesar de su reticencia a ayunar durante los años intermedios, Alex tenía muchos más conocimientos que antes sobre el tema del ayuno y sobre qué esperar durante esa experiencia. En otras palabras, había adquirido tantos conocimientos sobre el ayuno que cuando comenzó a ayunar estaba “mentalmente” preparado para cualquier incómodo síntoma que pudiera aparecer y tenía una confianza plena en que el ayuno sólo le traería resultados saludables. Fue su conocimiento el que decidió la suerte, por así decir, a favor de la acción. Sus antiguos miedos, aunque infundados, no obstante, reales, se habían evaporado y habían sido reemplazados por el consentimiento, aunque reacio, a seguir los caminos de la naturaleza en su intento de enfrentarse a los problemas y preocupaciones físicos, mentales e incluso espirituales.

         La lección que los higienistas deben sacar de este caso es la de la necesidad de ser pacientes, de no rendirse, aunque al principio un cliente se niegue en redondo incluso a considerar el ayuno como una metodología probable en su propio y muy especial caso. Cada cambio para mejor producirá cambios curativos en un cuerpo enfermo, incluso aunque sean cambios pequeños y en ese momento no se adviertan. Al final, los pequeños cambios se suman unos a otros y con el tiempo producen grandes beneficios para la salud. De igual forma, la repetición constante de un pensamiento, idea, concepto, aunque sea sobre el ayuno, dejará su huella y poco a poco puede deshacer la aceptación superficial y cambiarla por una aceptación consciente. La aceptación consciente suele venir seguida, en su momento, por una actuación correcta y positiva. Por tanto, en el análisis final, y gracias al conocimiento, incluso el cliente reacio puede llegar a la conclusión de que si hace un ayuno disfrutará mucho antes de  salud. Entonces, puede ponerse manos a la obra y actuar.

         B.- Gladys G.

         Gladys G. nos ofrece otro ejemplo de ayuno tardío, pero por diferentes razones. Gladys se hizo estudiante particular hace unos dos años, después de que otro cliente nos recomendara. Al principio, hizo un curso en nutrición aplicada y, después, decidió que podía sacar provecho de las consultas privadas.

         Gladys era totalmente consciente de que estaba gravemente enferma. Tenía el corazón débil y con su 1,60 de altura pesaba 42 kilos. Casi había llegado al punto de completo agotamiento. Su aspecto general mostraba a una persona cuya constitución estaba gravemente debilitada. Una completa recuperación parecía algo muy problemático, tanto que incluso dudábamos en hacernos cargos de su reeducación en las formas de curación natural.

         Sin embargo, aceptamos hacer todo lo que estuviera en nuestras manos. Obviamente, nuestra cliente estaba demasiado débil para hacer un ayuno prolongado en este momento. También había otras consideraciones familiares que hacían imposible el ayuno, al menos por ahora.

         Gladys era una “buscadora de síntomas”, un rasgo característico de muchas personas muy debilitadas y, sobre todo, si tienen tendencia a ser algo neuróticas. En cada consulta, Gladys llegaba armada con una larga lista escrita de pequeños dolores y molestias diarias. ¡No se le escapaba ni uno! Por ejemplo, si por casualidad el párpado izquierdo le picaba o estaba un poquitín hinchado, ese hecho aparecía en el informe de Gladys.

         Sin embargo, hubo una cosa que jugó a nuestro favor cuando comenzamos a enseñarle sobre Higiene Natural. Puesto que nosotros habíamos sido recomendados por un miembro de la iglesia en quien ella tenía plena confianza (en realidad, su párroco), ella se tomaba todo lo que nosotros decíamos como si fuese el “evangelio”, no importaba lo raras que, a veces, le parecieran nuestras palabras. Así fue como siguió las instrucciones religiosamente.

         Gladys hacía su descanso de mediodía con exactitud, realizaba todos los primeros ejercicios recomendados, tomaba su baño de sol habitual y ponía una especial atención en preparar todas sus comidas según nuestras instrucciones. Además, estudiaba las lecciones correspondientes cada día.

         El progreso de esta cliente fue lento, pero consistente. Incluso sus amigos comenzaron a decirle el buen aspecto que comenzaba a tener a pesar de seguir bastante delgada.

         No obstante, Gladys seguía mostrándose reacia a ayunar. Su familia inmediata se mostraba hostil ante la idea porque pensaban que estaba demasiado delgada, aunque por lo demás eran muy cariñosos y la apoyaban en todo. Sin embargo, seguimos hablándole de los posibles beneficios que podría ofrecerle un ayuno. De vez en cuando, en nuestras consultas, sacábamos el tema y le entregábamos a nuestra cliente un caso de estudio para que se lo llevara a casa, lo leyera y reflexionara sobre ello.

         Pasó un año y medio. Un día vino sonriendo y nos dijo que durante la última semana había podido arreglárselas bien con sólo dos comidas al día. Gladys se sentía muy orgullosa de su logro, así que comenzamos a escribir en nuestra pizarra, para que ella pudiera visualizar los varios “éxitos” que había conseguido desde nuestra primera reunión.

         .- Comer alimentos bien combinados.

         .- Comer alimentos de mejor calidad, la mayoría criada de forma orgánica y un 80% en estado crudo.

         .- Hacía más ejercicio que antes.

         .- Dejó de “picar “entre comidas, así como la comida basura.

         .- Adoptó – y se adaptó– a una dieta frugívora, rechazando toda carne animal y todos los productos de origen animal.

         Rara vez comía pan o cualquier otra clase de cereal.

         Tampoco ingería legumbres, excepto aquellas que ella sembraba.

         Rara vez, si alguna, comía algo que creciera bajo la tierra.

         Socializaba más de lo que lo hacía antes.

         Y ahora, adoptar el Plan de Dos comidas al día.

         A Gladys se le iluminó la cara al tiempo que examinábamos la lista, algo que nos animó a darle a conocer aún más lo útil que había sido su recién adquirido estilo de vida para conseguir grandes beneficios en su salud, al igual que la había ayudado a hacer importantes cambios personales fomentadores de la salud y que darían sus frutos en los años futuros. Con su cooperación activa, comenzamos a hacer una lista en la pizarra.

         .- Hace ya seis meses que no toma ni una sola dosis de medicación.

         .- Ahora podía dormir toda la noche, algo que hacía años que no conseguía hacerlo.

         .- Ya no era una “buscadora de síntomas” porque sabía que los síntomas son la prueba de la continua curación que se produce en su interior.

         .- Su nerviosismo se había reducido considerablemente. Incluso su familia, cariñosos como eran, la encontraban una persona más fácil de tratar.

         .- Desapareció toda señal de edema.

         .- Rara vez expulsaba esputos, excepto una pequeña cantidad cuando se levantaba por las mañanas.

         .- Ahora participaba activamente en muchos proyectos de la iglesia y contribuía por completo a ese trabajo, mientras que antes se sentaba a los lados y observaba.

         .- Había desarrollado un bonito y natural color rosado que había sustituido a su antiguo aspecto pálido y macilento.

         .- Ya no recurría a “muletas” como vitaminas, minerales y otros suplementos.

         .- Ya no bebe té, café o refrescos de ninguna clase: sólo agua pura y destilada.

         .- Obviamente, Gladys había recuperado una buena parte de su pérdida de salud.

         .- Era el momento oportuno. Le sugerimos a nuestra cliente que después de haber logrado esos maravillosos progresos gracias a sus iniciales y tímidos pasos hacia la Higiene Natural quizá fuese el momento adecuado de dar un val

iente paso: ¿por qué no ayunar sólo 24 horas, un día, a la semana? En la pizarra escribimos:

         .- Un primer ayuno – 24 horas – de una cena a la cena del siguiente día. ¡YO PUEDO HACERLO!

         Animada por sus logros, Gladys estuvo de acuerdo en intentarlo. Y lo intentó, porque cuando volvió después de seis semanas, nos contó que ¡no fue tan malo como yo pensaba que iba a ser!

         Quizá la mayor sorpresa que ésta cliente y su familia se llevaron fue descubrir que había engordado 1 kilo y esto con sólo dos comidas al día y un día a la semana sin comer absolutamente nada.

         La familia de nuestra cliente no sabía cómo explicar este milagro. La propia cliente estaba tan entusiasmada con este hecho que supimos que era el momento para ponerle una nueva meta: durante el siguiente mes ayunaría 36 horas cada semana. Gladys aceptó gustosa el nuevo reto.

         Durante los siguientes seis meses siguió su programa de ayuno: 36 horas una vez a la semana. Como resultado de su experiencia con el ayuno logró algunas mejoras considerables en su salud.

         .- Desaparecieron las taquicardias y espasmos. Nos contó que ya ni siquiera sentía latir el corazón cuando por la noche se acostaba por el lado izquierdo.

         .- No tenía problemas digestivos importantes. De hecho, nos informó que su estómago estaba “tranquilo”.

         .- Ya no hay señales visibles de edema, como en su primera consulta en la que sus piernas tenían el aspecto denominado “piernas de botella” que tan a menudo se pueden ver en las personas obesas (Recuerda que en esa época Gladys estaba demacrada por la vergüenza que le producía el visible edema).

         .- Rara vez tenía que aclararse la garganta. Al principio de su tímido andar por la Higiene Natural, tenía una grave afección bronquial.

         .- Ahora pesa unos 47 kilos y está confiada en que seguirá engordando hasta que su peso se normalice. Pero incluso esta pequeña ganancia de peso supone una mejora del 10%.

         Ahora es toda sonrisas. Su antiguo aspecto angustiado y preocupado ha desaparecido por completo. Sabe que ahora, y durará mucho tiempo, está en armonía con los métodos de la naturaleza y que ésta no la defraudará.

         Su vitalidad sigue asombrando no sólo a ella misma sino a todos aquellos que la conocían

“antes”.

         Sin embargo, y a pesar de todas las mejoras citadas arriba, esta cliente ha decido seguir con su  régimen actual hasta el momento en el que su familia esté de acuerdo en que ella se beneficiaría de un ayuno más largo. Puesto que ha logrado estos espléndidos progresos, todos nosotros anticipamos que la actual oposición familiar pronto se deshará y no pasará mucho tiempo antes de que esta encantadora mujer comience su andadura hacia un ayuno más largo. Se trata de una mujer decidida en muchos aspectos y también muy inteligente. Recuerda que logró hacer todos estos ayunos cortos rodeada de los rostros angustiados y preocupados de sus devotos, pero no instruidos, esposo, hijos, hermanos y hermanas. Tenemos plena confianza en que uno de estos días, en un futuro no muy lejano, Gladys llamará para decirnos que lo ha hecho: en ese momento, habrá hecho su primer ayuno de tres días.

         En este caso de estudio, podemos ver con toda claridad cómo la oposición familiar puede retrasar el momento en el que un cliente se adapte al ayuno. No obstante, esto no detuvo el proceso de aprendizaje. No impidió que nuestra cliente siguiera avanzando, porque el conocimiento la incitó a dar pequeños, dudosos, pero provechosos pasos. La incursión inicial en la experiencia del ayuno se llevó a cabo sin ninguna aprensión por su parte. Ella sabía bien qué esperar y estaba preparada. Los resultados fueron los que se anticiparon.

         C.- Doctor en filosofía, Dr. J.

         El Dr. Joe pesaba unos 145 kilos la primera vez que nos visitó. Se había graduado en varias universidades y se trataba de una persona con muchas capacidades. Había llegado a nosotros, como suele pasar con la mayoría de los clientes, gracias a un antiguo estudiante. Nos dijo que había estado buscando alguien con quien pudiera “sentirse compatible”. Pensaba que nosotros podíamos satisfacer sus exigencias.

