Lección 095 – Ejercicio en la enfermedad y la recuperación

UNIDAD 95: EL EJERCICIO DURANTE LA ENFERMEDAD Y EL PERIODO DE RECUPERACIÓN.

 

TEMA: Aunque el ejercicio es esencial para el bienestar de todo el mundo, durante los periodos de enfermedad y recuperación debemos ser sensatos con la clase y cantidad de ejercicio que hacemos, si es que realizamos alguno.

 

INSTRUCTORES: Doctora en Ciencias, Elizabeth D. McCarter y el Doctor en Filosofía y Letras, Robert W. McCarter.

 

Razonamiento

Objetivos de la unidad

Definiciones

Conceptos claves

Puntos principales

Índice

Introducción

Preguntas sobre la unidad

Textos suplementarios

Ejercicios

Respuestas a los ejercicios

 

 

RAZONAMIENTO

 

El ejercicio o la actividad, sobre todo cuando se hacen de forma voluntaria, son de máxima importancia tanto para la persona sana como para la enferma. Sin embargo, para asegurarnos de que obtenemos el máximo beneficio, debemos adecuarlos a la capacidad del individuo.

 

OBJETIVOS DE LA UNIDAD

 

Cuando haya finalizado esta unidad, el estudiante debería saber:

Por qué las personas enfermas pueden beneficiarse de un programa bien planeado de ejercicios.

Por qué tanto el ejercicio como la actividad son importantes durante el periodo de recuperación.

Algunas de las técnicas que un practicante puede utilizar para incorporar el ejercicio y la actividad en un programa cuyo objetivo sea generar bienestar en aquellas personas con un mal estado de salud.

Por qué se deben adaptar las clases de ejercicios y el tiempo que se les dedica a la edad y la capacidad para realizarlo que tenga el individuo.

Cómo determinar la capacidad y el potencial de cada cliente.

 

CONCEPTOS CLAVES

 

La actividad es una parte tan esencial del proceso vital como el comer o el dormir.

La actividad es esencial para recuperar la salud.

Incluso aquellos con un mal estado de salud necesitan cierta cantidad de actividad para activar la circulación en el organismo.

Tanto en la enfermedad como en la salud, es necesario que todas las partes del cuerpo tengan asegurado un suministro adecuado de sangre.

El ejercicio provoca una respiración más profunda, lo que aporta un mejor flujo de oxígeno a las células enervadas.

El ejercicio ayuda a que todos los órganos tengan más energía y vigor.

El ejercicio impedirá el deterioro de los músculos y demás partes del organismo.

La actividad adaptada a la capacidad de la persona prevendrá que comencemos a debilitarnos y que disminuyan nuestros poderes fisiológicos.

Durante el periodo de recuperación, un programa planeado de actividades  ayudará a fortalecer todo el sistema y a llevar a cabo los demás métodos que utilicemos.

 

PUNTOS PRINCIPALES

 

Los desechos tóxicos y la enfermedad que provocan debilitan el sistema y disminuyen el poder del organismo para realizar sus funciones, sobre todo la de la circulación.

Puesto que toda actividad celular depende de la energía nerviosa y del constante suministro de los nutrientes requeridos, el sistema circulatorio debe mantenerse operativo.

El cuerpo se sirve de arterias, venas, capilares, conductos linfáticos y múltiples conductos diminutos que deben mantenerse en buenas condiciones con un movimiento constante de los fluidos.

Los propios fluidos deben recibir un suministro completo de nutrientes vitales y esto sólo se consigue cuando pueden circular libremente.

El ejercicio o la actividad ayudan a que los fluidos circulen libremente.

El ejercicio o la actividad ayudan a alimentar el grandioso montaje funcional que es el organismo.

Existen algunas formas de fomentar la actividad orgánica, incluso cuando no hay motivación propia.

Con cuanto mayor vigor se ejercite cualquier parte del organismo, con más rapidez y abundancia obtendrá lo que necesita para mantener la vida orgánica.

Cuando las partes dañadas satisfacen, en abundancia y según sus necesidades, las necesidades de la existencia orgánica, estas partes tienden a rejuvenecer con más rapidez y certeza que si se le niegan por completo esos factores o, por otras razones, reciben un pobre suministro.

El cuerpo físico y la mente están entretejidos inextricablemente. En la película de la vida forman una pareja simbiótica. Para mejorar la salud, ambos deben ejercitarse de forma constructiva.

No obstante, en algunas enfermedades la actividad puede estar contraindicada.

 

ÍNDICE

 

INTRODUCCIÓN

LA ACTIVIDAD ES NECESARIA

Ejercicio y las arterias.

La actividad muscular provoca una respuesta adecuada.

Beneficios específicos del ejercicio

Necesidad de un equilibrio

Cuando la fuerza aumenta

Poco a poco es mejor

Ejercicio, un tónico natural.

 

PENSAMIENTO POSITIVO VERSUS PENSAMIENTO NEGATIVO

Las palabras no bastan

Salir de la fase autodestructiva: el cambio mental.

Cómo planear una actividad mental más positiva.

Cómo fomentar una actitud mental más positiva.

 

EJERCICIOS FÍSICOS ADECUADOS PARA EL ENCAMADO.

Ejercicios aeróbicos.

 

EL PAPEL QUE DESEMPEÑAN LOS SENTIMIENTOS.

CUATRO CASOS DE ESTUDIO

Irene

Sam

La Sra. M.

Mark

 

SITUACIONES EN LAS QUE UN PROGRAMA DE EJERCICIOS ESTÁ CONTRAINDICADO.

 

EJERCICIO DURANTE LA ENFERMEDAD Y EL PERIODO DE RECUPERACIÓN

Por Elizabeth y Robert W. McCarter

 

 

INTRODUCCIÓN

 

En el pasado, muchos practicantes ortodoxos negaban, e incluso rechazaban, los ejercicios cómo métodos correctos en el tratamiento de los enfermos e incluso como valiosas herramientas capaces de acelerar la recuperación de la salud. Sin embargo, en la actualidad, la muchas formas posibles de ejercicios están adquiriendo una cada vez mayor popularidad y aceptación profesional.

Antes, a los pacientes que salían de una operación se les mantenía confinados en sus camas y sólo se les permitía hacer movimientos limitados. Ahora, se les suele animar a que abandonen la cama y que anden por los pasillos o por la habitación. Cuando el médico encargado lo considera aconsejable, se suelen solicitar los servicios de los fisioterapeutas: por ejemplo, en aquellos casos en los que la parálisis impide el movimiento.

Tenemos entendido que las asociaciones para personas artríticas y con distrofia muscular les pagan ejercicios de hidroterapia. Grupos de pacientes, bajo el control de un terapeuta, realizan ciertos movimientos sumergidos en una piscina. Estas personas dicen sentirse mucho mejor con estas sesiones programas de ejercicios. Los hidroterapeutas utilizaron mucho esta técnica el siglo pasado, siendo la mayoría de ellos practicantes de Higiene Natural. La ortodoxia moderna se mostró reacia a adoptar esta técnica, pero ahora la utiliza dentro de unos límites.

En la actualidad, y a pesar de todo esto, la mayoría de los enfermos y de los ancianos, sobre todos aquellos confinados en residencias, languidecen en las camas. Ni los individuos en particular ni los practicantes han aprendido aún a apreciar por completo lo importantes que son los ejercicios y la actividad durante la enfermedad y el periodo de recuperación de aquellas personas que ya no sufren un trastorno grave, pero que aún no se han recuperado del todo.

Los higienistas hace tiempo que han admitido que el ejercicio es esencial tanto durante la enfermedad como durante el periodo de recuperación. De hecho, el Doctor en Medicina, George S. Weger, pensaba que un ejercicio positivo sólo estaba contraindicado «en profundos estados de debilidad o en casos de fiebres inflamatorias o depresiones cardiacas. » El Dr. Weger hacia que sus pacientes encamados realizaran ejercicios de estiramiento entre diez y treinta minutos, según la vitalidad y fuerza muscular de la persona.

Los higienistas afirman que el descanso y el ejercicio son dos requisitos gemelos necesarios para una vida sana: el uno depende del otro y ambos son iguales de importantes. Con frecuencia,  durante la enfermedad suelen ser más importantes que los alimentos. Este último concepto es justo el opuesto a la idea que prevalece en la actualidad de que la debilidad necesita alimentación y que tanto la calidad como cantidad de alimentos debe aumentarse. Como resultado, se alimenta más y más a menudo a los pacientes, al tiempo que se descuida la actividad.

Aunque parezca extraño, la ortodoxia parece que no aprende del hecho de que, normalmente, aquellos pacientes que comen más se recuperan más lentamente (si es que se recuperan algo) que aquellos que se alimentan con sobriedad o que ayunan; dando por hecho, por supuesto, circunstancias y estados similares.

La ortodoxia no reconoce que el hecho de que se ingiera cierta cantidad de alimentos no significa necesariamente que el organismo asimile y utilice la misma cantidad para llevar a cabo sus actividades de reparación y curación. Aunque el enfermo quizá pueda digerir cierta cantidad de comida, que su sistema la asimile e incluso la transporte por sus miles de canales, esto no nos garantiza que las células la asimilen y le den un uso constructivo.

 

LA ACTIVIDAD ES NECESARIA

 

Para que los alimentos beneficien al enfermo, deben prevalecer las condiciones que activan los poderes asimilativos, es decir, debe haber una actividad proporcional a los nutrientes ingeridos. De otra forma, los alimentos aumentarán la toxemia y, en consecuencia, la intensidad de la enfermedad. Esto ocurre porque crea un estado de enervación más acentuado, lo que debilita la capacidad funcional celular. Cualquier manera en la que se gaste la fuerza vital de esta forma es antivital.

El ejercicio, bien programado y realizado con sensatez, sirve para dirigir los nutrientes a aquellas áreas donde más se necesitan. Cuando alguna parte, zona, músculo o grupo de músculos piden nutrientes, tendrán la respuesta adecuada y se satisfará la demanda. Se facilitará la curación y reparación.

Sin embargo, cuando esta demanda no se exterioriza, las células no reciben los nutrientes que requieren para realizar el esfuerzo mayor necesario para la curación y reparación, o ni siquiera para mantenerse, y lo único que pueden hacer son unos débiles intentos para lograr estos objetivos. De esta forma, el periodo de recuperación no sólo puede prolongarse, sino que puede llegar a no completarse, lo que deja al paciente vulnerable ante las recaídas, si se viera sometido a unas exigencias mayores de lo que está acostumbrado.

El Dr. Shelton declaró que «muchos enfermos no recuperan la salud, incluso aunque el resto de los factores sean favorables, simplemente porque no se les puede persuadir para que hagan “un ejercicio suficiente o adecuado”. » (Véase Ejercicios, página) 

El Dr. Shelton sigue diciendo que aunque se utilizan muchos otros métodos para que las distintas partes del organismo aumenten la capacidad de asimilar los nutrientes, ninguno de ellos es tan efectivo y carente de efectos perjudiciales como la actividad muscular. «Ninguno es tan rápido, tan específico ni ahorra tanta vitalidad. »

Además, afirma que «los agentes y métodos artificiales utilizados con este propósito provocan otras acciones, generan cambios irrelevantes y un gasto innecesario de la energía vital. Estos métodos implican un gasto perjudicial y no compensado de los poderes del paciente. »

Por el contrario, el ejercicio representa un gasto compensado de la vitalidad, ya que las importantes herramientas requeridas para la curación y reparación se llevan justo a las zonas donde se necesitan con más urgencia y esto se produce a cambio de una pérdida mínima.

Sin este reparto adecuado y regular de suministros, la función celular permanecerá débil e incluso defectuosa, se prolongará el proceso de recuperación y, como se ha comentado antes, quizá no se lleve a cabo de una forma estable.

Cuando en lugar del ejercicio se utiliza una estimulación artificial no es necesario tener mucha imaginación para saber si el efecto que tendrá sobre el cuerpo será enervador o fomentará la salud. Por ejemplo, maltratar los órganos y demás partes del cuerpo con fármacos tiene el mismo sentido que esperar que las plantas crezcan sin proporcionarles un suelo adecuado.

Sin embargo, cuando el individuo está enfermo y tiene las capacidades funcionales reducidas pero estas se estimulan con métodos que NO provocan enervación, entonces, se puede esperar un mejor funcionamiento. Conforme el funcionamiento mejora en ciertas partes debilitadas, los efectos se sienten en todo el organismo, incluyendo la mente, y estos efectos son buenos.

