Lección 079 –  Las leyes de la vida

UNIDAD 79: PARA TENER UNA VIDA SANA DEBEMOS OBEDECER LAS LEYES DE LA NATURALEZA.

INSTRUCTOR: Randy Williams.

Razonamientos

Objetivos de la unidad

Conceptos claves

Puntos principales

Índice

Introducción

Preguntas sobre la unidad

Resumen

Textos suplementarios

Ejercicios

Respuestas a los ejercicios

RAZONAMIENTOS

            Toda vida está sometida a ciertas leyes básicas y, si queremos disfrutar de una vida sana, debemos obedecer estas leyes. Cuando haya aprendido y entendido estas leyes, tendrá un timonel excelente para disfrutar durante mucho tiempo de una vida sana.

OBJETIVOS DE LA UNIDAD

            Al finalizar la unidad, el estudiante debería saber lo importante que es observar las Leyes de la Vida. Aprenderá en qué consisten estas leyes y por qué son conformes a nuestra naturaleza.

CONCEPTOS CLAVES

Toda vida está sometida a leyes.

Todas las leyes son definitivas, invariables y sistemáticas.

Las leyes de la naturaleza obedecen ciertos criterios fijos e inamovibles.

La consecuencia que se deriva de incumplir alguna de las Leyes de la Vida es un estado de mala salud.

Nuestro potencial para tener una salud libre de enfermedades se desarrolla obedeciendo las Leyes básicas de la Vida.

PUNTOS PRINCIPALES

Todas las características biológicas, bioquímicas, anatómicas y fisiológicas clasifican al hombre dentro de la clase de los frugívoros, como un primate de primer orden.

Toda célula viva está dotada de un instinto de autoconservación.

El organismo vivo se controla a sí mismo.

Es el organismo vivo el que actúa, y en ninguna sustancia externa al cuerpo reside poder curativo alguno.

Entre el gasto de energía y su renovación existe un equilibrio.

El cuerpo expele por los distintos canales que posee cualquier sustancia nociva que entre en él.

El cuerpo se adapta a situaciones anómalas, pero, el resultado de esos ajustes será un empeoramiento del estado de salud.

Una sustancia que no sea utilizable en un buen estado de salud, tampoco será utilizable en un mal estado de salud.

Durante el ayuno, el cuerpo utiliza sus reservas y dirige sus energías hacia la curación.

El cuerpo distribuye sus energías hacia esas zonas que más lo necesitan.

El cuerpo mejora su calidad e integridad siempre que se le presenta la oportunidad.

Si, en un equilibrio natural determinado, se necesitan ciertos elementos para lograr una reparación o un mayor desarrollo, el elemento menos abundante se convierte en el común denominador de ese necesario equilibrio.

ÍNDICE

INTRODUCCIÓN

LAS LEYES DE LA NATURALEZA PARA UNA VIDA SANA

Principios fundamentales

Ley de identidad

Ley de autoconservación

LEY DEL ORDEN

LEY DE ACCIÓN

LEY DE PODER

LEY DE COMPENSACIÓN

LEY DE  ACOMODACIÓN VITAL

LEY DE EFECTOS DUALES

LEY DE UTILIZACIÓN

LEY DE ECONOMÍA ESPECIAL

LEY DE CONSERVACIÓN

LEY DE DISTRIBUCIÓN VITAL

LEY DE SELECCIÓN DE CALIDAD

LEY DE LA ACCIÓN PERISTÁLTICA

LEY DE LIMITACIÓN

LEY DE MÍNIMO

LEY DE DESARROLLO

LAS LEYES DE LA VIDA: PRINCIPIOS DE LA NATURALEZA PARA UNA VIDA SANA

Por Randy Williams.

I. INTRODUCCIÓN

            Toda vida está sometida a leyes. Las relaciones materiales inamovibles proporcionan el equilibrio necesario para nuestra supervivencia y sustento. También ellas dictan las condiciones, los requisitos esenciales y las limitaciones en las que podemos crecer bien y con salud en nuestro planeta.