         Debido a su tendencia intelectual, le hicimos comenzar de inmediato con un programa de estudio. No le hicimos ninguna recomendación específica sobre sus hábitos de alimentación o estilo de vida, simplemente le dimos varias páginas que tenía que estudiar en un tiempo determinado. Cuando completara cada tema, discutiríamos y analizaríamos lo que Joe había leído.

         Nuestro cliente tenía la habilidad de la lectura rápida, por lo que resultó ser un estudiante voraz: devoraba la información tan rápido como recibía el material. Por tanto, fue necesario reafirmar, de vez en cuando, ciertos estudios cuando nosotros teníamos la impresión de que había pasado por ellos demasiado rápido como para conseguir una aceptación cerebral de los conceptos.

         Aunque Joe había comenzado básicamente siendo un escéptico, comenzó a darse cuenta de que los principios y prácticas expuestos por los higienistas eran tanto aceptables desde el punto de vista intelectual como sólidos desde el científico. Comenzó a estudiar la fisiología del sistema digestivo y a investigar en libros de anatomía. No obstante, aunque habían pasado varios meses durante los cuales había hecho útiles sugerencias sobre las formas y métodos con los que nuestros estudiantes podían cambiar su estilo de vida y recoger ciertos beneficios,

él aún no se había comprometido personalmente.

         Sin embargo, al final, lo hizo. Decidió seguir un programa de salud más sensato; concertó una cita con nosotros y nos pidió un régimen confeccionado según sus especificaciones. Puesto que se trataba de un procedimiento muy inusual, ahondamos un poco más.

         Parece que Joe había decidido que para él sería demasiado difícil hacer un cambio radical hacia un régimen estrictamente higiénico. Por tanto, se tomaría un año y medio para lograr su objetivo. En ese momento pesaría 105 kilos, estaría en forma y con un excelente estado de salud.

         Avisamos a Joe de que, debido a su obesidad y a varias afecciones que le habían diagnosticado con anterioridad, entre las que se incluían una ligera hipertensión, trastornos digestivos y una disfunción hepática, puede que no consiguiera su objetivo en tan poco tiempo sin recurrir a un programa de ayuno. Sin embargo, Joe estaba convencido de que para él todo era posible.

         Joe era un glotón, que disfrutaba de los alimentos exóticos. Sin embargo, y a pesar de su obesidad, sus hábitos alimentarios tan inadecuados y sus problemas de salud, nuestro cliente era una persona muy vital. Tenía muchos hábitos buenos. Estaba felizmente casado con una mujer que lo apoyaba en sus esfuerzos y que aceptó de inmediato acompañarlo en su aventura. Puesto que ella estaba en la edad de la prejubilación, con 62 años, y estaba desocupada, ambos decidieron dedicar todos sus esfuerzos para lograr los objetivos que Joe se había establecido.

         En consecuencia, al principio, diseñamos un régimen provisional para que lo siguieran los dos. Al principio, tenían que dejar todos los alimentos procesados, enlatados y congelados. Todos los dulces se quitaron inmediatamente de la lista de alimentos favoritos de Joe. En vez de comer carne o algún producto derivado de animal tres o cuatro veces al día, como era su costumbre, su ingestión de esta clase de “alimentos” estaría limitada a una ración diaria.

         Debían andar 30 minutos diarios y hacer ejercicios de estiramiento y flexibilidad al levantarse por la mañana. Ni Joe ni Julia, su esposa, habían seguido antes ningún programa específico de ejercicios. En realidad, ambos habían llevado unas vidas muy sedentarias.

         Debido a su obesidad, Joe tenía que ducharse sólo con agua dos veces al día y sin falta. (Recordamos a nuestros estudiantes que la mayoría de las personas obesas despiden un intenso olor debido a que la grasa suele servir como una cámara de almacenaje de toxinas.) Estos dos estudiantes estaban dispuestos a renunciar a sus intensos estudios a favor de pasar más tiempo al aire libre. Hablaron sobre el asunto y estuvieron de acuerdo en que un mes sería tiempo suficiente para superar su primer obstáculo; que sería un riesgo que merecía la pena tomar. Por el momento, no le indicamos más cambios en sus rutinas.

         A los 30 días, Joe y Julia nos presentaron su informe en persona. Habían seguido cada sugerencia con exactitud, excepto una. Decidieron repasar todo lo que habían estudiado hasta ahora, por lo que se pusieron un horario de 15 minutos cada mañana con ese objetivo. (Desde entonces tenemos varias parejas que han adoptado la misma rutina y que la han encontrado muy

útil.) Joe nos informó que sólo había perdido entre 1,5 kilos y 2 kilos, pero ambos afirmaban sentirse mucho mejor y dormir mejor.

         Nuestra pareja decidió que debían comenzar la Fase Dos y que ésta también la continuarían durante un mes. Se acordó que ahora reducirían su toma de café a una taza por comida, en vez de sus acostumbradas dos o tres, y que lo beberían sin azúcar. No beberían otra cosa que no fuese agua destilada. También reducirían la sal y sólo la utilizarían en su ración de carne permitida que ahora se vería reducida a cuatro veces a la semana. Todos estuvimos de acuerdo que estos pasos serían útiles. Además, debían ampliar sus paseos de media a una hora diaria. Al partir se les asignó una tarea: debían leer el libro del Dr. Shelton  “Fasting Can Save Your Life!” [El ayuno puede salvar tu vida]. Prometieron hacerlo.

         Antes de que pasara el mes, Joe y Julia nos llamaron por teléfono para adelantar su cita. Estaban entusiasmados con el tema del ayuno. Joe había perdido 5 kilos, la primera vez que había conseguido perder esos kilos sin “morirse de hambre”, como él decía. Aunque aún no estaban mentalmente preparados para ayunar, ambos querían continuar con su programa. ¿Un ayuno? Bueno, eso era otra historia. Eso requería bastante más estudio y evaluación personal.

         Así que les dimos nuevas tareas. Tenían que estudiar todo sobre la combinación de alimentos y planear su toma de alimentos diarios según un programa de tres comidas al día. También debían hacer un informe diario de lo que comían para después repasarlo con nosotros.    El programa sugerido fue el siguiente:

         Primera comida: “Distinta clase de frutas (hasta tres diferentes, pero compatibles); más apio.

         Segunda comida:” Una gran ensalada acompañada bien de una patata asada o hervida o de arroz integral cocido al horno.

         Tercera comida:” Una ensalada mediana.

                                     Verdura hervida

                                     Proteínas.

         Para la ingestión de proteínas tenían que restringir su toma de carne a dos raciones a la semana o 85 gramos bien de cordero sin grasa o de pollo. Un día a la semana, podían tomar bien huevos escalfados o pasados por agua o requesón. Los cuatro días restantes de la semana debían elegir entre lo siguiente: un aguacate mediano, 110 gramos a elegir entre nueces pacanas, nueces, almendras o nueces del Brasil; o dos cucharadas de pipas de girasol o de calabaza.

         Como experiencia de aprendizaje, les pedimos que mantuviesen un diario de lo que comían para poder revisarlo después juntos. Estuvieron de acuerdo en que esto podría ser útil.

         No es necesario en este punto decir cómo Joe y Julia progresaron cada mes y exactamente qué cambios hicieron. Sólo comentar que en ocho meses sólo hacían dos comidas al día. Joe había llegado a los 125 kilos y tanto él como su esposa estaban contentos con su progreso. Ninguno había experimentado ninguna crisis de curación excesiva, aunque Julia había padecido una incómoda sensación de picor durante algunas semanas.

         Así fue que tanto Joe como Julia decidieron que era hora de comenzar a ayunar, pero lo harían por su cuenta y no en un centro de ayuno. Eso a pesar de nuestra recomendación de que lo mejor para ellos sería ir a un centro especializado.

         Poco después hicieron con éxito su primer ayuno de tres días. Julia nos dijo que al tercer día se había desmayado, por lo que tomó inmediatamente zumo de frutas y no completó el ayuno. Una vez que lograron esto decidieron que estaban preparados para seguir por su cuenta y nos comunicaron que tendrían una consulta con nosotros cada tres meses.

         Y así lo hicieron. Progresaron de tres a cinco días y después a siete de ayuno. Primero, fue Julia la que ayunó durante siete días. Se turnaban. Mientras que uno ayunaba, el otro permanecía a su lado, listo para ayudar si surgía la necesidad. Pero, todo fue muy bien. Joe nos sorprendió a todos por lo bien que resistió durante estas semanas. De hecho, tenía tanta vitalidad que durante el ayuno trabajaba en su jardín durante horas y eso a pesar de que le habíamos aconsejado que lo mejor para él sería economizar sus valiosas reservas de energía para el esfuerzo curativo.

         Al cabo de 18 meses, Joe pesaba unos 100 kilos. Había logrado el objetivo que se había propuesto. No obstante, ahora se daba cuenta de que las ideas que tenía al principio sobre él mismo y sobre cómo funciona la naturaleza eran erróneas y que ahora sólo era una cuestión de tiempo el que su propio naturaleza dictara cuál debería ser su peso normal. Tanto él como Julia parecían 10 años más jóvenes que cuando comenzaron por primera vez esta experiencia del ayuno. Ahora son unos higienistas convencidos y ayunan 36 horas a la semana.

         Hemos comentado este caso de estudio para demostrar que algunas veces tendremos clientes decididos, por una u otra razón, a “hacerlo a su forma” en cierta medida. Aunque se apoyen en el consejero en algunos asuntos porque respetan, hasta cierto punto, su opinión, conocimientos y experiencia, aún tienen tal confianza en que su propia inteligencia elegirá siempre lo correcto que es difícil trabajar con ellos. Como consejeros higienistas, debemos admitir que los individuos muy inteligentes están de alguna forma encerrados en sus egos y que suele ser difícil trabajar con ellos. Tenemos una alternativa: descartarlos por estar más allá de nuestra capacidad o ayudarlos lo mejor que podamos gracias a la educación y de esta forma minimizar sus errores.

         Si optamos por lo último, algo que personalmente preferimos, puesto que estas personas representan un verdadero reto, entonces debemos aconsejarles bien y tener paciencia y comprensión. Por regla general, su inteligencia innata y deseo de aprender les llevará a tomar las elecciones más correcta y no al contrario. Aunque, hacer elecciones incorrectas, como cualquier higienista con experiencia puede dar fe, puede ser una excelente experiencia de aprendizaje.

         D.- Susie y Bill

         Al contar los casos de estudios de los clientes, rara vez utilizamos los nombres verdaderos. Todos los asuntos que se comentan entre el cliente y el consejero deberían ser privados. Sin embargo, las personas son reales, aunque su identidad permanezca en su espacio privado. “Ellos” tenían los problemas, al igual que las soluciones y resultados: todo era muy “real”. Todos podemos aprender de sus experiencias, de sus triunfos y de sus raros fracasos.

         Susie y Bill son dignos de elogio. Han trabajado diligentemente y sus cuerpos han logrado recuperarse de una larga afección crónica y conseguir un estado de salud óptimo. Además, lo han conseguido sin la continua ayuda de un higienista, excepto por una consulta ocasional y algunas sesiones telefónicas.

         Susie, al igual que muchas mujeres entradas en los sesenta años, padecía una dolorosa afección artrítica que la había obligado a jubilarse antes de hora de su trabajo de costurera. Bill tenía una enfermedad dérmica bastante severa que durante años le había estado creando molestias ocasionales: una especie de granuloma. Susie y su marido llevaban muchos años tomando diferentes clases de medicamentos.

         En esta pareja, la esposa fue la líder. Insistió en que el Dr. Robert le hiciera a cada uno de ellos un análisis sanguíneo bionutricional y un perfil. Después, comenzó a recibir clases de nutrición aplicada y su marido pronto la siguió. No pasó mucho tiempo antes de que Bill se entusiasmara tanto como su Susie con la construcción de la salud.

