Lección 089 – Introduciendo en la necesidad de un cambio de estilo de vida

UNIDAD 89:  DEBEMOS DAR A CONOCER A  LOS CLIENTES LA NECESIDAD DE CAMBIAR EL ESTILO DE VIDA.
TEMA: La mayoría de la gente necesita hacer cambios en su estilo de vida. Muchas de estas personas llevarán a cabo aquellos cambios que les aconseje un practicante higienista inteligente y realista.
INSTRUCTORES: Elizabeth D. McCarter.   Robert W. McCarter.

·        Razonamiento

·        Objetivos de la unidad

·        Definiciones

·        Conceptos claves

·        Puntos principales

·        Introducción

·        Preguntas sobre la unidad

·        Resumen

·        Textos suplementarios

·        Ejercicios

·        Respuestas a los ejercicios.

RAZONAMIENTO

A menos que el cliente comprenda lo preciso que es para él llevar a cabo ciertos cambios considerados fomentadores de la salud, no es muy probable que los realice.

En la sociedad actual, las masas entienden muy poco, o nada en absoluto, en qué consiste un estado de salud óptimo ni saben el maravilloso enriquecimiento que puede otorgar, al individuo y a la sociedad en general, tanto en pura alegría de vivir como en logros productivos por parte de los individuos y de las naciones.

Hoy en día, la salud de la mayoría de las personas está gravemente limitada por falsas creencias y supersticiones.

Muy pocos comprenden lo que se requiere de la comunidad mundial y de ellos como individuos si es que alguna vez quieren conseguir un nivel mayor de salud del actual estado disminuido que experimentan ahora.

Los higienistas poseen el conocimiento y los medios para educar a las masas y conseguir cambios positivos y fomentadores de salud.

OBJETIVOS DE LA UNIDAD

Esta unidad expone las razones por las que se deben realizar cambios en el estilo de vida, ya sea para clientes en general como para individuos en particular.

Se utilizarán casos de estudio para demostrar los éxitos y fracasos que se pueden dar al adaptarse a los cambios sugeridos en el estilo de vida.

Esta unidad presentará un muestreo de los cambios que hemos descubierto son los que más necesita el cliente medio e ilustraremos, a través de los casos de estudio, cómo tales cambios, cuando los realiza un cliente inteligente, le ayudaron a recuperar un mejor estado de salud.

Por último, en esta unidad introduciremos el concepto filosófico de «YO PUEDO», un método de procedimiento aplicable tanto al practicante como a sus clientes.

CONCEPTOS CLAVES

Cuando un cliente busca el consejo de un practicante higienista suele ser porque ya ha probado con otras soluciones alternativas (por regla general, de orientación médica) a cualquier problema o afección que le estuviese incomodando. Por tanto, al dar el paso positivo de buscar tu ayuda, está demostrando de forma activa que ha llegado a aceptar, aunque sea de forma limitada, el hecho de que los anteriores métodos y procedimientos le fallaron. Su salud ha seguido disminuyendo. Sin embargo ¡aún le queda esperanza!

Ahora, con frecuencia por miedo a perder la vida o a deteriorarla tanto que deje de ser una persona en la sociedad, busca un nuevo camino, un cambio de dirección o método que espera con todas sus fuerzas le devuelva un mejor estado de salud. Pero, hasta ahora, el cliente no suele tener muchos conocimientos —quizá ninguno— de los principios higiénicos. Para él, tú, el practicante, aún sigues siendo un desconocido. Por regla general, no está convencido ni sobre ti ni sobre la Higiene Natural. Pero tiene esperanza, espera que tú, como higienista, puedas mostrarle la forma de recuperar lo que ha perdido: la juventud y salud de su niñez.

Es el feliz deber del practicante mostrarle al cliente los principios de la Ciencia de la Vida, la única forma realmente científica de conseguir que la persona enferma recupere un gran nivel de salud y lo conserve una vez lo haya conseguido; de orientar al cliente hacia una nueva dirección y de descubrir nuevas y factibles metas que requerirán ciertos ajustes por parte del cliente: cambios en su estilo de vida y forma de pensar que son necesarios para pasar de la enfermedad a la salud.

Al cliente se le debe hacer entender que cuando lleva a cabo ciertos cambios recomendados,  comenzará poco a poco a experimentar una nueva de sensación de bienestar tal como hacía años que no disfrutaba y que, cuando comience a hacer realidad sus esperanzas, se sentirá aún más animado a seguir por el caminos de la salud, el camino de la Ciencia de la Vida. Las dudas serán reemplazadas por el concepto más positivo de ¡YO PUEDO!

PUNTOS PRINCIPALES

1) Por desgracia, el cliente medio necesitará realizar cambios importantes en su estilo de vida.

2) Por regla general, cuando mayor es el cliente más reticente se mostrará a los cambios y con más lentitud se adaptará a ellos.

3) La mayoría de los clientes más jóvenes se adaptan a los cambios con más facilidad y están más abiertos a las sugerencias de cómo comenzar una nueva y mejor forma de vivir y alimentarse.

4) El practicante debe contar con que se producirán algunos fracasos, aunque también debe recordar que, si ha hecho bien su trabajo, no ha sido él/ella quien ha fracasado, sino, más bien, el cliente.

5) El practicante debe aprender a dejar pasar los fracasos y concentrarse en los futuros éxitos.

6) El practicante siempre debe sentir una empatía hacia aquellos que buscan su ayuda, pero ésta no debe ser tan fuerte y exigente que interfiera en su propio bienestar. En otras palabras, no debe dejar que un solo árbol brille y obscurezca las verdaderas cualidades y belleza del bosque. En otras palabras, debe hacer lo máximo posible por cada cliente. Cuando ha hecho esto, se ha hecho todo lo posible y es el cliente el que debe asumir la responsabilidad.

ÍNDICE

I.      ¿A QUÉ SE REFIERE CON «REALIZAR CAMBIOS EN EL ESTILO DE VIDA»?

A.          Rechazar las falsas ideas.

B.          Allí donde existe vida, hay posibilidad.

II.   LA NECESIDAD DE ANIMAR AL CLIENTE

A.          Establecer las metas.

B.          Las actitudes son contagiosas.

C.          Mantener el objetivo.

D.          El caso de Vera.

III. EL PRACTICANTE PRESENTA EL PLAN.

IV.   EL CLIENTE DEBE ASUMIR LA RESPONSABILIDAD.

A.          El caso de Millie.

V.      ¿QUÉ CLASE DE CAMBIOS SE REQUIERE?

VI.   CREENCIAS Y SUPERSTICIONES ANTICUADAS.

A.          El caso de Mike

B.          Otras supersticiones.

C.          El caso del reverendo Kim.

VII. ¡YO PUEDO!

DAR A CONOCER A LOS CLIENTES LA NECESIDAD CAMBIAR DE ESTILO DE VIDA. Por Elizabeth y Robert McCarter.

I.      ¿A QUÉ SE REFIERE CON «REALIZAR CAMBIOS EN EL ESTILO DE VIDA?»

En el contexto de esta unidad llegaremos a entender que el concepto de «cambio del estilo de vida» incluye aquellos cambios realizados tanto en los hábitos de vida como de alimentación. Cambios que el higienista considera esenciales para recuperar y mantener cualquier grado de salud que permita el estado actual del cliente.

Al cliente, con la ayuda de un experto practicante, se le estimulará para que abandone los antiguos caminos que le fallaron en el pasado y se embarque por un nuevo sendero, uno pensado especialmente para él y que se basa en las leyes demostradas de la vida, de forma que pueda hacer completamente realidad el potencial que tenía al nacer.

Al cliente se le debe hacer entender que tendrá que hacer algunos cambios; que tendrá que descartar muchos de sus anteriores hábitos y creencias habituales, pero falsos —sean cuales sean— y que, de forma acumulativa y progresiva, fueron los responsables de su desgraciada situación actual; que ahora se le pedirá que adopte una forma de vida y alimentación más correcta desde el punto de vista científico y biológicamente adecuada (aunque a él pueda parecerle algo rara).

Es importante que desde el comienzo de una nueva relación con un cliente dejemos claro el hecho de que un estado de salud óptimo es lo normal y que cualquier desviación que se produzca es, completa e incluso puede que inexcusablemente, anormal, ya que es el resultado de ciertos errores cometidos en la forma de vivir y comer. Se le debe hacer entender que algunos cambios tendrán que realizarse de forma repentina y rápida; puede que otros menos, según el grado de salud que desee conseguir y de lo rápido que desee hacerlo.

El cliente debe comprender que un estado de salud óptimo es una meta posible, pero que sólo se puede conseguir cuando ciertos cambios se llevan a cabo para satisfacer las necesidades estructurales y funcionales del organismo vivo —enfermo o sano—, estando estas necesidades dictadas únicamente por la naturaleza del organismo humano, por la forma en que está organizado, por su capacidad para adaptarse, lenta o rápidamente, y por el hecho de que el estado actual del cliente, sea el que sea, es el resultado de lo bien, o lo mal, que éstas necesidades se han satisfecho durante toda su vida.

El cliente debe llegar a entender que un estado de salud óptimo es una meta posible, una que se puede conseguir, igual que en el pasado —y en el presente— la han conseguido cientos de miles de personas igualmente enfermas una vez que se dieron cuenta de que tenían que llevar a cabo ciertos cambios biológicamente correctos y que, después, procedieron, siempre con una atenta ayuda, a ponerlos en práctica cómo y cuándo se requirió y tan rápidamente como lo justificaron las circunstancias individuales.

Debemos ser capaces de convencer a nuestros clientes de que hemos conocidos —y/o sabido gracias a nuestras investigaciones— personas en su misma situación que abandonaron su antigua forma de comer y vivir, el antiguo camino de enfermedad, cansancio y muerte prematura y que se embarcaron en una nueva aventura que requería ciertos ajustes por su parte, nuevas formas de pensar y cambios definitivos —algunos difíciles, pero la mayoría bastante fáciles—. Cuando lo hicieron, descubrieron para gran alegría suya y satisfacción personal, que habían logrado exactamente lo que se habían propuesto hacer: habían conseguido su meta personal, incluso su salud había mejorado más de lo que en un principio esperaban.

Muchos comenzaron físicamente arruinados y sin esperanza, pero en poco tiempo se convirtieron en participantes ilusionados con una forma de vivir y comer de la que ahora están convencidos —debido a los felices resultados— de que le traerá una completa recuperación y regeneración de cuerpo, mente y alma. Y, pasado el tiempo suficiente, consiguieron hacer realidad su sueño.

Aquellos que inteligentemente admitieron la necesidad de llevar a cabo los cambios necesarios y que después los pusieron en práctica consiguieron superar con éxito afecciones como artritis, depresión, obesidad, acné, tumores de mama y asma, entre otras, muchas de las cuales eran consideradas por las autoridades como incurables.

A.          Rechazar las falsas ideas

Las falsas ideas, los antiguos hábitos destructores de la salud, los trastornos de la vida, toda clase de drogas y todos los excesos deben desecharse a favor de nuevos caminos, nuevos hábitos y nuevos alimentos que fomenten la construcción del organismo. El orden y moderación deben entrar en nuestro plan de vida y formar parte de él, aunque también debe haber un sentido de aventura, de emoción, un conocimiento de nuestro propio organismo, una profunda convicción interna de que cuando los caminos de la salud reemplazan los caminos de la enfermedad, sufrimiento y muerte, un estado de salud óptimo aparecerá de forma tan natural como las estrellas salen por la noche para iluminar y embellecer el oscuro cielo cuando el día se ha acabado.

B.          Allí donde existe vida, hay posibilidad.

El practicante profesional debe recordar y transmitir a sus clientes más gravemente enfermos la idea de que allí donde existe vida, hay y habrá posibilidad. Esta actitud debe reemplazar la desesperación que con tanta frecuencia impregna la mente y retrasa el progreso. Dile con antelación a tus clientes —si fuese necesario— que es posible pronosticar o predecir lo que es capaz de conseguir un organismo individual cuando se le proporcionan los medios de vida necesarios. El cambio de actitud puede ser muy bien el cambio más importante que la persona gravemente enferma necesite hacer. Por culpa de otras personas o por haber sufrido un fracaso tras otro, hay muchos que han perdido toda esperanza y que ven el futuro completamente negro. Al igual que el carpintero necesita las herramientas de su oficio para construir una estructura sólida, ellos deben recibir los nutrientes que necesita la vida para recuperar la salud y, después, conservarla en toda su capacidad. Se les debe dejar claro a los clientes que para lograr esa ansiada meta de un estado de salud óptimo, el cambio debe formar parte de su vida diaria y no algo que se haga de vez en cuando.

Está claro que los cambios de los que hablamos son, de por sí, procesos vitales; todos basados, uno a uno y por separado, en los requisitos básicos necesarios para la existencia orgánica que ya se han comentado en este curso. Todos y cada uno, sin excepción, deben incorporarse en el estilo de vida de la persona enferma y de la sana, según indiquen la necesidad y capacidad. El practicante debe explicar estos requisitos con el programa de realización que considere apropiado para cada cliente, según en ese momento justifique su capacidad individual para aceptarlos y utilizarlos, e ir adaptándolos conforme se vayan realizando progresos.

Debemos transmitir al cliente la idea de que el organismo es un todo unido y que no podemos olvidar ningún aspecto de la vida a menos que destrocemos por completo, o limitemos, esa unidad orgánica; y que sólo cuando todos los requisitos necesarios para la vida, conocidos y no conocidos, se incorporan en el guión de la vida en cantidades apropiadas para cada individuo, según su estado actual de salud, se logrará la salud de todas y cada una de las células, de la totalidad.