Los ejercicios y la actividad son una clase de estimulantes, pero son estimulantes adecuados. La ley de Efectos Duales, en un aspecto positivo, sigue en vigor: el ejercicio requiere energía, cierto, pero estimula esa clase de actividad que conduce hacia la recuperación de la salud. El uso de medicamentos y de otra clase de métodos enervadores no tienen ningún efecto compensador para el individuo, sino que, al contrario, o bien introducen ciertas toxinas que aumentan las ya existentes en un organismo debilitado o bien provocan que estas se creen.

 

Ejercicio y las arterias

 

Los vasos arteriales —grandes, pequeños y microscópicos— son muy numerosos y funcionales. Como es bien sabido, ellos transportan los suministros necesarios a y desde las células, estén donde estén, y después, recogen y eliminan los desechos metabólicos a través de los cercanos, y estratégicamente situados, vasos venosos.

No tan bien conocido es el hecho de que en el organismo humano hay dos zonas donde estos vasos son especialmente numerosos y funcionales: en el cerebro y dentro y alrededor de los órganos donde se producen muchas acciones vitales, en aquellas partes donde constantemente se está llevando a cabo una acción vital importante, donde se producen los cambios importantes para la recuperación, por ejemplo, en el hígado.

Durante la enfermedad, muchos de estos vasos arteriales o bien están constreñidos por depósitos calcáreos o por malformaciones de una u otra clase, como retorcimientos o abultamientos en algunos puntos. Es importante comentar el hecho de que estas mismas arterias son capaces tanto de agrandarse, si son demasiado pequeñas, como de encogerse, si son excesivamente grandes.

Si los músculos de un brazo que se han atrofiado durante una enfermedad se ejercitan de una forma regular y vigorosa, las arterias comenzarán, poco a poco, a expandirse y el músculo pronto estará más desarrollado. Esto es un hecho natural. El ejercicio crea la necesidad de nutrientes. Esta clara señal de necesidad es enviada a los centros nerviosos, que interpretan correctamente la señal recibida, se deciden por la respuesta adecuada y emiten ciertas directivas a los distintos órganos y sistemas relacionados con el suministro. La respuesta nutritiva necesaria se produce a una increíble velocidad.

Las células enfermas y dañadas reciben: glucosa para utilizarla como energía y para mantener la temperatura corporal; los ácidos grasos y aminoácidos necesarios para reconstruir y reparar; vitaminas; axones; enzimas; hormonas y minerales —todo lo que necesitan tanto para mantener las funciones orgánicas como para mejorarlas y, quizá, lo más importante, para revitalizar la energía nerviosa, tan necesaria para una completa recuperación—. Todo se recibe dependiendo de la demanda.

Las compañeras gemelas de las arterias son las venas, que son incluso más numerosas y están más entrelazadas que las divisiones arteriales. A causa de los hábitos incorrectos de vida y alimentación, las venas se atoran y deforman. En este estado, la red venosa no puede eliminar bien los desechos tóxicos, por lo que la toxemia sigue aumentando y se acelera el deterioro del organismo. El ejercicio puede intervenir y acelerar la eliminación de las toxinas destructoras de la salud. Cuando la sangre se va haciendo menos pegajosa y viscosa y las venas se ensanchan y dejan de estar deformadas, los canales se abren y comienza a mejorar el transporte de los desechos, como ocurre en un estado de salud normal.

 

La actividad muscular provoca una respuesta adecuada

 

El cuerpo humano está construido y diseñado de tal forma que la actividad muscular en cualquier parte provocará inmediatamente una respuesta, haciendo que el sistema nervioso autónomo dirija la energía y los suministros apropiados —para que se utilicen con un objetivo funcional constructivo— a aquellos órganos, tejidos y células que se están moviendo. La sangre y la energía nerviosa se dirigen a aquellas zonas donde existe una demanda.

En otras palabras, si se exhorta al enfermo a que mueva los dedos de la mano derecha, las células que forman esos músculos, así como otras partes de esa zona, recibirán una respuesta apropiada: serán alimentadas y las toxinas se recolectarán y eliminarán. Estas partes alimentadas y limpiadas adecuadamente aumentarán en esencia y en salud.

Algo ilustrativo de esta gran sabiduría orgánica es el hecho admitido por los científicos de que las capacidades físicas de un individuo maduro pueden ser mucho menores si cuando era niño  le limitaron las actividades vigorosas de juego —y casi en una proporción exacta—. Con el resto de las cosas pasa más o menos lo mismo. Los adultos enfermos y debilitados deben optar por hacer ejercicio si quieren disfrutar de los beneficios que otorga la salud. La vida sedentaria que llevaban con anterioridad ha contribuido sin duda alguna a que se encuentren en su estado actual de salud y fuerza disminuida.

 

C. Beneficios específicos que otorga el ejercicio

 

Cuando los humanos envejecemos, perdemos vitalidad y enfermamos, el ejercicio es muy necesario, a pesar de que esta idea pueda parecer contraria a la opinión popular. El ejercicio es esencial para que el corazón y los pulmones se mantengan en buenas condiciones, para reponer la sangre y otros fluidos y mantener activos sus movimientos. El ejercicio es necesario para mejorar la digestión y fomentar la eliminación de las toxinas que han llevado al paciente a su desgraciado estado actual, para crear demanda y que los nutrientes se dirijan a aquellas zonas específicas que más los necesitan.

 

D. La necesidad de un equilibrio

 

Las probabilidades de recuperarse aumentan cuando se mantiene un equilibrio adecuado entre: 1) alimentación: con una dieta que se adapte bien al presente estado deteriorado del paciente, si es que es necesaria alimentación alguna; 2) una clase y cantidad tal de descanso, en el que se incluye el descanso fisiológico, que aumente el flujo de energía nerviosa con el objetivo de reparar y curar; y, por último, 3) ejercicio y actividad adaptados a la capacidad actual que el paciente pueda aceptar y a necesidades específicas como, por ejemplo, una rodilla o codo lesionados o cualquier otra parte dañada o debilitada.

Si se ingiere una dieta de alimentos bien escogidos, fácilmente digeribles, con una combinación adecuada de alimentos simples o de un solo alimento; si cuando el cuerpo da señales de que necesita dormir se le permite descansar y si ciertas partes específicas del organismo se ejercitan con regularidad y según la capacidad de aceptación, entonces el paciente puede tener esperanzas de conseguir una recuperación total, siempre y cuando tenga la suficiente vitalidad como para iniciar el proceso de recuperación y, después, mantenerlo durante el tiempo suficiente para lograr el objetivo.

Si al paciente no le queda suficiente poder vital y está muy debilitado, a punto de agotar su fuerza vital, el proceso de recuperación puede iniciarse pero, quizá, no se mantenga el tiempo suficiente para conseguir los resultados deseados. Está claro que en este caso el ejercicio debería estar contraindicado, puesto que sólo serviría para agotar aún más los recursos sistémicos. Mucho más de acorde con la realidad orgánica sería posponer la actividad hasta el momento en el que la mejora de la vitalidad dé una señal diferente y más positiva. En este caso, una necesidad más inmediata puede ser el descanso fisiológico.

 

E. Cuando aumenta la fuerza

 

Cuando los clientes estén más fuertes, los ejercicios deberían ser más vigorosos y complejos —abarcando más músculos, en una zona mayor, y haciéndose más intensos— y realizar la actividad durante un periodo más prolongado.

Poco a poco, deben incorporarse en el programa diario distinta clase de ejercicios, que deben realizarse tanto por la mañana como por la tarde.

 

F. Poco a poco es mejor

 

No obstante, el ejercicio no debe forzar demasiado el desarrollo, ni demasiado rápido. El objetivo no debería ser endurecer los músculos y crear una enorme masa muscular, sino mantenerlos en buena forma, resistentes y flexibles. Cualquier exceso, incluso el de masa muscular, es contrario a la salud. Un uso moderado e inteligente del ejercicio será mucho más eficaz para lograr los beneficios deseados sobre la salud, mientras que un exceso de ejercicios sólo puede servir para gastar la fuerza vital, sin ningún objetivo útil.

Durante la enfermedad, la moderación es extremadamente importante, sobre todo cuando el paciente está muy debilitado. Veremos cómo, cuando aumenta el flujo de energía y mejora la capacidad de los pacientes muy debilitados, se pueden realizar los ejercicios en series de movimientos gradualmente más complejas.

No obstante, debemos recordar la recomendación del Dr. J. H. Tilden, de que el sistema muscular y el hígado están aliados; que el ejercicio, aunque sea limitado, utiliza energía (azúcar) y que esta la proporciona el hígado. El Dr. Tilden advierte, y sigue siendo cierto, que si el sistema muscular no se activa de forma inteligente —incluso durante la enfermedad— el hígado se congestionaría con glucosa, o los riñones excretarían la glucosa en la circulación, lo que supondría tanto un gasto inútil de material nutritivo como de fuerza vital, una pérdida que mal puede permitirse el paciente si en compensación no recibe oro nutritivo.

Las recomendaciones de los doctores Robert Walker, Sylvester Graham, Rusell Thacker Trall, Shelton y otros nos recuerdan a todos que en el cuidado del enfermo y del incapacitado siempre debemos tener en cuenta las necesidades y capacidades del paciente. Al igual que la alimentación, el ejercicio debe condicionarse a estos tres factores: 1) la constitución; 2) el estado actual del paciente; 3) la capacidad para actuar o funcionar. Otra cosa sería contraría al mejor interés del paciente y retardaría su progreso, incluso puede que lo interrumpiera.

También deberíamos recordar que el agotamiento nervioso precede a la enfermedad, no la sigue. Por tanto, la primera condición para recuperarse es descansar. Sólo cuando el cuerpo esté bien descansado debe comenzarse la actividad. De otra forma, se produciría un agotamiento y sería poco probable que se produjera una completa recuperación. Cuando alguien intenta hacer algo demasiado rápido es inevitable que experimente un impacto negativo sobre el sistema nervioso. Por tanto, cuando trabajemos con una persona que padezca cualquier grado de disminución de la salud y sobre todo cuando trabajemos con pacientes muy debilitados, debemos evitar cualquier tentación de imponerles una gran actividad o forzarles a hacer ejercicios demasiado complejos o prolongarlos durante demasiado tiempo. En estos casos, lo mejor es ir poco a poco.

El Dr. Graham expone nuestra tesis de la siguiente forma: « Cierta cantidad de ejercicio o de trabajo es […] tan esencial para conseguir un bienestar óptimo como lo son los alimentos o el aire. Con una dieta rígidamente parca es posible vivir —excepto que se padezca una enfermedad o que estemos en lo que se llama la tercera edad— realizando muy poco ejercicio activo. Sin embargo, con esa clase de vida nunca se conocerá lo que es el vigor de cuerpo y mente, la perfección de la salud, la vivacidad y confianza de espíritu, la serenidad habitual, la alegría y disfrute de que es capaz la naturaleza. No obstante, hemos comprobado que cada acción vital viene acompañada de un gasto de poder vital y de la substancia organizada, y que cada función vital necesariamente roba algo del fondo de vida fundamental y no sustituible. De aquí que el ejercicio o trabajo voluntarios sean una bendición en la medida que son necesarios para mantener un estado óptimo de salud y un perfecto funcionamiento del sistema humano; y más allá de eso, son de alguna forma una maldición, ya que en proporción al exceso, la vida siempre se acorta y el cuerpo se predispone para la enfermedad. » [de la obra Lectures, pág. 641]

 

H. Ejercicio: un tónico natural

 

Los terapeutas modernos emplean tónicos de una u otra clase para estimular el cuerpo. No se dan cuenta de que toda esta estimulación se logra bombardeando los recursos vitales del organismo y, en especial, su fuerza vital. El resultado final de tal locura es, por supuesto, el desgaste inevitable del organismo, a pesar de que se pueda experimentar una sensación temporal de bienestar. Esto sólo es el pico de una curva sinusoide: ¡seguro que al final nos encontraremos con un profundo valle!

El ejercicio, por el contrario, es un tónico natural, uno que, por desgracia, se suele pasar por alto. Se pueden conseguir los mismos efectos beneficiosos y también más saludables con el uso de un ejercicio adecuado y del aire puro. No hay otra forma para lograr un resurgimiento de la salud que esté en más consonancia con la realidad orgánica. Los demás agentes y métodos utilizados para intentar recuperar la salud agravarán, a largo plazo, la condición y acortarán la vida media.

 

PENSAMIENTO POSITIVO VERSUS PENSAMIENTO NEGATIVO

 

Hasta aquí nos hemos centrado en la actividad física, en el movimiento de los músculos. Sin embargo, hay otra forma de actividad que, quizá, sea igualmente importante, si no lo es más. Nos referimos a la actividad mental. Esta puede tanto fomentar la salud como destruirla.