         Sus primeros cambios iniciales los hicieron en la programación de la comida. Bill comenzó a cultivar un jardín. Cuando podían conducían hasta los ranchos que hay en Tucson (Arizona) para recoger fruta y verduras frescas que ellos no sembraban.

         Valientemente, Susie hizo su primer ayuno de 24 horas. Bill se mantuvo detrás, un poco reacio a dar este paso  “drástico”. Después, siguió el ayuno de 36 horas y más tarde una serie de ayunos de tres días. Susie estuvo a la altura de las circunstancias y comenzó a notar pequeñas mejoras. Animado por el ejemplo de Susie y por su mejoría, Bill comenzó por fin su propio programa de ayunos. Fue realmente valiente: ¡comenzó saltándose el desayuno! Aunque no paso mucho tiempo antes de que ambos se turnaran para hacer ayunos de entre tres y cinco días. Se controlaban atentamente uno a otro durante el ayuno: controlaban la temperatura, la frecuencia respiratoria y cardiaca en tiempos exactos: Al levantarse; Al mediodía; Al acostarse.

         Susie fue la primera en hacer un ayuno de cinco días y lo encontró más difícil que los anteriores ayunos cortos, porque al quinto día experimentó tanto dolor que interrumpió bruscamente el ayuno cuando aún sentía dolor. Como consecuencia de este error, le fue muy difícil recuperar el peso que había perdido durante y después del ayuno. También nos contó que se sentía muy cansada, mucho más de lo que se había sentido antes.

         Hace más o menos unos seis meses, Bill ayunó durante cinco días y hace poco que nos ha informado que en este momento estaba en el tercer día de su segundo ayuno de cinco días.

         Esta pareja lleva en el programa higiénico hace ahora cuatro años. No hace falta decir que ambos han conseguido muchos beneficios de su experiencia de aprendizaje. Susie se ha recuperado por completo de su artritis. Su vitalidad es simplemente asombrosa: la admiración de todos sus amigos y familiares. La enfermedad dérmica de Bill está controlada, aunque aún no le han desaparecido todas las lesiones. Pesa unos 65 kilos. Ambos lucen un estupendo y feliz aspecto.

         Los dos están muy contentos con lo que han conseguido gracias a un sólido programa higiénico, más con los cortos ayunos periódicos, y se sienten muy felices de compartir sus experiencias con los demás siempre que organizamos una conferencia o una fiesta. Son unas personas muy cariñosas y lo demuestran con sus sonrisas y disponibilidad para dar el regalo de la salud a los demás. No regatean sus alabanzas para aquellos que, de vez en cuando, les guiaron durante su transición. Mientras estábamos en un restaurante nos encontramos por casualidad a una pareja no-higiénica que conocíamos. Con una agradable sonrisa y después de las presentaciones, Bill dijo: “¡Estas personas me han regalado 20 años más para vivir y disfrutar de la vida!”

         Esta es la clase de resultados que nosotros los higienistas podemos enseñar a los clientes dudosos. Son una experiencia de aprendizaje de gran valor en sí mismos. Además, el método, los pasos que Bill y Susie dieron, pueden ser útiles para otros individuos o parejas. Con Bill, recuerda que comenzó saltándose su desayuno.

         E.- Ethel

         Ethel, al igual que muchos de nuestros estudiantes, comenzó su debut higiénico como estudiante de uno de nuestros cursos públicos. Muy pronto, al darse cuenta de su necesidad, se convirtió en una estudiante particular.

         Ethel padecía muchos trastornos, entre ellos un nerviosismo extremo (estaba casi histérica), problemas reumáticos, dérmicos, estreñimiento, insuficiencia adrenal, trastornos digestivos incluyendo grandes cantidades de gases. Además, estaba muy deprimida y enervada. También había problemas familiares que eran difíciles desde el punto emocional y que sin duda habían contribuido mucho a su estado más bien neurótico. A veces, Ethel parecía no participar del mundo real, sino que vivía en un estrecho círculo que ella misma se inventaba.

         Bien entrada en los 40, Ethel se había visto envuelta en un carrusel médico durante unos 20 años. ¡Tenía de todo! Sin embargo, y por suerte, había escapado de las intervenciones quirúrgicas porque durante los últimos 12 años había estado bajo el cuidado de un anciano médico quiropráctico que sumisamente la mantuvo “animada” con hormonas, vitaminas y otros suplementos y que no insistía en que viese a un médico ortodoxo. Aunque muy debilitada y algo confusa, pensamos que tenía la suficiente vitalidad con la que empezar a construir y, al final, esta conclusión fue verificada por los felices resultados que, a su debido tiempo, se produjeron.

         Esta mujer en particular comenzó su ayuno a finales de verano. Durante la mayor parte del año había estado bajo nuestro cuidado. La introdujimos poco a poco en un programa que incluía una mejora de la nutrición, ejercicio y el resto de la biodinámica de la vida: cómo y cuándo podían ser utilizadas, incluyendo, de vez en cuando, enseñanzas sobre el arte del ayuno.

         Nuestra cliente comenzó primero con una serie de ayunos de 24 horas. Después pasó a la Dieta de Transición durante dos semanas. Nuestros estudiantes recordaran que este régimen combina los zumos con dos comidas de fruta al día. Rápidamente avanzó hasta el ayuno de tres días, todo lo cual lo toleró muy bien.

         Durante este tiempo, el estado de Ethel había ido mejorando hasta que llegó el momento en el que pensamos que estaba en condiciones de realizar un ayuno más largo en una institución y bajo el cuidado de un experto. Ethel, plenamente consciente de que había mejorado consistentemente con unos simples cuidados higiénicos – tras una infructuosa búsqueda para mejorar su salud que había durado unos 20 años – estaba ilusionada con esta nueva aventura. Hicimos los preparativos para que ayunara en la Escuela de Salud del Dr. Shelton y allí se fue.

         A esta cliente en particular le pedimos que llevara un diario. Teníamos un interés especial en que lo hiciera debido a su largo historial de distintos medicamentos, incluyendo cortisona, varios antibióticos y hormonas. También había tomado muchas aspirinas y otros analgésicos, así como una terapia de megavitaminas durante los últimos 12 años. Durante los últimos seis meses no había tomado ninguna clase de medicamento o suplemento.

         Contamos su experiencia con sus propias palabras porque nos ofrecen un vivo retrato de lo que puede suceder durante un ayuno prolongado y, sobre todo, cuando se han tomado fármacos durante muchos años. También demuestra cómo esta mujer, bien reforzada con conocimientos sobre el ayuno, fue capaz de continuar a pesar de todo lo que le ocurrió durante y después de su primer ayuno prolongado.

         El diario de Ethel

         Primer día: “Hice mi última comida al mediodía”.

         Segundo día: “Me pidieron mi historial”.

         Tercer día: “Segundo día de mi ayuno completo. Comienzo a sentirme muy débil. Me duele mucho el pecho. Casi no puedo respirar. Los ganglios linfáticos debajo del brazo me duelen terriblemente y la rodilla izquierda me ha estado doliendo toda la noche. De hecho, me he tenido que aplicar calor toda la noche. Estoy muerta de hambre”.

         Cuarto día: “No he podido dormir. Demasiado dolor. Dolor en las rodillas, en el pecho, en las caderas y en la parte baja de la espalda. Me arrastré fuera de la cama, cogí una manta, me arropé con ella y me acurruqué debajo de un montón de colchas. Tenía un paño caliente y bolsas de agua caliente rodeándome. Escalofríos, dolor y más escalofríos. Tengo mucha hambre pero no tengo ganas de comer nada. Demasiado dolor”.

         Quinto día: “Me duele todo, durante todo el día. No he dormido. Lo mismo que la pasada noche. Me duele demasiado para seguir escribiendo”.

         Sexto día: “De nuevo dolores toda la noche. Sólo he dormido una hora. Hoy no tengo hambre. He pasado la mayor parte del día sentada. Las piernas no me duelen tanto cuando estoy sentada. En la cama, casi no puedo aguantarlas”.

         Séptimo día: “Salí a la salita. Dormí realmente bien la pasada noche. Desperté sobre las cuatro de la madrugada. De nuevo me duelen las piernas. Me he sentado un rato fuera y después tomé un baño de vapor durante 30 minutos. Eso me hizo sentirse muy débil. Me fui a la cama y estuve acostada toda la tarde. Cuando desperté, descubrí que mi estómago estaba cubierto de manchas. Aunque parezca raro, me siento realmente bien esta mañana”.

         Octavo día: “¡Dios, sí que estoy débil! Aún tengo la erupción. Además, esta mañana me ha sangrado la nariz. Hoy sólo me he levantado dos veces. Me duelen mucho las rodillas y las caderas. Los paños calientes me alivian, pero no mucho”.

         Noveno día: “Me siento bastante bien, pero terriblemente débil. He estado un rato sentada al sol. Durante los últimos tres días, las manchitas me han estado picando y me ha vuelto a sangrar la nariz de vez en cuando”.

         Décimo día: “Me siento bien. He estado sentada al sol durante casi media hora y después en la sombra durante varias horas. ¡Buen día!”

         Undécimo día: “Me he levantado con las encías inflamadas. Tengo pequeñas bolsitas en toda la encía. También tengo inflamada la garganta y una llaga febril en el labio. No puedo controlar los gases. Parecen salir por la vagina y por el recto. Algunas veces se acumulan y me es difícil expulsarlos. De nuevo han aparecido manchas sobre el estómago y las piernas. Tengo los labios muy hinchados”.

         Duodécimo día: “El undécimo día de ayuno. Me siento muy débil, muy cansada. Tengo manchas por todo el estómago y ahora me han aparecido por la vagina. En algunas se están formado ampollas pero no se ve pus. Hoy me han hecho un reconocimiento exhaustivo, lo que me ha tranquilizado mucho”.

         Decimotercer día: “He tenido mi primer movimiento intestinal y olía muy mal. Más manchas en mis piernas. Me siento terriblemente débil. Casi no pude volver a la cama después del viaje al cuarto de baño. No podía dejar de dar vueltas y retorcerme en la cama. Me duele muchísimo el estómago. Conseguí arrastrarme fuera de la cama para coger una bolsa de agua caliente. No hay nadie por aquí. Después me quedé dormida. Dormí hasta las 4 y después me senté un rato pero tuve que volver a la cama. Muy, muy débil”.

         Decimocuarto día: “Ya llevo trece días ayunando. Estoy muy cansada. Me duele mucho el pecho”.

         Decimoquinto día: “Día 14 de mi ayuno. Muy débil y cansada. No he tenido que utilizar mantas durante los últimos dos o tres días. En realidad, no me duele nada hoy. Simplemente me siento débil, muy débil”.

         Decimosexto día: “He interrumpido el ayuno”.

         Como el estudiante puede comprobar este ayuno se concluyó antes de que volviese a aparecer la sensación de hambre, antes de que la lengua se hubiese aclarado o de que la cliente hubiese experimentado alguna recuperación de vitalidad. Permaneció durante otra semana en la Escuela. Sabía que debía estar más tiempo para recuperarse por completo pero, por razones económicas, tuvo que volver a casa.

         Nos llamó de inmediato y, bajo nuestra guía, siguió un  régimen que insistía sobre todo en el descanso. Adoptó una dieta de alimentos crudos muy restringida que consistía en dos comidas de una sola fruta más una ensalada de cuatro verduras, dos de las cuales eran lechuga y brotes. Cada dos meses, ayunaba durante siete días y después de los seis meses hizo un ayuno de diez días por su cuenta.

         Puede que sea interesante para nuestros estudiantes observar qué ocurrió en los días que siguieron su vuelta de la Escuela de Shelton.

