Lección 002 – La enfermedad: su naturaleza y su finalidad

EL SISTEMA DE SALUD DE VIDA NATURAL

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La Ciencia de la Nutrición

PRIMERA PARTE:   PRINCIPIOS BÁSICOS DE VIDA NATURAL

SEGUNDA LECCIÓN:   La naturaleza y la finalidad de la enfermedad

Introducción a la patología

PROFESOR:   T.C. Fry

* Generalidades

* Objetivos de esta lección

* Definiciones

* Conceptos clave

* Hechos destacables

* Esquema global de la lección

* Presentación de la lección

* Preguntas sobre la lección

* Resumen de la lección

* Textos complementarios

* Hojas de trabajo

GENERALIDADES

La enfermedad, mientras sea un estado constructivo, siempre puede superarse.  Las enfermedades, creadas y dirigidas por el propio organismo, tienen como finalidad la limpieza, reparación y recuperación del equilibrio orgánico, también denominado homeostasis.

El organismo es la única entidad que posee la inteligencia y medios necesarios para dirigir el proceso de enfermedad.  Los microorganismos y los denominados virus no son la causa de la enfermedad, ya que su misión no es destruir al hombre.

Por otro lado, podemos asegurar que todos los fármacos son nocivos y, por lo tanto, sólo poseen efectos tóxicos.  Nosotros no creemos que los compuestos químicos sintéticos puedan salir de los tarros de los farmacéuticos para encubrir nuestros excesos, y así convertirse de inmediato en sustancias inteligentes que puedan resolver los problemas corporales y restaurar la salud de forma mágica.

La enfermedad siempre es una crisis producida por el propio organismo debido a una toxemia, excepto en los procesos de una enfermedad degenerativa, en cuyo caso, el daño producido por una toxemia crónica y los fármacos paraliza o trastorna las facultades y funciones.

La enfermedad, si es iniciada por el propio organismo, puede tener un rápido y feliz desenlace, sólo si optamos por realizar un ayuno, descansar y tomar aire fresco y luz solar.  La enfermedad no aparecerá si se practica un régimen de vida sana, que incluya algunos ayunos ocasionales.

OBJETIVOS DE LA SEGUNDA LECCIÓN

Esta lección intenta explicar por qué el organismo inicia un proceso de enfermedad y cuáles son las finalidades que persigue.  Existen dos tipos de enfermedades:   la enfermedad constructiva y la degenerativa.  A lo largo de la lección, descubrirá que las enfermedades constructivas tienen una única misión:   eliminar los materiales que se han acumulado en el cuerpo humano y que sobrepasan su capacidad de eliminación.

Durante la enfermedad podemos distinguir siete estados diferentes, que presentaremos y explicaremos más adelante.  También definiremos el papel simbiótico que desempeñan las bacterias en la vida de los seres humanos y profundizaremos en el mito del «virus» que afirma que se trata de una entidad con poderes vitales y causante de las enfermedades.

Asimismo, descubrirá cómo cuidar perfectamente una enfermedad para poder recuperar rápidamente la salud y mantenerla.

DEFINICIONES

CONTAGIO:   Se cree que una enfermedad puede transmitirse de un organismo a otro.  Vida natural sostiene que el contagio es un mito médico, porque lo que en realidad se contagia son los malos hábitos que permiten el crecimiento de microorganismos en fluidos fisiológicos en condiciones óptimas para su crecimiento.  Los desechos tóxicos no pueden transmitirse de un organismo a otro por medio de un simple contacto.

DEBILITACIÓN:   Ausencia de energía nerviosa.  Condición en la que el organismo carece de la cantidad de energía nerviosa necesaria para cumplir con sus obligaciones, incluyendo la incapacidad de eliminar los desechos de forma correcta.  Esta insuficiencia energética puede deberse a varias causas:  a una reducción en la generación de energía nerviosa provocada por una falta de sueño, a un desperdicio de dicha energía por unas experiencias emocionales agotadoras, a una disminución de esta energía provocada por unos hábitos, o la necesidad de una mayor cantidad de energía nerviosa por algunas condiciones.  La debilitación es el primer paso de la enfermedad.

ENFERMEDAD CONSTRUCTIVA:  Enfermedades provocadas por el propio organismo como una medida de recuperación.  También se denomina enfermedad aguda.

ENFERMEDAD DEGENERATIVA:  Deterioro orgánico y daños funcionales ocasionados por una intoxicación crónica, es decir, un estado tóxico constante.

EPIDEMIA:  Condición que provoca la difusión de enfermedades muy similares dentro de cierto margen de tiempo.

HOMEOSTASIS:  Término que significa estado estable.  Se refiere al equilibrio uniforme que el organismo sostiene en su interior.  Por ejemplo el pH sanguíneo oscila entre 7,35 y 7,45 y se mantiene dentro de este margen.  Si el pH humano varía de estos límites, puede provocarse un estado de coma o incluso la muerte.  El organismo se mantiene dentro de una condición de funcionamiento ideal y estable, con independencia de las condiciones de su entorno.  Si existiera alguna interferencia en este equilibrio, podría aparecer la enfermedad e incluso la muerte.

INDURACIÓN:  Proceso de endurecimiento, por lo general, la creación de tejido tumoroso o cicatricial.  El cuerpo crea tejido fibroso para sustituir un tejido ulcerado o para encerrar materiales tóxicos.

PATOLOGÍA:  EL estudio sistemático de las enfermedades.  La ciencia que se encarga de estudiar la naturaleza de las enfermedades y los cambios producidos en el organismo mientras se produce el proceso patológico.  En su uso popular, actúa como sinónimo de la palabra enfermedad.

TOXEMIA:  Condición provocada por la acumulación de toxinas en la sangre en niveles superiores a los creados por los procesos catabólicos y crónicos.

ULCERACIÓN:  Destrucción de tejido provocada por una condición de intoxicación crónica.

VIRUS:  Palabra cuyo significado es sustancia tóxica.  La medicina moderna utiliza este término para referirse a una forma microbiológica que infecta a las células y provoca las enfermedades.  El Higienismo considera que los virus no son más que los desechos celulares de las células orgánicas muertas.  Lo que denominan virus es el ácido nucleico (ADN o ARN) de estas células muertas.  Estos fragmentos de desecho celular no están, bajo ningún concepto, vivos y no pueden actuar, aunque, de hecho, su presencia en el organismo es tan tóxica como cualquier otro residuo tóxico que se encuentre retenido en el cuerpo.

CONCEPTOS CLAVE

  1. La enfermedad es un proceso creado por el propio organismo, el único que posee la unidad, la organización, los medios y el poder para iniciar el proceso patológico. Las bacterias y los «virus» ni se comunican, ni trabajan de forma armoniosa, por lo que no pueden causar la enfermedad.
  2. La enfermedad es una modificación de las funciones corporales habituales para hacer frente a una situación anormal.
  3. La enfermedad aguda, también denominada constructiva, es un proceso fisiológico cuyo fin es limpiar el organismo de aquello materiales tóxicos que han sobrepasado los límites establecidos por el nivel de vitalidad.
  4. La enfermedad tiene estados de evolución y estados de estabilidad.
  5. Las bacterias y las proteínas descompuestas crean unas sustancias nocivas que, si no se eliminan, provocan una acumulación que causa el inicio de una crisis de limpieza del organismo.
  6. Las enfermedades, pese a su apariencia, no son contagiosas. Las enfermedades no son las causantes de su actitud agresiva, sino los hábitos.
  7. La infección, popularmente conocida como invasión microbiológica, es simplemente un punto corporal en el que el organismo concentra sustancias tóxicas para que sean eliminadas.

HECHOS DESTACABLES

  1. La enfermedad aguda o constructiva es una manifestación de un organismo con vitalidad residual suficiente para iniciar y dirigir un proceso sanativo.
  2. La enfermedad degenerativa es un trastorno orgánico provocado por una acumulación de sustancias y desechos tóxicos que destroza tejidos y estructuras.
  3. La enfermedad es un proceso iniciado por el propio organismo como si se tratase de una «limpieza de la casa». Es una condición que provoca el organismo para purificarse, reparar los daños y restaurar las funciones normales.
  4. Ni los «virus», ni las bacterias pueden causar la enfermedad, ya que son incapaces de iniciar una acción organizada. De hecho, los «virus» son incapaces de realizar cualquier acción.
  5. Las bacterias son entidades normales del organismo, con el que trabajan en simbiosis. Le ayudan en el proceso de expulsión y eliminación de sustancias y desechos tóxicos.  Las propias bacterias producen sustancias tóxicas en su proceso metabólico.
  6. La enfermedad surge como consecuencia de una única causa: la acumulación tóxica, denominada toxicosis y/o toxemia.

ESQUEMA GLOBAL DE LA SEGUNDA LECCIÓN

  1. ¿QUÉ ES LA ENFERMEDAD?
  2. a) Definición de enfermedad.
  3. b) Tipos de enfermedad
  4. Constructiva (aguda)
  5. Degenerativa
  6. FINALIDADES DE LA ENFERMEDAD
  7. a) La enfermedad afecta a todo el organismo, no sólo a una parte.
  8. b) El organismo origina la enfermedad.
  9. c) La enfermedad es un proceso eliminativo
  10. La enfermedad surge cuando el organismo no puede soportar más sustancias tóxicas.
  11. El cuerpo segrega mucosidad como una forma de expulsar las sustancias tóxicas que se encuentran en el interior. Esta mucosidad se expulsa a través de la piel interior, la membrana mucosal.

III.  LA TOXEMIA ES LA CAUSA UNIVERSAL DE LA ENFERMEDAD

  1. a) Los siete estados de la enfermedad son:
  2. Debilitación.
  3. Toxemia.
  4. Irritación.
  5. Inflamación.
  6. Ulceración.
  7. Induración.
  8. Cáncer.
  9. b) Los virus y las bacterias. Sus papeles en la enfermedad.
  10. ¿Qué son los virus?
  11. La secreción de productos tóxicos debido a las actividades simbióticas de las bacterias complican la enfermedad.
  12. EL HIGIENISMO O HIGIENE NATURAL CUIDA AL ENFERMO
  13. a) El trabajo de los doctores Carrington y Shelton.
  14. b) La definición higiénica de enfermedad.
  15. EL CARÁCTER DE LA ENFERMEDAD
  16. a) Las enfermedades no son contagiosas.
  17. b) Las plagas y las epidemias surgen cuando los individuos practican las mismas formas de vida perjudiciales para el cuerpo.
  18. c) Los fármacos eliminan las bacterias y las células humanas.

LA NATURALEZA Y FINALIDAD DE LA ENFERMEDAD T.C. Fry

Teniendo en cuenta que sólo tenemos una lección que trata específicamente sobre la enfermedad, le pedimos que preste toda su atención y la estudie y absorba totalmente, puesto que casi todos sus pacientes sufrirán alguna clase de enfermedad.

En esta lección, descubriremos qué es la enfermedad, cómo aparece, qué finalidad persigue y por qué desaparece cuando las malévolas entidades microbiológicas han logrado poner un pie destructivo en nuestro organismo.  Asimismo, exploraremos cómo es posible que un organismo que se encuentra en decadencia (estado en el que supuestamente se encuentra el organismo cuando está enfermo) y los microbios que se encuentran en ascendencia pueden invertir estas tendencias.

¿Qué es la enfermedad?

  1. La palabra enfermedad significa sencillamente no encontrarse cómodo. Es decir, cuando una persona no se encuentra cómodo o le resulta muy difícil mantener las energías para las funciones que desea descargar y mantener operativas aquellas que desea utilizar.

En la terminología fisiológica, enfermedad significa desviación de lo normal, es decir, que el organismo se ha desviado de sus funciones regulares.  En un estado de enfermedad, el organismo tiene que volver a canalizar o redirigir todas sus energías.  De esta forma, existe menos energías para ejercer con toda normalidad todas las funciones.

  1. Existen dos clases de enfermedades con finalidades diferentes. Si logra percibir estos dos tipos de enfermedad en sus pacientes no habrá ningún problema.  Estas dos clases de enfermedad son:

1.- Enfermedad constructiva, también llamada enfermedad aguda.

2.- Enfermedad degenerativa.  Surge como consecuencia de un trastorno orgánico, en el que se ha producido una destrucción, distorsión o daño irreversible de los órganos, tejidos, huesos u otras facultades.

El éxito que consiga con sus pacientes dependerá en gran medida de su capacidad en reconocer si una enfermedad es constructiva o degenerativa, lo que no es nada difícil.  No obstante y sin tener en cuenta estas condiciones de enfermedad, continuará guiando a sus pacientes hacia una vida sana, puesto que una forma de vida saludable es la panacea universal.

Si la enfermedad es remediable y reversible, como ocurre con casi todas las enfermedades, nos encontramos ante una enfermedad constructiva.  Sin embargo, si nos encontramos ante una enfermedad que no puede sanarse a través de los procesos sanativos del organismo, la enfermedad será degenerativa.  Por ejemplo, una sedimentación ósea artítrica puede recuperarse hasta alcanzar casi la normalidad.  Pero, cuando la anquilosis ha surgido por una destrucción del hueso y el cartílago y su fusión subsecuente, los hábitos de una vida sana restaurarán la salud, pero no la anquilosis, puesto que es prácticamente irreversible.  No obstante, existe un gran número de enfermedades consideradas comúnmente como degenerativas, entre ellas la mayoría de las artritis, que el cuerpo puede recuperar.

Finalidades de la enfermedad

La enfermedad afecta a todo el cuerpo, y no sólo a una parte.  El organismo provoca la aparición de enfermedades terapéuticas cuyo fin no afecta sólo a un único órgano, área o parte, sino que perjudica a todo el cuerpo.  De esta forma, aunque el problema afecte únicamente a un órgano, por ejemplo los riñones, la enfermedad afectará en realidad a todo el cuerpo.  El hecho de que sólo se perciba en los riñones, no quiere decir que no perjudique al resto del cuerpo, sino que el esfuerzo eliminativo se centra en los riñones, el punto por el que se expulsan del interior del organismo las sustancias tóxicas.

Todo lo que afecte a una parte del cuerpo, afecta al organismo por completo.  Si padecemos un dolor de espalda, significará que todo el cuerpo padece un malestar.  Nos preocupan los dedos de nuestros pies y manos, nuestras orejas, ojos, brazos ─defendemos todo nuestro cuerpo, porque el organismo es una unidad─.  No existe ninguna parte aislada por la que nos preocupemos, ya sea en un nivel de inteligencia consciente como inconsciente.  Defendemos todas las cosas en todos los niveles, porque todo forma parte de nuestro ser.

No podemos padecer una enfermedad aquí o una enfermedad allí, ya que sufre todo el cuerpo.  La inflamación del apéndicis se debe a una gran acumulación de sustancias tóxicas provocada por una sobrecarga en el organismo.  La inteligencia corporal expulsa la sobrecarga a través de todos los canales de eliminación, sin embargo, la acumulación es tan grande que el apéndice tiene que soportar más sustancias de la que puede hacer frente.  Esta condición es la misma en todas las enfermedades terapéuticas donde un órgano local parece ser el único afectado.