            Estas leyes obedecen a una estructura organizada _un orden universal_, a un paradigma perfecto que comienza con el espacio y el tiempo, con la energía y su actividad _ que coexiste como un continuo en una vibración constante, espontánea y armoniosa, y en una progresión automática_. Las leyes básicas y primordiales de vibración y vinculación le dan a la energía su apariencia y sustancia, en la forma que nosotros llamamos materia. Toda materia es energía vinculada. Esta armonía entre materia/energía, gobernada por un perfecto orden universal, es la base de todas las leyes y constantes de la física y química. Lo mismo ocurre con las leyes de la atracción de masas y la fuerza centrífuga, que actúan en armonía para crear el equilibrio gravitacional que es constante en nuestra existencia sobre la Tierra. Estos fundamentos (nuestras ciencias básicas) se armonizan para ofrecernos los principios básicos de la biología, la bioquímica, anatomía y fisiología, las ciencias secundarias que determinan nuestra identidad, composición, características y comportamiento como seres vivos en una relación simbiótica con nuestro medio ambiente interno y externo, y formulan los principios de las leyes de la relación vital que gobierna toda vida vegetal y animal, de las que nosotros somos partes integrales.

            Esta es la base para nuestro estudio de la vida humana. Sin estas relaciones funcionales, no podría existir la vida tal y como la conocemos. Con ellas, la vida es posible. Si se le permite seguir el perfecto curso de acción de la naturaleza, la vida continúa, inmediata y automáticamente, por el camino de la perfecta salud. Se originó y desarrolló en obediencia estricta a las leyes de la naturaleza. La vida puede ser perfecta si se siguen las leyes de la vida.

            La vida es un continuo. Está gobernada por leyes inmutables. Estas leyes son invariables. Para poder ser llamadas leyes de la naturaleza, deben cumplir los siguientes criterios:

El principio, relación o ley debe ser inamovible o constante: igual en todas partes y en todos los tiempos, de aplicación universal en cualquier condición.

Debe estar gobernada por el orden universal, estar en armonía con las demás leyes y ser fiable y predecible.

Debe ser inherente a la naturaleza de las cosas, como un factor integral; necesaria para que se complete la secuencia del proceso natural; es decir, la naturaleza, tal y como la conocemos, no podría continuar sin ella.

Debe abarcarlo todo, sin excluir nada. Debe gobernar todos los aspectos de la naturaleza.

Debe describir, de forma sucinta y exacta, la secuencia normal de los desarrollos, así como ser el principio director en las relaciones fundamentales.

     Para formular una ley de la naturaleza son necesarios todos estos criterios. Todas las leyes de la naturaleza cumplen estos criterios en todos los aspectos. Son tan fiables como el movimiento del universo. Así mismo, en cualquier momento podemos saber dónde está un planeta de nuestro sistema solar o nuestra luna gracias a las leyes del movimiento planetario que nos proporciona la astronomía. Con gráficas e historiales, podemos estar seguros _y sentirnos seguros_ de las leyes de anatomía y fisiología que gobiernan la vida y salud humana. Las leyes no cambian nunca: sólo cambian las condiciones medio ambientales. La misma ley de gravedad que permite que una pelota suba, la trae de vuelta a la Tierra; las diferentes condiciones controlarán la altitud de la pelota, pero la ley es constante. De igual forma, las mismas leyes que hacen que un barco flote, hacen que se hunda cuando las condiciones cambian. De nuevo, son las condiciones las que cambian: las leyes permanecen constantes.

     De la misma manera, nosotros podemos controlar la calidad de la salud, con la ayuda de la naturaleza, cambiando nuestras condiciones: eliminando las causas que generan enfermedad y suministrándole _de manera inteligente_ al cuerpo lo que necesita: los elementos de salud.

     Es imposible quebrantar una ley de la naturaleza. Decir que hemos quebrantado una ley de la naturaleza es como de decir que el sol sale y se pone. Sólo se trata de una forma cómoda de hablar para describir lo que realmente ocurre. Si un niño toca algo caliente y se quema el dedo, no ha violado una ley de la naturaleza; al contrario, simplemente ha ilustrado el resultado de su acción. Podemos elegir entre ignorar las leyes de la naturaleza y sufrir las consecuencias, u observar y obedecer las leyes de la naturaleza y recoger los beneficios. Cuando un piloto vuela con un avión debe observar reglas estrictas de aeronáutica y de la aviación que han sido dictadas por leyes naturales de física, y si no se deja guiar por ellas, o si no conduce el avión dentro de estas limitaciones, se estrellará.