         Día 1: “Antes de acabar el almuerzo tuve un movimiento intestinal que llenó la escupidera. Estuve mal del estómago durante el resto del día. El Dr. McCarter me dijo que me quedara en cama y descansara.

         Día 20: “Pies hinchados. Problemas de sinusitis”.

         Día 21: “Aún tengo los pies hinchados. Nauseas. He cenado sandía. Aún tengo esas manchas en el estómago. El Dr. McCarter me dice que sea paciente, que pronto curarán”.

         Día 22: “Sigo con los pies hinchados. Vuelvo a tener manchas en el estómago y las piernas. Me duelen los ojos y tengo diarrea”.

         Día 23: “Me siento bastante bien hoy”.

         Día 24: “Me siento bastante bien”.

         Día 27: “No me he sentido tan bien esta noche. Comí mucho melón. Demasiado, me imagino”.

         Día 28: “Me he estado sintiendo bien, al menos mejor, hasta hoy. Me sentí “asquerosa” después de la comida de mediodía de lechuga y frutos secos. He ido tres o cuatro veces al cuarto de baño durante los últimos cuatro días. Anoche me sentía fatal. Como más sandía”.

         Día 29: “He dormido fuera durante casi 3 horas. Me duele el brazo y el estómago. He tenido que volver a utilizar la bolsa de agua caliente”.

         Día 30: “No me he sentido muy bien en todo el día”.

         Día 31: “Ayuné. No sabía qué otra cosa hacer. El Dr. McCarter dice que está bien. Dormí dos horas. Débil. Al final tuve un movimiento intestinal. Me sentí mejor”.

         Día 32: “Me ha dolido el estómago todo el día”.

         Día 33: “Me siento mejor del estómago. Esta mañana no he comido. Para almorzar he tomado aguacate, brotes de alfalfa y tomate. Lo mismo para cenar. Después comí algunos frutos secos”.

         Día 34: “Me siento mejor del estómago. Un almuerzo ligero. Sólo frutos secos por la noche. Me siento bastante bien hoy”.

         Seis días después: “He ayunado durante tres días. Me quedé en cama. No demasiado mal”.

         Segundo día después del ayuno de tres días: “¡Me siento estupendamente! Mejor de lo que he estado durante los últimos 20 años. ¡Simplemente MARAVILLOSO!”

         Ethel siguió haciendo tantos progresos que incluso sus amigos comenzaron a comentar el buen aspecto que tenía. Tenía un aspecto radiantemente “vital”. Su voz que antes era extremadamente aguda adquirió más calidad y profundidad. La rodeaba un brillo que no tenía antes de comenzar a ayunar.

         Muchos de los malestares que esta mujer padeció se podrían haber evitado muy bien si hubiese podido seguir su primer ayuno, al menos hasta que hubiese desaparecido el dolor y, aún mejor, hasta que hubiese vuelto a sentir hambre.

         Tal y como lo hizo, sólo se produjo una limpieza parcial del organismo tan intoxicado y esto, además, mientras las toxinas aún estaban en movimiento. Pero, como hemos visto, a pesar de todo su dolor y malestar, esta mujer había sido tan bien preparada para el ayuno que persistió y continuó su transición higiénica. En ese mismo año, volvió a la Escuela de Shelton y ayunó durante otros 14 días, esta vez con casi ninguna molestia.

         ¿Qué piensa esta cliente sobre el ayuno? Ha seguido ayunando un día a la semana, tres días una vez al mes y, cada dos meses, ayuna durante cinco días. En realidad, la hemos tenido que refrenar para evitar que ayune con demasiada frecuencia. Pasa por la consulta cada tres meses para que evaluemos sus experiencias y progresos. En vez de ir cuesta abajo como iba durante todos los años anteriores, ahora sabe que va por el camino correcto, usando los métodos y herramientas de la naturaleza. Ahora está radiantemente bella y si no fuese porque aún tiene problemas familiares estaría en paz, no sólo físicamente, sino también mental y espiritualmente. Contra toda probabilidad, esta mujer ha logrado un pequeño milagro. Se ha enfrentado con éxito a sí misma, ha deshecho toda sombra de duda y, con gran convicción, se ha apartado no sólo de las ataduras de la actual histeria de masas, sino también de su anterior adicción a “sus creencias predilectas”. Sabe con una seguridad imperturbable que ahora forma parte de la naturaleza, por lo que no teme a nada de lo que ésta le ofrece. Ha aprendido las leyes de la vida y éstas le están ayudando mucho.

         F.- Rachel: su historia:

         Dejaremos que Rachel nos cuente su propia experiencia con el ayuno. Ella la cuenta mucho mejor de lo que podríamos hacerlo nosotros porque a ella le sale del alma. Cuando escribió esto, Rachel estaba a punto de cumplir los setenta años. Con sus propias palabras, esta es la historia de Rachel.

         “Me llamo Rachel. Me han pedido que hable sobre mi experiencia sobre el ayuno y sobre los beneficios que ha tenido en mi organismo. Les contaré lo que aprendí en la Escuela de salud del Dr. Shelton, donde la salud se construye, no se compra.

         Comenzaré contándoles cómo empezó todo. A principios de enero de 1979, empecé a sangrar por el útero. Esperaba que la hemorragia desapareciera sola. Lo hizo durante un tiempo. Yo no hice nada. En febrero, una amiga me preguntó si me gustaría asistir a algunas clases sobre nutrición que daba la Dra. Elizabeth McCarter y cuando me enteré del precio, dije: “¡No hay forma de que me lo pueda permitir!”. No obstante, mi amiga me dijo que la primera clase era gratis y añadió “¿Por qué no vas?” Así que acepté.

         En esta clase me di cuenta  de todo lo que estaba haciendo mal con mi cuerpo y, tras asistir a todas las sesiones, me convencí de que era un dinero bien gastado.

         La Dra. McCarter también nos habló del libro del Dr. Shelton que ella siempre llevaba consigo en estas sesiones y nos contó cómo había recuperado la salud hacía quince años siguiendo las reglas indicadas en este libro. Nos enseñó la importancia del ayuno, así como que ayuda a reconstruir la salud del cuerpo. (Nota del editor: En realidad fue mucho más tarde cuando oímos hablar del Dr. Shelton, pero fue más o menos en esa época cuando comenzamos nuestra búsqueda de una curación.)

         En una de las clases volví a tener la hemorragia. Le pregunté a la doctora qué debía hacer y me dijo: “ayuno y descanso”. Me fui a casa y me salté una comida. Mi esposo, Al, no quiso oír hablar sobre el asunto. La hemorragia volvió a detenerse, hasta primeros de mayo, cuando volvió. Sabía que tenía que averiguar qué es lo que estaba pasando, así que tras visitar a tres médicos desde el 11 al 14 de mayo, me dijeron que me iban a hacer una biopsia el jueves 17 de mayo.

         El día 19, el médico me llamó para decirme: “Tiene cáncer”. Le daremos cita para una histerectomía tan pronto como tengamos un IVP, GI inferior, y radiografías de la vejiga, del tórax, etc. Las “pruebas” como él dijo.

         De nuevo volví a llamar a la Dra. McCarter y le dije que no quería pasar por todo eso puesto que ya me había hecho dos grandes operaciones en el pasado y había tenido problemas con ambas. Desde que escuché su charla en la clase yo había querido limpiar mi organismo con el ayuno, pero ahora me daba cuenta de que era el momento de pensar sobre ello. Así que busqué la ayuda del Señor en mis oraciones. Estas son las palabras que me vinieron a la cabeza:

         “Mora en mí. Mayor es Aquel que está en ti que el que está en el mundo. Yo te purificaré, yo te limpiaré, haré que seas tan blanca como la nieve”.

         Estaba tan ilusionada y sorprendida como ganas tenía de limpiar mi organismo y pensé que esta era la respuesta de Dios.

         Por fin, el jueves por la noche le hablé a Al de mi afección. Estaba contrariado y quería que me operara. Sin embargo, le presenté tres alternativas, puesto que yo pensaba que se trataba de “mi” cuerpo; que, también yo, tenía derecho a decidir. Le hablé sobre Tijuana y la terapia con Laetrile y sobre la Escuela del Dr. Shelton en San Antonio, Tejas. La tercera opción simplemente consistía en quedarme todo el día en la cama e ir consumiéndome.

         Al dijo: “Tijuana, no”. Y así fue como nuestra elección me llevó a Tejas.

         “Llamé a la Dra. Vetrano a la Escuela para ver si me podían aceptar y cuando oyó mi problema me aconsejó que no me hiciera las radiografías ni el resto de las pruebas sino que “fuese tan pronto como pudiera”. Quedamos en que iría a los tres días. Vendí todas mis acciones para que mi esposo no tuviese que preocuparse por nada. Tenía lo suficiente para comprar el billete de avión, unos cuantos cheques de viaje y cubrir mi estancia en la Escuela”.

         “Cuando llegué me sentía rara. Aquí estaba sola. En una ciudad extraña y baja de ánimos debido a toda la oposición que había encontrado en mucha gente, incluyendo a mi familia, algo que me dolía más que mi estado físico. Además, como nunca en mi vida había ayunado puedo decir con el corazón en la mano que estaba realmente asustada.

         “Con estos sentimientos, le dije a uno de los médicos de aquí que no estaba segura de que era esto lo que quería y, de hecho, llamé a unos amigos que vivían en San Antonio para que vinieran a recogerme. Sin embargo, mientras esperaba, dos mujeres que habían acabado un ayuno se pusieron a hablar conmigo y dijeron

         “Puesto que ha venido desde tan lejos y le haría a usted tanto bien, debería quedarse”. Mis preocupados amigos llegaron y les pedí que se sentaran conmigo para hablar sobre el asunto. Me escucharon pacientemente y cuando acabé, les dije que me sentía mucho mejor y que me quedaría. Ahora me asustaba pensar cómo, en un segundo, podía haber tirado a la basura todo lo que había preparado para mi organismo y sólo esta experiencia me sirvió como lección. Le agradezco al Señor que me ayudara y me mantuviera aquí.

         “No tenía que empezar el ayuno hasta dos días después, así que decidí hablar con los pacientes y obtener la información que quería. Cuando ayunas, tienes que estar muy tranquila, hablar poco, andar despacio, etc. Déjenme que les hable sobre algunas de las personas que entrevisté ese día”.

         “Una joven con sólo 25 años me enseñó un pequeño bulto en su mano que según ella había llegado a ser más grande que una nuez y que después de ayunar durante 27 días esto era lo que le quedaba. Estuvo dos semanas más y el bulto desapareció por completo. Se fue una semana antes que yo y volvió al viernes siguiente para traerme un ramo de flores”.

         “Otra señora, yo diría que con unos cuarenta años, estaba en una silla de ruedas con distrofia muscular. Era la esposa de un doctor en medicina y vino en contra de la voluntad de su esposo. Acaba de terminar su ayuno de siete días. Poco tiempo después de llegar yo se quitó las abrazaderas y anduvo. Estaba tan emocionada, todos lo estábamos, cuando nos dijo que hacía años que no andaba. Llamó a su esposo y él no la creía. Estaba tan entusiasmada con los resultados del ayuno que estaba en su segundo ayuno de siete días cuando yo me marché”.

         “Un hombre y su mujer acaban de finalizar su ayuno de 30 días. Hace cinco años habían estado aquí. Él es un doctor en medicina. Le encontraron un cáncer en los pulmones y tenía una cita para cirugía. Oyó hablar sobre la Escuela y decidió probar. También ayunaron durante 30 días y descansaron otros 30, volvieron a casa, se hizo radiografías y los pulmones estaban limpios.