II.   LA NECESIDAD DE ANIMAR AL CLIENTE

A.          Establecer las metas

Para conseguir la máxima cooperación y la subsiguiente actuación —por no decir nada de recoger las recompensas que se derivan de una forma correcta de comer y vivir por parte del cliente— será necesario que el practicante convenza al cliente de que si sigue el régimen que tú le recomiendas obtendrá unos beneficios que son, en cierta medida, fácilmente predecibles con antelación y, hasta cierto punto, con un buen nivel de exactitud.

Este pronóstico es posible debido a que los humanos somos básicamente iguales. Tenemos muchas características bastante similares, sólo nos diferenciamos en los pequeños detalles. Por tanto, cuando nos comportamos de forma contraria a nuestras necesidades fundamentales, podemos predecir con seguridad que la salud de la unidad disminuirá y en una cantidad exactamente proporcional. Pero lo contrario también es cierto, ya que cuando respondemos a las necesidades fundamentales de nuestro organismo, y lo hacemos en todos los aspectos, el organismo responde descartando lo viejo en favor de lo nuevo. En otras palabras, al igual que el contratista que se le llama para hacer reparaciones en un edificio ruinoso primero debe derribar antes de poder reconstruirlo con materiales nuevos y mejores, las personas enfermas deben desechar antes de poder reconstruir.

B.          Las actitudes son contagiosas

Las actitudes son contagiosas, así que es importante que el practicante presente al cliente, con entusiasmo y convicción, los posibles beneficios que se pueden derivar. En otras palabras, como practicantes deberíamos evitar el método de prometer la luna a favor de unas metas inmediatas más razonables, unas que, en la mayoría de los casos, se puedan conseguir con bastante facilidad y en un plazo comparativamente corto.

Estas metas pueden abarcar los aspectos físicos (por ejemplo, la eliminación de algunos problemas digestivos leves), estéticos (perder el aspecto de completo cansancio que muchos de nuestros clientes presentan en su primera visita) e incluso económicos (ya no será necesario comprar este o ese fármaco o aparato protésico).

Está claro que la lista de posibles beneficios podría ser mayor, pero al principio pueden —y deben— establecerse algunas metas inmediatas comparativamente fáciles de conseguir y, después, establecer otras de vez en cuando según vaya surgiendo la necesidad de animar aún más al cliente.

C.          Mantener el objetivo

Algunas veces los clientes necesitan que se les recuerde donde han estado, donde están ahora y donde van: que mantengan el objetivo. Cuando presentamos pequeñas metas, los pasos de bebé de los que tanto hablamos, podemos transmitir al cliente el ánimo suficiente para que continúe por el camino correcto y consiga librase por completo de la enfermedad y el sufrimiento.

Al cliente se le debe decir que tú, el profesor, le proporcionarás la formación necesaria que, con el tiempo, le permitirá «seguir solo» y esto, además, en un tiempo relativamente corto; que será capaz de superar por sí mismo cualquier problema que le preocupe, sin tener que recurrir a su anterior «síndrome de ir corriendo al médico».

De vez en cuando será necesario comentar con el cliente lo importante que es que se convierta en una persona informada sobre la ciencia de la vida (Higiene Natural), y así pueda sentirse confiado para «seguir solo», para responsabilizarse de sí mismo. Por supuesto, este concepto debe comentarse preferiblemente antes de que experimente la primera crisis de curación; de otra forma puede sentirse completamente confundido o incluso desilusionado.

D.          El caso de Vera

El caso de Vera ilustra muy bien este último punto.

Vera, una mujer con cincuenta y pocos años, llevaba 15 años padeciendo un trastorno bronquial muy grave. Además de las implicaciones pulmonares, de vez en cuando sufría ataques de angina de pecho. El médico le dijo que tenía el músculo cardiaco muy debilitado y que debía tener cuidado de no «excederse».

La medicación de Vera consistía en pastillas de nitroglicerina, antibióticos, algún esteroide de vez en cuando (prednisona) y digoxina. Todo eso se lo tomaba de vez en cuando según las indicaciones del médico de cabecera. Además, y por su cuenta, se tomaba una multitud de vitaminas; y llevaba haciendo esto durante años. A pesar de todos sus tratamientos y de las distintas medicaciones —con receta o sin receta— su nivel de energía permanecía peligrosamente bajo y seguía teniendo los tobillos y piernas hinchados con edemas. Vera era una mujer muy desanimada.

Vera llegó a nosotros gracias a un consejero pastoral en quien confiaba mucho y puesto que ya estaba aparentemente convencida de que los tratamientos médicos le habían fallado en el pasado y ciertamente no estaban ayudándole ahora, aceptó probar con la Higiene Natural.

En nuestra primera reunión revisamos los hábitos alimentarios de Vera que, según le aconsejamos, había estado apuntando durante las dos últimas semanas. Por supuesto, estaba claro que la mayoría de los problemas de esta cliente eran el resultado de toda una vida de hábitos incorrectos de alimentación y que una necesidad primaria era desintoxicar su organismo. No obstante, supimos que su esposo, Joe, padecía una grave depresión mental causada, sin duda alguna, por la preocupación que le ocasionaba la afección de su esposa. Se había visto obligado a dejar temporalmente su trabajo. En estas circunstancias, Vera pensaba que en este momento no se podía permitir ir a un centro de ayuno.

Por tanto, era necesario moverse en otra dirección. Explicamos a nuestra cliente que no teníamos duda alguna de que su estado de salud podía mejorar, y en un grado considerable, haciendo al principio cambios más bien simples que en el futuro vendrían seguidos por otros cambios, según indicara el tiempo. Advertimos que Vera no se sentía inclinada a realizar ningún cambio radical por miedo a preocupar a su ya alarmado esposo y, quizá, conducirlo a una depresión aún más acentuada. No obstante, insistimos en que al hacerlo de esta forma, realizando poco a poco pequeños cambios, se necesitaría más tiempo que si optara por un programa de ayuno. Vera aceptó que este era el camino que ella debía coger. Esperaría a ver lo que le traía el futuro.

Le hablamos a nuestra cliente sobre las siete fases de la evolución biológica de una patología. Inmediatamente vio la secuencia de sucesos, puesto que los había sentido en su propia vida y en la de su esposo. Nos contó algunos de los síntomas que había tenido en el pasado, así como su historial, y comentamos cómo parecían sugerir esta o aquella fase. De forma entusiasta, entendió el concepto de que era posible para ella desandar las distintas fases de su evolución biológica y que, al hacerlo, su energía y salud en general mejorarían poco a poco.

De pasada, comentamos que durante el retroceso es posible que con frecuencia algunas personas revivan el pasado: es decir, pueden experimentar algunos de los primeros síntomas cuando las bolsas ocultas de sustancias tóxicas salen, de vez en cuando, de sus lugares escondidos. Vera nos dijo que entendía esta posibilidad y pensaba que era razonable que aparecieran.

Sin embargo, parece que en esta reunión inicial  no le dejamos una huella muy profunda sobre este aspecto y el tema no volvió a surgir de forma inmediata. Las cosas fueron excepcionalmente bien durante algún tiempo. Vera pudo reducir de forma consistente los fármacos que tomaba, abandonó por completo la nitroglicerina y también los antibióticos. Ya no utilizaba esteroides y redujo considerablemente la digoxina. Por lo que respecta a las vitaminas, se quedaron en algo para el recuerdo.

Los esputos eran menos problemáticos, su nivel de vitalidad aumentó, permitiéndole participar en las actividades que organizaba su amada iglesia, los trastornos digestivos que la habían asolado durante tantos años ya estaban olvidados y, en resumen, tanto Vera como nosotros estábamos contentos de nosotros mismos.

Entonces ¡sucedió! Un violento ataque de tos. El moco salía de la garganta de Vera atragantándola y ahogándola. Luchaba por respirar: le entró el pánico. En una conferencia que dio el 27 de junio de 1979, el Dr. Ralph Cinque nos recordaba que: «Los asmáticos suelen aterrorizarse debido al esfuerzo que tienen que hacer por respirar, algunas veces con la sensación de que su vida está en juego, lo que naturalmente alarma a todo aquel implicado en la situación. Sin embargo, sólo de vez en cuando la obstrucción respiratoria es tan grande como para que ocurra esto. La mayoría de las veces el “ataque» no es tan malo como la víctima cree. » [De Overcoming Asthma (Superar el asma), de Beth Snodgrass. Disponible en Ciencia de la Vida.]

No habíamos prevenido a Vera de esta posibilidad. Así que el «síndrome de ir corriendo al médico» se instaló en la mente de Vera y, casi por instinto, como un animal bien entrenado obedece a su dueño, Vera fue corriendo al mismo médico que le había estado fallando durante quince años.

Inmediatamente la internaron en un hospital donde le hicieron distintas pruebas, incluyendo radiografías y escáneres, y la atiborraron con toda clase de fármacos.

La tos desapareció y el moco se cortó, al igual que había ocurrido durante los últimos años. Los fármacos lograron su propósito: narcotizaron los nervios y suprimieron los síntomas. Vera estuvo nueve días en el hospital y después volvió a casa, débil y gastada. El ataque le costó sus buenos 11000 dólares.

Algún tiempo después, una pálida y débil Vera se presentó de nuevo en nuestra consulta. Nos contó su historia, exclamando: «¡Qué tonta he sido!» Al final recordó lo que le dijimos que podía ocurrir cuando desandara las anteriores fases de la evolución de una patología en el camino de vuelta hacia la salud. De forma muy simple nos contó los hechos y confirmó su conocimiento. La convicción de la verdad se reflejaba tanto en sus ademanes como en sus ojos cuando exclamó: «Sólo estaba pasando por una crisis de curación, ¿verdad?»

Como puedes ver, Vera no ha fracasado. Nosotros, sus practicantes, hemos fallado. Fallamos al no explicarle, ANTES DEL ACONTECIMIENTO, y no recordarle de vez en cuando, y en términos simples, lo que podría suceder cuando el retroceso comienza a acelerarse.

Siguieron otras crisis de curación, pero ahora Vera le cogió el tranquillo a cada una porque comprendía por completo la naturaleza de una crisis de curación y lo que, excepto en circunstancias muy excepcionales, ella misma podía hacer para remediar la situación. Comprendió que su cuerpo siempre estaba en estado de flujo, o cambio, y que ahora era así más que nunca; que cuando aparece una crisis de curación debía mantener una temperatura cálida, mantenerse al margen y dejar que la sabiduría residente en su propio cuerpo se hiciera cargo siguiendo con la curación de las células dañadas mientras ella vigilaba, esperaba y descansaba, confiando en el resultado final.

No hace mucho que volvimos a ver a Vera. Sigue estando demasiado delgada, pero tanto ella como Joe van por el sendero correcto, una camino higiénico, que les llevará juntos a una vida de gran alegría e ilimitada energía para vivir, así como una vida más larga y útil. Ahora, Vera y Joe «siguen solos». Ya hace varios años que Vera fue por última vez al médico y está confiada en que nunca tendrá que ingresar en otro hospital, a menos que se vea obligada a hacerlo por alguna lesión accidental imprevista que puede que requiera los servicios de un cirujano ortopédico. El estilo de vida de Vera requería algunos cambios y ella ha realizado con éxito todas las adaptaciones, tanto en la filosofía como en la práctica. Ahora estamos seguros de que Vera no volverá a tener un estado de pánico.

III. EL PRACTICANTE PRESENTA EL PROGRAMA.

El cliente debe estar convencido de que el practicante responsable está diseñando un programa específicamente creado para satisfacer sus necesidades exactas, uno que le permitirá asumir toda la responsabilidad de su propio cuidado y bienestar, evitando de esta forma la necesidad de seguir dependiendo de la institución médica para obtener pastillas y pociones que sólo sirven para intoxicarle.

El buen practicante debe enseñar a los clientes las reglas de la vida de la Higiene Natural y convencerlos de que siguiendo las simples formas de comer y vivir que recomienda la Higiene, poco a poco descubrirán como los dolores y malestares disminuyen de forma considerable o bien desaparecen; de que sus problemas digestivos y otras afecciones pronto no serán más que un recuerdo. Los clientes deben entender, al hablarles de los resultados evidentes o experimentándolos ellos mismos, que ellos también pueden comprobar cómo sus niveles de energía alcanzan un nivel que quizá no hayan experimentado desde la más temprana niñez; que de nuevo pueden experimentar el placer de dormir toda la noche de un tirón y poder despertarse con un renovado vigor, preparados para enfrentarse a los retos y problemas de cada nuevo día. Pero, para lograr todo esto, el cambio no es sólo aconsejable, sino obligatorio.

IV.   EL CLIENTE DEBE ASUMIR LA RESPONSABILIDAD

El cliente debe ser el responsable de hacer los cambios. Debemos dejarle claro que él será el responsable de su propia vida y que, de esta forma, será él el que determine su propio futuro. Antes buscaba alivio, pero no conseguía salud. Ahora, debe hacer cambios porque tiene una nueva meta: conseguir un mayor nivel de salud. Debemos hacerle entender la realidad más importante de la vida: que él mismo puede LIBERARSE de todas sus enfermedades y preocupaciones, así como de la carga económica que debe soportar al estar enfermo, una carga que le impide disfrutar de muchos de los simples placeres de la vida; y que todo este nuevo y maravilloso mundo puede ser suyo simplemente realizando algunos simples cambios en su forma de comer y vivir; cambios que ya han demostrado durante toda la historia pasada que son constructores de salud; cambios que reemplazaran sus anteriores hábitos destructores de salud; cambios que pronto le otorgará una vida abundante en riquezas en vez de su actual media vida de enfermedad y sufrimiento, una vida llena con el fantasma de la muerte prematura.

Como especialista en Ciencia de la Vida, esto es lo que tú tienes que ofrecer y lo que él tiene que ganar: una vida sin dolor y completamente libre de enfermedad y dolencias. No obstante, debemos hacerle entender que el nuevo viaje no es gratis, que nadie puede lograr POR ÉL estos prometidos y altamente fortuitos resultados, que debe hacerlo todo POR SÍ MISMO y que tendrá que hacer muchos cambios.