     Eso es lo que ocurre con nuestra calidad de salud. Si comemos en exceso, una dieta inadecuada, si ingerimos sustancias venenosas o si, de alguna forma, no le proporcionamos al cuerpo lo que necesita o lo sometemos a condiciones inadecuadas, el grado de desarmonía al que lo sometamos determinará el daño que sufra nuestra salud. El mismo sol que nutre nuestro cuerpo a través de la piel, y que también nutre la vida vegetal, nos debilitará y dañará si nos exponemos en exceso. El ejercicio es vital para la oxidación y utilización de los nutrientes que el cuerpo debe asimilar; aún así, podemos hacer un esfuerzo excesivo y causar un debilitamiento que dañe la capacidad que tenemos de asimilar y apropiarnos de los alimentos. Debemos observar las leyes de la naturaleza y vivir dentro de sus limitaciones o sufrir.

     El conocer las leyes de la naturaleza y utilizarlas de forma inteligente en nuestra vida diaria es la esencia de la Higiene Natural/Ciencia Natural. Cuanto más familiarizados estemos con las leyes de la naturaleza y con cómo nos afectan constantemente, y con cuanta más armonía las observemos y sigamos, mejor estado de salud disfrutaremos y con más eficacia podremos resistir las adversidades con las que nos enfrentemos.

     La Higiene Natural/Ciencia de la Vida estudia los requisitos primordiales de la vida, así como la forma de entender y aplicar correctamente las leyes de la naturaleza, con el objetivo de satisfacer mejor las necesidades de la vida,  de preservar la vida y su integridad de la forma más vital y amplia, en todos los niveles. Lo que hagamos o no hagamos ahora, y desde ahora en adelante, determina, y seguirá determinando, nuestra calidad de vida y nuestro estado de salud.

     El futuro de nuestra salud está en nuestras manos en la medida que las circunstancias del pasado y la salud de nuestras generaciones pasadas no hayan tenido alguna influencia o influencias decisivas en nuestro nacimiento o en el estado de nuestro bienestar actual, por ejemplo, una debilidad constitucional inherente heredada de nuestros antepasados. La naturaleza es maravillosamente generosa y, en la mayoría de los casos, compensadora. Nos protege hasta cierto punto, que varía de familia a familia y de nacimiento a nacimiento, dependiendo de condiciones complejas, de nuevo, dentro de las limitaciones de la naturaleza. Cuanto más constantes seamos en vivir en armonía con las leyes de la vida de generación a generación, como un pueblo de personas con igual parecer, más conseguiremos mejorar nuestra calidad y los potenciales de las generaciones futuras.

     Para invertir la degeneración gradual a la que tiende la raza humana, es necesario que realicemos con urgencia un esfuerzo constante y conjunto para vivir de forma sana y en armonía. Lo que es más, necesitamos revisar nuestro papel como parte integral de toda vida vegetal y animal, y darnos cuenta de lo necesario que es conservar la relación simbiótica que mantenemos con nuestro medio ambiente natural. Debemos proteger y conservar la ecología de nuestra Tierra sobre la que toda vida, incluyendo nuestras vidas y las vidas de nuestros niños y generaciones futuras, tiene que depender, si es que queremos sobrevivir como raza humana y, a la larga, si la vida como un todo quiere sobrevivir.

     La eficacia _y el número_  con la que eduquemos a aquellos que nos rodean en las leyes inmutables de la naturaleza y en las limitaciones que estas imponen, así como la capacidad que tengamos para alertar a nuestros congéneres de la necesidad de invertir el modelo degenerativo actual, producirá un efecto directo si conseguimos salvar la calidad e integridad de nuestras vidas y de nuestro medio ambiente y preservar nuestro futuro.

     Hay quien dice que ya es demasiado tarde, que el tiempo de cambiar nuestro destino ecológico llegó y se fue, y que es inevitable que perezcamos debido a las constantes infracciones e injusticias con las que hemos atacado nuestro planeta. Este pensamiento se ha visto reflejado en muchos de los pensamientos y actitudes de algunos de los líderes y autoridades de nuestra nación encargados de vigilar los recursos y reservas naturales de nuestro país [Estados Unidos].

     En mi opinión, la naturaleza es poderosa y omnipotente, y es imposible destruir la naturaleza. La supremacía de la naturaleza se demuestra constantemente en el clima global y en los muchos desastres naturales que se manifiestan en forma de terremotos, volcanes, huracanes y tornados. Se ha demostrado, aún más, en el poder que tienen los océanos y ríos, los lagos, las corrientes, en las estaciones climatológicas, incluso en esos casos en los que una simple brizna de hierba rompe el cemento de la calle, en el chorro de agua que con el tiempo forma un cañón, en el árbol que sigue viviendo y dando fruta incluso después de haber sido atropellado.