         “Un anciano de Puerto Rico lleva viendo a la Escuela desde 1945. Cuando estaba hablando con él podía ver la letra tan pequeña del libro que estaba leyendo, y sin gafas.

         “Una señora con 70 años, cuyo hijo era doctor en medicina, en Tejas. Ella vive en Nueva York aunque también tenía una casa en Alemania. Vino en contra de la voluntad de su hijo porque durante años se había estado tratado con cinco médicos de hongos en los oídos, debajo de las uñas y le preocupaba el estado del corazón. No le preocupaban mucho las uñas mientras pudiera encontrar algún alivio para sus oídos. Bueno, en siete días de ayuno, tanto sus uñas como sus oídos estaban limpios. Además, desde que nació su hijo padecía de hemorroides. En el solario se ponía de forma que le dieran el sol y decía que también se le habían secado. Se fue a casa siendo una persona feliz.

         “Una de mis compañeras de habitación era una chica joven, muy corpulenta y que ayunó 27 días. Perdió 25 kilos. También tenía una infección por hongos que también le desaparecieron. Cuando volvió a casa me llamó para ver cómo estaba. Todo el mundo en la Escuela era encantador, como una gran familia feliz, todos estaban allí con el mismo propósito: recuperar la salud.

         “Un hombre a punto de cumplir los 70 condujo desde Indiana. Un día del ayuno estaba sentada en la salita y él llegaba subiendo las escaleras de dos en dos. Le comenté “seguro que no está ayunando”. él contestó ‘Oh, sí, aún me queda otra semana para llegar a los 30 días’. Se quedó hasta el día que yo me fui”.

         “Podría seguir y no parar. Unas 100 personas procedentes de todas partes del mundo estaban aquí. Mi ayuno duró 14 días y pienso que debería haber llegado a los 21, ya que la naturaleza no me dijo que lo dejara: aún tenía la lengua saburrosa y no sentía hambre, pero el bulto en el pecho que el médico me quería extirpar cuando me hicieron la radiografía había desaparecido.

         “Allí había mucha gente joven ayunando, lo que me hacía sentirme feliz al pensar que están aprendiendo pronto en la vida lo importante que es la salud. En las conferencias aprendimos qué esperar durante un ayuno, lo que lo hizo más fácil para todos nosotros. No he tenido problemas desde que a partir de una clase de la Dra. Elizabeth dejé el café y no tomaba fármacos. Su cuerpo olerá, tu boca se llenará de una saliva salada, amarga; te dolerán las piernas y otras partes del cuerpo: esto es una reacción de todos los fármacos que se han tomado en el pasado; la orina será más oscura y ocurrirán muchas otras cosas. Pero todo será para mejor. Tendrás que ducharte con más frecuencia y cepillarte los dientes. No te darán fármacos, enemas, pastillas, café, licores, tabaco, alimentos cocinados, leche – nada excepto agua pura, frutas frescas, verduras y frutos secos: todo crudo – las tres últimas cosas sólo cuando has acabado el ayuno. Para recuperarte bien después debes quedarte el mismo tiempo que ha durado el ayuno. Como yo descubrí, esto es importante.

         ¿No sería estupendo que todos los cirujanos que tienen pacientes para operarlos les dijeran “Vete a casa y ayuna durante 14 días y si aún sigues necesitando la operación, entonces operaremos”

         ¡Piense en las muchas personas que se evitarían la operación! Porque con el ayuno le quitas a tu cuerpo las toxinas que en primer lugar están ocasionando el problema, y cuando te hacen una operación te extirpan los órganos, pero sigues teniendo las toxinas para provocar más problemas, por lo que te tienen que extirpar más órganos. Además de todo eso, te darán más fármacos, inyecciones y pastillas y muchas otras cosas que se sumarán a tu problema. Algunas iglesias, no la mía, están construyendo sus propios hospitales. ¿No sería bonito si se utilizaran como Escuelas de Salud, como la del Dr. Shelton, donde podamos ir a limpiar nuestros organismos y conservar los órganos? He comprado las cintas del Dr. Shelton. Me gustaría que todos las oyerais. Lo cuenta tal y como es. (Estupendas para utilizarlas en reuniones de grupo: los autores.)

         Esto es lo que yo pienso sobre la enfermedad:

         Primero pide la ayuda de Dios.

         Ayuna. En la Biblia el ayuno se cita muchas veces.

         Come las frutas, verduras y frutos secos tal y como él nos los ofrece: crudos.

         Si sólo hiciéramos esto, viviríamos una vida sana”.

         Hemos dejado que Rachel nos cuente su propia historia porque demuestra muy bien algunos de los puntos que hemos comentado en esta unidad y en nuestra unidad sobre las personas mayores. No todos, por supuesto, pero sí la mayoría de nuestros clientes son de mediada edad, la mayoría ancianos. Llevan la huella de todos los días, meses y años pasados. Todos, incluso los muy jóvenes, llegan al consejero higienista con sus miedos particulares ocultos. Antes de buscar el consejo de un higienista, muchos llevaban años en un equilibrio de vida-muerte, probando esta y esa “cura”. Muchos, si no todos, han tenido importantes problemas psicológicos, principalmente depresiones y muchos cambios de humor. Muchos de sus amigos y familiares en los que buscaban apoyo le respondieron de forma negativa, incluso hasta el punto de llegar a pensar que estaban locos. Parte del trabajo del higienista es hacerles ver que no lo están.

         Pocos consejeros sanadores, sin importar en qué disciplina trabajen, comprenden que una larga enfermedad tiene unos efectos devastadores sobre el bienestar emocional. Surgen multitud de tensiones y está claro que no desaparecen la primera vez que el cliente entra en la consulta del higienista. En realidad, se pueden multiplicar. De repente, le ofrecen esperanza para reemplazar la desesperación; la acción reemplaza la inactividad. Todo esto también puede originar tensiones.

         Esto puede ser especialmente cierto cuando se trata del ayuno. Tal y como nos comentaba Rachel, el hecho de pensar en la posibilidad de no comer es una experiencia totalmente nueva. Ese pensamiento puede aterrorizar a las personas indecisas. Pero ¿han notado nuestros estudiantes como se tranquilizaron los miedos de Rachel cuando oyó a otras personas hablar sobre “sus “experiencias con el ayuno? Lo que oyó atravesó la barrera psicológica y la preparó tanto mental como emocionalmente. En realidad, llegó tan lejos como para anticipar los beneficios resultantes de su ayuno. Comenzó a construir imágenes mentales positivas de su futuro bienestar, que por sí mismas propician unos buenos resultados.

         El consejero debe preparar a los clientes para que acepten el ayuno como algo que les ayudará a “ellos “específicamente. Rachel fue preparada antes de ir a la Escuela de Shelton, pero, aún así, tenía miedos ocultos. A los clientes se les puede ayudar a superar sus barreras internas con testimonios individuales, como el de Rachel (ella lo contó en una de nuestras reuniones de grupo), con clases como a las que asistía Rachel y que están abiertas gratuitamente al público. Esperamos que nuestros estudiantes se hayan dado cuenta de que la primera clase era GRATIS. Los casos de estudio como los que hemos comentado suelen ser muy útiles para familiarizar a los clientes con lo que el ayuno tiene que ofrecerles y, por supuesto, las publicaciones higienistas ofrecen una gran variedad de estos testimonios.

         Y ¿han observado nuestros estudiantes la diversidad de ayunadores que cuenta Rachel? Lo diferentes que eran sus problemas pero, en cada caso, y gracias al ayuno, obtuvieron resultados favorables.

         ¿También se han dado cuenta nuestros estudiantes de que muchos, como Rachel, encontraron oposición familiar que tuvieron que vencer?

         ¿Y han observado que los ayunadores recibían apoyo emocional y consejo de otros ayunadores? Estas son algunas de las muchas lecciones útiles que podemos sacar de la historia de Rachel.

         Nos mantuvimos en contacto con Rachel durante más o menos un año, pero ahora no sabemos nada de ella. Sabemos que sigue ayunando periódicamente por su cuenta y que se ha convertido en una entusiasta seguidora de la forma de vida de la Higiene Natural.

         Rachel estaba preparada para aceptar el ayuno como una oportunidad que se le ofrecía de recuperar un mejor estado de salud, y no como un método de privaciones y de poner en riesgo su vida. Nuestra sociedad quiere “curas” instantáneas y éstas no existen. Se siente fascinada por la magia de un transplante de corazón, por ejemplo, y no mira detrás, hacia esos años de preocupaciones, inquietudes y el siempre presente miedo de una muerte repentina por el rechazo de uno mismo. Se necesita a alguien muy especial para dar los pasos que Rachel dio para superar la sierra psicológica a la que la gente está constantemente sometida por todas partes. También tiene que ser alguien muy especial aquella persona que guíe a los preocupados clientes en y a través de un ayuno con éxito. Esto es lo que Rachel hizo y esto es cómo lo hizo:

         Asustada por un problema físico hizo un curso de Higiene Natural; otros buscan soluciones en otras partes.

         Durante las clases aprendió cómo comer y cómo vivir para satisfacer las necesidades precisas que tenía su organismo.

         Aprendió la Teoría de la Toxemia y sobre las siete fases en la evolución de una patología.

         Aprendió sobre el ayuno y decidió que se quería a sí misma lo suficiente como para intentar este método de limpieza orgánica.

         Decidió hacer un cambio, abandonar la ortodoxia: la cirugía propuesta, radiografías y fármacos a favor del método particular de limpieza de la naturaleza: la autolisis innata. Decidió ayunar.

         Empezó a hacer planes. Paso a paso hizo los preparativos necesarios, preparó a su familia, y puso en orden su economía.

         Empezó a trabajar en su plan.

         Perseveró y tuvo éxito. Ya no tiene que vivir, como muchos antes que ella, una vida a la sombra de los miedos. Esta puede ser la recompensa de incalculable valor que recibimos por enseñar a nuestros clientes sobre el ayuno.

         VII. TAREAS ÚTILES PARA LOS AYUNADORES REACIOS

         Los ayunadores reacios tienen personalidades infantiles en cuerpos adultos. Son prisioneros de huellas anteriores. Con esta clase de personas puede ser

útil darles los siguientes deberes:

         Escribir cuánto te gustas a ti mismo y el por qué. Sé específico.

         ¿Temes al futuro? Si es así, di qué es lo que te preocupa.

         Te gustaría cambiar? Si es así, ¿por qué?

         Di cómo te gustaría cambiar. Por ejemplo, si padeces lesiones dérmicas antiestéticas, te gustaría deshacerte de ellas. Anótalo.

         ¿Te gustaría tener más agudeza mental? Si es así, también eso debería aparecer en tu lista.

         En la actualidad, ¿tienes algún método o plan para realizar los cambios que te gustaría hacer? Explícanoslo.

         ¿Cómo piensas que puedes lograr todo esto?

         ¿Has pensado alguna vez en el ayuno como método para ayudarte a cambiar? Si no es así, ¿por qué no? ¿Podemos ayudarte a tomar una decisión?

         Esto es simplemente un muestrario de las cuestiones que puedes darle como tarea a tus clientes de vez en cuando. A veces, anotar los pensamientos personales, deseos y ambiciones ayuda a abrir la puerta a la Acción, de forma que el puente entre el “deseo” por algo y el “logro” de ese algo se pueda atravesar con éxito.

         Cuando trabajes con tus clientes recuerda, además, que los beneficios a corto plazo son agradables e importantes para tus clientes. De vez en cuando, necesitan que se les haga saber que han conseguido estos pequeños éxitos. Además, deberían ser conscientes del hecho de que aunque los pequeños éxitos se acumulan con el tiempo, los beneficios definitivos de salud los conseguirán aquellas personas totalmente adultas que abandonen sus antiguos patrones de vida inspirados por los medios de comunicación y fomentados culturalmente y que opten, de forma inteligente y con dedicación, a las recompensas eternas que con toda seguridad les ofrecerá la experiencia del ayuno.