El organismo origina la enfermedad

El propio organismo es quien provoca la crisis, conocida como enfermedad.  El Higienismo denomina a este proceso «limpieza de casa» o crisis sanativa.  El organismo provoca este proceso cuando la integridad corporal se ve amenazada por una acumulación de sustancias tóxicas no eliminadas.  El nivel de vitalidad y la extensión de la sobrecarga tóxica determinan el tipo de crisis.  La vitalidad de los recién nacidos, al ser bastante elevada, tolera un nivel de toxicidad muy bajo, por lo que padecen numerosos resfriados.  En cuanto a los ancianos, sólo unos pocos logran mantener un elevado nivel de vitalidad, lo que provoca la acumulación de toxicidad y la consecuente aparición de numerosas enfermedades crónicas, o degenerativas, y patologías insospechadas que los conducen hacia una muerte inesperada o un cáncer «repentino».

La aparición de una crisis sanativa iniciada por el propio organismo sólo es posible en un estado tóxico.  Ninguna bacteria, u otra sustancia, puede iniciar y mantener una crisis, ya que los microorganismos son incapaces de actuar en armonía.  Es más, para que existan es necesario la presencia de alimentos (sustento) y las células vivas no son ese sustento.

Las bacterias son inofensivas con las células vivas, por lo que no es posible que inicien una «invasión», tal y como imaginamos que sucede en un contagio.  Las bacterias que se extienden durante una crisis están con nosotros todo el tiempo.  Billones de microorganismos habitan en nuestros intestinos, piel, boca, nariz y otras cavidades del cuerpo.  Por lo tanto, es preciso señalar que el ÚNICO actor que trabaja en la crisis de eliminación y limpieza, denominada enfermedad, es el propio organismo.

Culpar a los virus o a las bacterias como causantes de la aparición de las enfermedades es una falta de responsabilidad.  Comunicarle a un paciente que ellos son los responsables de sus propias miserias no es muy beneficioso para el negocio, por lo que la profesión médica ha preferido culpar a todo lo demás, excepto a los propios fallos individuales en el juego de la vida.

La enfermedad es un proceso eliminativo

El organismo crea un estado de crisis para librarse de todas las sustancias tóxicas y reparar los daños.  Pero para conseguirlo, tiene que retirar las energías necesarias para realizar las actividades vitales normales y utilizarlas en la crisis sanativa.

Podría afirmar que en estos momentos sufro una enfermedad, ya que mi laringe no se encuentra en perfectas condiciones, como ya habréis percatado en el intento por aclarar mi voz.  Anoche ingerí algunas coles para cenar y estaban bastante fuertes, como si tuvieran mostaza.  Por regla general, cualquier irritación de la garganta, esófago o tráquea ocasiona un flujo de mucosidad que acompaña a la irritación cuya finalidad es expulsarla del organismo.  En estos momentos, mi organismo ha iniciado un flujo de mucosidad para aclarar la zona donde se encuentra la sustancia tóxica o irritante.  Esto debe considerarse como una enfermedad o molestia menor, pero al ser una enfermedad el organismo reaccionó para mantener su integridad funcional.

El organismo expulsará toda sustancia que produzca una irritación.  De esta forma, si se introduce polvo en su nariz, el cuerpo segregará una mucosidad que rodeará el polvo irritante y lo expulsará, bien por medio de un estornudo, o a través de la mucosidad.  En ambos casos, el organismo actúa de forma defensiva, por lo que podemos afirmar que toda enfermedad sanativa debe entenderse como una acción defensiva iniciada por el cuerpo.

Las bacterias no invaden los organismos, puesto que siempre se encuentran en su interior.  Su existencia en el interior del cuerpo es perpetua, incluso después de perder nuestra flora intestinal tras ayunar.  Las bacterias pueden hacer igual que los osos y otros muchos animales ─hibernar o dormir durante mucho tiempo─.  El padre de la bacteriología no fue Pasteur, pese a que muchos lo consideran así, sino Antoine Bechamp.  Bechamp fue un científico en el verdadero sentido de la palabra.  Descubrió la existencia de lo que denominó microzomas en los acantilados de creta de Francia y averiguó que se multiplicaban suministrándole agua, calor y otras sustancias nutritivas.  Estos microorganismos estuvieron sepultados en un estado de inactividad total durante diez millones de años, lo que demuestra que las bacterias tienen unas cualidades de supervivencia de las que no somos conscientes.

El afamado doctor Lewis Thomas, director del Sloan-Kettering Cancer Institute afirmó:  «No me compadezco del hombre que ha cogido la bacteria, sino de la bacteria que ha cogido al hombre».  Esto significa que los seres humanos aportamos un entorno bastante desfavorable para las bacterias.  El organismo las mantiene restringida dentro de unos límites donde las controla en todo momento.  Es dueño y señor de su dominio.  Las bacterias no controlan el organismo, aunque los médicos nos hagan creer lo contrario.

A continuación adjuntamos dos extractos del primer gran éxito del doctor Shelton, considerado como una «biblia» del Higienismo, Human Life:  Its Philosophy and Laws (La vida humana:  su filosofía y leyes):

«El estudio de las enfermedades ha evolucionado con el paso de los años.  Se ha estudiado de forma concienzuda en seres vivos y muertos los diferentes sistemas, simples o complejos, que presenta el organismo humano cuando se encuentra enfermo.  El estudio de la patología ha alcanzado un grado de perfección desconocido en la mayoría de las ciencias colaterales que forman la ciencia de la medicina.  La aparición del microscopio ayudó de forma considerable en el progreso del conocimiento de la patología.  En la actualidad, la patología es una de las asignaturas más importantes para los estudiantes de medicina.  La fisiología, la anatomía, la histología y la biología se han convertido en subordinados de la patología.»

«El estudio de la enfermedad ha fascinado al estudiante durante décadas.  Sin embargo, y por extraño que pueda parecer, la salud apenas ha recibido una ligera atención y se ha convertido en un aspecto de la medicina tan poco importante que no vale la pena estudiar.  Nunca existió una escuela que basara sus enseñanzas en las condiciones propicias para la salud.  Éstas sólo se preocupaban por enseñar a los alumnos todo lo relativo a la enfermedad y a la curación.  Ni siquiera hoy en día existe una escuela cuya finalidad no sea otra que la de enseñar las condiciones y requisitos de la salud.  Estas condiciones para una vida sana la comprenden superficialmente sólo algunos profesionales de la salud, y el público en general, apenas las conoce.  La salud no se encuentra en la línea profesional de los médicos.»

El mundo de la medicina sólo se preocupa por tratar las enfermedades con los fármacos que se encuentren de moda.  Su pretensión de culpar a las bacterias y los «virus» como causantes de la enfermedad me recuerda a un chiste que escuché después de la Segunda Guerra Mundial.  El chiste es el siguiente:

Durante la Segunda Guerra vivía un alemán que trabajaba en un campo de concentración.  Una noche llevó una carretilla, llena de harapos, hacia la puerta de salida para que la comprobase el guardia.  El guardia, que era bastante precavido en cuestiones de seguridad y realizaba su trabajo con gran esmero, buscó entre los harapos sin encontrar nada y dejó salir al trabajador.

Al día siguiente, el trabajador llegó con la carretilla llena de periódicos y el guardia repitió la operación de seguridad con el mismo esmero.  Al día siguiente, llegó con la carretilla llena de hojas y el guardia realizó otra búsqueda exhaustiva.

Al día siguiente, el trabajador llegó hasta el guarda empujando la carretilla cargada de basura y como el guardia no tenía un pelo de tonto y no quería que lo engañasen, hizo que el trabajador vaciara toda la basura y la esparciera, para volver a colocarla laboriosamente en la carretilla.

Al día siguiente, llegó con otra carga de periódicos y el guardia comenzó a sospechar que el trabajador estuviera tramando algo.  Por tanto, y como se había hecho otras veces, cerró con cinta los tiradores de todos los lugares donde se guardaban los materiales que podría estar robando el trabajador, pero no descubrió nada en absoluto.

Esto continuó sucediendo casi todos los días laborales del año.  A veces, el guardia buscaba de forma sistemática las carretillas, pero nunca hallaba nada de valor que fuera extraído del campo.

Mientras tanto, la guerra terminó.  Un día se encontraron en la calle el ex guarda y el ex trabajador de la construcción y el guardia se acercó al trabajador y le paró bruscamente diciéndole:

«Hans, tienes que decirme algo.  No me chupo el dedo y sé que robabas algo del campamento.  Sin embargo, nunca pude descubrirlo.  Por eso, y ya que ahora no importa nada, ¿por qué no me lo dices?

Hans respondió:  «Porque, cabeza hueca, lo viste con tus propios ojos.  Robaba carretillas.

La profesión médica se caracteriza por una ceguera como la del guardia.  La finalidad de la enfermedad es tan evidente que los médicos no pueden verla.  Buscan algo que no existe y, después de haber pasado millones de horas buscando microbios y entidades similares, no tienen ni idea de que los virus no existen como entidades vivientes.

En cambio, han profundizado en el fenómeno de la enfermedad y han descrito unas veinte mil enfermedades diferentes.  La bautizan según el área que se encuentre más afectada y, a veces, reciben varios nombres porque son más los órganos, sistemas orgánicos o tejidos los que se ven afectados.

LA TOXEMIA ES LA CAUSA UNIVERSAL DE LA ENFERMEDAD

En realidad, la única enfermedad que existe, sin importar cómo se manifieste, es la enfermedad constructiva, iniciada por el propio organismo y conocida como una crisis de toxemia o sanación.

Los siete estados de la enfermedad

En todo proceso de enfermedad podemos distinguir varios estados, y en todos ellos la causa que sirve de base a la enfermedad es la toxemia.  Pese a que ésta puede surgir por diferentes motivos, la causa principal de su existencia es la insuficiencia de energía nerviosa necesaria para eliminar las sustancias tóxicas exógenas y los desechos del organismo.  El término toxemia no abarca todos los procesos tóxicos, sino sólo el que se produce en la sangre por la acumulación de material nocivo.  También existen otros procesos, como la toxicosis, y todos los tejidos, células y espacios intestinales poseen elementos tóxicos.  En definitiva, todo el organismo es tóxico.

Las enfermedades presentan aspectos muy diferentes porque éstas evolucionan al mismo tiempo que se produce el deterioro orgánico del paciente.  La enfermedad tiene siete estados diferentes que se corresponden con las diversas diferencias de cada estado de evolución.

  1. La debilitación

Los médicos apenas reconocen este estado, que los especialistas del Higienismo denominan debilitación, como una enfermedad.  La mayoría de la gente llama a este estado una postración nerviosa.  La debilitación es un estado que aparece cuando el organismo no genera la cantidad de energía nerviosa necesaria para que el cuerpo pueda desempeñar todo su trabajo, o cuando algunas de las actividades vitales del organismo requiere una mayor cantidad de energía que la suministrada.  En cualquiera de los dos casos, el organismo se trastorna, generando menos energía nerviosa, si persisten las condiciones de falta de generación o sobrecarga de trabajo.  La mayor parte de los seres humanos se da cuenta de este estado cuando se encuentra agotada.   La reducción de energía nerviosa, causante de la debilitación, puede producirse por muchas razones, entre ellas la falta de sueño.  Por esta razón, dormir bien es fundamental, puesto que repone la energía nerviosa.  La falta de sueño, además de no aportarnos las necesidades vitales, no recarga nuestras baterías.  Las horas de sueño son importantes para poder generar más cantidad de energía nerviosa que enviar al cerebro y al sistema nervioso.

La energía nerviosa, al igual que cualquier otra clase de electricidad, se mide en milivoltios.  Varios laboratorios donde se investiga el sueño han logrado sustituir con éxito la electricidad por la propia energía corporal, denominando este proceso electrosueño.  De esta forma, el cuerpo necesita sólo dos horas para poder reponer toda la energía nerviosa.

Demostrar que la energía nerviosa es eléctrica no es nada difícil, basta con ver el siguiente ejemplo.  Si algo aplasta su dedo, se enviará de forma inmediata un mensaje al cerebro que obligará a retirar el dedo de forma inmediata de aquello que aplica la presión.  Es más, el cerebro solicitará que todo el organismo coopere en la extracción del dedo de la presión que causa el dolor.  La electricidad es el único medio capaz de realizar estas transmisiones de una forma tan rápida, ya que no existe ningún proceso químico o circulatorio que consiga tal celeridad.  Estas comunicaciones circulan a través de una red de nervios que poseen facultades conductivas, y, claro está, la única forma de energía capaz de dirigir algo es la electricidad.  Si sostiene la mano de otra persona mientras recibe una pequeña descarga eléctrica, ésta recibirá una descarga en el preciso instante en el que usted haga contacto con la fuente eléctrica.  No creo que haya nadie que ponga en duda que generamos electricidad, con el fin de conducir nuestras actividades físicas y mentales.  Todas las sensaciones se transforman en estímulos eléctricos y se envían al cerebro, que tras interpretarlas envía las órdenes correspondientes a sus interpretaciones.  De esta forma, si se coloca un dedo sobre un objeto caliente, el cerebro enviará inmediatamente una orden para que se retire.

Estos ejemplos que acabamos de utilizar demuestran que el cuerpo es en primer lugar un organismo que trabaja con la cantidad de energía que genera y que tiene en sus reservas.  Si esta cantidad se agota o resulta ser insuficiente para que se ejecuten todas las actividades corporales, comienzan a trastornarse todas las funciones orgánicas, incluyendo los procesos de eliminación de los desechos metabólicos endógenos y las sustancias tóxicas exógenas que se han introducido en el cuerpo.  Este trastorno se traduce en otros daños orgánicos entre los que se encuentra la disminución de la capacidad corporal de generar mayor cantidad de energía.  El cuerpo comienza ha debilitarse cada vez más hasta alcanzar el segundo estado, la toxemia.

  1. La toxemia o toxicosis

Cuando existe una acumulación de sustancias tóxicas que provoca una saturación en la sangre, en los tejidos, en el sistema linfático y en los fluidos intestinales, podemos decir que nos encontramos ante una toxemia y toxicosis.

Puesto que somos organismos activos, generamos una gran gama de productos tóxicos, entre ellos dióxido de carbono, cuya producción orgánica sería suficiente para matarnos en sólo unos segundos.  Si nuestros pulmones sufrieran un fallo, el dióxido de carbono provocaría una falta de oxigenación que nos causaría la muerte inmediata.  Nuestros pulmones sólo tienen cabida para una cierta cantidad de dióxido de carbono, una de las muchas sustancias tóxicas que se acumulan en nuestro organismo.  En el cuerpo humano existen tres trillones de células, de ellas desaparecen cotidianamente decenas de billones, que son sustituidas por otras.  Los lisosomas, enzimas que residen en el interior de las células, se encargan de destruir las células viejas y descomponerlas en pequeños fragmentos o componentes, denominados desechos, que deben ser eliminados.  Muchos de estos componentes como el hierro, la proteína y los aminoácidos vuelven a reciclarse dentro del organismo.  Alrededor del 95% del hierro del cuerpo y el 70% de las proteínas que éste necesita, al igual que otras muchas sustancias necesarias para el organismo, se consiguen por medio del proceso de reciclamiento, lo que le dará una idea de la gran providencia y sabiduría con las que el cuerpo consigue sus necesidades.  Sin embargo, otros componentes de estas células, el ADN y ARN, son tóxicos en el sistema y si se acumulan, como de hecho está sucediendo en la mayoría de los seres humanos, provocan una intoxicación (toxemia y toxicosis).  Los médicos creen que estos componentes tóxicos de las células son los denominados «virus» y le atribuyen erróneamente los poderes de la vida y la malevolencia.