Lo que es más, al igual que andar por el camino de la enfermedad puede ser un paseo muy solitario, de hecho, lo es, a veces también es necesario que abandonemos el rebaño y estemos de alguna forma solos para viajar por el camino de la salud. Pero, y esto es sobre lo que debemos insistir, ¡CON UNA FELIZ DIFERENCIA!

El camino de la enfermedad está lleno de dolor y sufrimiento. Es una cuesta abajo que acaba en más patología y que, con mucha frecuencia, suele acabar en una vida llena agonías indecibles y patologías impredecibles. Por el contrario, la vida higiénica se desarrolla como una película feliz que nos ofrece un camino lleno de alegría en el que no hay dolor ni sufrimiento. Es un camino hacia delante que expande la mente, agudiza los sentidos, abre nuevas puertas, ofrece un amplio conocimiento espiritual sobre el significado de la vida y, con frecuencia, nos ofrece la oportunidad de ayudar a otros a conocer las alegrías de vivir de una forma higiénica. En otras palabras, al demostrar estar dispuesto a cambiar con la acción, el cliente puede encontrar un nuevo propósito para vivir y, como siempre, con el propósito viene la acción y con la acción en la arena de la vida —en contraste con la vida solitaria de dolor— toda soledad nos abandona para nunca volver.

Por último, nuestros clientes también deben comprender que ha hecho falta tiempo y cometer muchos errores, tanto de forma consciente como inconsciente, para cambiar  el potencial que poseían al nacer por cualquier estado de disminución de salud que ahora experimenten, y que también lleva tiempo lograr cualquier nivel de salud que en este momento sea posible teniendo en cuenta la edad del paciente, su estado actual, su vitalidad residual y lo bien que siga el camino higiénico, y que algunas veces el tiempo será más del que a nosotros nos gustaría o del que podemos anticipar.

No obstante, a los clientes se les debe asegurar, de vez en cuando, que con cada mejora la velocidad de recuperación comenzará a acelerarse, las crisis de curación serán menos frecuentes y severas hasta que por último no se produzca ninguna. Entonces, se habrá alcanzado la meta final y, después, sólo necesitaremos conservar el nivel de salud que hayamos logrado. En este punto, los cambios ya no serán necesarios porque habrán llegado a ser parte del plan de vida natural de la persona.

A.          El caso de Millie

Millie aprendió todo lo he hemos comentado por el camino difícil. Llegó a nosotros, en un principio, porque tenía el colon gravemente lesionado, diagnosticado como «colon espástico». Hacía años que no tenía un movimiento intestinal normal. Los enemas y catárticos, dolores de cabeza y cansancio extremo eran una forma de vida para Millie.

Odiaba su vida. Odiaba la constante fatiga que le impedía hacer las miles de cosas que quería. Divorciada, decía que la utilización constante de enemas y la fatiga le impedían tener alguna diversión. Sólo tenía 42 años.

Le explicamos que los enemas y catárticos eran sus muletas y que mientras siguiera utilizándolas nunca sería capaz de «ir sola» y siempre las necesitaría. Las pastillas y pociones no estaban eliminando la causa o causas de su problema y, en realidad, sólo servían para aumentarlos. Todas estas sustancias eran venenos químicos y al utilizarlos simplemente estaba añadiendo más sustancias tóxicas a las que ya tenía en su propio organismo. Estas sustancias tóxicas eran las que habían provocado, y estaban continuamente provocando, sus problemas. Añadir veneno al veneno sólo ayudaba a seguir matando más células y a reducir aún más el tono muscular de su tracto digestivo. Si seguía utilizándolas, puede que nunca volviera a tener un movimiento intestinal normal. Le dijimos que sería necesario realizar algunos cambios en su forma de comer y vivir; que ahora debía —como hace poco dijo uno de nuestros estudiantes de Kentuchy— «convertir en su prioridad más importante el hecho de conseguir los mejores alimentos».

Al igual que muchos otros, algunos con éxitos y otros, no, Millie aceptó «probar» con la Higiene Natural. Le explicamos por qué tenía que restringir sus elecciones dietéticas a los mejores alimentos naturales crudos, por qué debía comenzar un programa regular de ejercicios vigorosos, por qué debía aumentar sus periodos de sueño y descanso, por qué debía beber agua destilada y cuándo. De hecho, establecimos un programa exacto para que lo siguiera, un plan de acción paso a paso.

Millie lo comenzó y lo hizo muy bien. Siguió el regimen que establecimos para ella, con algunos errores. De hecho, Millie estaba tan entusiasma con su programa y su progreso que comenzó a hablar sobre Higiene Natural a todos aquellos que la escuchaban.

Como recompensa, en tres meses, Millie tenía movimientos intestinales naturales entres dos y tres veces a la semana. Para ella esto era como un milagro. Pasado un año, todos los trastornos digestivos del pasado habían prácticamente desaparecido: la pesadez, el exceso de gases, las náuseas y eructos ocasionales ya no suponían ningún problema. Millie volvía a ir aquí y allá, pasándoselo tan bien como había anhelado. Rara vez tenía que recurrir a los enemas.

Al final del segundo año tenía movimientos intestinales casi cada día. Muy de vez en cuando, pero era raro, tenía uno de sus anteriores horribles dolores de cabeza. Pero no estaba satisfecha, lo quería todo y AHORA. Pensaba que necesitaba dos o tres más movimientos intestinales cada día y se sentía molesta cuando no era así. Quería deshacerse de los dolores de cabeza de una vez por todas y para siempre. Quería a alguien que le pasara la varita mágica.

Sin consultarnos, Millie fue a otro practicante, no higienista, y se metió en un «curso de tratamientos» que iba a quitarle todas sus preocupaciones en un momento de magia. El coste de esta serie de ajustes musculares y óseos, como nos enteramos después, fue de 1500 dólares.

Bien, poco tiempo después, Millie volvió. El practicante, a petición suya, nos proporcionó una evaluación de su progreso. Para pena y asombro de Millie, el antiguo mago no era 1500 dólares más rico, sino que estaba muy «desilusionado» por la «falta de progreso» de Millie. Los tratamientos habían fallado.

Le volvimos a recordar a una Millie bastante escarmentada que no existe ninguna varita mágica, que la curación lleva tiempo; que no somos nosotros, sino nuestro organismo el que se encarga. Es nuestra sabiduría interna, no nosotros, la que debe tener el control. Nosotros, los humanos, cometemos demasiados errores cuando nos dejan solos ante una responsabilidad así. Nuestra sabiduría interna está creada de forma que no comete errores y no puede ser desviada de sus deberes por nuestros caprichos y deseos. Mientras cooperemos con esta sabiduría interna suministrándole las herramientas adecuadas, como y cuando se requieran y en la cantidad adecuada, se conseguirán progresos importantes. Se producirá la salud. Las formas insalubres de vivir siempre exigen un peaje pagado en enfermedad, pero unas prácticas correctas siempre provocan una salud abundante.

Por sí misma, nuestra sabiduría interna establecerá las prioridades necesarias, determina la mejor forma de dirigir éstas, establece el plan, los medios y métodos, con direcciones y especificaciones exactas y, después, las controla todas a su propia manera y en el tiempo adecuado. A nosotros sólo se nos pide que proporcionemos las herramientas y después nos quedemos a un lado y veamos cómo se despliega la magia que hay dentro de nosotros.

Millie estaba silenciosa y pensativa cuando tranquilamente le recordamos esta sabiduría de los años. No tenía mucho que decir, pero sabíamos que había aprendido una importante lección. Ahora Millie esperará para conseguir el milagro.

Las palabras de ánimo ayudan al cliente cuando lo está pasando mal. El conocimiento y la comprensión pueden alentar los cambios necesarios tanto en la práctica como en el pensamiento. Los clientes deben entender el concepto de que, para ellos, la salud es una meta posible; que la Higiene Natural (Ciencia de la Vida) proporciona los medios y métodos para conseguir un estado de salud óptimo. Necesitamos impartir a nuestros clientes la confianza de que tú, como practicante, les enseñarás cómo vivir según las leyes de la vida y cómo proporcionar las herramientas para vivir siempre con salud.

Si podemos hacer que nuestros clientes crean que ellos pueden hacerse por completo responsables de sus propias vidas y de que pueden hacer este milagro, entonces les ayudaremos a conseguir los cambios requeridos. Si, además, también podemos hacerles entender por completo el hecho de que su anterior dependencia de la comunidad médica no sólo era por completo improductiva, sino en realidad, destructiva de la vida, entonces debemos congratularnos, porque ese el primer cambio importante.

Un cliente debe darse cuenta, y muy bien, de que se necesita tiempo para lograr la curación y recuperar cualquier nivel de salud que en este momento sea capaz conseguir y que los resultados dependerán de lo bien que sigan las direcciones. Todas las personas enfermas se diferencian únicamente en el grado de complicación y localización. Todos pueden responder favorablemente a los métodos constructores de salud, pero no deben esperar más allá del punto fisiológico en el que no hay vuelta atrás. En otras palabras, hay un límite que si se supera no es posible recuperar por completo la salud. También esto es un cambio en pensamiento porque, durante mucho tiempo, ellos han dependido de esa pastilla mágica o, si fallaba, de alguna operación fantástica que ellos creían que remediaría la herida.

V. ¿QUÉ CLASE DE CAMBIOS ES NECESARIA?

La clase de cambios que debemos identificar para el cliente varía de una persona a otra y, aunque parezca raro, casi siempre se pueden clasificar dentro de las siguientes categorías:

1) Deshacerse de ciertas creencias y supersticiones anticuadas que sólo sirven para impedir que se conserve un estado de salud óptimo o incluso puede que para destruirlo, si en ese momento lo tenemos.

2) Provocar un cambio de actitud gracias al conocimiento de los hábitos y prácticas alimentarios y del estilo de vida que son destructores de la salud.

3) Desarrollar una profunda convicción sobre la necesidad de llevar a cabo los cambios que recomienda el practicante. Esto se consigue gracias al conocimiento de lo que pensamos que es esencial para conservar la salud.

4) Comenzar una acción positiva con la práctica, de forma gradual o de repente, según justifiquen las situaciones y condiciones individuales, eliminando todos los hábitos destructivos y reemplazándolos con prácticas higiénicas, verdaderamente científicas y que se ha demostrado que son constructoras de salud y no de enfermedad.

VI. CREENCIAS Y SUPERSTICIONES ANTICUADAS

Hoy en día, la mayoría de las personas son meras marionetas que bailan al final de una cuerda, diestramente manipuladas por intereses egoístas y corporativistas.

Por ejemplo, en la actualidad hay pocos estadounidenses que no son unos completos y serviciales siervos del complejo de seguros médico-farmacológico. Cuando observamos a nuestros amigos, familiares y vecinos vemos que todo el mundo, casi sin excepción, va habitualmente al médico para hacerse una revisión, a pesar de que muchos médicos reconocen abiertamente que es inútil.

Nos acordamos de un artículo que leímos hace años en el periódico Long Beach, un artículo escrito por varios médicos y que decía que, en efecto, estas visitas eran una pérdida de dinero y que no tenían sentido; que nadie era perfecto y que simplemente eran un medio para conseguir el fin: hacer que la gente fuese habitualmente al médico de su elección y ¡ayudarle a pagar el alquiler!

La mayoría de las personas que conocemos se traga obedientemente las pastillas que le recetan, se hacen radiografías a la más leve sugerencia de su médico, siempre tienen al día su salvavidas médico (la póliza de seguro) y corren al médico cada vez que tienen un leve malestar o dolor. Todos parecen contentos con sus alergias y pastillas, y están totalmente confiados en que, de algún modo, «los médicos encontrarán una “cura” para cualquier cosa que los moleste a ellos y al resto de la sufrida humanidad. »

Justo la semana pasada un amigo nos comentaba en la salita cómo, con mucho gusto y dispuesto, se había presentado voluntario como conejillo de indias para un experimento en masa en el que se iban a probar algunos fármacos propuestos como una posible cura para la diabetes. Parece que el grupo que patrocinaba este experimento en masa con la vida de otras personas había recibo una beca multimillonaria.

Nos quedamos horrorizados ante esta noticia. Allí estaba sentado, con al menos 20 kilos de sobrepeso, la cara abotargada, resollando y tosiendo al hablar —un primer candidato para una apoplejía— y la marca de la aguja todavía visible en su antebrazo. Le preguntamos sobre la naturaleza del fármaco que le habían inyectado. No lo sabía, lo único que sabía es que era un fármaco NUEVO que «ellos» esperaban que pronto demostraría su mérito.

Le preguntamos a nuestro amigo: «¿Por qué? ¿Por qué se había dejado inyectar por un químico, por no decir nada de permitir que una sustancia desconocida y no probada, sobre la que no sabía nada, fuese introducida en su corriente sanguínea? ¿Acaso no se daba cuenta que al introducir una sustancia extraña en la sangre podría, casi de forma instantánea, provocar un choque anafiláctico que, entre otras posibilidades, puede producir una muerte instantánea? Nuestro amigo asintió, estaba de acuerdo con que todo eso podía suceder pero: « Verás —siguió diciendo pensativamente— a menos que todos nosotros ayudemos a estos médicos, nunca encontrarán las curas para todas estas enfermedades. » Como una marioneta al final de la cuerda, él respondió a la llamada de la sirena de «¡cura!».

Los higienistas saben que todo esto es un puro disparate, tonterías antihigiénicas y anticientíficas. También saben que es difícil acabar con esta confianza en la comunidad médica y en sus fármacos. En el fondo, cada nuevo cliente que viene a pedirte ayuda piensa que si ESTO (refiriéndose a ti) falla, siempre puede volver corriendo a los conocidos y familiares métodos de la medicina.