A menudo, las personas enfermas suelen estar deprimidas. Adoptan una actitud negativa ante la vida y el hecho de vivir. Tienden a encontrar fallos en casi todos los aspectos de su vida. Esta huella negativa tiene un profundo efecto sobre el bienestar. Como han declarado el Dr. Tilden, el Dr. Weger y otros, el descontento y una falta de equilibrio general pueden contribuir a intoxicar todo el organismo. Esta falta de equilibrio es el resultado directo de estar años acumulando toxinas a causa de un estilo de vida incorrecto. Puesto que toda esta negatividad genera aún más toxinas, se comienza un ciclo vicioso que corroe la salud.

Algunas veces, los métodos utilizados por el cliente para aliviar sus ansiedades internas dependen de las personas que lo rodean. Estas, a su vez, reaccionan de forma negativa, lo que deteriora aún más la salud emocional del paciente. En este caso, el cliente se encierra en sí mismo y concentra todos sus esfuerzos de tal forma que comienza a pensar en toda clase de complejos sintomáticos y a magnificarlos.

Hace algunos años, trabajamos con una cliente que era una maestra de la introspección y de descubrir cualquier clase de acontecimiento supuestamente negativos. Por supuesto, todo como resultado de su dieta y estilo de vida incorrectos. De hecho, esta costumbre se acentuó tanto que comenzó a llevar un diario en el que cada día y cada hora apuntaba las distintas variaciones de su afección, incluso un acontecimiento insignificante como el hormigueo en la punta de un dedo o un picor pasajero detrás de una oreja, identificando exactamente qué oreja y en qué zona de esta se producía. Al comienzo, llenaba página tras página con esta clase de información detallada. Rechazada en el exterior por su grupo de iguales, se encerró en sí misma para sentirse importante.

No obstante, esta clase de actitud puede llegar a ser mortal. En este caso, tuvimos que dirigir la atención de la mujer hacia cosas más positivas para fomentar respuestas más positivas. Siempre es importante que ante todo subamos la autoestima del cliente, primero haciendo que ocurran cosas positivas concernientes a su estado de salud en general y, segundo, enseñándoles el concepto de que ellos tienen el control, que pueden conseguir el estado de salud que deseen y que ambas cosas se pueden lograr aprendiendo cuáles son los requisitos de la existencia orgánica, cómo impartirlos al organismo y cómo vivir en consonancia con ellos y, después, ¡poniéndolos en práctica! Esta es la mejor forma de actividad mental.

 

Elsworth F. DuTeau, en un artículo publicado en New Age titulado «Pensamiento positivo» demuestra con la siguiente declaración lo importante que puede ser aceptar la responsabilidad personal: «Están aquellos que durante los años que ganan dinero disfrutan de una buena vida. Después, cuando esos años se acaban, descubren que sus ahorros y seguridad se van acabando poco a poco debido a la inflación y al infortunio. Incluso tienen que vender sus casas para conseguir dinero y poder mantenerse y satisfacer sus necesidades. La autocompasión, amargura, pasividad y resignación sólo consigue hundirlos aún más. Es entonces cuando más que nunca necesitan actuar y pensar de forma positiva. Deben saber qué salvar, dónde ir y qué hacer para reconstruir sus vidas. Simplemente no pueden pararse. Deben perseverar con una forma de actuar y de pensar positiva. Deberían recordar que el único fracaso es rendirse, que no existe más derrota que la interior. »

Si nosotros, como practicantes, podemos enseñar a nuestros clientes este concepto de pensamiento positivo MÁS acción —el hacer—: el esfuerzo activo para construir la salud llevado a cabo por uno mismo, los resultados serán mucho más saludables de lo que podríamos esperar.

En esta relación, los pequeños triunfos son muy importantes. Cualquier pequeña mejora que, de forma inteligente, se traspase al cliente se incorporará a su pensamiento y le ayudará a que comience a adoptar una actitud más positiva. Una serie de esta clase de pequeños triunfos dará lugar —al sacar los procesos mentales de su anterior situación de depresión y fracaso y dirigirlos por unos canales más constructivos— a un resurgimiento de la fuerza vital que, como si fuese un ordenador, el centro nervioso del propio individuo podrá dirigir a aquellas zonas donde se necesita con urgencia.

Las células responden con una energía revitalizada cuando tienen la energía nerviosa necesaria y, al haberse reforzado el transporte, les llegan los nutrientes; entonces, los procesos de curación y reparación se aceleran y el estado de salud mejora rápidamente.

Mientras no se adopte una actitud mental adecuada, los pensamientos no se dirijan por canales positivos y la mente no tenga esperanzas de un futuro bienestar; mientras que la perspectiva positiva de la alegría y felicidad incontenibles no dejen su huella en el subconsciente, el enfermo seguirá como hasta ahora, incluso puede que su salud mejore algo, pero nunca conseguirá ese raro estado de perfecta salud que describió Graham y que antes hemos citado.

La mente puede ser activa tanto de una forma negativa, lo que produce resultados negativos (sobre todo en lo concerniente a la salud) como puede ser activa en una forma positiva, no sólo anticipando resultados favorables, sino produciéndolos realmente.

Por tanto, el feliz deber del practicante es planear un programa que consiga este cambio necesario: un pensamiento más positivo por parte del enfermo y  una especie de metamorfosis mental entre aquellos que, por una u otra razón, hasta el momento sólo han conseguido una recuperación limitada y ahora no sólo necesitan instrucciones sobre qué y cómo hacerlo y sobre cómo comportarse, sino que, además, necesitan la esencia de un estado de salud óptimo, la inspiración: un renacer interno de triunfo ya conseguido o que se puede conseguir fácilmente. Este es un principio fundamental del desarrollo de la vida, cuya importancia no puede pasarse por alto.

Por desgracia, al cuidar a los enfermos, los ortodoxos intentan en vano separar el cuerpo de la mente. Esto es imposible, ya que por la propia naturaleza de la creación ellos son uno, una única entidad, una simbiosis que puede afectar a ambos favorable o desfavorablemente.

Tanto el cuerpo como el cerebro están sometidos a las mismas leyes de la existencia orgánica. La obediencia a estas leyes universales, ya sean perfectas o poco menos que perfectas, gobierna los poderes vitales del organismo y las manifestaciones de esta fuerza vital.

Este es un principio innegable y que debería predominar en el pensamiento higiénico. La ortodoxia se equivoca al no alentar activamente el pensamiento positivo de la persona enferma. Entre en una sala de hospital y compruebe lo que se transpira allí: sonidos de timbres, toda clase de molestos y confusos ruidos. En ninguna parte se enseña esta necesidad primaria del alma humana. Sin embargo, una actitud constructiva y el que la mente acepte activamente lo POSIBLE, es decir, el hecho de que se puede conseguir un estado de salud óptimo obedeciendo la ley orgánica, es de extrema importancia durante el periodo de recuperación, quizá, tan importante como la voluntad de vivir.

Hoy, una mujer nos ha contado cómo, durante tres meses antes de su revisión médica anual, la invadió el terror, sobre todo cuando se vio incapaz de realizar sus obligaciones y deberes acostumbrados. En lugar de anticipar una vida sana en TODOS los aspectos, ella sabía que en este ritual anual más pronto o más tarde le dirían que había cogido una enfermedad horrible. Este terror interno hizo que sintiera náuseas, que estuviera irritable y le doliera la cabeza y, según sus propias palabras, estuviera «completamente hundida». El miedo no sólo invadió su mente y la controló, sino que también rodeó con sus tentáculos su cuerpo físico y alma.

Cuando debido a una forma incorrecta de vivir la mente se debilita y desequilibra, el cuerpo físico sufre las mismas, e igual de profundas, huellas. Si los pensamientos son negativos, todo el organismo sufrirá en la misma medida, sin importar lo bien que lo hagamos en otros aspectos. En vez de ignorar este poder del alma, como suele suceder entre los practicantes ortodoxos, nosotros, los higienistas, debemos informarnos mejor. Necesitamos estudiar y entender cada vez más el comportamiento humano y aprender la forma de hacer que aquellos que buscan nuestra ayuda tengan un conocimiento más profundo de los principios, de las sorprendentes posibilidades que le esperan y del hecho de que una vida de alegría, felicidad, triunfo, satisfacción personal y un estado de salud óptimo están ahí, esperándonos. No obstante, ¡hay que ganárselos! Está claro que la mente controla el ejercicio y la salud pero, de igual forma, la actividad y la salud influyen sobre la mente. Tienen una relación de simbiosis.

 

Las palabras no bastan

 

Aconsejar a cualquier persona, y en especial a una que esté enferma, que piense más positivamente puede que no logre el cambio deseado para pasar de la negatividad a un estilo de vida más esperanzador y regenerador. La mayoría de las personas enfermas suelen mirar hacia dentro, no hacia fuera: al hoy, a este momento más que al futuro, y de forma negativa. Muchas personas enfermas tienen una actitud catastrofista y desarrollan el síndrome de «¡pobre de mí!».

Es hora de que estas personas consigan salud. Se les debe enseñar que no son un caso sin esperanza e inútil, que la salud puede destruirse, seguro: ellos ya lo han demostrado; sin embargo, ¡también puede construirse! Para lograrlo, deben aceptar la realidad de los seres vivos, es decir, que todos sus problemas, sean los que sean y la intensidad y duración que tengan, tienen su origen en la toxemia que, a su vez, se produce debido a la enervación (debilitamiento) y que esta última es el resultado inevitable de desobedecer la ley orgánica, bien deliberadamente o por desconocimiento.

Debido a su estado enervado, las personas enfermas suelen tener personalidades infantiles y deben ser guiadas. Puesto que la mayoría son novatos en Higiene Natural, y no piensan como nosotros ni tienen nuestro conocimiento, es nuestro deber alimentar su mente. Deben aprender que todo comportamiento tiene sus consecuencias. En la película de la vida, un mal comportamiento se paga con enfermedad y sufrimiento. El buen comportamiento, como se demuestra por la adherencia a las leyes inmutables de nuestra existencia orgánica, acarrea sus propias y enormes recompensas: ¡la llave de la vida que abre las puertas de la vida a todos!

Las personas enfermas necesitan, además, aprender un nuevo concepto: que un estado óptimo de salud es una recompensa que se recoge a la larga y que no puede compararse al efímero alivio. Este último es algo transitorio que sólo oculta los errores, mientras que el contrato de construcción a largo plazo y planeado que firmamos con nosotros mismos consiste en una serie de pequeños triunfos, cada vez mayores y que se consiguen paso a paso, y que, al final, consiguen que alcancemos nuestra meta.

Podemos enseñarles a los enfermos y débiles que ahora, en este momento, tienen la oportunidad de hacer su elección: continuar su declive actual que no han conseguido parar con todos los medicamentos y tratamientos o volver a configurar sus vidas. Pueden darse cuenta de que, enfermos como están, aún tienen ciertas fuerzas y que estas pueden aumentar, que las elecciones positivas abren la mente y facilitan la construcción (curación y reparación); que pueden liberarse de esta enfermedad que los encadena con sólo activar la mente y de esta forma entrar en una nueva dimensión de vida más agradable, una en la que volverán a sentirse equilibrados y firmes.

Conforme este sentimiento se vaya acentuando, la sensación que experimentarán de paz interior será cada vez mayor. Una vez que se den cuenta de que tienen toda la vida por delante, de que el mundo se puede beneficiar de su presencia y de lo que ellos tienen, en ese momento, estarán bien.

El higienista informado sabe que una recuperación con éxito suele depender de que el cliente se conciencie de lo importante que es ponerse metas de salud a largo plazo; que los inconvenientes temporales y/o males deben ser abandonados o dejados a un lado para dejar sitio a unos objetivos a largo plazo más compensadores. A menudo, la persona que tiene esta clase de motivación dice: «¡puedo soportarlo!». Cuando la persona enferma puede hacer esto y rechaza el alivio a favor de un verdadero estado de salud, consigue aumentar su fuerza y restarle importancia a los síntomas actuales. Entonces, estos síntomas dejan de cegarle y comienza a ver que se está produciendo una curación.

Las personas que son capaces de hacer esta transición aprenden a hablarles a esas partes de sí mismos que tienen necesidades y lo hacen con un tono positivo. Desarrollan una gran percepción y apreciación de las capacidades de su propio organismo. Saben que tienen un poder para mirar dentro de sí mismos, de tal forma que el proceso de curación comienza a acelerarse.

Saber que podemos estudiar nuestro cuerpo con nuestra mente puede ser una poderosa fuerza vital. Puede ayudarnos a romper con los hábitos hace tiempo adquiridos y hacer un sitio, tanto en nuestra mente como en nuestro cuerpo físico, para nuevos y más saludables patrones de vida que harán que nuestro futuro viaje hacia la salud sea más corto, más fácil y, sobre todo, más compensador de lo que podemos imaginar.