La acumulación y saturación del tejido y la sangre de materiales tóxicos puede producirse bien en el interior del organismo, por medio de los residuos generados, o bien por la introducción de sustancias tóxicas externas que no se han expulsado.  Esta intoxicación se produce cuando sobrecargamos el organismo con sustancias nocivas externas o sobrevaloramos nuestras capacidades, y no descansamos lo suficiente; cuando nos encontramos estresados, o cuando otros factores reducen la energía nerviosa del cuerpo o evita que ésta se regenere de forma adecuada.  Entre estos factores podemos destacar el estrés, los choques emocionales y las experiencias traumatizantes, cuyas consecuencias provocan una disminución de energía nerviosa.  Las consecuencias son similares a cuando un coche se queda sin batería.

El siguiente estado de enfermedad, la irritación, aparece en cualquier nivel de este estado.

  1. La irritación

La irritación surge cuando nuestro sistema nervioso siente la existencia de cualquier sustancia tóxica.  La mayoría de las personas presta muy poca atención a este estado, y los médicos ninguna.  La irritación aparece cuando nos sentimos mal, nervioso, incómodo, experimentamos un picor o escozor, o incluso cuando sentimos una cierta molestia en algunas zonas, pero no nos duele.  Otras formas de irritación son las cosquillas que sentimos en la nariz o la acumulación de mucosidad en las membranas nasales.  La irritación es un estado molesto, pero nunca doloroso.  Es un pinchazo suave que se mueve para buscar la comodidad y para buscar su libertad.  Por ejemplo, la necesidad de orinar o defecar es una forma de irritación que se debe a la acumulación de una cantidad de sustancias nocivas que supera las necesitadas por el  organismo.  Ahora bien, esta irritación no es dolorosa, a menos que se ignore y cree demasiada presión en la zona.  Cuando la irritación comienza a doler, tenemos que tratar el problema.

Cuando una persona bebe demasiado alcohol, decimos que se encuentra intoxicado.  Éste es un buen ejemplo de intoxicación exógena.  El organismo logra eliminar una pequeña cantidad de esta sustancia tóxica, antes de que produzca demasiado daño.  Sin embargo, si se ingiere más alcohol, la capacidad eliminativa disminuye y crece el peligro.  La primera copa de alcohol suele provocar una pequeña irritación, que también denominamos estimulación.  Cualquier sustancia tóxica, como la sal, la cafeína o los condimentos, estimula o irrita.  Ésta es una condición que se produce en el interior del organismo para poner en funcionamiento todos sus mecanismos defensivos y acelerar sus actividades internas.  Actúa igual que un sistema de alarma de un barco que solicita la actuación de todos los tripulantes ante la proximidad de un bote con fuerzas enemigas a bordo.  Desafortunadamente, esta condición hace que nos sintamos bien e, incluso, eufórico.  Es una pena ver como esta condición eufórica la provoca una situación que daña al organismo.

Si las causas de la debilitación, la intoxicación y la irritación todavía permanecen en el interior del cuerpo y éste no puede hacerles frente, el organismo inicia una crisis de respuesta denominada inflamación.

  1. La inflamación

Éste es el estado en el que los médicos suelen reconocer la existencia de una enfermedad y los pacientes se dan cuenta de la presencia de un problema, ya que produce dolor.  Al mismo tiempo que provoca dolor, también implica la redirección de las energías nerviosas del organismo y el cierre de las vías intestinales.  El organismo utiliza la energía que normalmente usa el cuerpo para ejecutar su actividad en esa zona y la centra en el gran esfuerzo que se necesita para hacer frente a una grave intoxicación.  El organismo centra todas sus energías en esta emergencia, antes de que la integridad orgánica se vea lisiada o amenazada por un golpe mortal.

Cuando se produce una inflamación, las sustancias tóxicas suelen concentrarse en un órgano o área para centrar todo el esfuerzo en su expulsión.  Este área sufre una inflamación debido a la constante irritación producida por los materiales nocivos.  Cuando aparece una inflamación, se dice que padecemos una «itis», como es el caso de la apendicitis, amigdalitis, hepatitis o nefritis.  Es preciso destacar como las enfermedades que acabamos de citar se deben a la sobrecarga de cuatro órganos diferentes de purificación y eliminación.

El sufijo «itis» se coloca detrás del órgano o el tejido que ha sufrido la inflamación.  De esta forma, si lo que padecemos es un resfriado, lo llamamos rinitis.  Si la inflamación se produce en las cavidades del seno craneal, padeceremos una sinusitis.  Si ésta se produce en los bronquios, padeceremos una bronquitis o asma.  Etcétera.

Sufrimos estas patologías peculiares porque en cada caso el organismo decidió eliminar la carga tóxica a través del órgano afectado.  Por ejemplo, el asma existe porque el organismo ha seleccionado a los bronquios como el canal por el que eliminará las sustancias tóxicas.  La condición es crónica, porque la condición tóxica es constante.  Mientras el paciente continúe introduciendo sustancias tóxicas en su interior, el organismo continuará eliminando la carga nociva a través de los bronquios o el tejido alveolar.

La inflamación o la fiebre son respuestas que el organismo utiliza cuando se encuentra ante una situación que amenaza a la vida.  El organismo es el único causante de la fiebre, y ésta es una prueba o síntoma del proceso de limpieza y reparación en la que el organismo ha centrado gran parte de su actividad.  La energía que utiliza el organismo en una fiebre es la que se utiliza en el proceso digestivo, en el trabajo o juego, en pensar y ver, etc.  La fiebre es una actividad sanativa y la idea de suprimirla es igual que si golpeáramos a un hombre que se está ahogando en la cabeza para que deje de forcejear.  Esto sucede con los enfermos que padecen rinitis o la gripe, ya que la administración de fármacos equivale a pegarle un golpe en la cabeza al esfuerzo sanativo del organismo.  Los esfuerzos eliminativos desaparecen y la toxicidad, en la que se incluyen los fármacos ingeridos, aumenta hasta saturar otros órganos, principalmente los pulmones.  En este momento, la vitalidad del organismo vuelve a reponerse y crea una nueva condición denominada neumonía.

La inflamación es el cuarto estado de la enfermedad y en el que el organismo centra la mayor parte de sus esfuerzos de limpieza y recuperación.  El siguiente estado de la enfermedad es destructivo y degenerativo y aparecerá si continúan las causas que provocaron la intoxicación general del organismo.

  1. La ulceración

El proceso de ulceración provoca la destrucción de una gran cantidad de células y estructuras de tejido.  Los sistemas fisiológicos desaparecen debido a la incapacidad orgánica de vivir en un medio de toxicidad incesante, y por ello, en las zonas donde comienza a destruirse el tejido, éste no vuelve a cerrarse.  Un ejemplo de este proceso son las llagas cancerígenas que aparecen en la boca, o en otras zonas del cuerpo.  Estas condiciones suelen ser bastante dolorosas, puesto que también se dañan los nervios.

El organismo suele utilizar una úlcera para expulsar la acumulación tóxica existente en esa zona y si las causas que provocaron la úlcera desaparece o se reducen considerablemente los niveles de toxicidad, ésta puede sanarse.  Este proceso de sanación es igual que cuando arreglamos unos pantalones con agujeros cosiéndoles unos parches.  Este proceso recibe el nombre de induración.

  1. Induración

El proceso de induración consiste en endurecer el tejido o rellenar los huecos existentes con tejido resistente.  La cicatrización es una forma de induración.  En este estado de la enfermedad la finalidad del endurecimiento es la de rellenar el espacio y encapsular en un saco endurecido las sustancias tóxicas que amenazaban la integridad orgánica.  De esta forma se aíslan la úlcera y los elementos nocivos, al endurecerse el tejido que los rodea.  Esta forma de aislar los materiales tóxicos recibe el nombre de formación tumorosa y noventa veces de cada cien se diagnostica como un cáncer, aunque, de hecho, no exista tal cáncer.

La induración es el último estado sobre el que el organismo ejerce algún control.  Si las prácticas patogénicas que provocaron este estado continúan, las células y los sistemas de tejido se perderán todo el control y sobrevivirán de la mejor forma posible.  Las células se convertirán en parásitos que se alimentarán de las sustancias nutritivas que obtengan del fluido linfático, pero no contribuirán de forma alguna al equilibrio orgánico, ya que han perdido todo el control.  Las sustancias tóxicas han alterado su código genético, lo que ha provocado su incapacitación para organizar cualquier acción de forma inteligente dentro del contexto de un equilibrio orgánico.  Cuando las células pierden todo el control de acción y se vuelven locas, como acabamos de mostrar, nos encontramos ante el último estado de una enfermedad, el cáncer.

  1. El cáncer

El punto final de toda enfermedad es el cáncer.  El último estado de la enfermedad que, por lo general, tiene un desenlace fatal, especialmente si no se eliminan las causas que lo provocaron.  El cese de estas causas y el establecimiento de unas conductas de vida sana pueden detener este proceso, ya que pueden revitalizar el organismo hasta tal punto que incluso podrían destruir las células cancerígenas.  Sin embargo, todo esto es relativo, ya que pese a que las células cancerígenas suelen vivir en un entorno hostil, éstas pueden multiplicarse en cualquier entorno mientras consigan sustancias nutritivas.  Las células cancerígenas han conseguido un estado de independencia y han vuelto a su estado primitivo de células incontrolables ─células que perviven por sí solas, como si fuesen protozoos─.

Las características de estos siete estados de enfermedad son bastante diferentes, sin embargo, las líneas que separan un estado de otro se han dibujado de forma más o menos arbitraria.  Esto sucede muy a menudo en los diversos intentos por establecer cuándo un proceso evoluciona hacia otro proceso.  Estas líneas de separación no están muy bien definidas.

La gente suele preguntar cuándo surge el cáncer.  Los higienistas afirman que comienza con el primer resfriado o sarpullido que aparece en la niñez.  Esta cadena evolutiva comienza en este punto, porque el fenómeno de la vida es una violación constante de las leyes de la vida desde el principio hasta el final.

LOS VIRUS Y LAS BACTERIAS.  SUS PAPELES EN LA  ENFERMEDAD

Después de haber repasado los siete estados de la enfermedad, parece obvio afirmar que las bacterias y los denominados virus no son los causantes de las enfermedades.  Ahora bien, si considera que los residuos tóxicos procedentes de las células muertas se denominan virus, entonces sí puedes decir que causan las enfermedades.  Los médicos consideran que los virus son entidades vivas, cuando, de hecho, no han logrado comprobar en toda la historia una sola calidad de vida que puedan atribuir a los virus.  Lo que llaman virus, siempre está muerto y nunca han conseguido verlos vivos.  No tiene ni siquiera los primeros requisitos de la vida, es decir, mecanismos de control y metabolismo, cuando incluso las bacterias gozan de estos mecanismos.  Vuelvo a repetir que aquello que denominan virus no son más que los componentes de células descompuestas.

Algunos individuos insisten que las bacterias, y más concretamente las espiroquetas, son las causantes de la sífilis.  Aunque el término espiroquetas ha cedido el puesto a los virus denominados en la actualidad, herpes, ─ahora está de moda─, podemos demostrar con facilidad que las espiroquetas nunca fueron los responsables de tal enfermedad.  Si le pregunta a un bacteriólogo qué es lo que aparece primero la bacteria o el alimento, responderá que para que la bacteria pueda desarrollarse deben existir sustancias nutritivas, por lo que es necesario que exista junto a células vivas.  Por esta razón, las bacterias nunca existirían si no hubiera alimento o sustancias nutritivas que permitieran su propagación.  Su multiplicación coincide con las épocas de abundancia y, en cambio, disminuyen cuando las condiciones son adversas o existe una precariedad alimenticia.  En definitiva, las bacterias pueden producir la misma cantidad de alimento que las moscas de basura.  Para que éstas sobrevivan es necesario que exista basura y, por la misma razón, para que las bacterias se desarrollen en el interior de nuestro organismo, es preciso que persistan las sustancias nutritivas.  En otras palabras, no provocan la condición, sino que existen gracias a la condición.

Cuando el organismo tiene una elevada condición de toxicidad, como es el caso de una inflamación, éste absorberá las bacterias que se encuentran en las paredes intestinales y las enviará a la zona donde se concentran las sustancias tóxicas.  Las bacterias asisten simbióticamente a descomponer estos materiales nocivos y prepararlos para su eliminación.  Por supuesto, los excrementos de las bacterias también son tóxicos.

Los médicos ignorantes no consideran a las bacterias como nuestros socios simbióticos en el proceso sanativo de la enfermedad, sino como la causa de tal enfermedad.  Koch destruyó las teorías originales de Pasteur con sus cuatro postulados.  Los dos primeros afirmaban que si una enfermedad era provocada por un cierto tipo de bacterias, éstas debían estar siempre presente cuando surgiera la enfermedad.  El tercero afirma que la enfermedad siempre surge por la presencia o la introducción de las bacterias consideradas como responsables.  A pesar de que estos principios cardinales son evidentes por sí mismo, la aparición de demasiadas excepciones desaprueba por completo la teoría del germen como causante de la enfermedad.  En 1892, Koch asentó sus postulados, pero la profesión médica nunca le dio crédito.  En la actualidad, la profesión se aferra cada vez más a la desacreditada teoría de los gérmenes, con un pequeño cambio, las bacterias han cedido el paso a unas entidades más esquivas denominadas virus.

Existen muchos tipos y formas diferentes de bacterias, cada una con una capacidad metabólica distinta.  Son muy versátiles y en muchos casos cambian su formas y costumbres al cambiar el sustento nutritivo que utilizan para vivir.  Así una bacteria redonda puede convertirse en una bacteria fina, y viceversa.

Se solía decir que los neumococos eran los causantes de la neumonía, pero se descubrió que en la mayoría de los casos este tipo de bacteria casi nunca se encontraba.  Es más, la administración de este tipo de bacterias a personas sanas, nuca provocó la aparición de la neumonía.  La profesión médica nunca ha reconocido que las bacterias se encuentran en el organismo humano, al igual que se encuentran en todos los lugares.  Son socios simbióticos de todas las criaturas que habitan en la naturaleza.  Los seres humanos tuvieron que establecer un estado de simbiosis con todas las fuerzas de la naturaleza para poder existir.

En segundo lugar, si las bacterias invadieran los organismos y los debilitara, como supuestamente hacen ─como si el organismo pudiera debilitarse cuando se encuentra en un estado de salud─, las fuerzas que las bacterias han desarrollado aumentarían y acabarían con los organismos cuando éstos cayeran más enfermos.  Sería un viaje sólo de ida y actuarían igual que hacen los buitres con los huesos de un cadáver.  Si las bacterias provocan la aparición de la enfermedad, ¿Cómo podría recuperarse el organismo una vez que lo hubieran invadido y lo hubieran debilitado? Si profundizara en esta cuestión y llegara a unas conclusiones lógicas, descubriría que una vez que el organismo hubiera perdido una batalla en plenas condiciones de salud, perdería toda la guerra cuando estuviera más débil.