         VIII. LOS CLIENTES ANCIANOS Y EL AYUNO

         En una unidad anterior ya hemos comentado que aquellas pocas personas llegan a una edad avanzada en el contaminado y frenético entorno de hoy en día son los “duros”. Para poder sobrevivir han demostrado no sólo fuerza física, sino también mental. Esto lo demuestra el hecho de que, si están mentalmente bien, han superado con éxito todas las muchas variantes de ataques emocionales que surgen para preocuparnos cuando viajamos en ese tren que parece ir a toda marcha por la vida. Cada situación problemática que ha surgido ha sido evaluada por estas personas y se han enfrentado a ella de la forma que pensaban era la más adecuada.

         En la mayoría de los casos, los clientes ancianos que buscan la ayuda del consejero higienista escucharán con atención, leerán atentamente el material escrito, oirán las historias que otros cuentan en las reuniones de grupo y en las conferencias, pero después llegarán a sus propias conclusiones, sea cuales sean. Puede que encuentren la utilidad de lo que han aprendido o puede que piensen que no merece su confianza.

         Si, según su opinión y por lo que han aprendido en el pasado, encuentran que este conocimiento recién adquirido es sólido, se sentirán más dispuestos a seguir las recomendaciones del higienista; si no, se mostrarán reacios, dudarán. Con reservas emocionales, puede que adopten cualquier régimen que se establezca.

         Muchas veces los clientes llegarán al consejero exhaustos, tanto física como mentalmente, pero, sin embargo, tendrán reservada suficiente fuerza para resistir el cambio, aunque sea demasiado radical. Por tanto, encontramos aconsejable avanzar con lentitud con nuestros clientes ancianos, sobre todo cuando pensemos que con el tiempo quizá necesiten un ayuno para lograr una resolución exitosa de una afección determinada, digamos una enfermedad crónica de larga duración.

         En tales casos, aconsejamos inmediatamente la posibilidad de un ayuno prolongado, pero de forma inmediata nos “echamos atrás” ofreciendo un  régimen alternativo que comience con una dieta simple y otras recomendaciones. Entonces procedemos con un programa planeado de desintoxicación que es incluso más prolongado que el detallado en la unidad sobre el cabello. No obstante, procedemos según las circunstancias nos indican que es el momento de dar un paso hacia delante.

         La transición hacia el ayuno de los ancianos

         Primer paso

         Un día entero a base de frutas, una vez a la semana. Cada comida debe consistir en una, dos o tres clases de frutas compatibles. A cada cliente se le da un ejemplo. Uno de ellos podría ser: Naranjas, Naranjas y fresas; Uvas; Bananas; Bananas y dátiles, etc.

         Esta dieta la deben seguir durante dos semanas.

         Segundo paso:

         Un día entero a frutas una vez a la semana. En ninguna de las tres comidas se servirán más de dos clases de frutas. Esto se hará durante dos semanas.

         Tercer paso:

         Dos días a la semana exclusivamente a base de frutas. Una de las comidas será de una sola clase de fruta; en las demás se permite una variedad de dos clases por comida.

         Cuarto paso:

         Un día a la semana con una sola variedad de fruta.

         Un día de ayuno parcial: sólo se permiten dos comidas de frutas.

         De esta forma, dos días a la semana se dividen en un régimen de un día con una sola variedad de fruta y otro con dos comidas de frutas.

         Esto se hará durante un mes.

         Quinto paso:

         Un día a la semana con una sola variedad de fruta.

         Un ayuno de 24 horas una vez a la semana.

         Esto se seguirá durante un mes.

         Sexto paso:

         Un día a la semana con una sola variedad de fruta.

         Un ayuno de 36 horas una semana sí y otra no.

         Se seguirá durante un mes.

         Muchas personas ancianas llegarán hasta aquí pero no más lejos. Con unos cuantos, el consejero puede encontrarlos emocionalmente preparados para seguir como sigue:

         Séptimo paso:

         Un día a la semana con una sola variedad de fruta.

         Un ayuno de 48 horas una semana sí y otra no.

         Este paso se debe seguir durante varios meses, después de este tiempo sería apropiado sugerir al cliente que ayune un día a la semana y puede que incluso tres días al mes.

         Utilizando esta progresión paso a paso, el estudiante observará lo fácil que podría ser, si fuese necesario, poner al cliente “en espera” hasta el momento en el que se sienta cómodo; o incluso retroceder un paso, si fuese necesario. Al utilizar este método le demuestras al cliente que estás trabajando para conseguir lo mejor para él. A muy pocas personas ancianas les gusta que les “empujen” demasiado rápido hacia un territorio extraño y desconocido – y el ayuno sin duda alguna lo es –. Siempre debemos intentar trabajar con el grado de aceptación del cliente.

         Pocos higienistas experimentados permiten que un cliente anciano ayune en casa, por su cuenta, más de tres días, o más de ¿? días en un centro de ayuno y bajo supervisión. Las razones deberían ser obvias:

         Sus organismos llevan la huella de muchos años de vida incorrecta. Es imposible predecir que tormenta biológica se puede desatar en un cliente sin conocimientos e intranquilo y que puede llevarlo a un estado de pánico, lo que siempre es una situación peligrosa que incluso puede ser mortal.

         Las reservas de los ancianos suelen ser limitadas y es frecuente que para estas personas sea muy difícil recuperar el peso que se pierde durante el periodo de ayuno.

         Así que deberíamos ser extremadamente cautos y claros con las instrucciones que damos a nuestros clientes y con lo que le enseñamos sobre el ayuno. De hecho, es mejor pasarse por cautos que arriesgarnos a tener una respuesta negativa, bien emocional o física. Esto se aplica a todos los clientes, pero sobre todo a los ancianos que buscan nuestra ayuda.

         IX: LA EXPERIENCIA DE APRENDIZAJE

         Esta unidad dedicada a instruir sobre el ayuno a los clientes está pensada como una experiencia de aprendizaje para los consejeros. Su objetivo es abrir caminos de pensamiento que después se puedan traducir en métodos utilizables en la enseñanza de los recién llegados al ayuno.

         Como sin duda alguna nuestros estudiantes habrán observado, no hemos intentado ocultar el hecho de que, a veces y con personas gravemente enfermas, muy medicadas o neuróticas, la experiencia del ayuno puede ser muy difícil. Esto deberías saberlo.

         Pensamos que todo aquello que enseñamos debería estar firmemente arraigado y tener sus bases en realidades fisiológicas, biológicas y anatómicas y que cuanto más sepa el consejero sobre los misterios del ayuno y sobre las muchas experiencias o problemas posibles durante un ayuno, mejor preparado estará para enseñar a sus clientes sobre esta importante ayuda curativa.

         Hay varios aspectos que hay que tener en cuenta a la hora de enseñar a nuestros clientes sobre el ayuno. En orden, son los siguientes:

         1) Orientación inicial.

         2) Necesidades personales de cada cliente.

         3) Ajustes personales que se pueden requerir cuando el cliente considere la posibilidad de recurrir al ayuno: superar el miedo

                            superar la ansiedad y la soledad del propio ayuno

                            hacer los ajustes económicos necesarios.

                            Tener tranquilidad durante el ayuno: física y emocional.

         4) Tener en cuenta los errores del pasado y la extensión de la decadencia física actual, puesto que puede influir en:

         Duración del ayuno: factores determinantes.

         Intensidad, duración y posible frecuencia de las crisis de curación durante el ayuno, al igual que clases de síntomas.

         Ya hemos tocado cada uno de estos temas, muchos indirectamente según aparecían en algunos casos de estudio de clientes en ayuno.

         Estar preparado.

         Cuando enseñamos a los clientes sobre el ayuno es bueno estar preparados. Pensamos que nuestros estudiantes están mejor preparados en este aspecto que los estudiantes de otras disciplinas curativas. No obstante, a continuación exponemos algunos consejos básicos para que nuestros estudiantes los tengan en cuenta a la hora de trabajar con sus clientes.

         Prepárate. Conoce bien tu tema y ten preparados algunos puntos concretos que quieres que tus clientes aprendan en este preciso momento de su aprendizaje de los principios y prácticas higiénicos.

         Aprende a escuchar. Escucha cuáles son las preocupaciones específicas de tus clientes, no las que tú “crees” que son. ¿Las identificas como emocionales, económicas, reales, o como caprichos?

         Sé claro en las explicaciones. No te vayas por las ramas o des respuestas evasivas. Sé abierto, directo, no evasivo. Si no sabes algo, dilo, pero asegúrate de encontrar la respuesta y hacérsela saber al cliente.

         Anima a tus clientes a que pregunten sobre el ayuno y temas relacionados. Podrían revelar miedos ocultos y ansiedades que se pueden aclarar al principio de la sesión de aprendizaje. Las preguntas también pueden ofrecer una excelente oportunidad al consejero para sugerir cierto material de lectura al cliente. De esta forma se puede detectar un interés especial sobre un tema e incrementarlo.

         No abarques mucho en una sesión. Decide qué aspectos específicos del ayuno deseas cubrir y después intenta no alejarte del tema. Por ejemplo, una serie de discusiones pueden muy bien enfocar los siguientes temas en el orden dado:

         ¿Qué es el ayuno? ¿En qué se diferencia de la inanición? Desarrollo histórico y algunas de las razones de por qué la gente ayunaba en el pasado y también en el presente.

         ¿Por qué debemos ayunar?

         ¿Qué queremos decir cuando hablamos de que la mente tiene el control?

         ¿Quién debe ayunar? La lista del Dr. Buchinger y nuestra propia lista de otras razones por las que ayunar puede ser un buen comienzo.

         Repetición de “c” con algunos casos de estudio para repasar en las sesiones y que los clientes se puedan llevar a casa para volver a leerlos.

         ¿Dónde hay centros de ayuno adecuados?

         ¿Cuánto cuestan? Clases de centros, qué esperar, etc. Toda la información debe ser tan específica como sea posible.

          Crisis de curación durante el ayuno.

         ¿Qué ocurre en el organismo? (Ver lecturas complementarias)

         PREGUNTAS SOBRE LA UNIDAD

         PREGUNTA: “Entiendo muy bien que el ayuno me ayudaría con mi problema de sinusitis. También padezco de estreñimiento y de trastornos digestivos, aunque estos dos últimos están respondiendo muy bien a la mejora de la dieta. Sin embargo, mi familia y sobre todo mi esposo están totalmente en contra de que me salte una sola comida, por no hablar de un ayuno prolongado que dure dos o tres semanas. ¿Cómo puedo resolver un problema como este?”

         RESPUESTA: “Una oposición familiar como la que nos describe puede ser muy difícil de solucionar por completo. De vez en cuando organizamos reuniones de grupo. Si su esposo viniera a una puede que aprendiera algo sobre el ayuno y que con el tiempo le diera su consentimiento para hacer un ayuno prolongado. Si no, entonces siga en el camino higiénico que lleva en la actualidad, asegurándose de que satisface adecuadamente todas las necesidades de su organismo. Sáltese una comida de vez en cuando, varias si puede y cuando pueda. Con el tiempo, las prácticas higiénicas que se van sumando producen grandes beneficios para la salud. Simplemente necesitará más tiempo”.

         PREGUNTA: “¿Podría el ayuno ayudar a una persona con problemas mentales?”