 

Salir de la fase autodestructiva: el cambio mental

 

Para asegurar una completa recuperación, los clientes deben alejar sus pensamientos de esa fase autodestructiva que tenían en el pasado y que puede ser la que restringiera su progreso. Por ejemplo, las personas que durante toda su vida han pensado que los gérmenes y los virus son las causas principales de enfermedad tienen, en realidad, mentalidad infantil y egos exagerados. Un ego tan poderoso como para creer que ellos no pueden hacer nada mal. Estas personas se mostrarán reacias a admitir el hecho de que su estado de debilidad actual es el resultado directo de errores cometidos, errores que han cometido ellos mismos durante un largo periodo de tiempo y en cada aspecto de su vida.

A las personas egocéntricas les cuesta mucho admitir esto. Aquellos que puedan salir de esta fase autodestructiva conseguirán recuperar el bienestar; aquellos que no lo logren, no lo conseguirán.

Después, tenemos a aquellos individuos que viven en el pasado. Esta clase de personas debe hacer alguna gimnasia mental. En la actualidad, sus mentes están constreñidas por lamentaciones: «si sólo hubiese hecho esto y esto» o «si sólo hubiese hecho aquello» Incluso pueden decir «En cuanto haga esto, o lo otro, estaré bien» No obstante, nunca consiguen sacar sus mentes de este vicio mental de inactividad que impide cualquier progreso y pasar a adoptar una postura activa. No salen del voy a hacer los cambios y ajustes necesarios porque carecen de una mente activa, esperanzada, que les permita pasar a una actuación motivada, el hacer ahora lo que se requiere de ellos, si es que quieren conseguir sus objetivos, esa paz de cuerpo y mente que sólo puede experimentarse cuando se tiene un bienestar completo.

Para conseguir el espíritu inspirador necesario para escribir un guión de la vida mejor y más largo, el estudiante de Higiene Natural debe decidir activamente QUÉ quiere hacer. Primero, debe establecer el objetivo. La mente debe salir del pasado y comenzar a crear mentalmente toda una nueva vida. Esta clase de gimnasia mental, conocida como el cambio mental, requiere unos cambios graduales:

Tomar la DECISIÓN de que en el pasado nos faltaba algo y, en relación con el tema que comentamos, que la salud era menos que perfecta.

Un cambio de ACTITUD, pasando del egocentrismo a una postura menos dominante —la de un penitente, por supuesto, pero la de un penitente con esperanzas, uno que puede contribuir al cambio—.

Un cambio de PENSAMIENTO, y con esto nos referimos a desarrollar de tal forma la mente que el cliente comience a destapar escondrijos y ejercitar las capacidades cerebrales que, por lo que respecta a las necesidades fisiológicas y biológicas, se habían ignorado durante mucho tiempo.

Convencer al cliente de que ya no está encadenado por el síndrome de «pobre de mí» porque ahora es, y siempre ha sido, una persona que merece una vida mejor, y que de hecho puede conseguirla y, no sólo eso, sino que, además, puede conseguirla ¡por sí mismo! Este es el cambio final, COMPRENDER que la vida no es un ensayo general, sino el aquí y el ahora, una realidad actual. No existe nada mágico en el hecho de vivir una vida sana: simplemente se requiere saber qué hacer y después hacerlo. Comprender que uno ES, que muy dentro de nosotros existe un potencial oculto y que también, ahí, dentro de nosotros, está la persona que podemos ser, es quizá la actividad mental definitiva que puede provocar un verdadero renacer y un futuro desarrollo de esa salud actualmente dormida, pero que puede despertarse.

 

La mente que se ha activado y ha adoptado una actitud positiva puede crear, causar y controlar el bienestar del alma. En la comprensión radica la clave, la aceptación mental del hecho de que nuestro futuro es en realidad nuestro presente, de que lo que hagamos y logremos hoy dará fruto mañana. Si lo que hacemos ahora promueve un buen estado de salud, entonces, en el futuro, estaremos más sanos.

Esto es lo que los clientes necesitan para ir por el camino de la salud, salir de la fase autodestructiva. Antes de que podamos esperar algún progreso significativo, primero tienen que hacer este cambio mental. Deben dejar de jugar a ser víctimas, deben dejar bien sentado en su subconsciente su valía. Deben hacer que su mente meta la quinta velocidad, comenzar a pensar sobre sus problemas, calcular de forma realista lo que necesitan y deben hacer para cambiar su actual estado de mala salud por un bienestar óptimo y, después, comprender el hecho de que para lograr su objetivo, lo más razonable y científico es comenzar por satisfacer esas necesidades fisiológicas y biológicas que ya conocen. Y que, al igual que se les pedirá que comienzan continuos y vigorosos movimientos de músculos y huesos, se darán cuenta que también es necesario activar los procesos mentales. Deben desarrollar la voluntad de aprender cosas, ideas y conceptos nuevos.

Alguien ha dicho que la mayoría de las personas preferirían hacer cualquier otra cosa que no sea pensar. Para lograr cualquier meta que se haya establecido, el higienista principiante, el que sobre todas las cosas desea lograr un estado de salud óptimo porque sabe que todo lo demás que pueda disfrutar y experimentar de bueno en este mundo dependerá de sus propias acciones, aquel que desea sobre todo abandonar la fase autodestructiva representada por el pasado y pasar a una nueva y más prometedora dimensión de vida debe ahora activar la mente y aprender a pensar más abiertamente y en un plano más elevado.

 

Cómo planear una actividad mental más positiva

 

Probablemente, existan tantas formas de estimular la actividad mental positiva en los clientes como individuos existen. Rara será la vez en la que podamos introducirnos en el rebaño para conseguir clientes. Aquellas personas que buscan nuestra ayuda suelen dividirse en tres clases:

Aquellos que buscan nuestra ayuda porque están desesperados, al haber agotado todos los recursos tradicionales conocidos.

Aquellos que desean mantener los pies firmes dentro del rebaño, pero que tienen una ligera idea de que en la Higiene Natural hay algo valioso de lo que, quizá, puedan hacer buen uso en sus propias vidas. Sin embargo, en este momento, no saben con certeza qué puede ser o cómo puede aplicársele a ellos.

Aquellas personas que, quizá por casualidad, se encuentran con los principios y prácticas higiénicos, se convencen de su solidez, deciden aprender más y puede que aplicarlos a sus propias vidas.

 

El practicante se dará cuenta pronto de que tendrá un éxito limitado cuando intente activar las mentes de los del primer grupo. Estos pueden progresar hasta un punto determinado pero, a la primera crisis de salud, incluso aunque sea pequeña, tienden a buscar alivio para todo aquello que les aflija. De esta forma, vuelven al antiguo camino, aunque piensen que el practicante quiere lo mejor para ellos. La ortodoxia ha programado demasiado bien sus mentes como para permitirles dar el paso de gigante necesario para convertirse en un verdadero higienista.

Con los miembros del segundo grupo, los que se muestran reacios a renunciar por completo a formar parte de la masa, el practicante suele conseguir un buen grado de actividad mental. Habrá una aceptación de los principios y conceptos, pero una puesta en práctica limitada, por lo que los beneficios para la salud serán restringidos.

Los miembros de la tercera clase serán los triunfadores, los ejecutantes. Con mentes activas y abiertas, se enfrentarán a los conceptos, los analizarán, rechazarán algunos y aceptarán los mejores. Estos últimos los incorporarán a su plan personal de vida, a sus planes de futuro. En estas personas es donde el practicante higienista encontrará sus recompensas. Pronto aprenderá a clasificar los clientes y será capaz de conseguir una buena aproximación de lo que en los días venideros el cliente podrá lograr en nueva mental actividad. Entonces, es el momento de plantearse: ¿Cuáles son las mejores formas para conseguir resultados?

 

D. Cómo fomentar una actitud mental más positiva

 

Puesto que en este comentario limitado no tenemos tiempo para desarrollar ideas y mentes, simplemente citaremos algunas formas y métodos de activación mental que nosotros hemos utilizado y encontrado aplicables en muchos casos. Después, pueden sopesarse, evaluarse, rechazarse o ponerlos en práctica cuando se considere que pueden o no ser útiles para el cliente individual.

 

En cada consulta puede ser estimulante introducir con antelación una orientación programada sobre un tema, idea, problema, concepto, etc., que, según el practicante, se adapte mejor a un cliente en particular. Por ejemplo, con la mayoría de los clientes resulta muy motivador introducirles el concepto de que las enfermedades crónicas representan una larga y localizada evolución biológica. Otra idea provocadora (fuerza activa) es considerar que la enfermedad la causa uno mismo. Esto ofrece al practicante y al cliente la oportunidad de explorar las cuatro categorías en que se clasifican las causas de la enfermedad: los hábitos tóxicos; las causas emocionales; los excesos en el estilo de vida y en la alimentación y las deficiencias en el estilo de vida y alimentación y comprobar cómo se relacionan con un cliente.

Relacionar con un cliente en particular todos los temas, ideas, problemas, etc., que específicamente se discuten. De esta forma, el cliente comienza a plantearse cómo ha podido llegar a su lamentable estado actual. A menudo, comienza a resolver activamente los errores, un requisito previo para poder tomar decisiones correctas en el futuro.

Organizar siempre que sea posible discusiones en grupo. Aquí, los nuevos clientes pueden conocer directamente a estudiantes con más experiencia y, al hablar con ellos, aumentar la experiencia de aprendizaje.

Cintas grabadas. Pueden oírse tanto en las reuniones de grupo como en privado. El practicante puede tener una colección de cintas a disposición de los clientes o para ponerlas en las reuniones de grupo. También se puede animar a los clientes a que compren algunas cintas que el practicante considere que merecen la atención de ese cliente en particular. Las cintas pueden reforzar los conceptos que se han aprendido en otro lugar.

Lecturas. A los clientes se les debe dar textos impresos en forma de temas cortos que tengan un interés particular para el cliente. El practicante puede tener una biblioteca y cobrar una pequeña cuota o simplemente puede recomendar ciertos artículos y libros al cliente.

1)Seminarios que despierten el interés de los clientes.

2)Convenciones en las que el cliente tenga la oportunidad de familiarizarse con el interés general que existe por la Higiene Natural, con personas que sólo conoce por haber leído sobre ellas pero cuyas opiniones tiene en gran consideración, así como conocer y hablar con otros individuos que pueden estar en distintas fases de recuperación de un problema similar.

 

Los clientes que participen en cuantas más clases de actividades de las citadas arribas descubrirán cómo sus mentes se abren. También aumentará su aceptación de nuevas ideas y, a su debido tiempo, experimentarán en todo su organismo, en cada órgano y sistema y, muy importante, también en su mente, los efectos saludables que surgen de esta clase de impresión positiva.

Una mente anquilosada pronto se atrofiará y será poco más que tejido enfermo. Sin embargo, una mente activa, que constantemente se ve retada por nuevas ideas, pensamientos y conceptos se expande y está más sana. Aprender sobre la verdadera ciencia de la vida y de la curación (Higiene Natural) puede satisfacer esta necesidad básica del organismo.

 

IV. EJERCICIOS FÍSICOS ADECUADOS PARA LA PERSONA ENCAMADA.

 

La salud es imposible sin ejercicio. Esto es así para todas las personas pero, sobre todo, para las personas encamadas que, si no hacen ejercicio, se debilitarán aún más cada día.

Todos los sujetos encamados deberían hacer ejercicio diariamente y por sí mismos, siguiendo una secuencia de movimientos bien programados, como les instruirá un practicante experimentado o, si son incapaces de realizar movimientos voluntarios, un asistente deberá moverles los músculos y huesos según las necesidades y la capacidad que tenga el cliente.

La mejor forma de que estos pacientes encamados comiencen un programa de ejercicios es realizar ejercicios de estiramiento. Estos deben hacerse regular y metódicamente siguiendo una secuencia programada. De esta manera se consigue algo más que simplemente activar los músculos. El doctor en medicina, George M. Weger, en su obra The Genesis and Control of Disease [Génesis y control de la enfermedad] dice que el ejercicio ayuda al «desarrollo del autocontrol y de la autodisciplina, tan necesarios para aquellos que quieren conseguir el equilibrio y convertirse en dueños de sí mismos. » Como han afirmado J.H. Tilden y otros, un estado de salud óptimo es imposible si primero no se consigue el equilibrio.

Los ejercicios de estiramiento son fáciles de realizar. Se pueden hacer muchos o pocos, tendidos o sentados, en la cama o al lado de la cama. Se pueden utilizar los brazos, piernas, abdomen y cuello.

Cada sujeto debe ejercitarse de esta forma al menos dos veces al día, cada día, por la mañana y por la tarde. El tiempo que se dedique a los estiramientos dependerá de varios factores: el deseo que la persona tenga de participar, la edad, vitalidad, capacidad muscular y fuerza de voluntad. A menos que el cliente se encuentre en una situación de extrema debilidad, debería comenzar haciendo entre cinco y diez minutos de ejercicios de estiramiento muscular.