Por tanto, el higienista debe indicar a su cliente una nueva dirección. Debe demostrar que todos los fármacos son contrarios a la salud. Debe recordar a sus clientes, cuando surja el tema, que surgirá, que la comunidad médica ha tenido unos 30 siglos para demostrar que sus fármacos y métodos son útiles para curar la enfermedad y que, en todos los casos, han fracasado. Los fármacos y la cirugía no curan nada.

Los clientes deben cambiar de forma de pensar y, en consecuencia, sus prácticas en este aspecto. Todos los fármacos son contrarios a la salud y así lo admiten las mismas personas que los recetan. Se sabe que dañan la estructura nerviosa y, de hecho, destruyen células. Los fármacos suprimen los síntomas, pero no eliminan la causa. Además, los clientes deben entender que la cirugía elimina un efecto, pero no la causa y a menos y hasta que la causa o causas sean eliminadas, el efecto, la enfermedad, no sólo permanecerá, aunque mitigada, sino que empeorará. También este es un cambio importante de forma de pensar que todo cliente debe hacer antes de poder esperar mejorar su salud.

Es cierto que la mayoría de las personas que buscan la ayuda de un Científico de la Vida estará algo, si no por completo, desilusionada de la eficacia de los medicamentos, al menos en su caso, incluso antes de buscar nuestra ayuda. Pero nosotros debemos ser conscientes de que la mayoría de ellos no sabe nada al respecto, o quizá sólo un poco, sobre las formas naturales de curación. Lo que le estás sugiriendo es un territorio extraño para ellos, un gran desconocido, y como los pioneros en busca de nuevas tierras tienen esperanza, pero poco más, porque en la actualidad carecen de conocimiento.

El trabajo del practicante, si puede, es destruir la fe en los medicamentos y en la cirugía y enterrarla, como forma de comenzar el camino hacia la salud. Debemos lograr comunicar a nuestros clientes la relación entre causa y efecto. Debemos hacerles entender el concepto científico sobre eliminación de la causa antes de que puedan razonablemente volver a conocer la salud. Tu actitud, tu aspecto y lo que dices deben convencerles de que tú, el practicante higienista, posees el conocimiento de lo que ellos deben hacer para conseguir su objetivo.

Otra falsa creencia que domina la mente de los estadounidenses de igual forma que los tentáculos de un pulpo agarran rápidamente un sabroso bocado es la de la necesidad de una enorme cantidad de proteínas. Por supuesto, esta creencia se ha estado fomentando durante casi un siglo, como los Científicos de la Vida bien saben, por intereses egoístas de la industria cárnica y de productos lácteos y en particular, con conocimiento o sin él, por los beneficiarios de las grandes becas de investigación agradecidos a los intereses corporativistas por las sumas de dinero que han recibido para sus investigaciones.

«Pero, ¿de dónde saco las proteínas?», esta es la primera exclamación lastimera de casi todos los nuevos clientes que se enfrentan por primera vez con sus nuevas dietas, tan lavado tienen el cerebro en este aspecto. Uno de nuestros estudiantes en Suiza hace poco nos escribió diciéndonos que «cada hombre adulto necesita 250 gramos de proteínas diarias». ¿Dónde consiguió esta información? Bueno, nos dijo que la había leído en alguna parte.

Si un cliente tiene esta idea u otra similar metida en su cabeza debe ser desprogramado. La única forma en la que uno puede conseguir esta necesaria desprogramación es únicamente sustituyendo el conocimiento, comprendiendo el hecho científico, por ejemplo, de que la necesidad más importante del organismo humano NO son las proteínas, sino las moléculas simples de carbohidratos, de la clase que las frutas frescas y crudas contienen en abundancia. Debemos instruirlo en las formas en las que se produce la catálisis y cómo el organismo recicla las proteínas que desecha; sobre cómo el organismo puede cambiar una clase de proteínas por otra clase de proteínas cuando así lo requiere para fines metabólicos; que el cuerpo ni puede utilizar proteínas, ni las utiliza, sólo los aminoácidos y que éstos están en las frutas frescas que, al comerlas, ahorran a la persona que come frutas toda la energía gastada en procesar proteínas concentradas y complejos de carbohidratos: energía que puede ser utilizada en tareas más constructivas. A menos que un verdadero conocimiento higiénico impregne el subconsciente del cliente, a menos que una completa percepción por su parte se convierta en una realidad, todas las dudas —las inquietudes que tanto limitan el progreso— permanecerán.

Miles de personas, de hecho millones, creen que las hierbas devuelven la salud a los enfermos. Las tiendas de alimentación sana tienen los estantes llenos de una gran variedad de hierbas. De hecho, la venta de hierbas representa un parte importante de sus ingresos. Seguro que los clientes te preguntarán sobre esta o esa hierba y por qué no se aconsejas hierbas, vitaminas, levadura de cerveza o un montón de otras sustancias mágicas. Como estudiante de Ciencia de la Vida, de Higiene Natural, has aprendido sobre todas estas cosas o las aprenderás. Esta información ha sido cuidadosamente documentada y programada para tu enriquecimiento, para armarte bien y que puedas satisfacer las necesidades que tienen los clientes de un nuevo conocimiento con el que reemplazar las antiguas creencias y supersticiones. Sin confianza en tu conocimiento y en el programa que propones al cliente éste sólo conseguirá un progreso limitado, si es que consigue alguno.

El horror al ayuno es el primer ejemplo de las creencias que son difíciles de eliminar. La persona media, sobre todo aquí en Estados Unidos, la tierra de la Superabundancia, está firmemente convencida de que saltarse una sóla comida le provocará una extrema angustia. Los niños en edad escolar DEBEN «fortalecerse con un buen desayuno». Esta es una verdad sagrada, no abierta a debate. Ayunar es lo que hacen los hambrientos. Por la televisión saben lo que el hambre puede hacer a una persona. No puedes hablarle de pasar sin comida.

Por tanto, debemos hacerle entender a los clientes la diferencia entre el ayuno y morir de hambre. Tu nuevo cliente no entenderá que el ayuno, incluso durante un corto periodo de tiempo, permitirá al cuerpo lograr un mayor nivel de salud y que el ayuno prolongado puede muy bien ser el camino más simple e importante para recuperar un nivel de salud como no ha tenido el privilegio de conocer en toda su vida.

Debemos desengañar a los clientes de su antipatía, incluso horror, ante el ayuno, y esto sólo puede conseguirse cuando uno enseña al cliente los datos conocidos sobre el ayuno, es decir, que es una modalidad biológicamente bien aceptada que proporciona el descanso fisiológico necesario para que se produzca la curación y para que se produzca lo más rápidamente posible.

A.                    El caso de Mike

La historia de Mike demuestra lo difícil que algunas veces puede ser eliminar del subconsciente este miedo al ayuno. Mike, de 56 años, ha padecido artritis reumatoide durante 15 años. Llegó a nosotros gracias a un antiguo cliente. Nos dijeron que no podría venir a nuestra consulta porque no podía andar y porque, debido a su afección, si venía tendría que permanecer de pie durante toda la consulta. Por tanto, accedimos a visitarlo a su casa.

Nos sentimos profundamente conmovidos en la primera reunión que tuvimos con Mike. Allí estaba, demacrado, alto y recto como una flecha, apoyado en muletas y con una sonrisa en la cara. Verás, sus amigos le habían dado esperanzas.

Inmediatamente nos dimos cuenta de que Mike estaba en la fase avanzada y final de una artritis reumatoide. El dolor debía ser enorme. Tenía los dedos de las manos torcidos y curvados. Casi no podía mover la cabeza y uno de sus brazos estaba completamente paralizado. Con el brazo que podía mover nos indicó que nos sentáramos y después se balanceó hasta alcanzar su silla, una diseñada especialmente para artríticos. Lenta y suavemente lo bajaba hasta adoptar la posición de sentado. La sonrisa permanecía fija en su cara.

Sabíamos que la única ayuda para este hombre era el ayuno, pero Mike no sabía nada sobre la Ciencia de la Vida. Su ama de llaves, terriblemente obesa y obviamente enferma, le daba para desayunar cereales seguidos, algunas veces, de dos huevos. En ocasiones, según él mismo nos dijo, también tomaba un vaso de zumo de naranja de los de bote y siempre varias tazas de café. El almuerzo consistía en un sándwich, normalmente de pan blanco con atún de lata y mayonesa o con mantequilla de cacahuete y gelatina; también tomaba café. La cena se la traían de la cadena alimentaria «Meals for Millions» y consistía en una combinación de los cuatro grupos básicos de alimentos. En esta comida, bebía leche o café.

Mike vivía sólo, con la única compañía de su ama de llaves. Era un veterano que vivía de su pensión. El ama de llaves trabaja por cama y comida. Hacía las compras, mantenía la casa razonablemente limpia y preparaba dos comidas. Estaba claro que Mike no podía permitirse ir a un centro de ayuno, si es que en su estado hubiera sido capaz de llegar allí.

Tras comentar el asunto con él, también quedó claro que no habría ido aunque fuese el hombre más rico del mundo. Para Mike, el ayuno era para aquellas personas abandonadas en una balsa en medio del océano o para los primitivos que viven en algún rincón remoto de la lejana India o África, pero ciertamente no para él.

Estaba claro que en este caso había una necesidad imperiosa de cambio, pero ¿cómo podíamos lograrlo? Utilizamos el método de «pasos de bebé», realizando pequeños cambios. El primer cambio importante que le sugerimos fue abandonar su desayuno habitual por uno consistente en frutas. Accedió a hacer esto. Después, le sugerimos que redujera la toma de café. Mike estaba bastante entusiasmado con los cambios que le sugerimos.

Estuvimos con él casi una hora y después nos fuimos, con la promesa de volver en dos semanas. Le dejamos con la primera unidad de nuestro Curso sobre Nutrición Aplicada, el que comenta las fases evolutivas de una patología. Pensamos que quizá esta fuese una buena forma de comenzar a desprogramarlo y establecer en su mente el concepto de cambio, según se le podía aplicar a él: la idea de que podía rebobinar hacia atrás la película de su vida y recuperar algún día la salud.

Antes de que acabaran las dos semanas, Mike nos llamó por teléfono. Tenía un teléfono especial modelo «manos libres» que le permitía hablar sin tener que coger el aparato. Si no hubiese sido por este artilugio no tendría forma de comunicarse con el mundo exterior. Se quejaba de una extrema debilidad y nos dijo que creyó necesario volver a tomarse dos huevos después de su desayuno de frutas.

Pensamos que era hora de hacerle otra visita. Esta vez fuimos armados con la Unidad 2 que explica, en términos simples, alguna información básica sobre los carbohidratos, grasas y proteínas.  Volvimos a repasar con Mike la evolución biológica de una patología y nos dijo que comprendía en qué punto de la evolución se encontraba, que sabía que tenía un duro camino por delante, pero que confiaba en poder hacerlo. Pensamos que Mike había progresado extremadamente bien. Había pasado de ser un hombre lleno de dudas a ser una persona que pensaba en posibilidades, de hecho, una persona llena de «positivismo». Ahora tenía que adquirir aún más conocimiento para fortalecer su convicción de que el cambio era posible. Las antiguas ideas y supersticiones parecen desaparecer, y con el tiempo desaparecen, cuando son reemplazadas por el conocimiento y la verdad.

En cuatro meses, Mike hacía dos comidas de fruta al día, ya no comía huevos cada mañana y sólo bebía una taza de café en cada comida. Está claro que al carecer de sus anteriores estimulantes, se sentía muy débil, pasando la mayor parte del día en su cama elevada. La cama sólo estaba levantada lo justo para permitir que Mike se resbalara hacia fuera. Verás, no puede flexionar las piernas ya que hace mucho que le quitaron quirúrgicamente las rótulas.

El ama de llaves fue sustituida por un estudiante universitario chino, un excelente joven que obtenía suficiente fruta para dos comidas. Mantenía la casa impoluta. No obstante, su horario escolar dejaba a Mike todo el día solo.

Por esta época, Mike también había eliminado todas sus vitaminas, esteroides y reducido la toma de aspirina (o Tylenol) a 10 diarias. Algunas veces tenía que apretar los dientes para soportar el dolor, pero lo hacía. No había que aconsejar baños calientes para aliviar su agonía: era incapaz de meterse en una bañera.

Entonces, Mike tomó una decisión muy importante. Iba a hacer un ayuno de un día. Fue un día de celebración. Nos sentíamos con ganas de disparar los cañones y enarbolar la bandera de victoria. Nuestro hombre iba a recibir una maravillosa sorpresa. En su día de ayuno, descubrió que apenas sentía dolor. Sin embargo, se sentía mareado y débil, una experiencia bastante horrible para alguien que tiene que estar todo el día en cama, y solo.

Hace varias semanas, realizamos nuestra visita mensual a Mike. Como de costumbre, estaba en cama y, también como de costumbre, sonreía. Nos contó lo bien que lo estaba haciendo. Ahora podía ir y volver 15 veces cada día desde el recibidor hasta la salita. Podía mover más la cabeza y, puede que lo más maravilloso de todo, tenía muchas más energías que unas pocas semanas antes. Mike nos anunció que había decidido dar otro paso hacia delante. Haría sus dos comidas de frutas al día y para cenar una ensalada más una patata asada y un aguacate. Mike ya no dependería nunca más de «Meals for Millions» quienes seguro que hacían un grande y elogiable esfuerzo pero que, por desgracia, no sabían nada sobre Higiene Natural. Mike afirmaba que ahora estaba convencido de que los principios de la Higiene Natural eran correctos y que habían demostrado su utilidad con él. Le animamos a seguir adelante, ahora que su progreso se aceleraría. ¡Los ojos de Mike brillaron!