Los derivados de las bacterias simbióticas complican la

enfermedad

Las bacterias complican la enfermedad porque los productos derivados de la fermentación y la putrefacción bacterial son mortalmente nocivos.  Los productos derivados del proceso de fermentación bacterial son el ácido láctico, el ácido acético o vinagre y el alcohol.  Por otro lado, el proceso de putrefacción produce alimentos nitrogenados y proteínas.  Cuando las proteínas se encuentran en fase de descomposición produce amoníaco, índoles, escatoles, purinas, etc.  Aunque el organismo puede eliminar estas sustancias con normalidad, son bastante tóxicas en el interior del cuerpo.  De hecho, nuestra orina y excrementos poseen una gran cantidad de sustancias derivadas de la descomposición de las proteínas producidas por nuestra descomposición corporal y por la descomposición bacterial.

Es muy probable que haya oído hablar del ideal de vivir en un entorno libre de gérmenes.  Sin embargo, esto es imposible, ya que existen trillones de bacterias que viven fuera y dentro de nuestro cuerpo todo el tiempo.  Si estos microorganismos no existieran o estuviéramos libres de ellos, moriríamos muy pronto.  Estas bacterias son los encargados de realizar muchos de los servicios esenciales para nuestra vida, servicios que trataremos con mayor profundidad en otra lección.  Sólo es preciso recordar que vivimos en simbiosis con las bacterias.

Las bacterias se han convertido erróneamente en el centro de las culpas de todas nuestras indiscreciones.  Es raro el médico que no encuentre para su paciente un chivo expiatorio que descargue toda la responsabilidad de los problemas de su espalda.   La lógica empleada por los médicos no es por cierto muy lógica.  Según los médicos, las bacterias o virus invaden nuestro cuerpo y destruyen nuestras células.  Desde un punto de vista lógico, parece claro que nuestras defensas orgánicas permiten que suceda esta invasión por sus indicaciones y que una vez hubiera comenzado la invasión, estas entidades invasoras no se detendrían, destruyendo todas las células del organismo, especialmente después de que el primer ataque hubiera mermado el organismo y debilitado su capacidad defensiva.  Según la lógica de la medicina, existe un gran número de bacterias en la zona, puesto que su multiplicación se dispara cuando hallan una condición de abundancia.  Por tanto, ¿cómo puede el organismo revertir esta situación y recuperarse?

Los médicos creen que la administración de fármacos consigue eliminar las bacterias, para que el cuerpo tenga una oportunidad de recuperarse.  Asimismo, también existen muchos individuos que confían en la medicina y creen que se trata de un agente de sanación o que asiste en la sanación.

Cuando uno comienza a realizarse preguntas cada vez más profundas sobre las causas de la enfermedad, las teorías de la medicina se derrumban por su propio peso, puesto que no pueden subsistir con la existencia de verdades tan evidentes.

La enfermedad, creada y dirigida por el propio organismo, tiene una única causa.  El organismo es la única entidad organizada capaz de coordinar los diferentes procesos de la enfermedad.  Ésta aparece cuando el cuerpo no puede eliminar las sustancias tóxicas, internas o externas, que se han acumulado en el organismo.  Estas sustancias debilitan y desvitalizan el organismo hasta llegar a un punto en el que no puede soportar en su débil nivel de vitalidad más carga tóxica.  En este momento crea una crisis y envía todas las energías del cuerpo hacia el enemigo que se encuentra en el interior.

Volvamos a la neumonía.  Los médicos temen que cuando una persona sufre un resfriado o una gripe, ésta pueda convertirse en una neumonía.  Esto sucede tantas veces entre sus pacientes que realizan esfuerzos «heroicos» para evitarlo.  Administran todo tipo de fármacos, pero la neumonía aparece una y otra vez con tanta frecuencia que los doctores se encuentran impotentes ante esta enfermedad que se ha convertido en una de las causas de muerte más comunes en nuestra sociedad.  Ante este panorama, es preciso realizarse la siguiente pregunta:  ¿cuál es la verdadera causa de la neumonía? ¿Sobreviven los neumococos a los ataques de los fármacos, provocando su aparición?

Si el resfriado, como ya hemos indicado, no es más que un proceso de limpieza, ¿cómo puede empeorar un organismo que se encuentra en crisis? Si el organismo se encuentra eliminando sustancias tóxicas a través de las vías respiratorias, como de hecho lo hace cuando está resfriado o sufre una gripe, ¿cómo pueden contaminarse también los pulmones?

Todos los casos de resfriados y gripe se recuperan rápidamente, si el enfermo descansa en una habitación donde corra el aire fresco y entre la luz del sol.  Será necesario que descanse profundamente y que únicamente ingiera agua pura, ayunando por completo.  Si se cumplen todas estas condiciones, el organismo se recuperará en tan sólo dos o tres días.  Sin embargo, si el enfermo se niega a descansar y continúa ingiriendo los alimentos que provocaron principalmente la aparición de la crisis, los esfuerzos eliminativos pueden verse sorprendido por la invasión de una mayor carga tóxica, en cuyo caso puede aparecer la neumonía.  Lo mismo ocurrirá, si el enfermo va al médico y toma toda clase de fármacos, puesto que los esfuerzos eliminativos del organismo se centrarán en la expulsión de estos fármacos.  El resfriado y la gripe posiblemente desaparecerán, pero la acumulación de sustancias tóxicas aumentará y se desplazará hasta llegar a los pulmones, donde su alta concentración puede provocar la muerte o la aparición de un cáncer.  Muchas autopsias han revelado que las personas que habían tenido una neumonía, o que vivían en un entorno muy contaminado o fumaban, tenían tumores, sacos de tejido pulmonar endurecidos que encapsulaban sustancias tóxicas en los pulmones.  Muchos casos de largos ayunos han actuado directamente sobre neumonías que habían sufrido muchos años atrás.  Durante el curso del ayuno, los fármacos que había ingerido consiguieron salir de los pulmones, mientras que el organismo autolesionaba los tumores y expulsaba sus contenidos.

Sin embargo, los médicos continúan diciendo que los causantes de la neumonía son los neumococos, a pesar de la existencia de pruebas obvias sobre las verdaderas causas de la neumonía y que en más del 25% de los casos de neumonía no se encuentran los neumococos.  En la actualidad, los médicos se están separando cada vez más de la teoría de los gérmenes como causantes de las enfermedades y centran toda la culpa en los «virus».  Esta nueva concepción sólo es cierta si consideramos que los virus son desechos metabólicos que no se han eliminado.  Sin embargo, cuando comience a indagar en qué son los virus y cómo causan la enfermedad, podría considerarlo como la teoría de los «espíritus malignos», puesto que los médicos han empapado los virus con todas las cualidades de los espíritus malignos.

Esta ceguera caracteriza a la profesión médica, ya que la finalidad de la enfermedad es tan evidente que los médicos no pueden verla.  Actúan igual que el guardia del campo de concentración, buscan algo que no existe y no se fijan en lo que ven todos los días.

En la actualidad existen unas 20.000 enfermedades diferentes descritas en las investigaciones médicas.  Mencionan casi todas las variaciones posibles y cada una con un nombre diferente.  A veces, los nombres son compuestos porque los síntomas aparecen en más de un órgano o sistema de tejido.  Sin embargo, todas estas enfermedades no son más que una sola enfermedad, la enfermedad constructiva, provocada y dirigida por el propio organismo y conocida como toxemia o toxicosis.

EL HIGIENISMO O HIGIENE NATURAL CUIDA AL ENFERMO

El trabajo de los doctores Tilden, Carrington y Shelton

Al igual que existe una causa universal, también existe una panacea universal.  En la mitología griega, Asclepus tuvo dos hijas, Hygeia, diosa de la salud, y Panacea, cuyo nombre en griego significa sanación total o sanación universal, diosa de la sanación.

Aunque estas diosas sean mitológicas, representan dos conceptos muy válidos.  Para gozar de un estado de panacea, debemos recobrar nuestras formas de vida naturales, y la forma más rápida de invocar la panacea universal es por medio del ayuno.  Al igual que la enfermedad universal se ha conseguido cargando todo el organismo con sustancias tóxicas, la panacea universal establece las condiciones de vida más ideales bajo la que el organismo pueda realizar su proceso de limpieza y reparación de los daños sufridos.  Y la respuesta es el ayuno.  Funciona en todos los casos de enfermedad constructiva, es decir, en aquellas enfermedades donde todavía no existe un daño irremediable para la naturaleza.

Algunos de las personas más brillantes, los doctores Tilden, Carrington y Shelton, volvieron a descubrir la panacea griega hace mucho tiempo.  El doctor Jennings fue el primero en descubrirla, antes de que el doctor John Tilden tratará en profundidad sobre ella en su libro escolar Toxemia explained (La explicación de la Toxemia).  Posteriormente sería el doctor Hereward Carrington quien escribiría algunos volúmenes bastante ilustrativos sobre el Higienismo.  Sin embargo, será el doctor Shelton quien estudiará con mayor profundidad y extensión el tema.  Edificó sobre los pilares de todos aquellos que le habían precedido y añadió un toque de su gran genio.  En la sección material complementario aparecen algunas de las observaciones del doctor Carrington.  Veamos a continuación algunos fragmentos de la obra del doctor Herbert M.  Shelton sobre la naturaleza de la enfermedad:

La definición higiénica de enfermedad

El sistema higiénico enseña que la enfermedad es un esfuerzo terapéutico, una batalla de las fuerzas vitales en su afán por purificar el sistema y recuperar el estado normal.  Este esfuerzo debería gozar de una ayuda, un control y una dirección, si fuera necesario, pero nunca debería suprimirse.  ¿Qué es esa cosa misteriosa que llamamos enfermedad? Es simplemente un esfuerzo cuyo fin es eliminar los materiales obturadores, también denominados sustancias tóxicas, del dominio orgánico y reparar los daños causados.  La enfermedad es un proceso de purificación y recuperación.  Es un esfuerzo vigoroso cuyo fin es destruir toda obstrucción y mantener limpios todos los canales de circulación.

En realidad, si observamos la enfermedad en todos sus aspectos, debemos decir que es algo más que todo lo expuesto anteriormente.  El doctor Carrington simplifica la definición de Shelton como sigue:

La enfermedad es un intento del organismo por liberar sus células y sistema circulatorio de toda sustancia tóxica y obturadora.  Es una concentración desesperada de todas las energías corporales restantes con el fin de purificar y restaurar el organismo.

En la elaboración y creación de lo que hoy en día conocemos como Higienismo o Higiene Natural, podemos encontrar numerosas personas cuyas aportaciones son muy importantes, entre ellas debemos destacar a un gran número de mujeres.  Mientras que las mujeres se vieron apartada a un segundo plano dentro de la profesión médica, el movimiento higienista las recibió con los brazos abiertos y sin trabas, disfrutando de todos sus conocimientos.  La igualdad entre los hombres y las mujeres dentro del movimiento es tan abrumadora que el número de mujeres que trabajan como profesionales higienistas es prácticamente igual que el de hombres, dejando al lado los doctores en medicina que se han convertido en higienistas.

¿Quién ha escuchado alguna vez el nombre de Louisa May Alcott? Sí, todos sabéis quien es.  Pero, ¿quién sabía que era higienista, que su padre era higienista y que su hermano William Alcott, además de ser un brillante escritor, también fue un profesional higienista?

Seguramente todos habréis oído hablar alguna vez de Florence Nightingale, quien aportó una nueva dignidad y dirección a la profesión de enfermería.  Era higienista.

¿Quién ha oído alguna vez el nombre de Ellen White? Fue una higienista que inició la religión conocida hoy en día como los Adventistas del Séptimo Día.

Existe un gran número de heroínas desconocidas entre las profesionales del Higienismo.  May gove, Susan Nichols, Linda Burfield Hazzard, entre otras, supusieron una gran baza para el sexo femenino y el Higienismo.

Probablemente, la higienista más conocida fue Florence Nightingale.  Su preocupación y coraje en los campos de batalla de Europa Oriental todavía nos causa una gran admiración.  Rusia y Gran Bretaña luchaban encarnecidamente y el número de víctimas aumentaba cada vez más lejos de los campos de batalla que en el frente.  Los médicos y sus tratamientos estaban matando a los soldados con mayor velocidad que los rusos.

Cuando Florence Nightingale llegó a la escena donde se desarrollaba la batalla, se hizo cargo de todos los enfermos, por encima de los médicos.  Lo que hizo fue muy simple, ir a las habitaciones donde se encontraban los enfermos y heridos y abrir las ventanas para que entrara aire fresco.  No permitió que se administrara ningún tipo de fármaco y repartió agua entre los enfermos, algo que iba en contra del procedimiento médico de aquella época.  También impidió que ingirieran alimentos pesados y, en algunos casos, sugirió el ayuno total.  Antes de su llegada, el confinamiento en un hospital en el campo de batalla significaba una muerte segura, sin embargo, con sus nuevos métodos los enfermos comenzaron a reponerse rápidamente.  Florence Nightingale se hizo famosa al utilizar con un éxito rotundo los métodos rudimentarios utilizados por el Higienismo.  Este hecho es incluso más sorprendente si tenemos en cuenta que la señora Nightingale vivió en una era dominada por el hombre y la medicina.  Sin embargo, desafió al mundo de la medicina y venció.  Debemos considerarla como una verdadera pionera en el campo del Higienismo y, a pesar de su pobreza en la escena de la salud, su riqueza es inmensa, puesto que se encuentra entre nuestros antepasados.

EL CARÁCTER DE LA ENFERMEDAD

Para poder comprender la enfermedad, debemos comprender qué es la salud.  La salud es un estado en el que se disfruta de todas las facultades y funciones.  La enfermedad no puede considerarse como el estado opuesto a la salud, sino como una expresión de la vitalidad sana, mientras se encuentra bajo el peso de la toxicosis.  No es más que una crisis provocada y dirigida por el propio organismo con el fin de purificarse y reponerse.

La aparición de la enfermedad se debe al consentimiento de unas formas de vida y unos materiales o sustancias anormales al organismo:  aquello a lo que no nos encontramos adaptados será el causante de la enfermedad.

Pensar que tenemos que combatir la enfermedad es algo erróneo, puesto que ésta no aparecerá a menos que no sea necesario.  Podríamos dar una larga lista de sustancias e influencias que son anormales para el organismo, pero no es tan complicado.  Lo único que necesitamos es mantener las necesidades de la vida que crean y sostienen la salud.  Cuando la sed nos pida agua, consumamos sólo agua pura, y cuando el cuerpo nos pida comida, comamos sólo frutas naturales, verdura, nueces y semillas.  Estos son los verdaderos dictados de nuestra naturaleza, somos frutívoros, y como tales, la naturaleza nos ha adaptado biológicamente para consumir una dieta basada en frutas.

Además de ello, nuestro organismo se encuentra adaptado al aire fresco, a descansar y a dormir, a gozar de un equilibrio emocional.  En definitiva, nuestro organismo se encuentra adaptado para vivir en un mundo armonioso y, por lo tanto, para alcanzar un estado de salud, deben reunirse una serie de factores, como son nuestras necesidades físicas, mentales, emocionales, intelectuales y estéticas.  De esta forma, podemos afirmar que todas las enfermedades, excepto las degenerativas, son crisis orgánicas cuyo fin es restaurar la salud.