Weger recuerda a sus lectores que para obtener los máximos beneficios, la contracción muscular debe ser positiva y la mente debe concentrarse en cada movimiento.  Debe hacerse con ganas, de otra forma, el ejercicio no servirá para mucho. La duración de esta actividad voluntaria puede aumentarse, según lo indique el progreso del paciente, a sesiones de quince minutos, siendo el máximo treinta minutos.

Otros movimientos. Movimientos musculares progresivos que se pueden hacer siguiendo las siguientes recomendaciones:

flexionar los dedos de las manos (doblarlos por las articulaciones) simultáneamente, empezando con cinco flexiones y aumentando gradualmente hasta llegar a veinticinco.

Apretar los puños. Seguir el mismo método que con los dedos (comenzar con cinco veces e ir aumentando).

Hacer un círculo moviendo toda la mano. Ir aumentando las repeticiones hasta llegar a 25.

Hacer el círculo en dirección contraria a la anterior.

Con los brazos extendidos hacia delante, paralelos a la cama o al suelo, moverlos hacia la derecha y después hacia la izquierda manteniéndolos derechos.

Adoptar la misma posición, doblar las muñecas y mover las manos verticalmente hacia arriba y después hacia abajo, de forma que la punta de los dedos señale a la cama o al suelo.

Doblar los brazos por los codos hasta acercarlos al cuerpo. Impulsar los antebrazos hacia delante al tiempo que se abren los dedos de la mano. Repetir.

Repetir el impulso de antebrazos hacia fuera y hacia los lados. Entre 5 y 10 repeticiones.

Doblar los brazos y levantar los hombros. Impulsar los brazos hacia el techo abriendo los dedos de la mano. Entre 5 y 10 repeticiones.

Tenderse en la cama. Encoger los hombros hacia arriba varias veces.

Tendido en la cama, flexionar los dedos de los pies hacia dentro y después hacia fuera.

Tendido en la cama, doblar todo el pie hacia delante. Volver a la posición inicial y doblar el pie hacia atrás. Entre 5 y 10 repeticiones, o más.

Mantener la rodilla de la pierna derecha estirada, levantarla hasta adoptar una posición vertical. Entre 5 y 10 repeticiones.

Hacer lo mismo con la pierna izquierda.

Mover la pierna derecha paralela a la cama y hacia la derecha (tijera). Repetir con la pierna izquierda moviéndola hacia la izquierda. Aumente la distancia. Repeticiones entre 5 y 10.

Ejercicios de rotación simples: primero, con los brazos, en posición vertical; después con las piernas, tendidos en la cama. Asegúrese de mantener los codos y rodillas estirados. Entre 5 y 10 repeticiones. Después, pueden hacerse ejercicios de rotación de hombros.

Ejercicios con la cara: sonreír, bostezar, guiñar y mover la mandíbula de un lado a otro.

Los ejercicios de cuello deberían hacerse dos o tres veces al día: primero, vuelva la cabeza hacia la derecha y después hacia la izquierda; doble el cuello hacia abajo. Cuando la vitalidad y la fuerza aumenten se puede añadir resistencia a estos movimientos ejerciendo una presión igual y contraria poniendo las palmas de las manos sobre la cabeza. La cabeza también se puede mover primero hacia la derecha y después hacia la izquierda.

Ponga una manta o almohada debajo de la cabeza. En esta posición se pueden hacer varios ejercicios: mover la cabeza hacia un lado y otro; tensar y relajar los músculos del abdomen; dar masajes sobre los músculos del abdomen con los dedos o nudillos.

Boca abajo y con las rodillas flexionadas, mover el cuerpo hacia arriba y después hacia abajo.

En la misma posición, balancear el cuerpo hacia la derecha y después hacia la izquierda.

Si el cliente puede sentarse en el filo de la cama, debe intentar hacer la mayor cantidad posible de los siguientes ejercicios, tantos como le permita su vitalidad: levantamiento de piernas, rotación de piernas, doblar el dorso hacia delante, hacia atrás y de lado a lado. La columna debe girarse primero hacia la derecha y después hacia la izquierda. Si la habitación es lo suficientemente grande, mientras se hace este giro hacia la izquierda, los ojos deben enfocar tres puntos sucesivos, cada uno situado justo en frente del cliente: primero, sobre el suelo; después cerca de un punto situado justo en frente y al final sobre un punto en el techo. De esta forma, los ojos también harán ejercicio y se fortalecerán.

 

Estos mismos ejercicios también pueden ser beneficiosos para aquellas personas que no están encamadas, sino que pueden andar y moverse en posición vertical. En cada caso, al cliente se le debe dar un gráfico en el que se expliquen los diferentes ejercicios y el número de repeticiones que debe hacer.

También es útil hacer un gráfico personalizado para cliente. En el gráfico, el cliente puede anotar el día de la semana, el número del ejercicio realizado y las repeticiones que ha hecho de cada uno, así como el tiempo total empleado.

Otros ejercicios que pueden ser extremadamente buenos para acelerar la recuperación, siempre y cuando el cliente tenga un buen movimiento y suficiente vitalidad, son los de bailar. Lo único que tiene hacer el cliente es moverse al son de la música. Si su estado es más o menos débil, la música debe ser suave y lenta. En un baile lento se pueden deslizar los pies por el suelo, levantar las piernas doblando las rodillas, dar vueltas, giros, hacer inclinaciones y otros muchos movimientos. Los clientes ancianos que han llevado una vida sedentaria disfrutan con esta clase de sesiones, sobre todo cuando pueden hacerlo en grupo.

Cuando aumente la salud, el vigor y la resistencia, se puede aumentar el ritmo haciendo los movimientos más rápidos y más variados.

El baile consigue que el participante se sienta bien: proporciona una liberación emocional que siempre es beneficiosa.

 

Ejercicios aeróbicos

 

Normalmente, esta clase de ejercicios no está recomendada para las personas con un estado muy debilitado. Desvían mucha energía de los esfuerzos curativos y reparadores que son tan esenciales para la recuperación. Hemos podido comprobar cómo muchas personas enfermas se hacían más daño que bien al correr por las carreteras, incluso cuando hacía mucho calor. Los esfuerzos que hacen se utilizarían mejor y producirían mayores beneficios si se restringieran a la clase de ejercicios que hemos indicado en esta unidad, y nos referimos a ambos aspectos de la actividad: tanto la mental como la física.

Recuperarse de una enfermedad requiere mucha energía. Durante la enfermedad deberíamos conservar nuestra energía y dirigirla donde hará más bien, en vez de gastarla haciendo un ejercicio excesivo que no nos ofrece ninguna recompensa.

Durante el periodo de recuperación, los movimientos simples activarán los poderes circulatorios lo suficiente como para que puedan transportar las herramientas nutritivas a esas zonas que las necesitan. Cuando nuestro estado así lo indique, pasear puede ser el mejor ejercicio de todos. Conforme nuestro estado de salud vaya mejorando, podremos comenzar a dar pequeñas carreras. Alternar el paseo con las carreras, aumentando el tiempo del paseo, pueden ser adiciones beneficiosas a nuestro programa de ejercicios. Sólo la persona sana debe correr e incluso así, el tiempo y la distancia del ejercicio deberían ser tal que no provoque un cansancio indebido.

También puede ser muy bueno durante el periodo de recuperación nadar durante cortos periodos de tiempo; la temperatura del agua no debe exceder los 29º. Conforme nuestra salud, resistencia y fuerza vaya aumentando, el cliente puede optar por practicar algún deporte, como tenis, badminton, incluso el esquí y levantamiento de pesas, siempre teniendo cuidado de no gastar demasiada fuerza vital sin una recompensa nutritiva compensatoria.

 

V. EL PAPEL QUE DESEMPEÑAN LOS SENTIMIEMTOS

 

Algo importante para recuperarse de una enfermedad y que hay que tener en cuenta al programar una actividad física y mental para el cliente son los sentimientos. Rara vez las personas enfermas expresan sus sentimientos de una forma positiva. Normalmente, se manifiestan con actitudes negativas, tanto de palabra como de acción.

El cliente que se deja caer en una silla puede que esté demostrando que se siente apático, cansado o que, simplemente, no le interesa la actividad. También revela que su cuerpo está muy intoxicado.

Su expresión facial es tensa, o de preocupación. Sus palabras son ser tristes, no alegres. Suele tener la mirada apagada, carente del brillo que da el interés por la vida. Su actitud es la de alejarse del mundo real, de depresión extrema. Cuando estamos deprimidos, los órganos y sistemas se encuentran en un estado similar.

La primera vez que a estos clientes se les propone hacer ejercicio suelen desaparecer o expresan oralmente su reticencia a participar. Es aquí donde la actividad de grupo puede demostrar ser enormemente útil. Si podemos animar a nuestros clientes deprimidos y desanimados a que realizan unos cuantos ejercicios simples muy pronto se darán cuenta de que sus anteriores sentimientos de depresión son reemplazados: primero por la satisfacción del logro, aunque sea limitado, y, al pasar el tiempo y adquirir más habilidad y aumentar su resistencia y fuerza, suelen sentirse imbuidos con una sensación de felicidad y de alegría; sensaciones que, a su vez, ayudan mucho al resurgimiento de la salud.

Sustituir los sentimientos negativos por una serie de sistemas de creencias positivos provoca una reordenación del proceso mental, que se proyecta en el consciente y crea un clima en el que los problemas se perciben como solubles. Una vez que estas creencias positivas se instalan en el consciente, es sorprendente comprobar las respuestas físicas que comienzan a manifestarse. Por ejemplo, los problemas dérmicos que pueden haber estado preocupándonos durante años suelen desaparecer con increíble velocidad.

Cuando el sistema se ve inundado con sentimientos tales como celos, preocupación, ansiedad, rabia, etc., es imposible conseguir un estado de salud óptimo. Cuando el sistema se ve inundado con el sentimiento del miedo, este puede ser el desorden final que destruya la vida.

Cuando alguien está enfermo, cualquier sentimiento contenido tiende a distorsionar a esa persona. Pueden minar rápidamente la salud de la persona atormentada mentalmente. Vemos que, cuando están en la llamada crisis de los cuarenta, tanto hombres como mujeres se suelen sentir aterrorizados ante las perspectivas que les ofrece el futuro. Temen las horribles enfermedades que están seguros que van a tener. ¿Acaso no los rodean por todas partes? ¿Acaso los ancianos no son personas decrépitas y seniles, una carga para la sociedad? ¿Acaso los jóvenes no abandonan a los viejos y los dejan totalmente solos? ¿No es ESTA la única posibilidad que el futuro me reserva a MÍ?

¡Debemos cambiar todo eso! Esta clase de negatividad desaparecerá cuando se confronte al conocimiento. Debemos convencer a los clientes que esta clase de miedo infundado es una excusa, pura y simplemente, una excusa para no actuar inteligentemente y para no perseguir activamente la clase de vida que sabemos que conduce más hacia la salud que el estilo de vida que teníamos en el pasado. Debemos mostrar a nuestros clientes que cuando uno tienen una perspectiva de futuro llena de diversas enfermedades, entonces, el cuerpo no sólo tiene las toxinas que ha ya acumulado, sino que sigue acumulando más.

Sólo cuando nos sacamos el miedo del cuerpo puede sentirse el individuo libre para activar el cuerpo y la mente de tal forma que el progreso hacia una mejora de la salud física y mental se convierta en un hecho y no en sueño imposible.

Cuando los fluidos del organismo vuelven a circular por las arterias y las venas en un estado puro y limpio, entonces, la enfermedad es imposible. Las visiones atormentadoras desaparecen para nunca volver.

La curación comienza en el instante en el que desaparecen la tensión, depresión, miedo y otros sentimientos similares. En ese momento, comienzan a ocurrir cosas positivas.

Cuando las mentes de los clientes se activan para creer que el futuro está por completo en sus manos y que ellos pueden construir su propio destino, las señales de mejora comienzan a aparecer rápidamente.

Lo bueno siempre se alimenta de sí mismo y crea aún más cosas buenas. Está claro que los dolores de la vida se muestran en los sentimientos, pero estos dolores físicos pueden utilizarse para motivar. La actividad, tanto mental como física, puede ayudar al cliente a seguir adelante, a luchar por las recompensas que ofrece la salud, que seguro que vienen cuando los hábitos de vida se normalizan, es decir, cuando son de acordes con las leyes orgánicas.

De hecho, si queremos que el futuro sea normal —vivir con salud— el cliente debe comenzar ya a incorporar en su estilo de vida todo lo que sabemos que necesita la vida humana, incluyendo una cuota completa de actividades físicas y mentales adecuadas. A menudo, basta con saber que pueden hacerlo para que un cliente se motive y realice los cambios necesarios.