Sólo hace unos cuantos de días que Mike nos llamó por teléfono. Se había decido: por su cuenta, estaba planeando un ayuno, esta vez de 36 horas. Decía sentirse maravillosamente y que ahora sólo tomaba cuatro analgésicos al día. Mike lo quería todo ya. Había desechado las viejas ideas, las antiguas supersticiones. Está en el buen camino para conseguir una mejor salud. Aún sigue estudiando Higiene Natural, apoyado por las unidades de estudio. El conocimiento, aunque impartido lentamente, ha conseguido realizar el milagro del cambio en Mike. Le ha traído la convicción. Ahora sabe que sólo hay un camino posible para mejorar la salud y éste es viviendo sanamente.

    Otras supersticiones

Otra superstición que es realmente difícil de sacar de las mentes de los clientes es que para programar nuestras comidas tenemos que adherirnos a los cuatro grupos de alimentos básicos. ¡Cómo discuten algunos clientes sobre este concepto por completo erróneo! Con tales clientes, es bueno estar bien fortalecido con algunos conocimientos muy sólidos sobre cómo funciona el sistema digestivo humano. Siempre tenemos a mano una botella, vinagre y bicarbonato de sosa. Ponemos algo de agua en la botella y después le añadimos un poco de vinagre y una cucharadita de bicarbonato de sosa y… ¡voilá, entra en efervescencia! La mayoría de nuestros clientes han experimentado esta efervescencia en su estómago las suficientes veces como para ver la conexión. Reciben una unidad de estudio sobre el sistema digestivo y muy pronto se desilusionan del concepto de los cuatro grupos de alimentos básicos, convencidos de que su desastroso drama digestivo ha sido provocado por combinaciones incorrectas de alimentos. Entender cómo funciona el sistema digestivo les hace comprender mejor la idea de las comidas simples porque, quizá por primera vez en su vida, comprenden que el proceso digestivo es un proceso químico, mecánico y eléctrico, muy complicado, y que cuanta más confusión añadamos comiendo masas heterogéneas de alimentos, menos nutrición real obtendremos. ¿Por qué pagar todo ese dinero por alimentos que nunca alcanzan nuestro yo real, el mundo de las células?

Entender cómo funcionan los órganos digestivos, al menos entenderlo en términos generales, acaba con la idea que tiene la mayor parte de nuestros clientes de que pueden comer de todo, como y cuando les apetezca y seguir disfrutando de un estado de salud óptimo. Les ayuda a apreciar el hecho científicamente demostrable de que las frutas son los alimentos a los que, en virtud de la estructura y función de nuestro aparato digestivo, mejor se adaptan y de los que los humanos recibimos la mejor nutrición. Con este cambio en su forma de pensar podemos transformar las personas enfermas en gente robusta, fuerte y milagrosamente sana.

Los clientes también deben desechar de su mente el engaño popular —en términos descritos por el Dr. Shelton— que afirma que es necesario comer grandes cantidades de alimentos para estar sanos y fuertes. ¡Nosotros solíamos pensar eso mismo! Antes creíamos que era necesario tener una gran variedad para disfrutar de nuestras comidas. Brandy, nuestro perro, nos sacó esa idea de la cabeza. Cada mañana, Brandy come sus higos secos y cada noche su empanada de harina de maíz tostado, judías pintas, lechuga y un huevo. Cada noche, comienza a ensalivar a la misma hora. ¡No necesita un reloj! Cada noche come lo mismo y, después, lame el plato hasta dejarlo brillante. Muy rara vez le cambiamos la comida. Bueno, a veces, sustituimos el huevo por un aguacate o por un poco de queso, pero eso es todo. Como puedes ver, Brandy ni siquiera quiere variedad.

Notamos que nuestros pájaros comían ciertas cosas casi a la misma hora todos los días, como hacen los conejos, topos y ardillas del desierto. Las semillas caen del árbol mezquite y pronto desaparecen, escondidas en las madrigueras para servir de sustento durante los meses de invierno. Los humanos no necesitamos tanta variedad; tampoco tanta comida. Los humanos enfermamos con las comidas complicadas. ¡Sí! Algunas veces la necesidad nos obliga a cambiar.

Otro idea que está de moda estos días es el concepto de que nuestro organismo pide proteínas a gritos, enormes cantidades de proteínas. Los clientes descubren que cambiar esta idea es vital. De nuevo, el conocer lo que acontece en el organismo es la única forma de conseguir este cambio. Deben aprender que las moléculas simples de carbohidratos son nuestra primera necesidad y que cuando tenemos pocas, como suele ocurrir con la dieta habitual de proteínas-féculas-grasas-azúcar que sigue la media de los estadounidenses, los niveles de energía decaen, los nervios se desquician y la salud disminuye.

Nuestros clientes son víctimas de sus propias transgresiones, transgresiones fomentadas por supersticiones, creencias y costumbres de los tiempos en que todos vivimos. La lista de las posibles ideas erróneas que tiene cada cliente podría llenar un libro. Muchas son de origen actual, inculcadas en la mente de la persona normal por la publicidad directa o subliminal; otras tienen sus raíces en costumbres culturales que han pasado de una generación a la siguiente, quizá durante miles de años. Muchas falsas ideas también han sido inculcadas en las mentes de los propios profesores que en la actualidad están enseñando a nuestros hijos, cuando ellos mismos eran pequeños y se sentaban en las aulas de su época. La necesidad de vacunarse contra este o ese virus o germen es un ejemplo clásico de esta última superstición.

Es el feliz deber del practicante informado enseñar el conocimiento que encenderá la lámpara de la convicción, que traerá los cambios de pensamiento y de obra, la clase de cambios necesarios para conseguir que las personas enfermas vuelvan a estar sanas.

Probablemente, la superstición más destructora de la salud es aquella que lleva más tiempo: la idea de que los fármacos pueden ser útiles para curar esta o aquella enfermedad.

Los higienistas nos asombramos ante el hecho de que los humanos podamos ser tan tontos como para creer que introduciendo más venenos en un organismo ya intoxicado conseguiremos que la persona enferma vuelva a estar sana, cuando hombres fuertes, en la flor de la vida, pueden ser derribados por esos mismos venenos tan seguro como si una bala introdujese ese veneno en un órgano vital.

Pero, parece que los humanos somos así de tercos. Es uno de lo grandes misterios de todas las épocas. Hombres y mujeres muy inteligentes de todo el mundo se tragan sumisamente sus pastillas —¡las balas mágicas de Paul Erlich— ¡Y todo porque su médico se lo dice!

Nuestros clientes no tienen nuestro conocimiento. La Higiene Natural es un concepto totalmente extraño para ellos, uno sobre el que tienen graves dudas. Nosotros debemos motivarlos a aprender que la salud se puede construir; que exige cambio; que no podemos intoxicarnos para conseguir salud, sólo para ir a la tumba.

Para lograr cualquier cambio deseable en el pensamiento del cliente y en especial sobre la eficacia de los fármacos para recuperar la salud, nosotros, los practicantes, tenemos que producir resultados. Tenemos que demostrar a nuestros clientes por cualquier medio a nuestra disposición que los venenos matan, que no son ni pueden convertirse en instrumentos de salud. Debemos demostrarles que si siguen manteniendo las causas de la enfermedad, aparecerá enfermedad, pero que cuando optan por buscar métodos fomentadores de la salud, entonces podrán apartarse a un lado con respeto y ver cómo la enfermedad que les preocupaba es reemplazada por la salud. Esta clase de cambio sólo puede conseguirse con la formación y, como higienistas, sabemos muy bien que esta debe llegar o la salud seguirá siendo una imposibilidad escurridiza.

    C. El caso del reverendo Kim

El caso del reverendo Kim demuestra cómo cuando la confianza en las balas mágicas se sustituye por una comprensión de la importancia de vivir de forma higiénica, de obtener cada día una cuota completa de todos los requisitos biodinámicos de la vida, también se puede sustituir la enfermedad por la salud e incluso conseguir que las parejas casadas mantengan una relación aún más cercana.

El reverendo padecía una clase de enfermedad oscura que había sido diagnosticada de muchas formas. Nadie estaba seguro de qué era; no obstante, le habían recetado muchos fármacos, entre ellos tranquilizantes. Esta afección le obligó a abandonar sus deberes pastorales y cobrar una pensión por discapacidad. Su esposa tuvo que trabajar para que pudieran mantenerse los dos. Tenían varios hijos casados que vivían fuera del Estado, por lo que ellos estaban más o menos solos.

Según parece, el reverendo estaba tan deprimido y frustrado por su discapacidad para continuar con su trabajo eclesiástico que comenzó a realizar abusos físicos al igual que mentales. De hecho, su comportamiento y la forma como trataba a su mujer era claramente no cristiana.

Por suerte, alguien le habló sobre un curso de Higiene Natural que estábamos dando y tanto él como su mujer comenzaron a hacerlo. Todavía siguen diciendo que no saben por qué se apuntaron, simplemente que deben de haber sido «guiados».

Ambos tomaban fármacos. En realidad, estaban tragando pastillas a mansalva. Esta claro que en esta época lo único que les hacía continuar era la esperanza.

Conforme iban progresando en su aprendizaje, estudiando juntos las unidades, comenzaron a realizar pequeños cambios. No pasó mucho tiempo antes de convertirse en estudiantes particulares y poco después su mujer y, después, el reverendo, dejaron de tomar pastillas y adoptaron una forma más higiénica de comer y vivir. Nunca olvidaremos lo entusiasmado que estaba el reverendo cuando nos contó lo «super» que se sentía con su desayuno diario de dos plátanos y 10 o 12 dátiles.

Bien, para acortar la historia: el reverendo ha vuelto a recuperar su iglesia y su esposa es una ejecutiva en una importante compañía. Hace poco le confió a la Dra. Elizabeth que ahora su esposo está más cariñoso que nunca. Dos de sus hijos casados, tras ver la transformación de sus padres, también se han metido en la Higiene Natural. Está claro que el cambio puede ser maravilloso y ¡contagioso!

VII. ¡YO PUEDO!

La nutrición aplicada representa la filosofía de vida de ¡YO PUEDO!, un sutil enfoque psicológico en el que se usa la psique de forma positiva y que, de forma gradual, acaba con los antiguos y equivocados conceptos e ideas negativos que limitan y constriñen el pensamiento de gran parte de los clientes en la primera reunión y los reemplaza con una sensación de armonía con lo positivo.

Una vez que nuestros clientes se han fortalecido con el conocimiento y tienen bien claro el camino que deben seguir, uno preparado al principio por el practicante, entonces, lo más frecuente es que lleguen a ver una brillante luz que los guíe hasta el final del túnel de oscuridad y miedo que antes les rodeaba. Gracias al conocimiento obtenemos la convicción y una vez que una persona está convencida de que lo que tú enseñas es correcto lo más frecuente es que el escéptico se convierta en un pensador positivo. Se dice a sí mismo: «¡Sí, PUEDO hacer esto! ¡Puedo lograr estos cambios! ¡Puedo vivir de forma que la salud aparezca! Esta es una forma de vida. Puedo estar más sano de lo que estoy ahora. Puedo cambiar. Realmente puedo. »

Es muy importante que los clientes entiendan que, con tu ayuda, ellos podrán hacerse cargo de sus propias vidas y ya no tendrán que depender de un farmacéutico para que les proporcione pastillas ni cuando lleguen a viejos necesitarán una enfermera que les haga eructar o les cambie los pañales, por así decir. Comienzan a apreciar la inmensidad de lo posible. Ya no necesitaran tomar pastillas para subir o bajar su inestable ánimo, porque entienden que cuando la salud sustituye la enfermedad, se sentirán eufóricos con una excitación natural. Ya no tendrán que volver a recurrir a las hormonas para hacerles ser lo que no deberían ser.

En cambio, la posibilidad de la acción, del cambio, está ahí para ellos. Al aprender las formas de vida y comprender las reglas que rigen la vida, pueden encontrar su propio camino, pueden hacerse responsables de sí mismos. Comprender el potencial que se esconde tras el «Yo puedo» conseguirá convertir a los inútiles, que lo son porque sus células están enfermas, en actuantes. La mente y el cuerpo forman una unidad y cuando la mente está llena de pensamientos positivos —pensamientos competentes, listos para actuar—, entonces, estos pensamientos sustituyen las emociones de miedo, ansiedad y preocupación, de forma que pueden ocurrir milagros.

Debemos hacer entender a los clientes que cuando tenemos problemas, ya sean físicos o de otra clase, debemos encontrar soluciones. Si no lo hacemos, simplemente estamos engañándonos a nosotros mismos. Si nuestro problema es una enfermedad y no encontramos una solución, podemos estar estafándonos la vida.

Ya hemos dicho que las actitudes son contagiosas, tanto la actitud que nosotros como practicantes mostramos ante el mundo como la actitud cultivada en nuestros estudiantes o por ellos mismos. Tenemos una actitud interna y otra externa. Si nuestra actitud interna es la convicción de que «podemos conseguir una salud mejor, lo conseguiremos, porque nuestra actitud fortalece nuestra fuerza subconsciente y esta fuerza se difunde por todo el organismo, generando fuerza en las glándulas endocrinas, en el corazón, en el cerebro y nervios auxiliares, en todos los órganos, incluyendo los órganos digestivos.

Esto es importante, vital, porque recuerda que todo lo que somos depende de la energía nerviosa y de la eficacia de las funciones digestivas.

Si crees que puedes, actuarás. Esta es una de las grandes, y no entendidas, leyes de la vida.

Si tu yo interno actúa impulsado por el miedo, pronto este miedo se extenderá también a tu organismo. Si tienes miedo de que la salud siga esquivándote, si temes que la vida pronto te abandone seguirás en la ruta de la enfermedad, y más y más dolor y sufrimiento será tu desgraciado destino, simplemente porque el miedo interior que te llena dispersa su fuerza como miedo. El miedo y la preocupación son actitudes negativas que roban el poder del organismo.

Demasiados de entre nosotros pensamos y decimos «si sólo… ». Si sólo tuviese esto o aquello, sería rico. ¡Si sólo pudiese encontrar el médico adecuado, estaría sano!»