En este apartado hemos analizado las causas, la finalidad y la naturaleza de la enfermedad.  Veamos a continuación algunos puntos clave.

Las enfermedades no son contagiosas

ESTUDIANTE:  ¿Es cierto que las enfermedades no son contagiosas en ningún sentido?

PROFESOR:  Así es.  Las enfermedades no son contagiosas porque éstas son provocadas por el propio organismo.  No podemos transmitir nuestras sustancias tóxicas a otro cuerpo, y esto es bastante evidente.  Un higienista puede entrar en la habitación de un enfermo y no contraer ninguna enfermedad, al igual que cualquier médico, enfermera u otra persona.  Muchos de estos médicos suelen visitar las habitaciones de enfermos que padecen las enfermedades consideradas como más «contagiosas», y no la contraen, aunque algunos digan que sí.  No se puede transmitir los materiales tóxicos a otra persona, a menos que los saques e inyectes en la persona, como hacen los médicos con las transfusiones.  Sin embargo, el contagio producido por la transfusión se debe más a una negligencia médica que a las posibilidades de la naturaleza.

Se dice que los resfriados, la gripe, la lepra, y otras cosas, son enfermedades contagiosas.  Sin embargo, cuanto más amplios son nuestros conocimientos, menor es el número de enfermedades contagiosas.  Muchas de las enfermedades, que antaño se consideraban como contagiosas, como es el caso del asma, el cáncer, la soriasis, la meningitis, la poliomelitis, han dejado de serla.  Aunque todavía existen muchas que continúan considerándose como contagiosas, este es el caso del sarampión, la varicela, etc., la verdad es que lo único contagioso que poseen estas enfermedades es la ignorancia médica, la enfermedad más contagiosa de todas.

Cómo aparecen las epidemias y las plagas

La única «epidemia» que existe en la actualidad y que provoca un verdadero contagio es la epidemia de malos hábitos similares.  Casi todos comemos la misma comida, nos encontramos sujetos a las mismas razones, a los mismos tipos de casas y, en muchos casos, practicamos las mismas formas de vida desfavorables para la salud.  Con todo esto, no es de extrañar que padezcamos las mismas enfermedades, puesto que las mismas causas tienen como consecuencia los mismos efectos.  Claro está, esto se ve modificado en la situación de los seres humanos, gracias a la diátesis de cada individuo.

De esta forma, podemos observar como dentro de una misma familia o grupo, las personas practican una forma de vida bastante similar y sufren las mismas enfermedades.

Todos los estudios sobre los períodos de incubación de los gérmenes y los virus no son más que pura mitología médica.  En posteriores lecciones profundizaremos en este tema y lo estudiaremos metódicamente.

¿Cuál es la causa que provoca la aparición de plagas y epidemias? La mayor parte de las epidemias actuales son fruto de la invención y publicación del Centro de Control de Enfermedades, que se encuentra en Atlanta, Georgia, (EEUU).  Este centro, que realiza un servicio federal, presta grandes servicios a la profesión médica.  Cuando las compañías farmacológicas desean comercializar grandes cantidades de vacunas contra la gripe, el sarampión, etc., acuden al C.C.E.  para que propague una propaganda tremendista que obligue a los individuos acudir en masa a los consultorios médicos en busca de una inyección.  La idea que defiende que la inyección inmuniza al individuo es un disparate que no vale la pena prestar atención ─es como un vudismo─.

La aparición de las epidemias se debe, como ya hemos repetido, al consentimiento masivo que la sociedad otorga a sus deprovables y similares hábitos y condiciones de vida patogénicas.  No es pura coincidencia el hecho de que casi el 90% de las afecciones, consideradas generalmente como resfriados y gripe, sucedan durante el séptimo mes del año.

La razón por la que las epidemias siempre aparecen en invierno, y no en verano, es bastante obvia.  Al igual que todos los organismos vivos, la vida microbiológica tiene una mayor actividad durante el período estival que durante el invierno.  Sin embargo, los especialistas continúan afirmando que los microbios tienen una mayor actividad y provocan las epidemias.  Por supuesto, esto es una tontería, ya que durante el invierno ingerimos menor cantidad de comida sana, y comemos más comida precocinada.  Además realizamos menos ejercicios y nos quedamos más tiempo dentro de las casas, respirando aire contaminado.  En verano, además de recibir más rayos del sol, realizamos más ejercicio, tomamos más aire fresco e ingerimos más frutas naturales.  En definitiva, mientras en verano vivimos rodeados de

unas condiciones más saludables, en inviernos estas condiciones se convierten en perjudiciales.  Son estas condiciones las que hacen que vivamos en un estado saludable o que aparezcan las enfermedades.  Las condiciones generales son las responsables que nuestra salud se encuentre en un estado enfermizo.  Las plagas o epidemias no surgen del contagio de los gérmenes, sino del contagio de las condiciones patogénicas.

Los fármacos son peligrosos para las bacterias y las células humanas

Los higienistas lamentan y deploran las prácticas de los médicos que basan toda su medicina en la aportación de alimentos y fármacos a los enfermos.  Cuando un organismo se encuentra enfermo, la administración continua de alimentos es suficiente para interponerse en los esfuerzos sanativos que se llevan a cabo en el interior.  Pero si además ingerimos fármacos, la reducción de fuerza vital es tan importante que el organismo se ve obligado a redirigir las energías que se encargaban de ejecutar los procesos de purificación para que eliminen las sustancias tóxicas que se han administrado y que son más virulentas.  Por esta razón, podemos afirmar que la labor de los médicos, lejos de proteger la vida, parece perseguir la muerte.

Es cierto que los fármacos eliminan las bacterias, pero su poder exterminador se extiende a todas las formas de vida metabólica.  Las sustancias que destruyen las funciones metabólicas de las bacterias tienen, por lo general, el mismo poder y provocan las mismas consecuencias en las células de todas las formas de vida.  Los mismo médicos podrían asegurarle que los fármacos no destruyen a los virus, puesto que lo que ellos consideran como virus nos son más que los desechos de las células muertas, materia inerte que no puede morir por segunda vez.

En conclusión, le aseguro que la enfermedad no es un estado al que debamos temer, puesto que eso sería igual que tener miedo de su propio organismo.  Si en verdad hay que temer a algo, debe ser nuestra aceptación a los productos nocivos y a las condiciones de vida desfavorables.

PREGUNTAS SOBRE LA SEGUNDA LECCIÓN

PREGUNTA:  ¿Las indigestiones y la acidosis deben considerarse como enfermedades, o como simples crisis pasajeras?

PROFESOR:  Aunque su duración es muy corta, deben considerarse como enfermedades.  Todo lo que nos provoque un estado de incomodidad es una enfermedad.  Aunque la acidosis no existe, puesto que nuestro cuerpo moriría mucho antes de que los fluidos corporales alcanzaran un estado ácido, si existe la hipoalcalinidad.  Una reducción en los niveles de alcalinidad que disminuya el pH de 7,40 a 7,35, cómo máximo, puede provocar un estado de coma, y si este nivel se reduce en 5 o diez décimas más, puede causar la muerte.

La aparición de la indigestión y lo que se llama acidosis  se debe generalmente a la ingestión de alimentos en unas combinaciones digestivas incompatibles o la ingestión de una dieta en la que predominan productos ácidos.

PREGUNTA:  Ha afirmado que las enfermedades no son contagiosas, pero si es así, ¿cómo podría explicar la existencia de las enfermedades venéreas? La aparición de estas enfermedades se produce por un contagio y eso está probado.

PROFESOR:  Ya he respondido a esa pregunta anteriormente, pero volveré a explicarlo.  Las teorías convencionales afirman que los gonococos y las espiroquetas se transmiten de una persona a otra a través del acto sexual.  A partir de ese momento, la persona «infectada» comenzará a desarrollar la sífilis o la gonorrea.  Sin embargo, en la actualidad, incluso los médicos han dejado de creer en esta teoría en favor de los virus de los herpes, a los que consideran causante de las denominadas enfermedades venéreas.

En primer lugar, debemos dejar claro que la sífilis es un invento de los médicos, puesto que la mayoría de los casos descritos una y otra vez en los libros de antaño como sífilis, fueron provocados por la administración de mercurio y sulfato que los médicos recetaban tan liberalmente.  Por otro lado, lo que los médicos denominan gonorrea, no es más grave que una simple llaga cancerosa que aparece en la boca.  Ambas enfermedades son pasos eliminativos del organismo, recordemos que la ulceración y la supuración representan el quinto estado evolutivo de la enfermedad.  Los llamados factores contagiosos, es decir, las bacterias, se encuentran allí debido a la enfermedad, no para causarla.  De hecho, alrededor del 20% de los individuos que sufren enfermedades venéreas no tienen en su interior, ni gonococos, ni espiroquetas.  Afirmar que las bacterias o los virus son los causantes de la aparición de un grano, una úlcera o una pústula en la zona donde se encuentran los órganos reproductores es como decir que los diviesos surgen por culpa de las bacterias o los virus.  Sin embargo, todo el mundo acepta que la aparición de los diviesos se debe a una acumulación de suciedad en el cuerpo.  Ambos procesos son idénticos, con la única diferencia que se producen en zonas diferentes del cuerpo humano.  Asimismo, es preciso que se reconozca que la autolesión del tejido y la aparición de inflamaciones y diviesos son provocadas por el propio organismo, no por las acciones virales o bacteriales.

Por esta razón no podemos considerar como ciertas las acusaciones sobre el carácter contagioso de las enfermedades venéreas.  El ejército estadounidense realizó unas investigaciones cuyos frutos coincidían con la hipótesis de que las denominadas personas infectadas no podían infectar a las personas sanas.  Cuando estuve con un escuadrón en Japón, nos encontramos con muchos casos de prostitutas, consideradas como infectadas, que se habían acostado con docenas de soldados americanos y ninguno de ellos contrajo la enfermedad.  Por otro lado, existen muchas personas que, sin haber tenido ningún contacto con otras personas, sufren infecciones en las zonas sexuales, principalmente los niños chicos, que a veces sufren infecciones en estas zonas.

Aunque parezca lo contrario, el concepto de contagio continúa sin ser probado.  Es sólo una palabra que siembra el terror y que impulsa a los pacientes a acudir a las consultas de los médicos.  Actúan igual que lo hacen las compañías de seguro, que disfrutan viendo como se incendian las casas, e incluso pagan por ello, todo para que se puedan vender más seguros.

PREGUNTA:  Parece demasiado atrevido que pueda afirmar que millones de científicos, médicos, investigadores y profesores de las facultades de medicina estén equivocados.  ¿No es posible que sea usted el que se encuentra equivocado al afirmar que el causante de la enfermedad es una acción orgánica y no la acción bacterial o viral? ¿No es posible que el mundo médico que ha investigado sobre ello durante tanto tiempo tenga razón?

PROFESOR:  Todos los mitos tardan en desaparecer, ¿no es cierto? Cuanto más antiguo y venerado sea el mito, más difícil será su desaparición.  Hace quinientos años, cuando Copérnico presentó su teoría heliocéntrica del sistema solar, su pregunta habría sido correcta.  Comprendo que sea difícil concebir que todo el mundo pueda estar equivocado, pero insisto que toda la profesión médica gira en torno a una premisa equivocada.  El hecho de que el ayuno aporte al organismo una rápida sanación de las heridas y la enfermedad, mientras que la administración de fármacos suprima los esfuerzos sanativos, es una prueba clara de la equivocación del mundo médico.  Incluso la misma palabra «medicina» es una denominación errónea, ya que la palabra significa sustancia o agente sanativo, y no existe tal agente o sustancia.  La sanación es siempre la única prerrogativa del organismo afectado.  No existe la inteligencia suficiente, ni con todo el conocimiento del mundo, que sea capaz de realizar la soldadura de un hueso roto dentro del organismo.  Vuelvo a repetir que la sanación es un proceso completamente orgánico.

Yo no soy el atrevido, sino aquellos que niegan la verdad más clara y obvia.  Los años no pueden convertir en verdad una creencia, pero tampoco pueden modificar una verdad.  Durante prácticamente 2.000 años, millones de personas aceptaron que el mundo era plano, pero no por ello se allanó la tierra.  De la misma forma, aunque la mayor parte de la sociedad no acepte las verdades que se le presentan como obvias, verdades que representan todo lo relacionado con la salud y la enfermedad, cuando se pongan a prueba creerán en ellas.  Por esta razón, debemos afirmar que los vanidosos son aquellos que deniegan la verdad absoluta.  Como dice el viejo refrán:  «Mal de muchos, consuelo de tontos».

PREGUNTA:  Había escuchado que la vacuna contra la fiebre porcina era una trampa, pero ¿también lo es la vacuna contra el sarampión? Si los niños se exponen al sarampión, la cogen, pero si se han vacunado, no la cogen.  ¿No es cierto?

PROFESOR:  Todo el mundo acepta que la vacuna contra la fiebre porcina no es más que una trampa.  Pero pronto todo el mundo descubrirá la trampa del tétano, la trampa de la rabia, la trampa de la tos ferina, la trampa del sarampión, en definitiva las trampas que suponen los medicamentos.

Si los niños se exponen a otros que padezcan el sarampión, no la «cogen», puesto que no es contagioso.  Lo que sí se contagia son los hábitos alimenticios que provocaron la enfermedad (las formas de vida insalubres, las combinaciones alimenticias erróneas, el estrés, etc.).  Pero los niños no sufren el sarampión cuando su sistema se encuentra débil y drogado, estado en el que se encuentra cuando recibe la vacuna, puesto que no tienen la fuerza necesaria para iniciar la crisis eliminativa llamada sarampión.  Si no pueden tener el sarampión, tarde o temprano tendrán que padecer otra enfermedad, y ahora puede ser peor ─¡como el cáncer!─.  El sarampión es una crisis iniciada y dirigida por el propio organismo para eliminar las acumulaciones tóxicas; sin embargo, las interferencias de la vacuna destruye la vitalidad precisa para tener el sarampión.

La finalidad del sarampión no es la de dañar, sino la de ayudar.  El organismo provoca su aparición y mantiene el proceso hasta que finaliza la limpieza orgánica.  Al contrario de lo que piensan los médicos, el organismo no se autolesiona al provocar ésta o cualquier otra crisis.  Esto es mucho más de lo que podemos decir de las vacunas, cuya naturaleza es totalmente tóxica.

El daño que según los médicos provoca el sarampión no es obra de la enfermedad, sino de la administración «heroica» de fármacos y tratamientos que realiza la profesión médica.  El sarampión, al igual que otras enfermedades agudas, asisten a las funciones orgánicas cuando éste se encuentra con una sobrecarga de materiales tóxicos.  La administración de fármacos y vacunas sólo contribuye a aumentar esta carga nociva, por lo que no podemos considerarlas como «preventivas» o antídotos.  Bajo ninguna circunstancia poseen la inteligencia o la posibilidad de ayudar, sino la de empeorar las cosas.

PREGUNTA:  Si las vacunas no producen la inmunidad, ¿Qué ocurre con las vacunas de anticuerpos que los mismos organismos producen? ¿No es cierto que estos anticuerpos nos protegen contra los virus, como ocurre con el sarampión?