En su libro You Can Master Disease [Usted puede controlar la enfermedad] Bernad Jensen sabiamente dice: «Más importante que limpiar los intestinos, más importante que corregir un desajuste mecánico del cuerpo, es enseñar al paciente cómo eliminar el miedo, cómo controlar sus emociones y cómo conseguir la tranquilidad mental. »

Y, citando al Dr. Shelton: «La alegría y felicidad son esenciales para la salud. Hay pocas influencias higienistas que sean tan conductivas para la salud y una larga vida como un estado alegre y equilibrado de la mente. » (De su obra Living Life to Live it Longer) [Vivir la vida para vivir más].

Bailar o hacer ejercicios de estiramiento con una música alegre no puede más que alegrar y activar la mente, enviando su inspiración en una nueva y más saludable dirección. Alentar esta actividad, que combina tanto la actividad física como mental, puede ayudar mucho a la persona enferma, al debilitado mentalmente y al deprimido a entrar en una dimensión de vida completamente nueva, una enraizada en sentimientos de alegría y felicidad y destinada a crecer en salud.

 

VI. CUATRO CASOS DE ESTUDIO

 

Caso 1

 

Irene tenía 42 años; su esposo era alcohólico; sus hijos ya habían abandonado el nido familiar. Durante los últimos cinco años había padecido una especie de “alergias” que le hacían la vida insoportable. Le habían inyectado varios fármacos, tantos que ni siquiera podía recordar los nombres. Constantemente tenía que estar inhalando antihistamínicos para poder respirar. Su actitud era la de una persona deprimida. Nos dijo que no encontraba nada bueno en su vida y nos confesó que a menudo había pensado en el suicidio.

Tras repasar el pasado de Irene y su estilo de vida actual estaba claro que era necesario realizar algunos cambios. Se le aconsejó y comenzó un régimen dietético que forma parte del Programa Extenso de Desintoxicación. La animamos para que diera paseos diarios, tomara el sol tanto como le fuese posible y empezara un programa de estudio en Higiene Natural para que entendiera el por qué y el cómo de su nuevo régimen.

Por supuesto, todo esto era bueno. Nosotros no teníamos ninguna duda de que, si se llevaba a cabo, la salud de Irene mejoraría, aunque debido a su actitud tan angustiada y deprimida ante la vida, lo más probable es que su progreso fuese bastante lento. Ella necesitaba más. Necesitaba que la sacaran de su depresión, que la ayudaran a darse cuenta de que la vida realmente merece el esfuerzo, de que puede ser una vida feliz y llena de alegrías.

Para lograr este objetivo le propusimos a nuestra cliente que diera algunos pasos:

Que buscara algún hobby o interés que le ayudara a llenar el vacío que la ausencia de sus hijos le había dejado.

Que asistiera a las reuniones de Alcohólicos Anónimos para escuchar y aprender la mejor forma de enfrentarse a todo lo que se le exige y a las frustraciones que experimenta a causa del alcoholismo de su marido.

Asistir a las reuniones de grupo que nosotros organizáramos en las siguientes semanas y meses.

 

Irene aceptó cooperar con estas sugerencias. Hizo un curso de Reflejología y también todos aquellos que nosotros hemos escrito. Se hizo una asistente fiel a las reuniones de Alcohólicos Anónimos y de nuestros grupos de estudio y reuniones sociales. Además, nos informaba sobre sus progresos cada tres meses.

No hace mucho tiempo, Irene nos telefoneó para compartir un buen acontecimiento con nosotros. Parece que su familia siempre la había menospreciado, quizá porque siempre había sido una persona más bien enfermiza, como dice ella. Pero, la noche antes, recibió una llamada a larga distancia de una hermana que tenía una afección bronquial grave y que, según el médico, requería cirugía. Tan impresionada se había quedado la familia por la mejora de la salud de Irene, de lo que Irene había conseguido, que le habían aconsejado a la hermana que la llamara para pedirle consejo. Irene se sentía en la gloria. Eso no le había pasado en toda su vida. La actividad mental y física, combinada con unos cambios adecuados en su estilo de vida y de alimentación, habían logrado lo que nosotros habíamos dispuesto: mejorar tanto la salud que se convirtiera en un modelo para otras almas enfermas y deprimidas.

 

Caso 2

 

Sam, el diminutivo de Samantha, estaba en la cincuentena. Tenía más de 30 kilos de sobrepeso. Por fuera parecía más feliz que unas pascuas, pero en su interior estaba preocupada por su vida y por el papel que desempeñaba ella. Había alcanzado el punto en la vida al que llega mucha gente que vive el día a día sin ningún objetivo o dirección concretos. Simplemente, se había dejado llevar.

Había sido una fiel seguidora de las masas, disfrutando de su destructivo estilo de vida sin pensar en el futuro.

De repente, y sin ningún aviso —eso decía ella— se tuvo que enfrentar a un gran problema de salud. Le acaban de diagnosticar hipoglucemia. Ahora se sentía enfadada con el mundo entero. Aunque de cara para fuera seguía con su expresión desenfadada, durante nuestra primera reunión se vio que sólo se trataba de una máscara con la que ocultar su confusión y rabia interna.

El estudio de sus hábitos alimentarios demostró que estos eran la dieta acostumbrada de las personas que padecen hipoglucemia y diabetes: una dieta sobrecargada con toda clase de carbohidratos procesados, como azúcar y harina refinadas; de todas las distintas clases de alimentos derivadas de estas sustancias; más una cantidad considerable de la comida ya preparada en paquetes, muchas de las cuales contienen una gran cantidad de grasas y pura azúcar de caña. Los alimentos insustanciales como estos sobrecargan de trabajo al páncreas y a las glándulas endocrinas hasta que, simplemente, el cuerpo no es capaz de utilizar su mecanismo de equilibrio interno, y el resultado obvio es que, al fluctuar de forma anormal los niveles de glucosa en sangre, se produce un desastre metabólico.

Sam nos contó que ahora se despistaba mucho y tenía dificultades para concentrarse. De hecho, algunas veces se quedaba con la mente en blanco. En varias ocasiones había perdido los nervios en el trabajo, algo completamente nuevo en ella. Según decía, era una persona con la que la gente solía llevarse bien. Había veces en las que se sentía desfallecer y le dolía la cabeza, lo que también era un síntoma bastante reciente. ¡Siempre se había sentido tan bien! Ahora siempre se sentía cansada, nunca lo suficiente descansada.

Estaba claro que Sam necesitaba ayuda. Le recomendamos un ayuno inmediato de tres días, en los cuales tenía que estar en cama. Debía permanecer lo más tranquila posible. Pasados los tres días, la introdujimos en la vida higiénica. Debido a su exceso de peso, no era recomendable que en este momento hiciera un ejercicio vigoroso, por lo que decidimos que diera dos paseos al día. Sam, al igual que todos nuestros clientes, comenzó un curso básico dirigido a conducir su mente por unos canales más positivos que la ayudaran a darse cuenta de que la aparentemente irremediable situación actual no era en realidad una situación sin esperanza. Más tarde, Sam se unió a una clase de ejercicios para personas mayores. De esta forma, la programamos en tres direcciones diferentes: una dieta nueva, ejercicios diarios condicionados a su capacidad actual, más un programa educacional planeado para mostrarle una nueva perspectiva de las reglas de la vida.

Como estaba planeado, Sam perdió peso lenta, pero consistentemente. La apatía, el cansancio, el despiste, los dolores de cabeza y el resto de los síntomas o desaparecieron por completo o se aliviaron mucho. Su estado mental vuelve a ser el de una alegría genuina. Sabe exactamente a dónde se dirige y tiene plena confianza en que logrará alcanzar su nueva meta: un estado de salud perfecto.

 

Caso 3: fomentar la actividad durante la enfermedad

 

La Sra. M. llegó al Instituto muy debilitada, tanto que consideramos aconsejable que se metiera inmediatamente en la cama. Los análisis sanguíneos demostraron que todo su sistema estaba funcionando a marchas forzadas y que tendríamos que tratarla con un cuidado extremo. Su historial médico confirmó nuestra valoración al revelar que durante muchos años esta mujer había sido un sujeto complaciente de maltratamiento médico a gran escala.

Durante años, le había extirpado una cosa tras otra, incluyendo la extirpación de las amígdalas y de tejido ganglionar cuando era pequeña; a los 28 años le hicieron una cauterización de la matriz, tras haberse recuperado parcialmente de una fiebre tifoidea. A los 37 le hicieron una histerectomía completa debido a que sangraba mucho durante la menstruación, lo que resultó ser una época de lo más difícil.

A los 54, le quitaron la vesícula biliar y por precaución el cirujano pensó que también sería bueno extirpar el apéndice. Parece que esta decisión la tomó durante la operación y sin el consentimiento de la paciente.

A continuación se sucedieron una rápida serie de ataques cardiacos y durante los tres años antes de que la Sra. M. acudiera al cuidado higiénico, había llevado la vida de un inválido, incapaz de realizar las tareas más simples. Como tantos, había agotado todos los caminos ortodoxos, al igual que sus recursos económicos, antes de buscar el único método de cuidar la salud basado en una realidad fisiológica y biológica. Y esto gracias a que un familiar recién introducido en el cuidado higiénico se lo había recomendado.

Tras dos días completos de descansar en la cama y de descanso fisiológico, la Sra. M. volvió a resurgir. Entonces, era aconsejable animarla a que realizara alguna actividad, aunque estaba claro que, en este momento, el ejercicio vigoroso estaba fuera de toda consideración. No obstante, nosotros sabíamos que era vital activar el flujo sanguíneo. A causa de su débil corazón y de su estado general de debilidad, acordamos que esta cliente no podía hacer un ayuno prolongado, lo que podría haber ayudado a que el corazón descansara y activado el proceso reparador. En consecuencia, decidimos ponerla durante algunos días a una dieta consistente en zumos, tanto de frutas como de verduras, que se debían alternar durante el día con intervalos de dos horas. En adición a este programa ligero de alimentación decidimos comenzar un programa reducido de actividad, uno que requería tanto respuestas mentales como físicas.

Es demasiado normal que no nos demos cuenta de lo importante que tanto la actividad física como la mental pueden ser durante la enfermedad. Cuando los procesos mentales se desactivan, se puede observar una reacción similar en el cuerpo físico. Por tanto, tanto la cooperación como el control mental son útiles y necesarios para conseguir una total recuperación. Las fluctuaciones de ánimo, sobre todo cuando los valles de la depresión son profundos y los picos muy altos, pueden deshacer otros métodos que se utilizan de forma constructiva, a pesar de que estén basados en hechos fisiológicos y biológicos sólidos. Así que decidimos introducir ambas actividades al principio del programa, aunque haciéndolo de forma limitada.

 

Actividad mental

 

En su débil estado, la Sra. M. era poco consciente de los acontecimientos o cosas. Estaba demasiado preocupada sobre su estado para demostrar algún interés por los acontecimientos externos. La ansiedad tan evidente en su expresión facial se reflejaba internamente en una funcionalidad sistémica reducida.

Hace mucho que se sabe que es imposible conseguir un estado de salud perfecto cuando la mente está alterada, deprimida o con ansiedad. Por tanto, era importante que la Sra. M dejara de centrarse en sí misma y dirigiera su atención a otras cosas más felices. Por tanto, la pusimos en la cama de forma que pudiera contemplar cómo alimentábamos a los pájaros cada mañana y cada tarde. Cuando les dábamos de comer íbamos con ella, identificábamos las distintas clases de pájaros y comentábamos algo sobre sus costumbres. Le contamos como un correcaminos de Arizona se hirió una pata, pero ¿acaso eso le detuvo? No, por supuesto. Cada día, de hecho dos veces al día, iba a donde le dábamos de comer cojeando con una pierna. Le contamos que, al principio, este valiente pájaro apenas podía moverse pero, conforme pasaba el tiempo, se hizo más y más fuerte hasta que finalmente saltaba como el mejor de entre ellos.

Le dijimos que esto es así con todos los seres vivos, que mientras obedezcan las leyes de la naturaleza, de alimentación y de vida según las necesidades del organismo, entonces, el proceso de reparación y curación se produce. No hay duda de que este fuerte pájaro se había herido gravemente pero el descanso, una alimentación adecuada y una gran determinación le habían ayudado a curarse lo suficiente para vivir una vida razonablemente buena. Le recordamos que ella no era diferente, que su organismo poseía la misma maravillosa capacidad para curarse a sí mismo y que ahora, por fin, se había embarcado en un viaje hacia la salud. Aún quedaba mucho por aprender y hacer pero, al igual que el valiente correcaminos, ella podría finalizar este viaje con éxito.