Charles M. Simmons nos recuerda que es necesario cambiar esta actitud por la actitud de «Si hago esto, conseguiré lo que quiero». Esta es una actitud positiva que significa que tienes un plan de acción y que pondrás en funcionamiento tu plan. Cuando el plan es sólido y nosotros comenzamos a actuar, conseguiremos hacer realidad todos nuestros sueños.

De eso trata el concepto de «yo puedo». El practicante higienista que pueda hacer llegar esta filosofía a su cliente y que le proporcione un programa factible para iniciarlo en el camino que le permita convertirse en actuante será el buen practicante. Sus clientes pasarán de tener un espíritu tímido, dudoso, infeliz, falto de poder, lleno de fuerzas negativas que están condenadas a defraudar y fracasar a ser una persona esperanzada, llena de fuerza cuyas actitudes positivas no pueden más que ayudarle a conseguir la exitosa conclusión tan anhelada: la euforia que otorga un estado de salud óptimo.

PREGUNTAS SOBRE LA UNIDAD

PREGUNTA: Usted afirma que la salud es algo normal y que estar enfermo es anormal. ¿Cómo puede ser esto? ¿Acaso no tiene todo el mundo algo mal, aunque sea de poca importancia?

RESPUESTA:  Está en lo cierto cuando dice que yo creo que la salud es nuestra herencia normal (natural). Las personas enferman cuando no responde de forma adecuada a las necesidades de su organismo, bien por ignorancia o por otras circunstancias. Hoy en día hay mucha gente enferma simplemente porque no saben cuáles son estas necesidades. Se limitan a seguir al rebaño y hacen lo que hacen los demás. Esto es especialmente cierto por lo que se refiere a la alimentación. QUEREMOS comer como come todo el mundo, pero las leyes de la vida decretan que comer de esa forma es quizá la causa más usual de enfermedad. Por tanto, si queremos estar sanos debemos comer aquellos alimentos que mejor se adapten biológicamente.

PREGUNTA: Los científicos y dietéticos han demostrado con experimentos de laboratorio que todos necesitamos una variedad de diferentes clases de alimentos. ¿Por qué afirman ustedes que esta idea es equivocada y que las frutas son unos alimentos perfectos?

RESPUESTA:  Hace muchos años, un investigador de Yale, de nombre Pottenger, determinó que, con gatos, se necesitan entre tres y cuatro generaciones para demostrar lo adecuado o inadecuado de una dieta determinada. Sospecho que esto también ocurre con los humanos e incluso puede que se necesiten más generaciones ya que los humanos necesitan mucho más tiempo para madurar que los gatos. Los experimentos de laboratorio no suelen ser muy fiables cuando se trata de alimentar a humanos. Nosotros no somos pasivos tubos de ensayo, sino que tenemos un proceso nutritivo continuo y extremadamente complicado. Lo que es más, muchos experimentos sobre alimentación se realizan en animales de laboratorio que difieren mucho biológicamente de nosotros. No podemos, como verdaderos científicos, hacer una correlación directa y comparar resultados entre dos seres biológicamente diferentes. Eso no es científico. Tenemos un dato mucho más fiable y es el que observamos en algunas tribus y pueblos que han vivido de una forma determinada y comido ciertos alimentos durante miles de años. La salud de los hunzas y de muchos otros que viven con una dieta basada principalmente en frutas es una prueba incontrovertible. En contraste, vemos las vidas cortas y llenas de dolor de la gran mayoría de aquellos que comen de forma contraria a las necesidades fisiológicas y biológicas humanas. Podemos comer frutas variadas, si es necesario. Podemos comer verduras, frutas y frutos secos, si nos gusta la variedad. Lo que no necesitamos son alimentos e ideas inventados en un laboratorio. Estamos alimentando hombres, no un tubo de ensayo o algún otro animal.

PREGUNTA: Su concepto de «yo puedo» suena como un buen plan, en teoría, pero ¿cómo sabe si funcionará?

RESPUESTA: Lo hemos visto funcionar. Incluso en nuestras propias vidas. Cuando la Dra. Elizabeth estaba tan enferma y débil por culpa de los dolores reumáticos, se sintió atrapada. Durante las vacaciones solía decirse a sí misma: «Debo hacer de esto una ocasión especialmente feliz porque lo más probable es que no esté aquí el año que viene. » Esto es un pensamiento negativo. Esta es la clase de pensamiento que destruye. Siguió empeorando. En realidad, no fue hasta que vinimos a Europa y vimos que la gente SÍ que se recuperaba de muchas clases de enfermedades cuando aprendimos qué y cómo comer y comenzamos a tener pensamientos más positivos, sobre todo ella. Y cuando por primera vez leyó el libro del Dr. Shelton Orthotrophy, Volumen II de The Hygienic System, fue algo mágico. Ella supo que podía mejorar y a partir de ahí fue cosa de coser y cantar. No quiero decir que no tuviera crisis de curación. Tuvo muchísimas, pero se enfrentó a ellas y las superó porque siguió haciendo lo que sabía que era correcto. Por regla general, esto es lo que suele suceder una vez que la gente entiende que la naturaleza no sólo toma venganza de los malos actos sino que también recompensa las prácticas correctas. Toda su actitud cambia. Se llenan de «positivismo».

PREGUNTA: ¿Siempre hay que cambiar de repente, inmediatamente? Creo que esto puede ser difícil para algunas personas.

RESPUESTA: No. Una persona no siempre tiene por qué cambiar de repente. Por supuesto, no se gana nada posponiendo todos los cambios necesarios y haciéndolo de repente. El retraso puede hacer que sea más difícil y lento conseguir una completa recuperación. Pero tenga en cuenta que cualquier cambio para mejor fomenta la salud, aunque sea un cambio pequeño. A ciertas personas apocadas les aterroriza los cambios radicales. A estas personas las animamos a que comiencen con «pasos de bebé». Conforme vayan logrando pequeñas metas, pueden pasar a intentar conseguir unas mayores hasta que, de pronto, se den cuenta de que han recorrido la distancia, logrado su objetivo. Por regla general, entonces no hay quien los pare.

RESUMEN

Muchos clientes están —casi— derrotados cuando por fin buscan la ayuda de un sanador naturista, un practicante higienista. Es con este «casi» con el que tú debes comenzar. Es, también, lo que hace que el cambio sea vital. Cuando incorporamos en nuestro estilo de vida cambios que fomentan la salud, empieza la probabilidad, algunas veces con tímidos pasos, pero pronto es sustituida por un sentido de positivismo.

La mayoría de los clientes han sido miembros voluntarios y cooperativos de las masas durante toda su vida hasta la primera vez que tienen una reunión contigo. Se les pedirá que cambien. Estos cambios suelen ser de cuatro clases:

1) Deben desechar las antiguas creencias y supersticiones.

2) Deben cambiar de actitud. El conocimiento les será de mucha ayuda para conseguirlo.

3) Deben convencerse de que es necesario que cambien.

4) Deben sustituir la pasividad, su anterior dependencia de los demás, por su propia acción positiva programada.

Una vez que se ponen en práctica estos cambios, el cliente comprende mejor el hecho de que la salud sólo se puede obtener como el fruto natural de una vida sana. También deben entender que ahora ellos serán los responsables de su propio futuro y destino.

Y, por último, los clientes deben cambiar su anterior actitud de impotencia y derrotismo por la actitud positiva de «Yo puedo»: el secreto de la fuerza orgánica.

TEXTOS SUPLEMENTARIOS
El maravilloso despertar

Por el Dr. Herbert M. Shelton

La comprensión se ha definido como «La capacidad para hacer la experiencia más inteligible al analizarla a la luz de conceptos generales válidos y adecuados. »

La persona que analiza y entiende puede aceptar o rechazar en base a la inteligencia. Considera atentamente y valora todos los hechos y principios relacionados con una proposición y toma una decisión.

Los juicios instantáneos y la aceptación o rechazo emocionales no surgen de esta clase de proceso. Cuando aceptamos o rechazamos una idea o práctica nueva sólo porque no encaja o desencaja o parece encajar o desencajar con nuestras predisposiciones o ideas preconcebidas no es la inteligencia la que nos guía, sino los prejuicios y emociones.

El análisis es la única guía para realizar una selección inteligente de los diferentes cursos de acción. Si carecemos de los datos suficientes para hacer un análisis completo, no aceptamos o rechazamos, sino que reprimimos nuestra opinión hasta poder conseguir más datos.

Para intentar influir sobre el pensamiento popular, los medios de comunicación, tan populares hoy en día, utilizan una forma de técnica hipnótica no sólo con la publicidad, sino también con propagandistas y pseudo educadores.

Con la constante reiteración de eslóganes, la repetición frecuente de palabras y gestos y manteniendo siempre la misma imagen ante las mentes de sus codiciadas víctimas, ellos intentan crear un estado de semi sonambulismo en el que la pobre víctima de los procedimientos que utilizan los medios de comunicación hace exactamente lo que le dicen.

Se dice que estos procedimientos acondicionan a las personas. Para este acondicionamiento en masa de la mente de las personas no sólo se utilizan persuasores obvios, sino también ocultos. El uso que Hitler hizo de «la gran mentira» fue eficaz debido al mismo proceso. En la publicidad y en mucha de la propaganda de los distintos grupos de nuestra cultura podemos comprobar la misma eficacia en el uso de «la gran mentira». No hay un mejor ejemplo de esto que la constante corriente de falsa propaganda médica que sale en la prensa.

La verdad ya no forma parte de aquellas personas que han sido acondicionadas para pensar en eslóganes y seguir en todo a la masa. Cuando ante la mente del rebaño se presenta una nueva y revolucionaria verdad que parece que va a obstaculizar el estatus quo, lo más probable es que el propietario cite algún eslogan popular y se meta en la cola de los que danzan al son.

En nuestra cultura de masas acondicionadas ninguno de nosotros somos nosotros mismos: somos fieles copias de lo que nuestros maestros quieren que seamos.

Con frecuencia, cuando discutimos acaloradamente en favor o en contra de esto o aquello, padecemos una incapacidad miope que no nos permite ver más allá de la superficie y discernir la realidad que subyace debajo. Casi nunca nos damos cuenta de con nuestra aceptación o rechazo, al igual que como receptores o como recusantes, todos somos parte de un proceso cultural muy convincente y complejo.

Es desalentador escuchar a las mentes automatizadas que constituyen el producto de nuestros incansables medios de comunicación discutir sobre las creencias contemporáneas. Pero el asunto no es tan insalvable como parece.

La verdad tiene una forma de despertar a los sonámbulos y limpiar de telarañas su mente acondicionada.

Ningún hombre armado con la verdad ha sido jamás bien recibido por ninguna cultura. Los dueños de la cultura y los robot que los apoyan se burlan de él y le desacreditan, en proporción a cuánto le teman. Sin embargo, siempre puede deshipnotizar a muchas de las víctimas del proceso cultural de masas.

En la actualidad podemos presenciar la gratificadora presencia de muchos sonámbulos que despiertan de su sueño febril al ponerse en contacto con la verdad higiénica.

Debemos llevar esta verdad a cada vez más durmientes, para que así también ellos puedan despertar.

Superar los hábitos compulsivos

Por Stanley Bass.

Los hábitos determinan el éxito o el fracaso. No me importa lo que quieras conseguir en la vida: puedes prepararte para ser un éxito o puedes prepararte para ser un fracaso. Si te permites dejarte ahogar por malos hábitos, te verás atrapado. Walker, uno de los grandes primeros higienistas, tenía la capacidad de animar a las personas a vivir correctamente, al igual que hicieran otros tempranos higienistas. Parece que desde principios de los años 20, de alguna forma los escritores de Higiene Natural olvidaron estos aspectos inspiradores y espirituales. Vivíamos en una época científica; todo el mundo quería ser científico y los médicos higienistas no querían ser tomados por charlatanes, místicos o gente rara, así que dejaron fuera la parte inspirativa. Sin embargo, yo he llegado a la conclusión de que la única cosa que hace que la gente cambie es la inspiración. Puedes darle todos los hechos del mundo y convencerlos por escrito de que esta es la forma correcta pero eso no quiere decir que vayan a hacerlo. La única forma en la que lo harán es si los estimulas emocionalmente.

Los hábitos determinan el éxito o fracaso. Si estas dispuesto a realizar estos cambios de los que hemos estado hablando, deshacerte de los malos hábitos e introducir algunos hábitos nuevos, podrás hacer cualquier cosa que quieras hacer con tu vida. No me importa lo que hayas hecho. Como he comentado antes, durante 15 años yo fallé. Intenté acabar un ayuno: ayuné durante 10 días, 12, 14, 17 y después tenía un pensamiento negativo y abandonaba. Todos mis amigos me decían: «Stanley, olvídalo; no puede hacerse» Pero no me rendí: seguí haciéndolo hasta que al final lo logré. El único fracaso, entiéndalo bien, es si intentas hacer algo 1000 veces, fallas y entonces dejas de intentarlo. No eres un fracaso hasta que no dejas de intentarlo, y si dejas de intentarlo es seguro que serás un fracaso. Si sigues intentándolo con el tiempo lo conseguirás. Así que la única persona fracasada es aquella que deja de intentarlo, no aquella que lo intenta 1000 veces y no lo consigue. Recuerde esto y no se desanime. Cada vez que falle, recuerde que esto es normal cuando se están aprendiendo hábitos nuevos. No deje que le desanime; siga intentándolo y ¡no abandone nunca!