PROFESOR:  Su pregunta me recuerda a un chiste que me contaron.  Un Coronel de las Fuerzas Aéreas que se encontraba al mando de una escuadrilla de pilotos estaba inspeccionando a sus pilotos un sábado por la mañana.  Entonces se detuvo ante un Capitán y un Teniente que pilotaban junto un avión y preguntó al capitán:  «¿Capitán, qué haría si su avión se incendiara y no pudiera abrir la cubierta?», a lo que respondió el capitán:  «Señor, saldría disparado por la cubierta».  El coronel respondió:  «Idiota, se destrozaría en el intento».  Entonces se volvió hacia el teniente y le preguntó qué haría.  El teniente le respondió suavemente:  «Señor, saldría por el agujero que hizo el capitán».

Esta pregunta es similar al chiste.  La verdad es que el organismo no crea nuevas facultades defensivas para responder a los venenos.  Es más, todas sus facultades defensivas se han destruido.  Realizar una pregunta como la que acaba de hacer es como afirmar que el organismo crea anticuerpos que se defienden del alquitrán y la nicotina producida por el tabaco, porque el cuerpo humano puede tolerar cada vez mayores cantidades sin los mismos efectos nocivos que tuvo el primer cigarrillo.  El organismo no puede soportar los mismos niveles de humo después de mil cigarros, que después de uno.  El organismo no puede defenderse más del humo producido por el cigarro, porque se han destruido sus defensas, no porque se hayan construido.

Las investigaciones médicas reflejan que la existencia de «anticuerpos» es una simple presunción, puesto que nunca se han llegado a demostrar en los laboratorios su existencia como nuevas facultades del organismo.  La suposición de su existencia se basa en que cuando se administran las vacunas, la mayoría de los pacientes dejan de sufrir la enfermedad.  Sin embargo, esto no se debe a un aumento de las facultades defensivas del organismo, sino a su destrucción.  La capacidad que tiene el cuerpo de provocar la crisis de limpieza llamada sarampión se encuentra ahora tan debilitada por la administración de la vacuna tóxica, que en vez de expulsar las sustancias tóxicas, las retiene.  No es ninguna coincidencia que en la actualidad la causa de mortandad infantil más elevada sea el cáncer.  Cuando no se produce el proceso de limpieza, el organismo evoluciona rápidamente hasta el siguiente estado de la enfermedad, que, a su vez, tiene más éxito.

Vuelvo a repetir que los anticuerpos son un mito de la medicina, un producto de la imaginación médica.

PREGUNTA:  Acaba de admitir que las vacunas reducen la incidencia del sarampión.  ¿No es algo positivo, teniendo en cuenta que el sarampión puede provocar un daño cerebral?

PROFESOR:  Como puedo explicarle que el sarampión no es una plaga, sino algo beneficioso.  Cuando el cuerpo se encuentra sucio, lo más conveniente es realizar una limpieza.  Esto es lo que hace el sarampión, un proceso de limpieza.  El organismo inicia y dirige la crisis denominada sarampión para ayudarse, no para herirse.  El cuerpo nunca se autolesiona, a menos que sea necesario y pueda evitar males mayores.  Es preciso señalar que la crisis de limpieza no causa el daño cerebral.  Los responsables de este daño son los fármacos que se administraron durante la crisis.  Los médicos causan el daño a muchas personas con sus fármacos y, lejos de tomar la responsabilidad, culpan de todo a los nobles esfuerzos de recuperación del organismo.

PREGUNTA:  ¿Cómo puede probar que el verdadero causante de la enfermedad es la toxicidad, y no los gérmenes? ¿Esta afirmación se basan en pruebas obtenidas de los laboratorios o a partir de las observaciones empíricas?

PROFESOR:  Que afirmen que la causa de la enfermedad sean los gérmenes, no tiene ningún perdón.  Si tuvieran la fuerza necesaria para atacar el tejido vivo y multiplicarse hasta conseguir debilitar a una persona, como se suponeque hacen, el resultado sería como el que provoca una manzana podrida que se encuentra en medio de las buenas ─en poco tiempo todas se pudrirían─.  Los seres humanos no podrían sobrevivir este sufrimiento y la raza humana desaparecería.

Si una persona sufriera una debilitación porque ha contraído una enfermedad provocada por un germen y ésta ayunara, el ayuno no mataría a los gérmenes.  Al igual que sucede con las manzanas ─una manzana podrida puede contaminar al resto─, la proliferación de los gérmenes continuaría sin tener nada que ver si ayunáramos o comiéramos.  Sin embargo, en la realidad, aquellos que ayunan recuperan la salud rápidamente, mientras que los que continúan comiendo e ingiriendo fármacos, sufren una lenta recuperación, si alguna vez la tienen.

Muchas clínicas universitarias y hospitales han estudiado las respuestas del ayuno bajo unas condiciones de laboratorio.  No existe ninguna duda sobre los resultados obtenidos, que demuestran cómo el organismo realiza los procesos de limpieza dos o tres veces más rápido bajo unas condiciones de ayuno y sanación, que bajo la terapia de fármacos y/o alimentación.  Estos experimentos sobre las respuestas del ayuno se han realizado en las universidades de Illinois, Chicago, (EEUU), y de Pennsylvania, Filadelfia (EEUU).  No tiene que ahondar mucho en los libros que tratan sobre las cualidades del ayuno para descubrir los resultados conseguidos.

Todas las investigaciones médicas, a pesar de los errores de los investigadores, han aprobado que la causa de la enfermedad es la toxemia.  Sin embargo, los investigadores suelen interpretar los datos obtenidos para contentar a los que subvencionan sus experimentos, normalmente compañías farmacológicas.  Si los experimentos difieren demasiado de los fines que se buscan, éstos se entierran rápidamente.  Tanto la prueba obtenida del laboratorio, como las observaciones empíricas, sostienen que la enfermedad es una reacción orgánica contra la intoxicación, más que contra los gérmenes.

PREGUNTA:  ¿Cómo podemos convencer a nuestros pacientes que son los responsables de sus enfermedades y que lo que le ha sucedido no es fruto de la mala suerte?

PROFESOR:  Afortunadamente, no tiene que arrojar toda la responsabilidad sobre los hombros de sus pacientes.  Éstos recibirán en primer lugar una «cura mental» y, posteriormente, desearán encontrar una puerta para escapar del dilema.  Usted podrá guiarles para que recobren la salud, sin introducirse en las responsabilidades.  Por medio de un cuestionario que hemos desarrollado y que los pacientes tendrán que rellenar, podrá sugerir al paciente los cambios en las formas de vida más adecuados.  Una vez se hayan conseguido algunos logros, podrá avanzar con el proceso de aventura y exploración, hablando largamente sobre los beneficios que se han obtenido haciendo esto y aquello y no haciendo nunca más una cosa u otra.

El doctor Jennings mantuvo a la gente en ayuno bajo un engaño.  Recetó a sus pacientes pan y pastillas azucaradas, lo que llamamos placebos, y les pidió que las ingirieran con agua cuatro o cinco veces al día.  Junto a esto, también les prescribió descansar en la cama, tomar aire fresco, etc.  Les avisó que no tomaran nada con las pastillas que no fuera agua, puesto que si lo hacían, las píldoras no funcionarían.  Al poco tiempo, los resultados que se obtuvieron fueron más que milagrosos, puesto que sus pacientes se recuperaron al 100%, mientras que sus colegas médicos, que continuaban administrando heroicamente más y más fármacos, perdían a sus pacientes con la aparición de numerosas epidemias.

Puede afirmar que la mágica recuperación de la salud se produce gracias a la administración de ciertos alimentos, a una dieta limitada o incluso al agua destilada.  Pero, lo que sí podemos asegurar es que un estado de salud sólo se consigue dentro de ciertos parámetros.  A partir de este punto, el paciente seguirá todos sus consejos dirigidos a mantener su bienestar, de la misma forma que sigue a cualquier charlatán de la medicina, o de cualquier otro campo de las artes sanativas.

Le vuelvo a repetir que puede convertir esto en un simple juego, es decir, transformarlo en una aventura interesante, más que en un coro oneroso.  Una vez que se consigan los primeros resultados, la educación debe bastar para que los pacientes le sigan.  Lo más importante para la gente son los resultados, y su labor será la de mostrarle cómo lograrlos.  Ellos creen en la magia de la nutrición y queremos que usted aprenda cómo es en realidad.  De esta forma, podrá guiar a sus pacientes hacia una vida sana de un modo más rápido, pero no sólo les guiará sobre la dieta que han de seguir, sino cómo seguirla dentro del contexto de un verdadero régimen de salud.  Siempre podrá dar a sus pacientes las instrucciones más apropiadas y correctas que posibiliten una mejor y más rápida recuperación de su salud.  Incluso podrá hacerlo de una forma que constituya una experiencia excitante.  La utilización de los cuestionarios y las charlas con los pacientes servirán para saber de una forma más confiada qué necesita un paciente en un momento determinado al tener sobre el papel las consideraciones comprensivas y energéticas de sus problemas.

PREGUNTA:  No he encontrado ningún fallo en su explicación

de la toxemia como causante de la enfermedad, pero parece demasiado simple para que sea verdad.  ¿De veras cree que sus pacientes le creerán?

PROFESOR:  Es preciso que le vuelva a recordar que a los pacientes no les importan ni las teorías, ni las explicaciones.  Lo único que desean ver son resultados, una alfombra mágica que les lleve de un estado enfermo a un estado sano.  Basta con agitar la barita mágica de la salvación nutricional delante de sus ojos dentro del contexto de un profundo régimen de salud, y le seguirán religiosamente.  Sus conocimientos les impondrá un gran respeto, y una sola palabra que pronuncie sobre los resultados milagrosos que conseguirá, bastará para que los pacientes acudan en tropel.

TEXTOS COMPLEMENTARIOS  Doctor Herbert M.  Shelton

UNA VERDADERA PERSPECTIVA SOBRE LA SALUD Y LA ENFERMEDAD

Doctor Herbert M.  Shelton

Vivimos en una época donde se realizan descubrimientos sensacionales y se descubren «medicinas milagrosas».  Una y otra vez escuchamos la aparición de nuevas curaciones importantes, consideradas prácticamente como panaceas.  Nuevos fármacos y tratamientos como el veneno de serpiente, la fiebre artificial, el sueño congelado, las sulfonamidas, la penicilina, la estreptotricina, los plasmas sanguíneos, los poderosos rayos X, etc., surgen casi a diario, compitiendo por conseguir un espacio libre en los periódicos con los deportes, las películas, los asuntos políticos, la seguridad ciudadana y otros apartados.  La demanda continua por este desfile de «curaciones milagrosas» y la aparición constante de nuevos descubrimientos, ha hecho que el público los espere con la boca y los ojos bien abiertos y profundamente emocionados.  La consecución de una salud perfecta por medio de las promesas médicas parece estar en todas partes.

Después de tanto tiempo, parece ser que la «ciencia» ha lanzado una poderosa y decisiva ofensiva relámpago contra nuestro enemigo más antiguo e implacable, la enfermedad.  Si continuamos con esta avalancha, prácticamente incesante, de descubrimientos trascendentales y sensacionales, la hora en que la salud prevalecerá en todo el planeta y la enfermedad desaparecerá de la faz de la tierra no parece estar muy lejos.

Pero esta era no se caracteriza únicamente por la aparición de importantes «curaciones», sino también por el surgimiento de trascendentales prevenciones.  En la actualidad, muchas de las «enfermedades» que antaño eran bastante comunes, han desaparecido gracias a la utilización de los sueros y las vacunas «maravillosas», que se descubren con tanta frecuencia.  El día en que todas las «enfermedades» desaparezcan comienza a hacerse realidad.

Las intervenciones quirúrgicas también han avanzado a pasos agigantados.  En la actualidad invaden los preceptos fisiológicos que hace sólo unos años no se atrevían a tocar.  Con los nuevos avances que se han producido en la cirugía y el descubrimiento de nuevas «curaciones», sueros y vacunas, podemos realizar la combinación casi ideal para «conquistar la enfermedad».

La falta de poder y efectividad de estos tres grupos de armas que combaten la enfermedad viene compensada por la utilización de productos glandulares (hormonas) y las combinaciones de vitaminas y minerales imprescindible para luchar contra la enfermedad.  No hay ninguna razón para dudar de la llegada de la Era Dorada.

Sin embargo, los lectores más inteligentes y mejor informados comienzan a darse cuenta de la existencia de un gran defecto en todos estos métodos de «curación» y «prevención».  Un defecto que no puede compensarse con palabrerías:

Ningunos de estos métodos «curativos» o «preventivos» afectan, o tocan, las causas básicas de la enfermedad.

Los fármacos pueden suspender la actividad vital, como es el caso de los síntomas, pero jamás podrán eliminar las causas.  En su intento por matar a los gérmenes, también pueden matar a las personas.  No resuelven la condición metódica que permite a las bacterias multiplicarse y desarrollarse en aquellas partes del cuerpo donde no son normales.  Por ejemplo, el «sueño congelado» puede evitar temporalmente el crecimiento de un tumor  o un cáncer, pero nunca podrá eliminar las causas que causaron la aparición del cáncer.  Los rayos X pueden destruir un crecimiento cancerígeno, pero también pueden destruir el tejido sano y causar otro cáncer sin haber eliminado las causas que provocaron la enfermedad.  No puede enfatizarse demasiado que:

Si un método no elimina las causas, no podrá «curar».

Las vacunas y los sueros pueden hacer mucho daño, pero no tienen la capacidad de eliminar las causas que provocaron la enfermedad.  Por esta razón, podemos afirmar que no tienen la facultad de «evitar» la aparición de una enfermedad, ni siquiera aquellas para los que se administran.  Es preciso que sepamos:

Si no tienen la facultad de «evitar» la aparición de una enfermedad, no podrán prevenirlas.

Los cirujanos podrán sacar una muela, extraer las amígdalas, extirpar la vesícula biliar, quitar el apéndice, separar y extraer los ovarios y las vesículas seminales, purgar en los senos craneales,…, pero nunca conseguirán extraer y eliminar las causas de la enfermedad, ya que secar el agua de un grifo que gotea, no elimina el problema del grifo.  Disipar los efectos de causa, no acaba con el problema.  Es hora de que comencemos a comprender que:

Si la cirugía no elimina las causas de la enfermedad, no podrá «curarla», ya que no existe ninguna «curación» que no precise la extracción de las causas

Cortar un órgano, suprimir un síntoma con un fármaco (medicina), destruir un crecimiento, eliminar una piedra, todo estos procesos afectan únicamente a los efectos.  No pueden restaurar la salud por tres razones vitales:

  1. No eliminan las causas que provocan una salud enfermiza.
  2. No son los factores sobre los que se asiente una buena salud.
  3. Dañan al organismo.

Debemos buscar los agentes naturales constructivos, las fuerzas y los métodos «preventivos» que nos aseguren un buen estado de salud y dejar de confiar en los procesos, fuerzas y agentes destructivos y antinaturales.  Los agentes, como los fármacos, provocan la enfermedad en aquellos seres humanos que gozan de un buen estado de salud y no pueden sanar al que se encuentra enfermo.  Por esta razón, todos los métodos y agentes que provocan la aparición de la enfermedad no pueden preservar la salud.  Los métodos «curativos» y «preventivos» que se utilizan popularmente, ni previenen, ni restauran la salud.  En definitiva, podemos afirmar que pese al incremento constante de médicos, enfermeras, hospitales, «curas» y «fármacos milagrosos», nos encontramos ante el crecimiento incesante del ejército de la enfermedad y el sufrimiento.