         RESPUESTA: “Todo depende de la causa que subyace bajo la afección mental. Si, por ejemplo, se debe a alguna clase de malconstrucción mecánica, entonces es muy dudoso que el ayuno suponga algún beneficio. Sin embargo, si la enfermedad se ha originado debido a unas incorrectas prácticas alimentarias y de estilo de vida, que a su vez han producido un estado tóxico interno, entonces el ayuno puede fomentar la curación. Todo dependería, por supuesto, de cuánto daño cerebral irreparable haya. No obstante, en cualquier caso, es mejor probar con un ayuno antes que recurrir a otras prácticas mucho más peligrosas (cirugía, hipnotismo y similares).

         PREGUNTA: “¿No es el miedo al ayuno un miedo irracional?”

         RESPUESTA: “Podría ser, pero puede ser muy real para la persona que lo siente. De hecho, tan real que le puede impedir que comience un ayuno que necesita mucho o podría provocar un gran daño si esa persona a la que el miedo la supera nunca intenta ayunar. Esta es la razón por la que insistimos en la necesidad no sólo de familiarizar a nuestros clientes con el concepto del ayuno sino también de enseñarles bien en qué consiste antes de que siquiera comiencen un ayuno corto. Deberíamos recordar que los mejores resultados siempre se obtienen cuando un cliente tiene una fe explícita en el método del ayuno y, también, en el consejero”.

         PREGUNTA: “¿Por qué el ayuno es beneficioso en algunas afecciones pero menos en otras?”

         RESPUESTA: “Esa es una buena pregunta y una que quizá necesite más atención en nuestros estudios. Las personas son diferentes. Todas las enfermedades, con algunas excepciones, tienen una causa común: a saber, un estado tóxico del organismo provocado por los múltiples errores en la forma de vida y alimentación; errores que cada individuo comete durante un tiempo determinado y de diferente forma e intensidad. El número de ataques sobre el organismo, la intensidad de esos ataques, la clase de morbosidad: todo esto determinará la naturaleza de la afección y la cantidad de fuerza vital que consecuentemente se haya gastado. Si el tejido nervioso se ha destruido por completo, será irreparable. Una vez que el cerebro está dañado, permanece dañado. Si los huesos están muy lesionados, entonces puede que sea imposible una completa recuperación. Al igual que las personas tienen diferentes historias y experiencias pasadas, de igual forma los resultados de un ayuno variarán. Además, la actitud del ayunador influirá, para bien o para mal, en el resultado de un ayuno. Sin embargo, debemos insistir en que, no importa cuál sea la naturaleza de la enfermedad, si la persona se embarca en un ayuno después de haberse informado bien, recibirá beneficios de muchas formas, el principal será un mayor equilibrio sistémico. Incluso en los casos terminales, los últimos días del paciente pueden ser más confortables cuando los fluidos del cuerpo se han limpiado”.

         PREGUNTA: “Aún no sé muy bien cómo se puede saber cuándo se debe romper un ayuno. ¿Podría ayudarme a aclararlo?”

         RESPUESTA: “La mayoría de los higienistas coincidirán en que imposible decir con antelación cuándo se debe romper un ayuno. Es importante que este punto quede claro a nuestros estudiantes. Idealmente, no se debería poner límite al principio de la experiencia del ayuno. El ayuno debería, y permítanos decir de nuevo, idealmente, continuar hasta que aparezcan ciertas señales claras. Volver a tener de nuevo la sensación de mucha hambre es probablemente la señal más importante de que ya no hay necesidad de continuar el ayuno y de que la persona debería comenzar a ingerir alimentos. Esto es una clara señal de que el sistema digestivo está preparado para recibir, procesar y absorber nutrientes y, además, de que el sistema está preparado para asimilar los nutrientes cuando llegan a su destino final: las células. Además, hay otras señales, como la desaparición de la capa mucosa que recubre la lengua, el volver a tener un pulso más normal, etc. Cada organismo en particular debería ser el único que determine el tiempo exacto para romper el ayuno, simplemente porque será el que dé estas señales fiables, señales que no se deben ignorar. Siempre que un ayuno se rompe “antes” de que las claras señales de la naturaleza hayan indicado la necesidad de terminarlo deberíamos entender que hasta ahora la naturaleza ha cooperado con nosotros, que aún no se ha producido “una limpieza completa” y que, después, se tendrá que realizar más trabajo remediador. Pienso que muchos de los malestares que, por ejemplo, Ethel experimentó después del ayuno y el hecho de que tuviera que realizar una serie de ayunos durante años antes de que experimentara el resurgimiento de la salud que estaba buscando se debieron, en gran medida, al hecho de que rompió su ayuno demasiado pronto, no porque no quisiera continuarlo, sino simplemente por motivos económicos”.

         PREGUNTA: “¿Cuál cree que es la función principal del consejero higienista cuando se trata del ayuno?”

         RESPUESTA: “La pregunta se relaciona directamente con el tema de esta unidad. Nuestro papel debería y tiene que ser el de familiarizar a nuestros clientes con el ayuno; hablarle sobre los posibles beneficios que pueden conseguir gracias al ayuno; informarles sobre los posibles síntomas que pueden surgir durante la experiencia, y el POR QUÉ pueden surgir y cómo pueden ser más beneficiosos que perjudiciales, etc. En otras palabras, deberíamos ayudar a nuestros clientes a entender cómo el ayuno puede ayudarles a ELLOS a recuperarse de sea cual sea la enfermedad que tengan.

         RESUMEN

         Es obvio que los errores cometidos durante toda una vida en la forma de vivir y alimentación no se pueden rectificar completamente ni adoptando unos métodos y principios higiénicos ni recurriendo a una completa abstención de alimentos durante cierto tiempo. Sin embargo, en la mayoría de los casos se pueden obtener unos resultados muy beneficiosos gracias al ayuno, sobre todo cuando se trata de enfermedades agudas. En los trastornos crónicos, puede que haya que recurrir a varios ayunos de distinta duración antes de realizar el potencial existente para mejorar.

         Por desgracia para esta humanidad sufridora, la ortodoxia no acepta bien el ayuno, con el resultado de que el público en general conoce muy poco, o nada en absoluto, sobre este tema y, al equivocadamente equipararlo a la inanición, la mayoría se muestran reacios a considerarlo como una posibilidad, incluso en casos de enfermedades graves.

         Sin embargo, y como ocurre con todo en esta vida, todo depende de cómo pensemos sobre las cosas. Clientes que nunca han oído hablar del ayuno como un método viable para recuperar un mejor estado de salud pueden aprender no sólo a aceptar el razonamiento del ayuno como método de limpieza sistémica, sino también como un método que pueden utilizar ellos mismos.

         Si queremos obtener los mejores resultados es esencial que aceptemos emocionalmente todo lo relacionado con la Higiene. Esto es especialmente cierto cuando se trata de embarcarse en un ayuno total, incluso en aquellos de una duración relativamente corta. Como han dicho muchos higienistas en el pasado, una persona nunca podrá conseguir el deseado objetivo de mejorar la salud a menos que la mente esté completamente equilibrada. Si nuestra fe en el programa se ve oscurecida por las dudas, nos quedaremos como estamos e incluso puede que retrocedamos.

         En consecuencia, en esta unidad hemos comentado algunos de los conceptos sobre la experiencia del ayuno que pensamos que son lo suficientemente importantes como para que nuestros estudiantes los estudien y que, de ahí, se los hagan saber a sus clientes. Además, hemos comentado algunos casos de estudio que demuestran distintos grados de reticencia por parte del cliente y también cuentan cómo cada uno pudo superar sus dudas o miedos ante el ayuno. Asimismo, hemos comentado dos casos de estudio: el primero describe qué le ocurrió a una cliente que durante muchos años había estado tomado numerosos fármacos; y en el segundo una mujer que había recurrido poco a los fármacos y que experimentó pocos síntomas nos cuenta su experiencia con el ayuno. Este último caso de estudio también demuestra claramente cómo el miedo puede surgir en un futuro ayunador cuando se encuentra en un entorno extraño antes de comenzar la experiencia del ayuno. La historia de Rachel también demuestra algunas de las ventajas de ayunar en una institución o centro: el apoyo cariñoso de otros ayunadores; la presencia de personal con experiencia para hacerse cargo de los problemas emocionales y de otra clase que pueden surgir y, por último, la confianza que uno llega a tener en el método del ayuno cuando observa los asombrosos resultados que consiguen otros ayunadores.

         De nuestro estudio sobre el ayuno hay una conclusión que no se puede negar: en primer lugar es mejor, mucho mejor, vivir de forma que no “causemos” que el cuerpo entre en un estado anormal y enfermizo. Esto se puede lograr si seguimos una forma de vida fisiológicamente adecuada durante toda la vida. Sin embargo, cuando la enfermedad aparece, entonces, el recurrir a una total abstención de alimentos es, en la mayoría de los casos, el mejor método para eliminar la CAUSA. Una vez que se ha eliminado la causa, entonces el proceso de curación diseñado por la naturaleza comienza, y continua mientras la causa no vuelva a aparecer.

         El razonamiento para este último punto radica en el hecho de que la sangre limpia que surge como consecuencia de un ayuno de duración suficiente fluye a cada parte del cuerpo, a cada célula y, como es bien sabido, cada parte y célula del cuerpo depende por completo de la calidad de la sangre, de los nutrientes que contiene, tanto para su mantenimiento como para su funcionalidad. Si la sangre está insana y mórbida, igual estado tendrá el organismo. Pero si le damos una sangre purificada por la abstención de alimentos, todas las partes se activarán para reconstruir y reparar según la fuerza vital que tenga para hacer el trabajo. Aprender sobre el ayuno y entender por completo su razonamiento es esencial para lograr los saludables resultados deseados.

         Y concluyamos esta unidad recordando a nuestros estudiantes que conforme aumenta el conocimiento de un cliente sobre todos los aspectos de la Higiene Natural, así se mantendrá y alimentará su confianza en su mentor, el consejero.

         TEXTOS COMPLEMENTARIOS

LAS “CENIZAS CELULARES” COMO CAUSAS DE ENFERMEDAD

(Del libro “Health Secrets of a Naturopathic Doctor”

[Secretos de un médico naturópata], de M.O. Garten).

         La terminología europea de “cenizas celulares” como causa de enfermedad describe muy bien el asunto. Por regla general, todo el mundo está de acuerdo en que las prácticas alimentarias de la civilización hacen que todos tendamos a comer en exceso. Se dice que hasta los veinte años, una persona puede comer tanto como pueda; hasta los cuarenta tanto como quiera y después tan poco como sea posible. Hipócrates dijo que “si se alimenta a una persona enferma, alimentamos la enfermedad. Por otra parte, si al enfermo no se le dan alimentos, la enfermedad se va. ¡Qué razón tiene, como ya hemos podido observar en miles de casos!

         El proceso patológico comienza gradualmente, pero de forma insidiosa. En el metabolismo encontramos dos etapas: una de construcción, la otra de destrucción. Esta última es la culpable. Los alimentos no son completamente fragmentados y eliminados como hemos dicho antes. Los remanentes de ácido úrico y carbónico puede cristalizarse y obstruir el metabolismo. El colesterol puede formar coágulos en los revestimientos de los vasos y capilares y, en algunos casos, provoca inanición en mitad de la abundancia. El carbonato cálcico se puede diluir en las articulaciones, músculos y vasos sanguíneos provocando artritis, reumatismo o endurecimiento de los vasos.

         El experimento de la “toalla y el agua con sal”

         Para demostrarlo mejor, cojamos una toalla pequeña. Metamos el tejido en una solución de agua salada. Tras dejar que la toalla se seque descubriremos un cambio drástico en el aspecto y textura del material. La toalla ya no está suave ni flexible: está rígida como una tabla y su tacto es seco y árido. Durante la inmersión, el agua salada empapó el tejido en estado líquido pero durante el proceso de secado se transformó en cristales. Si la observamos más detenidamente, veremos los cristales, debajo y alrededor de cada fibra.