No debería censurarse a sí mismo por fallar. Algunas personas tienen la mala costumbre de decir, cuando intentan algo y no tienen éxito, «¡Qué idiota soy, soy un inútil!» Comienzan a criticarse a sí mismos y les cuentan a todos sus amigos lo estúpidos que son. «Soy tan estúpido, ¿cómo podía hacerlo yo?» Quieren que todo el mundo lo sepa y cuando han llegado al final han perdido toda su energía y no pueden hacer nada. Se censuran a sí mismos hasta el punto de perder todo su dinamismo. ¡No lo haga, no se censure a sí mismo! Usted es divino. Todo el mundo en este mundo es similar a Dios pero no lo sabe. Deje que salga fuera. No se censure a sí mismo. Recuerde que siempre puede volver a empezar. Siga.

Ahora debo hablar sobre la dilación. Es lo peor que puede hacer. Es la técnica más viciosa que el cerebro humano ha inventado desde el comienzo de la vida. Ese fue mi principal error durante mucho tiempo, así que estoy familiarizado con ella y conozco todos sus trucos. ¿Qué es la dilación? La dilación es decirse a uno mismo: «¡Oh! Hoy no es un buen día para mí para hacer esto; comenzaré mañana. »

Yo soy Higienista Natural. Cuando abrí mi institución hace algunos veranos en Woodrige, cuatro o cinco personas que llegaron dijeron: «Soy Higienista Natural». ¿Sabe lo que hacen? Dos de ellos me pedían carne y pollo. Los vi comiendo pan, dulces y golosinas. Cuando se fueron, tuvimos que darle la vuelta a los colchones y encontramos envueltas de chicles y de chucherías. Se llaman a sí mismos higienistas naturales. Lo que quieren decir con eso es que no tienen resolución. Se dicen a sí mismos: «Comí bien el domingo. Soy un verdadero higienista natural, pero hoy estoy bajo una gran presión. No tengo un buen día. Comenzaré mañana. » Cuando llega mañana, «¡Caramba! Tengo este problema. No es bueno, tendré que comenzar la semana que viene. Será más fácil. Está nevando … o, tengo que reunirme con alguien.» Usted sabe que la mente puede justificar cualquier cosa. La mente es hermosa.

Hitler pensaba que era un buen hombre. ¿Sabe que Crowley «dos pistolas» mató a dos policías justo antes de que lo enviaran a la silla eléctrica? Él pensaba que era un buen hombre y un benefactor para la humanidad. Usted sabe que la gente justifica cualquier cosa, incluso el asesinato. Si puede justificar el asesinato, si los mayores asesinos que jamás han vivido, los más famosos, piensan que son buenos seres humanos ¿qué hay sobre un higienista natural que va a comenzar mañana? Qué fácil le será justificarse, si «dos pistolas» Crowley pudo hacerlo. La mente justificará cualquier cosa que usted quiera, pero no siga el juego, porque es demasiado fácil. Yo lo hice durante 18 años.

¿Qué es la falta de resolución? Es decirse a sí mismo que comenzará mañana; que realmente está haciendo lo que piensa que está haciendo; pero que por alguna razón es inoportuno. Es mentirse a sí mismo y decir que va a posponer algo. No dice que no va a hacerlo, dice que va a posponerlo. «Yo soy realmente esto, pero comenzaré mañana» Como puede ver, quiere engañarse a sí mismo.

Conozco a un hombre que hace ayunos largos, de 30 días o más. Tras el ayuno, dice: «¡caramba! ¡qué bien he purificado mi organismo!» Después, comienza a comer alimentos dudosos y dice: «Bueno, después de un ayuno de 30 días me habré limpiado de seis meses de mala vida. » Entonces come más y más comida basura y antes de que pasen unas semanas está comiendo la peor basura del mundo y también justifica eso. Dice: «Bueno, puedo comer carne y golosinas porque los ayunos eliminarán cualquier cosa. » Así que come peor que cualquier persona que tenga miedo de comer así. Se columpia entre ayuno y banquete. Conozco un hombre que estuvo haciendo esto durante 30 años. Yo lo hice durante 18. Sé lo fácil que es. Así que no entre en el juego de la dilación. Es el más insidioso de todos. Es un juego de mentirosos. Es un juego de locos y un fracaso. Reconózcalo. Si va a hacer algo, hágalo en este instante. No hay mañana: sólo el presente es real. El pasado es un recuerdo: el futuro una esperanza. Sólo este instante es real. Si no lo está haciendo ahora, está jugando consigo mismo.

La ley de adaptación vital necesita un mecanismo de equilibrio. Usted puede intoxicarse, pero no hay una verdadera adaptación a estas sustancias tóxicas. Su organismo sólo las tolera. He explicado eso. Primero la estimulación, después la depresión. Todos los malos hábitos y adicciones se traducen en estimulación y depresión. Usted introduce sustancias tóxicas y se anima. Después, el organismo le deja tirado en un estado de recuperación que el cerebro interpreta como depresión, ya que el metabolismo se ralentiza para recuperarse.

¿Por qué son los malos hábitos tan difíciles de abandonar? Porque son estimulantes, y cuanto más estimulante es un hábito más difícil es dejarlo porque mayor es la depresión que necesita para recuperarse. Eso es todo: ya está el secreto de los hábitos explicado. Si analiza a todos los adictos que hay a su alrededor, comprobará que esto es verdad. Cuando peor sea el hábito, más venoso es y más difícil es dejarlo porque mayor es la bajada cuando lo intentas. Pero si sabe que dejarlo le hace entrar en la fase de recuperación, y que cuando se siente «bajo» es porque el cuerpo está intentando equilibrar el asunto, reconstruir y volverle a modelar, y si usted está dispuesto a afrontarlo puede dejar cualquier hábito que quiera. Así es como yo dejé el tabaco. Pasé la cura de la depresión. Me quedé en cama y dormí durante toda la bajada hasta volver a recargar las energías.

Verá, la energía se genera, no de las cosas que le hacen sentir bien —que le estimulan—. Puede estimularse con fruta. Si se levanta por la mañana sintiéndose muy bien y comienza comiendo fruta y come azúcar y después más azúcar, esto le estimulará y conseguirá su excitación. Si come frutas en exceso puede sentirse nervioso, incluso inquieto, y si come la justa se sentirá bajo, porque ha estimulado en exceso el páncreas y su páncreas está quemando este mortal enemigo, el azúcar extra, y al hacerlo provoca un estado temporal de hipoglucemia, lo que se interpreta como depresión. El organismo intenta que esté deprimido para que pueda recuperarse. Sólo puede conseguirlo reduciendo el azúcar en sangre hasta el punto que cese la excitación y le permita recuperarse. Así que ya ve, todo lo de la naturaleza tiene una justificación. Siempre que se sienta bajo es porque tiene que bajar para volver a estar normal. Si sabe eso, y no le importa —si no le asusta sentirse deprimido— puede dejar cualquier hábito.

Ahora quiero sacar a la luz el secreto de cambiar cualquier cosa en un instante. Me llevó 30 años aprenderlo con ensayos, errores y sufrimientos. Cuando lo descubrí, podía hacer todo lo que quería en cualquier momento. Podía dejar cualquier cosa, cualquier objeto o cualquier unión posesiva a una persona, si es que tenía que hacerlo. Este es un secreto de aprender a hacer sin nada y cambiando todo.

El único sufrimiento que podemos experimentar es debido a las emociones. Experimentamos sufrimiento debido a emociones y sentimientos y esto viene de la identificación, por implicarse en algo. En otras palabras, si está viendo una película y ve a un niño pequeño y este niño se cae y se hiere, puede que usted llore. Se está identificando con el niño —se estás convirtiendo en un niño—, experimenta los problemas del niño, por lo que sufre. Llora. Si su corredor de bolsa le dice que las acciones que tenía por valor de 30000 dólares han bajado hasta 10000 y siguen bajando, puede decidir que quiere seguir viviendo con ese punto o intenta salirle de alguna forma. Acaba de perder una fortuna en la bolsa, pero cuando se acuestas no hay sufrimiento. No existe mercado de bolsa cuando está soñando, y después del sueño entra en la fase del sueño en la que no hay ensueños y tampoco hay sufrimiento —no hay mercado de bolsa— ya no hay problemas familiares —no hay problemas— no hay más crímenes en las calles, lo único que hay es paz. Así que, como puede ver, el sufrimiento se relaciona con la identificación con una idea.

Cuando estaba estudiando yoga había algo en un libro que me provocó. El autor decía: «No existe nada que el pensamiento haga existir» o «Pienso, luego existo» o «nada existe salvo nuestros pensamientos». En otras palabras, no significa que si no es consciente de que el mundo no tiene realidad, signifique que para usted, si no estás pensando, no haya sufrimiento. Si está dormido, no sufre porque no está en un estado de identificación con el objeto que evoca una emoción. Así que me dije a mí mismo: «Si esa es la historia, esa es la razón por la que yo fallé»

Verá, cada vez que intentaba ayunar y no perdía el apetito, miraba la comida, la olía y pensaba lo bien que olía y lo bien que sabría y, entonces, antes de darme cuenta, me excitaba emocionalmente. Empezaba a segregar jugos y no podía ir hacia atrás. Estaba acabado. Tenía que comer y luchaba con cualquiera que intentara detenerme. Puesto que nunca perdía el apetito, sabía que tenía que controlarme mentalmente. La media de las personas pierden el apetito tras unos días de ayuno. Así que no hay lucha: no problema. Yo no perdía el apetito así que tenía que ganar la batalla en alguna parte del campo mental. Me dije: «Tengo que hacerlo en el campo de batalla del pensamiento. »

En aquella época había acabado la universidad y tuve que ir a la ciudad a trabajar. Formaba parte de una banda en un lugar que tenía un bufé. Cada día ponían la comida delante de la banda. La gente iba y venía durante horas y comía. Yo estaba haciendo un ayuno y ayuné durante 38 días. Miraba la comida y decía: ¡Ah, ah, tú eres la culpable, me has atrapado antes y no vas al volver a atraparte otra vez!». Miraba esa comida y me negaba a olerla y a mirarla. Así que allí estaba yo, andando y tocando; los aromas penetraban por mi cuerpo, pero me negué a admitir la existencia de la comida, por lo que no sufría. Incluso así nunca perdí el apetito y ayuné durante 38 días. No podía creerme lo fácil que era. No sentía ningún dolor en absoluto. Hay estaba el secreto de aprender cómo hacer cualquier cosa inmediatamente.

Eso es. Escribí mucho sobre eso en un libro Achieving Supreme Nutrition by Several Progressive Weekly Diets [Conseguir una nutrición excelente con algunas semanas de dieta semanal progresiva] Tiene que pasar por todo. Determine su meta. Imagine la práctica. Estos son conceptos a largo plazo, pero el campo de batalla inmediato está en el territorio del pensamiento. Si sabe que está tratando con un pensamiento y decide que usted va a ser el jefe, puede triunfar. El secreto es, cuando sienta el deseo o la tentación, en ese momento no debe considerarlo en absoluto, sino que simplemente dirija su mente a otro asunto. Cambie sus pensamientos en ese momento. Tiene que moverse rápido porque sólo se necesitan algunos segundos de emoción para meterse en la película, y las emociones son muy fuertes. Son más fuertes que el intelecto y si se permites involucrarse emocionalmente puede perder con mucha facilidad. Así que debe ganar la batalla antes de que eso ocurra. Tiene un par de segundos para ganar la batalla y si entiende cómo funciona el pensamiento ganará siempre. Tendrá el control.

La fuerza negativa del «si»

Por Charles M. Simmons

Hay muchas leyes demostradas que gobiernan las relaciones humanas y el manejo personal de nuestra propia vida. Hay leyes que gobiernan tanto los efectos negativos como los positivos, pero todos ellos se basan en las acciones de «causa y efecto». Cuando algunos pensamientos conscientes y actitudes subconscientes hacen que una persona realice ciertas cosas de una cierta forma, el resultado final siempre será el mismo. De hecho, el resultado se puede predecir, incluso antes de que comience la acción. Esta acción de «causa y efecto» en los seres humanos es inevitable.

La presencia de la palabra «si», cuando se aplica negativamente en su vida, es un ejemplo del poder de estas leyes. Cuando dice: «Si tuviera ciertas habilidades… o, «Si pudiera ser cierta clase de persona… o «Si pudiera hacer lo que quiero hacer… » le está diciendo al mundo que sueña despierto sin ningún propósito de hacerlo realidad. Automáticamente, está dejando que una ley negativa le afecte. Un sueño sin un plan de acción significa que no sucederá nada. Nada puede pasar porque usted bloquea su acción con la fuerza de una actitud negativa. «Si», cuando se utiliza de esta forma, significa «no» «nunca» «no puedo».

Sin embargo, «si» puede pasar de ser una palabra oscura y triste a convertirse en una palabra alegre y brillante si le añadimos las palabras «yo hago». Esto le pone bajo la influencia de una ley positiva. Cuando dice «Si yo hago ciertas cosas, conseguiré lo que quiero» está expresando tanto un sueño como un plan para hacerlas realidad.

(Extracto de Stop Cheating Yourself. [Deje de engañarse a sí mismo]. Hoyt Publishing co. , 630 North San Mateo Drive, San Mateo, California)

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Para conseguir entender mejor la mente de las masas, recomendamos a nuestros estudiantes que lean el libro ya clásico, EXTRAORDINARY POPULAR DELUSIONS y Madness of Crowds, de Charles Mackay, L.L.D., 1932. Editado varias veces desde que por primera vez se publicó en 1841 por Richard Bentley, New Burlington Street, London, England. En Estados Unidos fue publicado por The Noonday Press, A division of Farrar, Straus and Cudahy, Inc.

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(Extracto de In Tune With The Infinite [En armonía con el infinito] de Ralph Waldo Trine, Publicado por The Bobbs-Merrill Company, Inc. Indianapolis-New York. Original Copyright 1908. Reeditado en 1970. 13th Printing Paperback)

Las personas que se conocen verdaderamente a sí mismas son las que llevan esta fuerza con ellas y las que la irradian allí donde van. Ellas han, como nosotros decimos, encontrado su centro. Y en todo el gran universo no hay más que un centro: el Poder Infinito  que funciona en y a través de todo. Los que han encontrado un centro son aquellos que se han dado cuenta de su unicidad con el Poder Infinito, los que se reconocen a sí mismos como seres espirituales, ya que el Infinito es espíritu.