Si desea conseguir un buen estado de salud, no facilite el camino a las causas que provocan las enfermedades.  Intentar librarnos de la enfermedad utilizando métodos que provocan más enfermedades es una verdadera locura.

Si desea «curarse» de la enfermedad, elimine las causas que provocan su aparición.  La tontería más grande que se pueda hacer es tratar de curar la enfermedad ignorando sus causas y empleando métodos que provocan más enfermedades.

Si desea recuperar la salud, utilice las causas de la salud.  No se puede concebir intentar recuperar la salud por medio de unos métodos y procesos que se caracterizan por el daño que provocan a la salud.

Durante cuarenta años el doctor Shelton ha ayudado a toda clase de enfermos a recobrar la salud y mantenerla firme, por medio de un sistema denominado HIGIENISMO.  Durante esa época la Escuela de Salud del doctor Shelton ha recibido a más de 40.000 personas, utilizando siempre con éxito el sistema del HIGIENISMO.  En la Escuela de Salud suelen asistir personas que después de «haberlo intentado todo» y haber sufrido y padecido durante años las consecuencias de las enfermedades, no han logrado ninguna mejoría.  El éxito que hemos conseguido en la recuperación de la mayoría de estos enfermos ha sido incomiable.

En nuestra Escuela de Salud no utilizamos en absoluto ningún método «curativo», puesto que consideramos que la naturaleza (las fuerzas normales y los procesos de la vida) es la única que puede restaurar la salud.  Establecemos unas condiciones y oportunidades para la recuperación de la salud que se encuentren en armonía con la naturaleza, ya que pensamos que el poder de sanación sólo existe en la naturaleza.  Las fuerzas y poderes naturales constituyen la verdadera panacea.  En esta escuela proponemos un plan de vida y un programa de educación que devuelva a nuestros pacientes a una vida en armonía con la naturaleza.  Si este plan o cuidado le parece demasiado simple, fácil o carente del matiz heroico, le pedimos que considere lo siguiente:

Si este plan no surtiera efecto, nunca habríamos alcanzado lo que otros ni llegaron a tocar.

Le pido que considere todo lo que acabamos de ver anteriormente y deje a un lado sus preocupaciones y condicionantes anteriores.  Piense sobre todo esto de una forma honesta y bondadosa, y cuando comprenda en realidad el significado del HIGIENISMO, tómese un justo y honesto descanso.  Tenga siempre presente el antiguo consejo:  «Prueba (comprueba) todas las cosas y quédate con lo mejor (la verdad)».

Un viejo refrán dice:  «El movimiento se demuestra andando».  Y eso es lo que pretende el HIGIENISMO, que la verdad de sus principios y el valor de sus prácticas se demuestren con su uso.  «El sabio lo comprenderá.»

LA NATURALEZA DE LA ENFERMEDAD:  SU CAUSA Y FINALIDAD

Doctor Hereward Carrington

Las tribus primitivas creen, como ya sabemos, que la enfermedad representa la entrada en el cuerpo del paciente de algún espíritu o entidad maligno, cuya introducción la realizaba algún vudista o hechicero.  La víctima desafortunada padece el mal hasta que deshaga el agravio, apacigüe al hechicero o consiga los servicios de otro hechicero cuya «magia» sea más poderosa que la del primero.  Una vez que logra expulsar a estos «espíritus malignos», su fuerza y salud vuelven a recuperarse.  Pero, si falla en el intento, ¡morirá!.

Por muy extraño que pueda parecer, en la conciencia de nuestra sociedad flota la misma creencia, aunque, eso sí, un tanto modificada, y para muchos médicos es la base de sus conocimientos.  Es cierto que la idea de la entrada de un «espíritu maligno» en los cuerpos de los enfermos ha desaparecido, pero todavía existe la creencia que el causante de la enfermedad es una clase de «entidad» que puede expulsarse con la administración de los fármacos correspondientes ─todo lo que se encuentre en un frasco─.  Una vez que esta entidad sale del cuerpo, el paciente se «cura».  Esta es la concepción popular.

La enfermedad es una fase del proceso de sanación

Contrario a todas estas concepciones, el Higienismo cree que las denominadas «enfermedades» sólo son estados o condiciones del propio organismo, causadas casi siempre por el propio cuerpo, que se manifiestan con una serie de síntomas, y que deben considerarse como los verdaderos procesos de «curación».  Como afirmó el doctor Emmet Densmore en su libro How Nature Cures (Cómo cura la naturaleza):

El sistema higiénico enseña que la enfermedad es un esfuerzo terapéutico, una batalla de las fuerzas vitales en su afán por purificar el sistema y recuperar el estado normal.  Este esfuerzo debería gozar de una ayuda, un control y una dirección, si fuera necesario, pero nunca debería suprimirse.  ¿Qué es esa cosa misteriosa que llamamos enfermedad? Es simplemente un esfuerzo cuyo fin es eliminar los materiales obturadores, también denominados sustancias tóxicas, del dominio orgánico y recuperar los daños.  La enfermedad es un proceso de purificación y recuperación.  Es una esfuerzo vigoroso cuyo fin es destruir toda obstrucción y mantener limpios todos los canales de circulación.

Esta idea fue también expresada por la señorita Florence Nightingale en su libro Notes on Nursing (Notas sobre enfermería):

¿Deberíamos comenzar tomando como un principio general que toda enfermedad, en algún período de su evolución, actúa, más o menos, como un proceso de reparación, que no siempre debe ir acompañada del sufrimiento, o como un esfuerzo de la naturaleza cuyo fin es remediar un proceso de intoxicación o debilitación que tuvo lugar semanas, meses, y a veces incluso años antes de darnos cuenta, para delimitar qué es la enfermedad?

Por tanto y teniendo en cuenta estas afirmaciones, podemos aseverar que la enfermedad es, en la mayoría de los casos, únicamente un esfuerzo curativo que tiene lugar dentro de la Naturaleza.  Debe considerarse en sí mismo como el proceso de curación, y se manifiesta a través de algunos síntomas.  Por ello, intentar «curar» una enfermedad, en el sentido ordinario de la palabra, no es más que una paradoja ridícula:  ¡intentar «curar» un proceso «curativo»! La enfermedad ES la «cura».  Las manifestaciones externas, los síntomas que padecemos, sólo son las señales visibles y externas de este proceso curativo que se está llevando a cabo.  Por ello, todo intento por suavizar o impedir estos síntomas retardará dicho proceso curativo.  En lugar de tratar los síntomas, deberíamos de buscar la verdadera enfermedad, o mejor dicho, las causas que provocaron su aparición.  Éstos son los verdaderos peligros y las causas que han conducido al cuerpo hacia una condición anormal.  En cuanto eliminemos estas causas, dicha enfermedad desaparecerá junto con sus síntomas.  En este momento el paciente recuperará su salud.

Si observamos el problema desde esta perspectiva, todo parece mucho más sencillo.  Las toxinas y desechos materiales que se han ido acumulando en el organismo durante semanas, meses, o incluso años, han alcanzado el nivel máximo de tolerancia y ahora deben expulsarse.  Estos esfuerzos naturales eliminativos son tan violentos que provocan la aparición de una serie de síntomas característicos.  El organismo intenta expulsar estas sustancias tóxicas a través de las vías existentes:  los intestinos, los riñones, la piel, los pulmones, etc., provocando una sobrecarga física y el colapso de estos órganos.  En estos momentos puede producirse una obstrucción y consecuentemente una toxemia, que agrava la situación y provoca que el enfermo sufra una verdadera enfermedad.  Por supuesto, la única forma de solucionar esta situación es evitando la entrada de más sustancias tóxicas y ayudando al organismo de la mejor forma posible para que elimine la carga existente.  En el preciso momento en que concedamos al organismo la oportunidad de «ponerse al día», por decirlo de alguna forma, y de limpiarse, desaparecerá la violencia del proceso interno y, consecuentemente, los síntomas externos se suavizarán, por lo que el paciente se encontrará «convaleciente» Si el proceso continúa, terminará por «curarse».

He utilizado todos estos términos en una sentido amplio, puesto que los higienistas creen que la «enfermedad» es el verdadero proceso de «curación», como ya hemos visto.  Lo que queremos decir en realidad es que algunas de las causas se han eliminado y al hacerlo han desaparecido los efectos.  ¿Cúales son estas causas y cómo podemos eliminarlas?

El cuerpo humano crea en su interior algunas sustancias tóxicas como consecuencia de su proceso de vida.  Si estas sustancias no se eliminaran constantemente, moriríamos.  Por regla general, los procesos de expulsión se llevan a cabo en los distintos órganos de eliminación:  los intestinos, riñones, piel, etc..  Si se mantiene el equilibrio natural, la persona permanecerá sana, pero si el proceso de acumulación supera al de eliminación, se creará unas condiciones anormales, denominadas «enfermedades».

De esta forma, queda claro que la forma más rápida de recuperar la salud, cuando aparecen estas condiciones, es estimulando a los órganos, mientras se evita la administración de más sustancias tóxicas.  Lo primero se consigue realizando ejercicio, duchándose, bebiendo agua, etc.  Pero es bastante importante prevenir la entrada de cualquier sustancia que pudiera provocar la obstrucción y el bloqueo del proceso orgánico.  El único material que puede entrar en nuestro cuerpo, bajo unas condiciones normales, además del aire y el agua, es nuestra comida.

Es, por tanto, evidente la necesidad de ayunar cuando el cuerpo se encuentra estresado.  Aunque los alimentos aporten las sustancias nutritivas esenciales, si el organismo no se encuentra perfectamente capacitado para utilizar este alimento, lo descompone y convierte en sustancias nocivas que se distribuirán por todo el cuerpo, sin obtener ningún beneficio de ello.  Por esta razón, lo más recomendable es obviar toda clase de alimento mientras perdure este estado anormal, otorgar a los órganos eliminadores la oportunidad de eliminar toda la carga tóxica existente en el organismo y conceder, al mismo tiempo, un descanso a los órganos internos.  Esto permitirá que recobren y almacenen una cierta cantidad de energía vital, energía que se gastaría en la eliminación del material alimenticio extra.  Si se efectúa este proceso, el más simple y efectivo que conocemos, el sistema se limpiará y purificará.  En suma, este proceso no es más que el curso prescrito por la naturaleza cuando a veces nos priva de nuestro apetito habitual.

Todas las enfermedades son toxémicas en su origen

Casi todas las enfermedades parten de la misma base y tienen un mismo origen.  En todas existe algo que las hace similares, un denominador común, la toxemia.  Las enfermedades difieren entre sí, porque la naturaleza utiliza diversas formas para expulsar los materiales tóxicos.  Los síntomas que sufren los enfermos no son más que las señales externas y visibles de esta acción curativa.  Naturalmente, los poderes sanativos que ha desarrollado nuestro organismo «cura» por sí solos el corte producido en un dedo, la rotura de un hueso o las denominadas «enfermedades».  Lo único que pueden hacer los médicos es ayudar a la Naturaleza en este esfuerzo terapéutico.  Todo aquello que se aplique o administre para reducir los síntomas sólo conseguirá prolongar los esfuerzos necesarios.  Demos una oportunidad a la Naturaleza y ella realizará la sanación.  La «curación», siempre que sea posible, aparecerá de forma inmediata.

La mayoría de los fármacos sólo consigue destruir la vitalidad orgánica y parar los esfuerzos sanativos que se manifiestan a través de los síntomas.  El dolor es una señal de aviso y su finalidad es la de comunicar en que zona se está produciendo el peligroso agotamiento.  Ahora bien, es preciso recordar que esta condición es únicamente una manifestación localizada de una condición general.  Como afirmó el doctor Samuel Dickson:  «Hablando con claridad, nunca ha existido ninguna enfermedad puramente local».  Cuando la condición general del organismo sufre una rectificación, las manifestaciones locales desaparecen.  No importa qué sean en realidad o dónde se localizan, puesto que desaparecerán cuando todo el cuerpo recobre la normalidad.

Los fármacos no afectan al organismo, sino que se ven afectados por el organismo.  La acción que percibimos es la reacción del organismo contra los fármacos, el esfuerzo natural que éste realiza para expulsar las sustancias tóxicas introducidas en el cuerpo.

Con los estimulantes sucede algo muy parecido.  Parece que «dan más fuerza» al cuerpo, pero, como sabemos, no es más que una fuerza ficticia, que demuestra simplemente la disminución de energías vitales.  Si clavas las espuelas a un caballo cansado, éste correrá mucho más, pero no porque las espuelas le hayan aportado más energía, sino porque ha provocado que el pobre caballo agote más rápidamente las pocas energías que le quedaban.  Los estimulantes, al igual que muchos otros fármacos, actúan igual que las espuelas, ya que el falso sentimiento de fuerza que imparte es ficticio.  Algo parecido sucede con los alimentos, puesto que actúan también como estimulantes, aportando un falso sentimiento de vigor cuando se ingiere el alimento.  Por esta razón, muchas personas se sienten más «débiles» cuando retienen los alimentos.

La idea más simple y básica que sostiene el Higienismo es que casi todas «las enfermedades» no son más que manifestaciones distintas de una misma causa, y que cuando eliminamos esta causa, los síntomas desaparecen de forma inmediata.  Esta causa es la toxemia:  los desechos materiales y sustancias tóxicas externas del organismo.

RESUMEN DE LA SEGUNDA LECCIÓN

Puesto que su labor profesional se basará en guiar a sus pacientes de forma correcta, es completamente necesario que comprenda la naturaleza y la finalidad de la enfermedad.  Si logra comprender esto, sus causas serán evidentes.

Existen algunas enfermedades de deficiencia.  Casi todas las condiciones que producen la aparición de la enfermedad están relacionadas con la toxemia, intoxicación de la sangre, o la toxicosis, intoxicación del cuerpo.  Su obligación como profesional de la nutrición será la de reconocer la condición que provoca la enfermedad y que se encuentra prácticamente en el 99% de nuestra población, sin importar si es evidente o no, o si se ha diagnosticado o no.  Para conseguirlo tendrá que repasar las formas de vida y los hábitos de sus pacientes y determinar donde se encuentra el fallo que impide alcanzar las normas de la vida.  Una vez que lo detecte, podrá retirar a sus pacientes de los hábitos anormales y guiarlos hacia los normales.  Cuando se eliminen las causas que provocaron la enfermedad y se instituyan las causas de salud, el organismo no sufrirá más y las influencias benévolas originadas por los materiales y factores saludables conseguirán que el organismo restaure y mantenga la salud.

Esta lección nos muestra cómo el organismo inicia y dirige los procesos de la enfermedad con el fin de eliminar las sustancias tóxicas acumuladas en su interior y reponer las células y los tejidos dañados.

Por último, esta lección le permitirá comprender la necesidad vital de seguir una dieta que no contamine el organismo ni le cree problemas, puesto que cualquier alimento que no cumpla estos requisitos puede causar la enfermedad.