De esta forma, la mente de la Sra. M. se centró en una nueva dirección más positiva. Se activó para creer que siguiendo los principios y prácticas que expone la Higiene Natural podría volver a disfrutar de la vida en vez de tener que soportar el dolor emocional que le causaba el tener que depender por completo de otros para que la cuidaran y alimentaran durante el resto de su vida. Con 62 años, este pensamiento se había convertido en una pesadilla que minaba cualquier bienestar que le quedaba. Ahora, por primera vez, tenía esperanza. Una canción de esperanza había activado su mente y la había imbuido de este sentimiento.

Algunas técnicas parecidas pueden utilizarse con clientes que padecen una ansiedad similar. Algunos pueden tener un interés latente en hacer punto, otros en escuchar música, otros en oír historias sobre lo que personas en condiciones similares han hecho para mejorar la salud. Todo lo que despierte el interés debe explorarse.

 

Caso 4

 

Con 27 años, Mark padecía esquizofrenia. Vivía en su propio mundo privado y llevaba haciéndolo más o menos un año cuando nosotros aparecimos en escena. Al principio ni siquiera quería vernos, a pesar de que fuimos a su casa. Por tanto, nuestros primeros pasos consistieron en mejorar su alimentación. Ambos padres cooperaron al máximo y pasados unos meses Mark comenzó a dar unos vacilantes pasos para salir de su prisión mental.

La primera vez que vimos a este joven fue cuando, en una visita a la casa, se asomó por una esquina y rápidamente se escondió. Nosotros pretendimos ignorar su comportamiento y el Dr. Robert comenzó a hablar sobre el levantamiento de pesas y sugirió que quizá Mark debiera comenzar a practicar esta clase de actividad. Los padres pensaron que podía ser una buena ida y compraron dos pesas de 2,5 kilos para probar.

El experimento funcionó. Mark se aficionó a las pesas y no pasó mucho tiempo antes de que adquiera algunas habilidades. Según su madre, desde que la cortina mental había caído sobre la mente de Mark, esta era la primera vez que mostraba algún interés por algo o alguien.

En nuestra próxima visita, tres meses después, nos sentimos agradablemente sorprendidos al ver a Mark sentado en la salita y con una gran sonrisa en la cara. Estaba impaciente por mostrarnos sus nuevas pesas. ¡Pesaban 4,5 kilos! Para nuestra satisfacción, nos demostró su recién adquirida habilidad.

A Mark aún le queda mucho que recorrer para llegar a la salud, pero está en el buen camino. ¿El siguiente paso? Les hemos aconsejado a los padres que se apunten a un gimnasio para que Mark pueda ver y estar con otros jóvenes y activar aún más tanto su mente como su cuerpo. Los padres han estado de acuerdo en dar este importante paso. Mark ha expresado su deseo de unirse a ellos en esta nueva aventura.

 

VII. CONDICIONES EN LAS QUE ESTÁ CONTRAINDICADO UN PROGRAMA DE EJERCICIOS

 

En las enfermedades cardiacas de diagnóstico moderado o grave que provocan dolor en el pecho incluso con una actividad mínima.

Tras un ataque cardiaco reciente. Se suele recomendar esperar tres meses y después comenzar un programa de ejercicios suaves bajo supervisión.

Cualquier enfermedad grave de las válvulas del corazón. Se puede intentar andar muy lentamente.

Algunas clases de enfermedades cardiacas congénitas.

Gran hipertrofia cardiaca.

Irregularidades graves del ritmo cardiaco.

Diabetes incontrolada con grandes fluctuaciones del nivel de glucosa en sangre.

Hipertensión, por ejemplo, 180/110.

Obesidad extrema. Se permite pasear.

3)Durante estados agudos de enfermedad, sobre todo cuando hay fiebre.

 

Está claro que estas restricciones se aplican a los ejercicios vigorosos y continuos. Los ejercicios que se realizan lentamente y durante un tiempo limitado y los que se hacen con ayuda suelen ser beneficiosos en la mayoría de los casos, incluso en aquellos pacientes que padecen una o más de las enfermedades citadas arribas.

El paciente tiene que ser atentamente controlado durante los periodos de ejercicios y estos se deben parar inmediatamente cuando el paciente dé muestras de debilidad, si la piel adquiere un color azulado o excesivamente pálido o cuando el paciente comience a respirar con dificultad.

La regla empírica es comenzar con movimientos simples, observar la respuesta y las reacciones del paciente, y ¡continuar paso a paso!

 

PREGUNTAS SOBRE LA UNIDAD

 

 

PREGUNTA: No puedo entender cómo el ejercicio puede ayudar en algo a una persona que está débil debido a un largo historial de errores cometidos en su vida. ¿Podría aclarármelo?

RESPUESTA: Intentaré hacerlo lo mejor posible. Es una buena pregunta. En personas extremadamente débiles, el ejercicio podría estar contraindicado. Un ayuno junto con completo descanso en cama puede ser lo adecuado durante un tiempo. Sin embargo, recuerde que la mayoría de las personas enfermas han llevado una vida sedentaria. La curación y reparación no serán posibles hasta que las células enfermas y dañadas hayan eliminado su carga tóxica y recibido los materiales nutritivos que necesitan para realizar la reparación y curación. Precisamente eso es lo que fomentamos al ejercitar unas zonas específicas: al circular los fluidos libremente, dirigir la corriente linfática y sanguínea a esas zonas que más necesidad tienen de ser limpiadas y alimentadas.

 

PREGUNTA: ¿Cómo puede usted saber cuándo es el momento adecuado para comenzar a hacer ejercicio?

RESPUESTA: Esta es una pregunta fácil. Pruebe primero con unos cuantos ejercicios pasivos y observa la respuesta. Si el paciente da rápidamente muestras de cansancio, pare, espere el tiempo necesario para que descanse e inténtelo de nuevo.

 

PREGUNTA: ¿Por qué es tan difícil activar la circulación linfática?

RESPUESTA:  El fluido linfático fluye primero hacia los nódulos linfáticos y tiene que ser expulsado por la contracción y relajación de la musculatura de las zonas donde se encuentran los nódulos linfáticos. Por esta acción de expulsión, el fluido linfático se envía a los canales linfáticos y de ahí a la corriente sanguínea. Como puede ver, sin ejercicio, el flujo linfático es mínimo.

 

PREGUNTA: ¿Por qué los sentimientos son tan importantes para la curación?

RESPUESTA: La mente nos da una imagen real del organismo. Cuando la mente está triste, todo el organismo está triste. Todas las actividades metabólicas del organismo están igualmente deprimidas. Cuando el miedo domina el pensamiento, también domina las acciones orgánicas a través del sistema nervioso autónomo. Incluso puede parar por completo la digestión. Cuando se fluctúa de la felicidad a la tristeza, también sufre esta fluctuación la actividad orgánica. La enfermedad encierra nuestros sentimientos en la depresión, que algunas veces es bastante profunda. Un estado saludable ofrece un estado feliz, no sólo de la mente sino de todo el organismo, un estado que se muestra con la armonía sistémica. El Doctor en Medicina, George S. Weger fue la primera persona, según tengo entendido, que advirtió la importancia que tiene para la salud el equilibrio mental. Sus opiniones fueron apoyadas por J. H. Tilden y, en años posteriores, por muchas investigaciones.

 

PREGUNTA: Me gustan los ejercicios de estiramiento. ¿Por qué los recomienda usted especialmente para las personas enfermas? ¿No son buenos para todo el mundo?

RESPUESTA: Por supuesto. Cuando los realice, se dará cuenta de que utiliza unos músculos que no ha utilizado durante algún tiempo. Advertirá que, si realiza cada ejercicio siguiendo una secuencia, habrá ejercitado casi todas las partes del cuerpo. Y todo esto sin necesidad de gastar innecesariamente su fuerza vital, como hace mucha gente que no entiende el objetivo del ejercicio: fomentar la circulación de los fluidos para lograr dos objetivos: 1) eliminar las toxinas y 2) llevar alimentos a las células. ¿Necesitamos hacer ejercicio durante horas para lograr estos objetivos? ¡Seamos inteligentes!

Por lo que respecta a la primera parte de su pregunta le diré que estos ejercicios son especialmente buenos para las personas enfermas simplemente porque no requieren ningún gasto indebido de fuerza vital. Además, el número de repeticiones y la intensidad de los ejercicios realizados se puede ajustar a la fuerza de cada sujeto en particular.

 

RESUMEN

 

Tanto el ejercicio como la actividad son necesarios durante la enfermedad y la salud. Hay dos clases de actividad que interesan al practicante higienista: física y mental.

La actividad física estimula los sistemas circulatorio, linfático y eliminatorios del organismo. Estos sistemas combinan sus esfuerzos para eliminar las toxinas metabólicas que provocan enervación y diversas enfermedades. También coordinan sus esfuerzos para llevar nutrientes a las células y que estas lleven a cabo las funciones metabólicas.

Cuando los músculos están inmóviles, estas actividades se mantienen al mínimo. Cuando se ejercitan las partes debilitadas, se fomenta la curación y reparación. Sin actividad, los músculos y órganos se atrofian, con actividad se limpian y alimentan.

La actividad mental puede ser de dos clases: positiva y negativa. En la enfermedad, la mente está deprimida y puesto que la mente es el espejo que refleja el estado de todo el organismo, una mente triste y deprimida no puede ayudar a recuperar la salud, sino que sólo consigue acelerar la situación de declive. Por tanto, es esencial activar la mente para conseguir un estado positivo, centrarse en actividades y pensamientos que fomenten la salud y no en actitudes y pensamientos negativos que tienden a destruir el bienestar. El practicante informado puede ayudar al cliente a hacer este cambio mental.

Existe una correlación entre la actividad física y la salud mental. El ejercicio puede ser una influencia positiva para conseguir una actitud más sana, más positiva. Aprender sobre Higiene Natural puede ser una influencia positiva sobre la mente, ya que hace que los clientes dejen a un lado su antigua creencia de que la enfermedad es incorregible y que adopten la idea de que seguir activamente una nueva forma de vida que, por la disposición sistémica, no puede más que ayudarles a recuperar ese estado de salud que permite su constitución actual. Cuando la esperanza y la acción sustituyen la depresión y desesperación, seguro que ocurren cosas positivas. El ejercicio y la actividad lo conseguirán.

No obstante, los practicantes deberían evitar forzar a sus clientes a que hagan mucha actividad; al contrario, deben ayudarles a conservar su energía de todas las formas posibles. Conforme vayan aumentando la fuerza y resistencia, entonces se puede ir aumentando la cantidad de actividad.

 

TEXTOS SUPLEMENTARIOS

 

 

Nada es ni bueno o malo, sino que el pensamiento lo hace así. Tu cerebro puede hacerte…… o deshacerte. Recibe e interpreta cada situación a la que te enfrentas. Provoca todos tus pensamientos, emociones y acciones, conscientes o inconscientes. Hace dos mil años, Hipócrates lo consideró como la causa de «nuestras alegrías, disfrutes, risas… los miedos y terrores que nos asaltan, algunos por la noche y otros por el día. »

El estrés emocional no puede medirse. No significa nada excepto en la forma en la que usted reacciona ante sus propios problemas de la vida.

¡No tenga una idea equivocada sobre el estrés! Al igual que el miedo, el estrés no es nada nuevo. Ha estado en el hombre desde que el hombre comenzó.

Las tensiones, ansiedades, miedos… el estrés de nuestra era atómica… no son peores que aquellos a los que se enfrentaron nuestros ancestros: sólo son diferentes. El hombre muere por el hacha o la flecha, por la espada o la lanza de igual forma que muere por las balas o bombas.

La vida es una aventura arriesgada. Siempre lo ha sido… y una aventura arriesgada es seguro que siempre sigue siéndolo. Sólo los problemas cambian con las diferentes generaciones… las presiones nunca lo hacen.

Cómo reaccionan tu mente y cuerpo. Sobre los riñones están las glándulas adrenales que secretan la hormona adrenalina. La rabia y el miedo repentinos estimulan estas glándulas que excretan adrenalina en la corriente sanguínea. La presión sanguínea se dispara. El corazón bombea rápidamente. Desde el estómago y los intestinos se manda sangre al corazón y los músculos. Se acelera la respiración. Te tensas para actuar… pero no puedes.

¿Por qué? Porque tu problema es muy diferente (aunque no tu organismo) de aquel a que se tuvieron que enfrentar tus ancestros hace cientos de miles de años. Su problema era como salvar la piel (y comer). Para vivir tenían que tener alimentos. Tener alimentos (y sobrevivir) significa a menudo tener que matar o ser matado… luchar o huir. En esos momentos, su rabia y su miedo secretaban adrenalina en la sangre para conseguir más fuerza en los golpes o más velocidad en las piernas, si es que tenían que salir corriendo para salvar la piel.