Así es la persona de poder. Gracias a estar centrada en el Infinito está, por decirlo de alguna forma, conectada con la gran fuente de energía del universo, atada a él. Constantemente está consiguiendo poder de todas las fuentes. Porque al estar centrado así, conociéndose a si mismo, consciente de su propio poder, los pensamientos que salen de su mente son pensamientos de fuerza, y en virtud de la ley de que lo igual atrae lo igual, usted, por sus pensamientos, está continuamente atrayendo de todas partes y hacia si mismo la ayuda de aquellos cuyos pensamientos son pensamientos de fuerza, y de esta forma se conecta con esta orden de pensamiento en el universo.

Y así, aquellos que tienen, aquellos que recibirán. Esto se debe simplemente al funcionamiento de una ley natural. Su pensamiento fuerte, positivo y, por tanto, constructivo, está continuamente consiguiéndole éxitos, en todas las líneas, y continuamente le trae ayuda de todas las direcciones. Las cosas que ve, que crea en el mundo de las ideas, se forman continuamente,  toman forma y se manifiestan en lo material gracias a este fuerte y constructivo pensamiento. Las fuerzas silenciosas y ocultas realizan un trabajo que con el tiempo se manifiesta en lo visible.

El miedo y todo pensamiento de fracaso nunca se inculcan en usted cuando es una de esta clase de personas, o si lo hacen, su mente los expulsa al momento, por lo que no le influyen y no atraen desde fuera y hacia usted esta clase de pensamientos: está en otra corriente de pensamiento. Así, los debilitadores y fracasados pensamientos de los miedosos, vacilantes o pesimistas no tienen ninguna influencia sobre usted. El que es de clase negativa, miedosa, no sólo tiene sus energías y partes físicas debilitadas o incluso paralizadas por la influencia de esta clase de pensamiento que nace dentro de él, sino que de esta forma se conecta con este orden de pensamiento en el mundo que le rodea. Y según en el grado en que lo haga se convertirá en una víctima de todas las mentes débiles, asustadizas y negativas que lo rodean. En vez de crecer en poder, crece en debilidad. Está en el mismo orden de pensamiento de aquellos para quienes es cierto «e incluso les será quitado aquello que tienen». De nuevo sólo se trata del funcionamiento de una ley natural, igual que lo es su opuesta. Temiendo perder incluso lo que tengo lo escondo. Muy bien. Entonces debo pagar el precio de mi «miedo a perder»

Los pensamientos de fuerza crean fuerza tanto desde dentro como la atraen desde fuera. Los pensamientos de debilidad manifiestan la debilidad desde dentro y la atrae desde fuera. Del valor nace la fuerza, del miedo nace debilidad. Y del coraje nace el éxito y del miedo el fracaso. Es la persona con confianza, y, por tanto, con decisión, la dueña de las circunstancias y la que hace sentir su fuerza en el mundo. La persona que carece de confianza y que, en consecuencia, está debilitada y paralizada por los miedos y presentimientos la criatura de todos los acontecimientos superficiales.

En cada uno radica la causa de cualquier cosa que le ocurra. Cada uno tiene en sus manos decidir lo que suceda. Todas las cosas en el mundo visible, material, tienen su origen en el invisible, espiritual, mundo de las ideas. Este es el mundo de la causa, el anterior, el del efecto. La naturaleza del efecto siempre está en consonancia con la naturaleza de la causa. Lo que uno vive en su mundo de ideas invisibles es lo que continuamente actualiza en su mundo material y visible. Si quiere cambiar algo en este último, debe hacer los cambios necesarios en el primero. Entender bien este importante hecho traería el éxito a miles de personas que nos rodean y que sienten una profunda desesperación. Les traería salud, una salud abundante, y traería fuerza a miles de personas que en la actualidad están enfermos y sufren. Traería paz y alegría a los miles que ahora son infelices y se sienten molestos.

Y a los miles de entre nosotros que están continuamente viviendo esclavizados por el miedo. El espíritu que debería ser fuerte y poderoso se ha convertido en débil e impotente. Tienen las energías paralizadas, sus esfuerzos están paralizados. «El miedo está en todas partes, miedo a la pobreza, al hambre, a la opinión pública, a la opinión privada, miedo a poder perder lo que poseemos hoy, miedo a la enfermedad, miedo a la muerte. En millones de personas el miedo se ha convertido en un hábito fijo. La idea están en todas partes. El pensamiento nos llega de todas partes. Vivir en un miedo continuo, estar encogido de miedo, sentir un miedo continuo a cualquier cosa, ya sea a la pérdida del amor, dinero, posición o situación, es coger el camino más rápido para perder aquello que tememos perder. »

Si no tememos nada ganamos, pero en caso contrario se puede perder todo. «Sé que esto es cierto —dice uno— pero yo soy dado al miedo; es natural en mí y no puedo evitarlo. » ¡No puedo evitarlo! Al decir esto demuestra una gran razón de por qué tiene miedo, ya que demuestra que aún ni siquiera se conoces a sí mismo. Debe conocerse a sí mismo para conocer sus fuerzas y hasta que no las conozca no podrá utilizarlas sabiamente y por completo. No diga que no puede evitarlo. Si piensa que no puede, lo más probable es que no pueda. Si piensa que puede, y actúa de acuerdo con este pensamiento, entonces no sólo será probable que pueda, sino que si actúa en completa consonancia con él, que puede y que lo hará será completamente cierto. Fue Virgilio quien al describir el equipo que pensaba ganaría la carrera, dijo de ellos: «Pueden porque piensan que pueden. » En otras palabras, la propia actitud de sus mentes les daría la fuerza y resistencia que les permitiría ganar.

Entonces, acepte la idea de que usted PUEDE. Acéptela, si es necesario, aunque sólo sea como una semilla de pensamiento; plántela en su consciencia, cuídela, cultívela y poco a poco irá creciendo y obteniendo fuerza de todas partes. Concentrará y convertirá en positiva y activa la fuerza espiritual que hay dentro de sí y que ahora está dispersa y le es de poco provecho.

Cogerá fuerza para sí misma desde fuera. Conseguirá su ayuda, la influencia de otras mentes con su misma naturaleza, mentes que son valientes, sin miedo, fuertes y con coraje. De esta forma atraerá hacia sí y se conectará con este orden de pensamiento. Si es fervoroso y leal, pronto llegará el momento en el que se deshará de las garras del miedo, y en vez de ser la personificación de la debilidad y una criatura de las circunstancias, comprobará que es un baluarte de fuerza y el dueño de las circunstancias.

EJERCICIOS
Verdadero o falso

1) Los higienistas tienen tanto el conocimiento como los medios para educar a las masas y conseguir que realicen cambios fomentadores de la salud.

2) La televisión, radio, periódicos y otros materiales impresos han difundido entre las masas

la enseñanza de creencias y supersticiones falsas.

3) La mayoría de las personas comprenden lo que se requiere para conseguir un estado de salud óptimo y conservarlo.

4) Se deben utilizar casos de estudio para demostrar los éxitos y fracasos que se producen al adaptarse a los cambios sugeridos en el estilo de vida.

5) Todos los clientes tienen la fuerza de voluntad necesaria para incorporar el concepto filosófico de «yo puedo» en su estilo de vida y la inteligencia para utilizarlo.

6) La mayoría de las madres enseñan a sus hijos cómo conseguir un estado de salud óptimo.

7) Un gran porcentaje de nuevos clientes ya habrán recibido tratamientos de distintos médicos, pero han descubierto que los tratamientos no consiguieron devolverle la salud.

8) Un practicante competente será aún más competente si se arma con algunos conocimientos básicos sobre anatomía y fisiología humana.

9) La mayoría de la gente sabe qué cambios tienen que hacer para devolverles un mayor nivel de salud.

10)   Cuan mayor es un cliente más resistente se muestra ante los cambios.

11)   Los niños pequeños se adaptan con mucha facilidad a los cambios, a veces en una o dos semanas.

12)   Cuando no se consiguen los cambios deseados siempre es culpa del practicante.

13)   El practicante debería aprender a dejar pasar los fracasos y concentrarse en los futuros éxitos.

14)   El higienista exitoso siempre sentirá empatía y una sincera preocupación por el bienestar de los clientes.

15)   Una forma de vida correcta y una alimentación adecuada son esenciales para la salud.

16)   La clase de cambios necesarios en el estilo de vida se determinan por las necesidades estructurales y funcionales de cada cliente.

17)   Un estado de salud óptimo es normal; la enfermedad es anormal.

18)   El practicante habilidoso  siempre puede predecir con exactitud qué grado de salud es capaz de lograr un cliente determinado.

19)   El cambio en el estilo de vida debe formar parte de los hábitos de la rutina diaria.

20)   Un completo estado de salud significa el bienestar de cada célula individual y de todas las células en todos los órganos del cuerpo.

Rellenar los espacios en blanco

1) El practicante debería intentar…………….. al cliente de que el programa que propone es correcto.

2) El practicante debería intentar establecer metas razonables e.. , unas que en la mayoría de los casos se puedan lograr con facilidad y en un plazo comparativamente corto.

3) Las metas a corto plazo son algunas veces denominadas…………………..

4) Es aconsejable que los practicantes indiquen al cliente que de forma gradual y en plazo relativamente corto él podrá………. ……….. y de esta forma ahorrarse los gastos de hospital, facturas de médicos, dolor y miseria.

5) Es aconsejable avisar al cliente, con palabras simples, sobre las crisis de curación…………. de que sucedan para evitar ataques de pánico innecesarios.

6) Una de las mejores formas de animar al cliente es decirle que podrá………. la medicación y, con el tiempo, dejarla por completo.

7) El practicante habilidoso, más que una persona que simplemente trata síntomas, es una………

8) El cliente que aprende a vivir y comer correctamente según las necesidades del cuerpo pronto verá cómo aumentan su nivel de energía hasta un punto que quizá no había experimentado desde su…………. ………………

9) Conseguir un mayor nivel de………… es una meta compensadora para todos nosotros.

10)   El camino de la enfermedad es uno lleno de………………… y de…………………..

Respuestas cortas

1) Cita cuatro clases de cambios que el practicante debería fomentar en el cliente.

2) Nombra tres efectos nocivos que resultan del uso de fármacos.

3) ¿Cuáles son las dos ventajas principales del ayuno?

4) ¿Qué intereses comerciales son los que con más probabilidad fomentan el eslogan de «Pero, ¿de dónde sacas las proteínas?»

5) ¿Qué clase de respuestas podrías darle al cliente que quiere seguir tomando sus «pastillas mágicas»? Cita cinco argumentos posibles en contra de esta práctica.

Redacción

1) Escribe un corto comentario explicando la filosofía que subyace detrás del concepto «Yo puedo cambiar; puedo hacerlo». Explica cómo adoptando este concepto se puede acelerar el progreso.

RESPUESTAS A LOS EJERCICIOS
Verdadero o falso

1) Verdadero.

2) Verdadero.

3) Falso.

4) Verdadero.

5) Falso.

6) Falso.

7) Verdadero

8) Verdadero

9) Falso

10)   Verdadero

11)   Verdadero

12)   Falso

13)   Verdadero

14)   Verdadero

15)   Verdadero

16)   Verdadero

17)   Verdadero

18)   Falso

19)   Verdadero

20)   Verdadero

Rellenar los espacios en blanco

1) Convencer

2) Inmediatas

3) «Pasos de bebé»

4) «Seguir solo»

5) Antes

6) Reducir

7) Profesor

8) Temprana niñez

9) Salud

10)   Dolor/sufrimiento

Respuestas cortas

1)  

a) Deshacerse de las antiguas creencias y supersticiones.

b) Aprender a identificar los hábitos y prácticas destructivos que en la actualidad tiene el cliente.

c) Establecer la firme convicción de lo necesario que es para el cliente que haga ciertos cambios en su estilo de vida.

d) Sustituir los hábitos destructivos por hábitos fomentadores de la salud.

2)

a) Lesionan el sistema nervioso

b) Destruyen las células sanas.

c) Eliminan los síntomas, pero no la causa.

3)

a) Proporciona un descanso fisiológico.

b) Acelera la reconstrucción, curación y recuperación.

4)Las empresas cárnicas y de productos lácteos.

5)

a) Que las pastillas ayudan a tener más salud es una superstición destructora de la salud.

b) El veneno no puede destruir el veneno.

c) Que los médicos pueden curar.

d) Las sustancias tóxicas matan células.

e) Tomar pastillas se convierte en un hábito y el hábito de «una al día» supone tomar demasiadas.

Redacción

1) Aplicar principios nutricionales sólidos a la vida representa la filosofía de YO PUEDO. Es un sutil enfoque psicológico pensado para deshacerse de los antiguos conceptos e ideas erróneos que limitan el pensamiento y sustituirlos con el conocimiento de los principios higiénicos.

El concepto de YO PUEDO cree que una vez que los clientes tienen conocimiento y un mapa bien marcado del camino que deben seguir se convencerán de la exactitud de lo que están haciendo. La convicción desarrolla una firme creencia en las promesas: conseguir un estado de salud mucho mejor y que el cliente realmente PUEDE hacer lo que el practicante dice que pueden y hacerlo por sí mismo simplemente siguiendo las direcciones que le da el practicante; y que ellos pueden hacer esto por sí mismos sin tener que recurrir a médicos, hospitales o fármacos.

Los clientes que entienden que ellos, al tener conocimiento y convicción, pueden encontrar su propio camino y que pueden asumir la responsabilidad sienten un estímulo mental. La mente y el cuerpo forman una unidad y cuando un razonamiento serio sustituye las emociones, los milagros pueden acontecer y acontecen.