HOJAS DE TRABAJO.  SEGUNDA LECCIÓN

Múltiples opciones

Elija la respuesta más apropiada (la respuesta puede ser más de una)

1.- Las vacunas

  1. a) previenen la enfermedad desarrollando la inmunidad.
  2. b) ayudan al organismo a crear anticuerpos para combatir la enfermedad.
  3. c) destruyen la vitalidad orgánica (mecanismo defensivo) y dañan su capacidad de dirigir la enfermedad.
  4. d) fortalecen el organismo para que pueda combatir con mayor efectividad a la enfermedad.

2.- ¿Qué afirmación de las siguientes es la correcta?

  1. a) Las enfermedades a menudo se cogen de los portadores. A esto se le llama contagio.
  2. b) Las enfermedades no pueden normalmente transmitirse de una persona a otra.
  3. c) Las enfermedades son infecciones, sin importar su origen.
  4. d) Las enfermedades son esfuerzos de limpieza y reparación que inicia el propio organismo.
  5. e) Todo lo anterior es verdadero.
  6. f) Todo lo anterior es falso.

3.- El virus es:

  1. a) una forma microbiológica mucho menor que las bacterias.
  2. b) una palabra que significa nocivo.
  3. c) como se encuentran en los seres humanos, desechos no eliminados procedentes de células muertas.
  4. d) un microbio superpequeño que se encuentra en el interior de las células orgánicas y provoca la multiplicación de estas células.

4.- La debilitación es:

  1. a) tener menos energía nerviosa de la necesaria.
  2. b) tener un agotamiento nervioso.
  3. c) una incapacidad de producir energía nerviosa.
  4. d) la primera causa de la enfermedad.

5.- El proceso de la enfermedad comienza por:

  1. a) los gérmenes (bacterias y virus).
  2. b) una insuficiencia de energía nerviosa para eliminar las toxinas en cuanto se acumulan en el organismo.
  3. c) las facultades corporales.
  4. d) una exposición al frío, a un enfriamiento u a otra causa que provoque un malestar.
  5. e) todo lo anterior.

6.- La enfermedad puede iniciarse por:

  1. a) el debilitamiento y la toxemia consecuente.
  2. b) las bacterias, virus, gérmenes y otros microbios.
  3. c) una modificación de las funciones orgánicas.
  4. d) un mal funcionamiento de los órganos o de los sistemas
  5. e) todo lo anterior.

7.- Las enfermedades degenerativas surgen por:

  1. a) una toxicidad crónica.
  2. b) los continuos ataques de las bacterias y los virus.
  3. c) una falta de vitaminas, minerales u otras sustancias  nutritivas.
  4. d) la ingestión de alimentos erróneos y la falta de ejercicio.
  5. e) todo lo anterior.

8.- Las facultades de medicina prestan mayor atención a:

  1. a) la salud, sus requisitos y condiciones.
  2. b) los fármacos y sus acciones.
  3. c) la patología y sus manifestaciones.
  4. d) la nutrición, dieta y ciencias de la alimentación.
  5. e) todo lo anterior.
  6. f) nada de lo anterior.

9.- El organismo genera mayor cantidad de energía nerviosa  cuando:

  1. a) descansa.
  2. b) realiza ejercicios.
  3. c) duerme.
  4. d) toma el sol.
  5. e) El organismo no genera esta energía, sino que la absorbe de fuentes cósmicas.
  6. f) camina sobre la tierra o sobre otras fuentes naturales de magnetismo y electricidad.
  7. g) todo lo anterior.

10.- El organismo tiene la capacidad de generar energía nerviosa en:

  1. a) el sistema linfático.
  2. b) el hígado.
  3. c) el corazón.
  4. d) el cerebro.
  5. e) la espina dorsal.
  6. f) todo el sistema nervioso.
  7. g) la obtiene de fuentes cósmicas.

11.- Las proteínas que necesita el cuerpo se obtienen:

  1. a) totalmente de los alimentos ingeridos.
  2. b) totalmente del reciclamiento de sus desechos proteínicos.
  3. c) el 30% de los alimentos y el 70% reciclando sus desechos proteínicos.
  4. d) alrededor del 65% de los alimentos ingeridos, y el 35% reciclando sus desechos proteínicos.

12.- La inflamación es una crisis del organismo que aparece  por:

  1. a) una infección provocada por los virus y/o las bacterias.
  2. b) una acumulación de materiales tóxicos.
  3. c) una respuesta orgánica a la situación de amenaza contra la vida.
  4. d) una redirección y concentración de las energías del organismo.
  5. e) un mal funcionamiento debido a un desorden provocado en algunos órganos y tejidos.

13.- Las causas de las úlceras son:

  1. a) los microbios que devoran la carne.
  2. b) sustancias ácidas y cáusticas.
  3. c) la autolesión de la carne.
  4. d) la destrucción del tejido debido a una saturación de  toxinas.
  5. e) todo lo anterior.

14.- La induración es:

  1. a) el emblandecimiento de la piel provocado por la
  2. b) el endurecimiento de la piel provocado por la cicatrización y el reforzamiento de la piel.
  3. c) el resultado normal de toda sanación.
  4. d) un saco en el que se introducen las sustancias tóxicas.
  5. e) todo lo anterior.

15.- El cáncer:

  1. a) aparece por una toxicidad crónica.
  2. b) aparece por los carcinógenos.
  3. c) es una condición en la que las células han perdido todo el control y se han alienado.
  4. d) es el punto final de la evolución patológica.
  5. e) todo lo anterior.

Verdadero y falso

Responde a las siguientes afirmaciones con una V, sí es verdadera, y con una F, si es falsa.

1.- Las enfermedades aparecen por:

  1. a) los gérmenes y/o los virus.
  2. b) los procesos vitales de limpieza y reparación del organismo.
  3. c) el contagio y la infección.
  4. d) las acumulaciones de toxina en el organismo.
  5. e) los materiales residuales que no se han eliminado.
  6. f) la debilitación y la toxemia.

2.- El proceso de induración comienza cuando el organismo autolesiona el tejido o las sustancias tóxicas lo destruyen.

3.- La enfermedad aguda es el resultado de una pérdida de vitalidad orgánica.

4.- La enfermedad aguda es un proceso orgánico de rehabilitación.

5.- Las enfermedades aparecen normalmente por culpa de los virus y las bacterias que han logrado introducirse en el cuerpo.

6.- Cuando los microbios o lo virus penetran en las células sanas, las contamina.

7.- Cuando el cuerpo lleva a cabo una limpieza profunda de su organismo, nos sentimos estimulados y fortalecidos.

8.- La energía nerviosa es una electricidad con una potencia bajísima.

9.- La toxemia es una condición en la que el cuerpo se encuentra saturado de toxinas.

10.- La fiebre es una inflamación que afecta a un área del cuerpo, a un órgano, o a todo el cuerpo.

RESPUESTAS BREVES

Responda a las siguientes preguntas de una forma breve y concisa utilizando los espacios o una hoja separada.

1) Enumere por orden de evolución los siete estados de la enfermedad.

2) ¿En qué punto inicia el organismo el proceso de la enfermedad?

3) ¿Cuáles son los dos tipos de enfermedad?

4) ¿Cuál es la causa básica y universal de la enfermedad?

5) ¿Qué palabra se utiliza para referirse al equilibrio orgánico interno?

6) ¿Cuál es la diferencia entre toxemia y toxicosis?

7) ¿Qué diferencia existe entre las bacterias y los virus?

8) Explique las diferencias existentes entre infección e infestación.

9) Indique las diferencias existentes entre inmunidad y facultades defensivas.

10) Explique cuál es la diferencia entre las enfermedades agudas y las degenerativas.

RESPUESTAS A LAS HOJAS DE TRABAJO

Múltiples opciones

1) La respuesta c es la correcta.  Puesto que la inmunidad es un mito, no puede existir ninguna inmunidad contra la causa.  Las vacunas destruyen la salud.  Lejos de ofrecer alguna de las necesidades vitales, contaminan el organismo con sustancias tóxicas al ser inyectadas.

2) Las afirmaciones correctas son la b y la d.

3) Las afirmaciones correctas son la b y la c.  Los virus no tienen ningún metabolismo y no existe ninguna prueba de su existencia como seres vivos.  Tampoco pueden reproducirse en los laboratorios.  Sin embargo, sí podemos afirmar que fueron parte de vida, puesto que contienen ADN y ARN.  Sin vida los virus no pueden actuar.  El término microbio significa «forma de vida microscópica».

4) Las afirmaciones correctas son la a, b, y d.  Cuando no existe generación de energía nerviosa, la muerte es inmediata.

5) La única respuesta correcta es la c.  Para iniciar un proceso terapéutico denominado enfermedad, se necesita una vitalidad (energía nerviosa) considerable.  La exposición a fenómenos adversos no provoca la aparición de la enfermedad.  Ésta surge como una respuesta orgánica a tales fenómenos.

6) La única afirmación correcta es la a.  Toda modificación que se produzca en las funciones orgánicas debe considerarse como una enfermedad.  Por tanto podemos entender la enfermedad como un funcionamiento anormal de los órganos y sistemas vitales.

7) La respuesta más apropiada es la a.  Es muy extraño que las enfermedades degenerativas surjan en nuestra sociedad debido a unas deficiencias nutritivas.  Las causas principales del daño orgánico son las sustancias tóxicas.  Entre estas causas de toxicidad se encuentran la falta de ejercicio y la ingestión de alimentos nocivos.

8) Las respuestas correctas son la b y la c.  Las diferentes facultades de medicina prestan muy poca atención, o ninguna, a la nutrición y a la ciencia de la salud.

9) La c es la respuesta correcta.

10) La d es la respuesta correcta.

11) La respuesta que más se acerca a la verdad es la c.  A través de los procesos denominados pinocitosis y fagocitosis, las células reabsorben las proteínas muertas, las digieren (la descomponen hasta que se convierten en aminoácidos) y las vuelven a utilizar.

12) Las respuestas b, c y d son correctas.

13) La c y la d son las respuestas acertadas.  Las sustancias cáusticas apenas causan la pérdida de carne, debido a que no se encuentran con facilidad.  Las bacterias sólo consumen los materiales orgánicos muertos.

14) La única respuesta acertada es la b.  Un tumor es tejido endurecido cuya función es la de mantener, como si fuera un saco, las sustancias tóxicas.  Un tumor es un dispositivo del cuerpo humano cuya finalidad es la de mantener en cuarentena a los materiales nocivos.

15) e.  Todas las afirmaciones son correctas.  Un carcinógeno no es más que un material nocivo o tóxico que provoca la aparición del cáncer.  Todas las sustancias tóxicas, pese a lo que afirmen en la actualidad los laboratorios, pueden provocar el cáncer.  Lo mismo puede suceder con un recalentamiento crónico (provocado por el sol, el calor, el café, etc.), que puede causar la alienación de las células.  Pese a que las células alienadas obtienen las sustancias nutritivas del propio cuerpo, no contribuyen en el funcionamiento orgánico, puesto que pierden todo el control.  A partir de este momento se convierten en células parásitas.

Verdadero o falso

1) a) falso

  1. b) verdadero
  2. c) falso. Ambos términos son conceptos míticos.
  3. d) verdadero
  4. e) verdadero
  5. f) verdadero

2) Falso.  Si en lugar de úlcera hubiera aparecido induración, la afirmación sería verdadera.

3) Falso.  La enfermedad es una redirección de la vitalidad del cuerpo ─de las actividades normales a un proceso de limpieza y sanación─.  Para iniciar el proceso de enfermedad aguda, se requiere una gran vitalidad.

4) Verdadero.

5) Falso.

6) Falso.  Las bacterias no pueden producir ningún daño a las células sanas, pero éstas sucumben ante las sustancias tóxicas.

7) Falso.  Cuando el organismo redirige todas nuestras energías para iniciar el proceso, nos sentimos muy débiles.  Las sustancias tóxicas son estimulantes que nos «anima».

8) Verdadero.

9) Verdadero.  En realidad el término toxemia significa que la sangre se encuentra contaminada.  La toxicosis es el nombre que recibe el estado en que se encuentra el organismo cuando esta saturado de sustancias tóxicas.

10) Verdadero.

Respuestas breves

1) La debilitación, o postración nerviosa, la toxemia (toxicosis o intoxicación), la irritación, la inflamación o fiebre, la ulceración, la induración (cicatrices, tumores y endurecimiento del tejido) y la fungosidad o cáncer.

2) El organismo reúne la vitalidad orgánica para efectuar el proceso orgánico cuando, en su vitalidad residual, éste no puede tolerar su carga tóxica.  La vitalidad de un niño es tan elevada que puede iniciar un proceso de limpieza con sólo una pequeña carga tóxica.  Mientras tanto, la vitalidad de las personas mayores se encuentra tan deteriorada que no pueden resistir cargas tóxicas pesadas.  Una persona muerta no resiste ninguna sustancia tóxica en absoluto.

3) Aguda o constructiva y degenerativa.

4) Toxemia, toxicosis, intoxicación o saturación de toxinas.

5) Homeostasis

6) En el uso, toxemia significa toxicosis.  Es prácticamente imposible que la sangre se vea saturada de toxinas sin que todo el cuerpo haya sufrido una saturación.  Toxemia significa toxinas en la sangre, mientras que toxicosis significa literalmente «sufrir un proceso de enfermedad debido a las toxinas».

7) Las bacterias son entidades vivas denominadas eucoariotas o procariotas.  Su misión es la de absorber y metabolizar el alimento, además de realizar la división celular, también conocida con el nombre de mitosis.  Por otro lado, los virus parecen ser unas entidades mucho más pequeñas que las bacterias y, de hecho, se dice que algunas clases utilizan a las bacterias como «huéspedes».  Todos los virólogos admiten que, a pesar de ser distintivos y definitivamente orgánicos en la naturaleza, nunca han conseguido observarlos con vida, que carecen de metabolismo, que no pueden reproducirse en los laboratorios y que no poseen ninguna característica de los seres vivos.  Sin embargo, lo que sí es obvio es que una vez formaron parte de una «sustancia viva».  Algunos libros afirman hipotéticamente que los virus son desechos de células muertas.  Sin embargo, la profesión médica necesita encontrar un chivo expiatorio para poder culparlo de la aparición de las enfermedades y por ello responsabilizan a los virus, sustancias incapaces de causar nada, excepto que su presencia es tóxica.

8) El término infección significa invasión de vida microbiológica, mientras que infestación se refiere a la invasión de formas de vida más grandes, como pueden ser amebas, insectos, ácaros, etc.  Los seres humanos siempre se encuentran «infectados» de bacterias.  Lo que los médicos llaman infección no es más que la concentración en un punto de sustancias nocivas y células descompuestas preparadas para su eliminación.

9) Inmunidad significa literalmente indulgencia sin sufrir consecuencias o libertad de los efectos de causas.  Dentro del campo de la medicina, este término significa «mecanismos defensivos» del organismo.  En este sentido podemos afirmar que la palabra inmunidad se utiliza incorrectamente, puesto que en la naturaleza no existe la inmunidad.  Todas las causas tienen como consecuencia unos efectos.  Las facultades defensivas son los mecanismos que el cuerpo humano posee para mantenerse libre de las sustancias tóxicas y los microorganismos controladores.

10) Las enfermedades agudas o constructivas son afecciones en las que el organismo dirige el proceso de limpieza y reparación.  Las enfermedades degenerativas surgen por una distorsión o destrucción de los órganos, tejidos y/o estructuras provocada por una toxicidad crónica o por una deficiencia, o por ambas cosas a la vez.