Esto no te pasa a ti, un ejecutivo que se enfrenta a la clase de oposición que no puedes vencer con los puños. Sólo un pequeño temblor en las manos cuando sostienes un papel puede delatar la rabia que contienes en ese momento. ¡Qué ironía! Esa rápida dosis de adrenalina que la naturaleza te ofrece para ayudarte, te hiere… si una vez y otras, durante meses y años, contienes la ira o el miedo.

Qué demuestran los estudios sobre los combatientes. Es muy frecuente que durante el combate un soldado realice una proeza asombrosa, que un hombre no impulsado por una rabia o miedo terribles sería completamente imposible de hacer. Después, este hombre se siente tan sorprendido de lo que ha hecho como sus propios compañeros. Entonces, cuando pasa el miedo o la rabia, siente náuseas. Puede que tenga que vomitar la comida que no ha podido digerir y puede descubrir, para su disgusto, que ha perdido el control de la vejiga o de los intestinos y tiembla como si estuviera muerto de frío. ¿La causa? Una sobredosis de adrenalina. (Se puede conseguir esta misma reacción inyectándole adrenalina a una persona tranquila).

Aguantar y contener durante mucho tiempo el estrés puede provocar ataques cardiacos. Para darte cuenta, sólo tienes que recordar cómo bombea tu corazón cuando comienzas una discusión. De hecho, los estudios demuestran que el estrés emocional es cinco veces más común en las víctimas de ataques cardiacos que en las personas que no tienen esta clase de  problemas. Sin embargo, no todo el estrés es dañino… muy lejos de la realidad.

Un ser humano que sea un ser humano progresa con una cantidad razonable de estrés. Como hace años dijo el filósofo David Harum: «Una cantidad razonable de pulgas es bueno para un perro… le hace seguir pensando que es un perro»

Algunas personas pueden relajarse tras unos minutos después de que la situación haya pasado, otros no. Sus cuerpos sobreexcitados se niegan a volver a la normalidad. Como nos previene el internacionalmente conocido psiquiatra Dr. George B. Stevenson: «Cuando hay que controlar es cuando las tensiones se producen con frecuencia, nos sacuden a menudo y persisten…»

Los cambios transitorios (y al principio reversibles) que resultan del estrés pueden acarrear trastornos irreversibles.

 

Aplicar los ejercicios a los enfermos

Por Herbert M. Shelton

 

Con frecuencia, el ejercicio es más importante que los cambios en la dieta. No sólo es una condición previa para la asimilación, sino que es el método de controlar con cierta seguridad y precisión qué partes y qué funciones recibirán el suministro nutritivo necesario.

El pábulo no tiene ninguna inteligencia ni poder para autocontrolarse: su cantidad está controlada por las peticiones de actividad.

Los alimentos o nutrientes no pueden de ninguna forma llegar a los músculos y órganos inactivos. Estos obtienen su principal suministro cuando actúan, porque sólo de esta forma surge la necesidad de suministros. Inundar el sistema con muchas sustancias nutritivas no incrementa sus poderes, a menos que estén presentes las condiciones intracelulares necesarias.

A causa de una eliminación defectuosa, estos excedentes de nutrientes se acumulan como desechos y se convierten en fuente de una debilidad mayor. El aumento de la fuerza es el complejo efecto de un número de factores previos esenciales. Hemos visto numerosos casos en los que se producía un aumento real de la fuerza sin ingerir comida, aunque antes de comenzar el ayuno estos pacientes estuvieran perdiendo fuerza con gran cantidad de alimentos muy nutritivos.

Sucede muy a menudo que lo que más necesita un enfermo es ejercicio, ya sea localizado o generalizado. En muchos casos se ha conseguido recuperar por completo la salud sólo con el ejercicio. Muchos enfermos no se recuperaran porque, aunque el resto de los factores sean correctos, no se les anima a que realicen el ejercicio suficiente o apropiado.

Se utilizan muchos métodos con el objetivo de aumentar el proceso nutritivo en partes localizadas, al igual que en el sistema en general, pero ninguno de ellos es tan eficaz y carece tanto de consecuencias perjudiciales como la acción muscular. Ninguno de ellos es tan rápido, ni tan localizado ni ahorra tanta vitalidad. Los agentes y métodos artificiales que se utilizan con este propósito provocan otras acciones e inducen cambios irrelevantes, así como un gasto de energía vital innecesario. Estos métodos implican un gasto nocivo y no compensado de los poderes del cliente.

 

EJERCICIOS

 

 

Verdadero o falso

 

En general, la ortodoxia dedica muchos cuidados y atención al ejercicio como método adecuado para recuperar de la enfermedad.

La medicina moderna adoptó de buen grado la hidroterapia y en la actualidad se utiliza con frecuencia.

Los higienistas piensan que decir que el ejercicio es esencial tanto en la enfermedad como durante el periodo de recuperación es una verdad en sí misma.

Todos los higienistas están muy bien capacitados para utilizar el ejercicio en sus prácticas.

El descanso y el ejercicio son igualmente importantes tanto en la enfermedad como en el proceso de recuperación.

Cuando ingerimos medio kilo de alimentos asimilamos medio kilo de material nutritivo.

Las células deben pedir alimentos para que se les pueda enviar los materiales nutritivos.

La mayoría de los enfermos se recupera bastante bien aunque no hagan el ejercicio apropiado.

Puesto que el ejercicio utiliza los poderes del organismo se debe considerar como un gasto no compensado de energía.

Una vez que los vasos arteriales se han deformado y perdido su forma normal es imposible que recuperen su estado normal.

Hay muchas más arterias que venas.

Cuando las venas se deforman o se atascan no pueden eliminar de forma adecuada los desechos tóxicos.

Incluso aunque un niño no haga un ejercicio vigoroso y regular su vida adulta no tiene por qué verse afectada.

Si el proceso de recuperación puede comenzarse, el paciente conseguirá recuperarse por completo.

Deberíamos recordar que una enfermedad específica siempre precede al agotamiento nervioso.

Es posible alcanzar la longevidad sin hacer ejercicio de forma consistente.

El “fondo de vida”, nuestro poder vital, es en gran medida imposible de renovar.

Cuando se utilizan tónicos u otros estimulantes, el organismo necesariamente tiene que asaltar sus recursos vitales.

Durante el periodo de recuperación, una actividad mental adecuada puede ser incluso más importante que la actividad física.

Si queremos sacar los máximos beneficios de un programa de ejercicios, la mente debe concentrarse en cada movimiento.

Una mente anquilosada no tiene por qué retrasar la recuperación.

Si el paciente no desea hacer ejercicio y no participa de buena gana, recibirá pocos beneficios de los ejercicios que haga.

Los ejercicios aeróbicos son muy buenos para los pacientes muy debilitados.

Es raro que las personas enfermas expresen sus sentimientos de forma positiva.

Un estado de salud óptimo es imposible cuando el sistema está inundado de sentimientos negativos.

 

Rellenar los espacios en blanco

 

Hay dos áreas donde los vasos arteriales son especialmente numerosos: en él…………… y en los…………. y a su alrededor.

4)Durante la enfermedad, los vasos arteriales o bien están obstruidos por…………… …………….. o por…………….. de alguna clase como……………………… o……………. localizados.

5)El ejercicio de una parte del cuerpo exige una…………….. del sistema………………………… para que la energía y los suministros se dirijan a aquellos órganos, tejidos y células que se han movido.

6)Las partes que estén bien……………… y…………………. aumentarán tanto en sustancia como en bienestar.

7)Tilden nos recordaba que si el sistema muscular no se activa de forma inteligente, el………… se inundará de glucosa o los…………….. excretarán la glucosa.

8)Al cuidar a los pacientes siempre deberíamos recodar dos cosas: sus……………. y su…………..

9)Cada acción vital se realiza con un gasto de……………….. y un desgaste de………………

10)Cuando sustituimos los sentimientos negativos con una serie de……………. positivas, la reordenación de los procesos mentales comienza creando un clima en el que los problemas se perciben como…………………….

11)El sentimiento último que quizá pueda llegar a destrozar la vida es el…………………

12)Conforme el cliente va fortaleciéndose, el ejercicio debería hacerse más…………….. y………… implicando más…………………… de una………………. mayor y con mayor………………

 

Respuestas cortas

 

Cita al menos tres importantes mejoras que se producen en el sistema circulatorio cuando se sigue un programa de ejercicios regular y se mejora la dieta de forma que se fomente la eliminación de los desechos orgánicos.

Las posibilidades de recuperarse aumentan cuando se mantiene un equilibrio entre qué tres factores.

¿Cuál es, probablemente, la mejor forma de comenzar un programa de ejercicios para los pacientes encamados?

Cita el tiempo de ejercicio máximo y mínimo que se sugiere en el texto.

El ejercicio puede desempeñar un papel positivo durante la enfermedad y el periodo de recuperación cuando combina dos formas de actividad. Nómbralas.

 

Redacciones

 

Nombra al menos siete de los importantes nutrientes que reciben las células cuando se hace una petición a través del ejercicio.

Explica la razón de que el ejercicio se considere un tónico natural.

Cita cinco cosas que deberían incluirse en el gráfico de ejercicios de un paciente.

Expresa con tus propias palabras la razón de que los sentimientos negativos sean contrarios a la salud.

En el Caso 1 ¿qué pasos positivos se utilizaron para cambiar la actitud mental de Irene? Nombra al menos cinco.

¿Qué métodos se utilizaron para dirigir la atención de la Sra. M. hacia unos nuevos canales más positivos?

 

RESPUESTAS A LOS EJERCICIOS

 

Verdadero o falso

 

13)Falso

14)Falso

15)Verdadero

16)Falso

17)Verdadero

18)Falso

19)Verdadero

20)Falso

21)Falso

22)Falso

23)Falso

24)Verdadero

25)Falso

26)Falso

27)Falso

28)Verdadero

29)Verdadero

30)Verdadero

31)Verdadero

32)Verdadero

33)Falso

34)Verdadero

35)Falso

36)Verdadero

37)Verdadero

 

25) Rellenar los espacios en blanco

 

38)cerebro, órganos

39)depósitos calcáreos; malformaciones; retorcimientos; protuberancias

40)respuesta; nervioso autónomo

41)alimentadas y limpias

42)hígado; riñones

43)necesidades y capacidad

44)poder vital, sustancia organizada

45)sistema de creencias, solución

46)miedo

47)vigoroso, complejo, músculos, área, intensidad.

 

10) Preguntas cortas

 

48)a. La sangre se hace menos pegajosa y viscosa.

b. Las venas se hacen más grandes.

c. Las venas se deforman menos.

d. Se abren todos los canales.

 

49)a. una dieta bien adaptada al estado del paciente.

b. Clase y cantidad de descanso que aumente el flujo de energía

c. actividad y ejercicio condicionados a la capacidad actual del paciente.

 

50)Hacer ejercicios de estiramiento en el que se tensen y relajen alternativamente los músculos.

51)Quince minutos: mínimo; Treinta minutos, máximo.

52)Física/ mental.

 

5)  Redacciones

 

53)Glucosa; ácidos grasos; aminoácidos; vitaminas; axones; enzimas; hormonas; minerales.

54)Un tónico antinatural es aquel que estimula al paciente pero que este no recibe nada a cambio de igual valor. Por el contrario, el ejercicio aunque exige un gasto de poder compensa esa pérdida con dos cosas: alimentando las células y eliminando los desechos de las células.

55)a. nombre

b. día de la semana

c. clase de ejercicio o el número si se da una lista.

d. número de repeticiones.

f. tiempo total para realizarlo.

 

56)Los sentimientos negativos, a través del sistema nervioso autónomo, afectan a todas las células del organismo provocando que disminuya la actividad celular. Esto es sobre todo cierto en la actividad digestiva. Se sabe que el miedo y las preocupaciones paralizan por completo las secreciones digestivas. Los sentimientos negativos disminuyen la secreción hormonal, lo que produce un efecto de estrangulamiento sobre la función celular, ya que las hormonas activan las uniones químicas, etc.

57)a. Para cambiar la dieta se utilizó un Programa extenso de Desintoxicación.

b. Paseos diarios

c. tomar el sol.

d. estudiar sobre Higiene Natural.

e. se le animó a que buscara un hobby o un nuevo interés con el que sustituir el papel de madre.

f. se le animó a que asistiera a las reuniones de Alcohólicos Anónimos.

g. se le animó a que asistiera a las reuniones de grupo.

 

 

58)a. se le fomentó el interés por los pájaros.

b. Ejercicio pasivo.

c. visitas del practicante: sólo para hablar.