         Esto es lo que ocurre con lo que los europeos llaman “dilución de desechos,” que favorecen la aparición de desoladoras enfermedades.

         Alteraciones secundarias que se producen

         Es axiomático que cambios “secundarios” suelen producirse como resultado de la estrangulación celular. Los tejidos, órganos y glándulas enferman y degeneran. La necrosis (destrucción de tejido) se observa con frecuencia en las autopsias. Esto, incidentalmente, puede explicar el desagradable olor que despiden los individuos con afecciones crónicas durante el ayuno. Las alteraciones putrefactivas también se pueden notar, lo que explica el olor corporal. “Todo el problema original de las enfermedades gravita sobre el bloqueo de síntomas. Elimina la obstrucción y los canales y fibras de la vida vibrarán con una actividad renovada y buena salud.”

         El organismo vivo debe conservar su mecanismo de oxidación para evitar morir. Durante el ayuno, el alimento debe proceder del interior. En este momento, la economía orgánica realiza los cambios químicos con tanta perfección que ningún proceso de laboratorio puede imitarla. De hecho, el ácido úrico se puede transformar en proteínas, de donde proviene. El colesterol es reconvertido en grasa; el ácido carbónico se transforma en fécula o azúcar. Es esta gran transformación u operación sin bisturí la que se lleva a cabo con la máxima precisión.

         El proceso de autolisis

         Comienza el proceso de autolisis (autoconsumo). Todos los componentes del tejido – no esencial – se oxidan o queman para mantener la vida. Esta es la increíble manifestación de que la máxima inteligencia ha tomado el mando.

         En la entrada de los órganos digestivos se pueden observar muchas alteraciones. La que más se nota es la lengua saburrosa y el desagradable olor bucal. Estas molestas emanaciones no provienen de la flema que acaba de aparecer, sino principalmente de los pulmones. Aquí nos encontramos con la química orgánica, en un noble esfuerzo por eliminar las diluciones endurecidas que la grasa ha licuado. Esta limpieza es llevada a cabo principalmente por la corriente sanguínea y linfática, utilizando los riñones, intestinos y piel como salida para los productos de desecho que se han disuelto.

         El desagradable olor también podría proceder de órganos parcialmente degenerados que se están diluyendo. Por último, pero no por eso menos importante, el olor se suele originar también en colon, la gran “alcantarilla” del organismo. Una lenta acción intestinal y el material fecal alojado en el intestino podrían contribuir a la producción de gases nocivos que, a su vez, llegan a los pulmones, a través de la osmosis, para ser eliminados por la respiración. Durante el ayuno, es aconsejable permanecer alejados de las demás tanto como sea posible. El sarro que recubre la lengua se debería quitar utilizando un cepillo duro dos veces al día.

         Durante un ayuno completo, en el que sólo se consume agua, la producción de ácido clorhídrico se reduce mucho. Esta es una de las grandes ventajas sobre las dietas a base de zumos en las que la acidez del estómago no siempre se reduce. En consecuencia, la sensación de hambre se puede prolongar, lo que hace que la dieta de zumos sea más difícil de llevar.

         Los primeros dos o tres días del ayuno son los más difíciles. Después, la sensación de hambre suele desaparecer y la persona tiene la sensación de “flotar” y, aunque parezca raro, no siente ninguna sensación desagradable en la región abdominal. Buchinger llegó a esta fase tras sólo cuatro días de ayuno, cuando declaró que “todo estaba en calma en el frente occidental”. Disminuye el ruido de tripas producido por la fermentación. Todos los órganos agradecen mucho este nuevo y merecido descanso.

         Un importante cambio que se produce en el estómago durante el ayuno es la reducción del tamaño, el encogimiento. Se supone que un estómago sano y normal de una persona adulta tiene el tamaño aproximado de dos puños y una cabida de algo más de 0,47 litros. Eso no ocurre en nuestra “civilización”, como bien pueden testificar los cirujanos y forenses. Yo he visto estómagos de cadáveres que medían varias veces el tamaño normal. Estos estómagos tan distendidos tienen unas paredes excesivamente delgadas, lo que provoca un funcionamiento defectuoso. Durante un ayuno prolongado, el proceso de encogimiento avanza hasta cuando se llega al tamaño normal, cuando se detiene.

         Aquí podemos encontrar grandes reacciones ante la retirada repentina de alimentos. Las secreciones biliares siguen acumulándose en esta reserva, en algunos casos a un ritmo acelerado. A veces, la solución puede regurgitar en el estómago, dando lugar a apariciones temporales de náuseas o vómitos.

         El páncreas

         Durante el ayuno, el páncreas disminuye de tamaño. La integridad funcional de la parte digestiva de la glándula se activa en gran medida. A veces, la parte endocrina (las islas de Langerhans) se reactiva tanto como para reducir las implicaciones de la diabetes.

         La producción de hormonas o fermentos digestivos se ralentiza de alguna forma tras el ayuno. Pueden hacer falta varios días para producir una secreción normal, lo que explica la importancia de romper el ayuno de forma adecuada.

         El intestino delgado y el intestino grueso

         El intestino delgado encoge tanto de extensión como de diámetro. El colón, además de encogerse, sufre una decidida reorganización.

         Casi un 75%, o tres cuartos, de la cantidad de heces está formada por bacterias, muertas o vivas. Es interesante saber que el colon puede llegar a estar completamente esterilizado en un ayuno de diez días. Aún más importante es el problema de las heces alojadas en el intestino. Un cirujano británico dijo una vez que la media de las personas lleva dentro de sí desechos intestinales endurecidos que pueden pesar entre varios gramos hasta 20 kilos. He llegado a ver un colon que estaba prácticamente rígido debido a las heces acumuladas. Sólo una pequeña apertura en el centro permitió que pasara parte del contenido intestinal.

         Durante el ayuno, las heces endurecidas pegadas a las paredes del colon se sueltan, por lo que pasan una gran cantidad de heces. Esta es una de las experiencias que más asombran al ayunador, tener tantos movimientos intestinales cuando no ha ingerido ningún alimento.

         Corazón y vasos sanguíneos

         Durante el ayuno, el corazón vuelve adquirir una forma normal; los vasos se liberan de las diluciones coaguladas (colesterol). El tamaño de un corazón “civilizado” bien alimentado suele ser mayor de lo normal. Esto se corrige con el ayuno. Los vasos y capilares del corazón (coronarios) reciben una limpieza exhaustiva, por lo que recuperan una normal circulación de fluidos. También es posible que durante el ayuno se absorban formaciones de tejido dañado en casos de afecciones cardiacas reumáticas.

         ¿De qué otra forma se podría explicar las sorprendentes mejoras conseguidas por el ayuno en estos casos?

         Con respecto a la presión arterial anormal, es sorprendente con qué rapidez y eficacia el ayuno viene a su rescate. Los índices de hipertensión bajan día a día –principalmente debido a la absorción de colesterol–. En el caso de hipotensión, la explicación es más difícil. Sin duda, las glándulas adrenales están implicadas: el ayuno las ayuda a conseguir una integridad funcional.

         Al principio del ayuno, el pulso se suele acelerar y, después, disminuye hasta alcanzar una frecuencia más baja de lo normal mientras dura el ayuno. La frecuencia cardiaca varía entre 40 a 120 por minuto, lo que de vez en cuando hace que sea irregular.

         Si la frecuencia cardiaca permaneciera irregular durante un periodo excesivamente largo, o si es extremadamente baja o alta, el ayuno debe interrumpirse.

         Aunque la cantidad de volumen sanguíneo se reduce en proporción a la pérdida de peso corporal, la calidad de la sangre mejora en gran medida durante el ayuno. Es asombroso observar el aumento gradual de glóbulos rojos.

         El Dr. Weger y el Dr. Tilden han informado de casos de anemia perniciosa donde los glóbulos rojos se duplicaron en un periodo comprendido entre una semana y doce días. Durante estas observaciones, también se redujeron hasta más del doble la anormalmente alta cantidad de glóbulos blancos.

         La primera razón de la anemia, por tanto, no es una deficiencia nutricional, sino la obstrucción celular en órganos y glándulas, lo que les impide utilizar el alimento. El mecanismo de elaboración de sangre en la médula, hígado, bazo, etc., alcanza un mayor grado de perfección gracias a la acción de limpieza del ayuno. Esto no significa que la nutrición no tenga ninguna consecuencia sobre el relativo estado de la sangre. Sin embargo, esto siempre es secundario: una química orgánica inadecuada es la primera razón. Por esto, muchas de las mejores instituciones de salud en Europa comienzan la reforma dietética con una abstención temporal de alimentos.

         Los pulmones

         La absorción gradual de moco que hay en los miles de diminutos capilares pulmonares convierte una respiración profunda y sin esfuerzo en una de las experiencias más agradables para el ayunador. La voz se vuelve más clara y resonante.

         El ayuno ofrece una excelente oportunidad para practicar la respiración profunda. En uno de esos experimentos, se comprobó que el volumen de aire que se toma durante una inspiración se duplica. A propósito, al limpiar la piel con un cepillo seco se consigue una gran mejora en el mecanismo general de oxidación del cuerpo.

         La piel

         La piel, al igual que los dientes, son las partes que demuestran el verdadero estado corporal.

         Con la disminución de la eficacia metabólica, la piel palidece y después se seca apareciendo las arrugas. Las secreciones sudoríparas disminuyen, lo que hace más difícil mantener el calor.

         Durante el ayuno, la piel reanuda con más eficacia su papel de limpiador corporal. La transpiración puede ser odorífera al transportar partículas disueltas de ácido úrico, células descompuestas, etc.

         Uno de los efectos más gratificador del ayuno es el cambio visible del aspecto de la piel. La piel que antes tenía el aspecto de un papel de fumar, sobre todo en las extremidades, ahora se transforma y adquiriere una textura más aterciopelada, pierde su brillo, muchas arrugas y se vuelve más gruesa.

         Los riñones y la vejiga

         Al ser el gran mecanismo de filtración del organismo, los riñones participan activamente en este nuevo esfuerzo de reorientación orgánica. Al principio del ayuno, la orina es de un color oscuro, muy ácida y con una alta gravedad específica. El ácido úrico, los fosfatos y pigmentos de la bilis disueltos componen los ingredientes responsables de la relativa “espesura” de la orina. El olor puede ser muy molesto.

         Conforme progresa el ayuno, la orina se va aclarando y es menos odorífera. Esta mejora de las características urinarias está en proporción directa con la cantidad de desecho celular que se haya “disuelto” fuera de las estructuras orgánicas. Debemos recordar que después del colon, los riñones transportan la mayor carga de desechos metabólicos para expulsarlos del organismo.

         Para apreciar mejor los beneficios que gracias al ayuno obtiene el sistema urinario, deberíamos seguir un caso típico. Un paciente llegó a la consulta quejándose de una constante sensación de quemazón en la zona de la vejiga. El paciente se sometió a un ayuno de doce días, tras los cuales desapareció toda sensación de quemazón y el hombre dormía la noche de un tirón.

         El Dr. Buchinger realizó un estudio exhaustivo sobre este fenómeno riñón-vejiga y habla ampliamente de los anticuerpos específicos que el organismo produce durante el ayuno. Según esto, el organismo en ayuno, con su concentración de tejidos desgastados o enfermos, fabrica ciertas sustancias “medicinales” a partir de los órganos enfermos y las utiliza en la curación o reparación de esos mismos órganos. Este mecanismo de protección explica en parte la aparentemente imposible corrección de procesos patológicos de larga duración. Otros investigadores han corroborado las afirmaciones de Buchinger y afirman que la orina del ayunador es prácticamente una “poción” curativa.

         Por casualidad, el primer paciente del Dr. Buchinger, una médico, expulsó un puñado de cálculos renales tras un ayuno de once días.