     El hombre nunca podrá dominar la naturaleza ni sus leyes, no importa cuántos edificios construya y que con el tiempo se derrumbarán; no importa cuántas carreteras pavimente y que con el tiempo se volverán a cubrir de vegetación cuando no se atiendan o se desatiendan; no importa cuántas bombas construya y explosione, nucleares o de otro tipo, puesto que la naturaleza continúa sistemáticamente, a pesar de sus cicatrices. Por supuesto, es posible que el hombre se extermine a sí mismo y que extermine mucho de lo que le rodea durante un tiempo, quizá durante mucho tiempo después de un accidente nuclear o de un holocausto. Aún así, incluso aunque sea capaz de destruirse a sí mismo o de hacer que su medio ambiente no sea adecuado para mantener al hombre, con el tiempo la naturaleza se recuperará y reparará lo que él ha destruido, posiblemente, incluyendo al propio hombre. La naturaleza es omnipotente y lo abarca todo, y las leyes de la naturaleza prueban y demuestran que es continua y que no tiene fin.

     He aquí las leyes de las relaciones vitales, los principios fundamentales y secundarios de la Higiene Natural/Ciencia de la Vida, establecidas de acuerdo con la ley universal y estudios comparativos de biología, bioquímica, anatomía y fisiología. Estas leyes determinan la vida como la conocemos; las  leyes de naturaleza nos gobiernan y nos proporcionan la capacidad de defensa natural. Es posible llevar una existencia libre de enfermedades con un perfecto estado de salud si dejamos que la naturaleza sea nuestra guía y vivimos en armonía con sus mandatos.

     Todas las leyes de relación vital se construyen sobre dos principios fundamentales: la Ley de Identidad, como por primera vez la estableció Aristóteles en el siglo III a. de C., y la Ley de la Autoconservación o Ley de Homeostasis, también conocida como la Gran Ley de Vida. Los demás principios de las leyes de relación vital se construyen sobre estos principios fundamentales y se conocen como principios secundarios, que principalmente se basan en la Gran Ley de Vida, la cual, a su vez, se puede decir que está construida sobre la Ley de Identidad, como una extensión fundamental de esta ley primaria.

II. LEYES DE LA NATURALEZA PARA UNA VIDA SANA

A. PRINCIPIOS FUNDAMENTALES

1. La ley de Identidad

            Todo ser vivo que existe existe como un algo particular, con específicas cualidades, atributos, potenciales y limitaciones inherentes al organismo. Un organismo vivo es lo que es y no puede actuar contrariamente a su naturaleza.

            Lo que, básicamente, esto quiere decir es que _sin entrar en una larga discusión sobre biología, bioquímica, anatomía y fisiología comparadas_ todas las características biológicas, bioquímicas, anatómicas y fisiológica del hombre lo colocan sin duda alguna dentro de la clase de los frugívoros, como un primate de primer orden. Esto se demuestra por el número, estructura y composición de su dentadura, la extensión y estructura del sistema digestivo, la posición de los ojos, las funciones de la piel, las características de las uñas, de la saliva, el tamaño relativo del hígado, el número y posición de las glándulas mamarias, la posición y estructura de los órganos reproductivos, la función de la placenta humana, el hecho de tener dos manos y dos pies, el modo de andar y por muchos otros factores, todos los cuales indican sin duda alguna que nuestra naturaleza constitucional y herencia biológica es la de un frugívoro, cuya dieta natural se basa en la fruta. Por nuestra propia naturaleza de frugívoros, no podemos funcionar bien contrariamente a esta naturaleza. Los frugívoros pueden comer ciertas hojas verdes y otras partes de las plantas con provecho. El hombre, de acuerdo con su naturaleza constitucional, puede añadir verduras y frutos secos a su dieta de frutas, que según la mayoría de los higienistas es una forma de mejorarla.

            Existen otros factores importantes que son necesarios para la vida humana y que contribuyen a nuestro bienestar: son esenciales para la integridad funcional y la armonía sistémica del organismo humano. Entre otros factores importantes, tenemos: aire puro, agua pura, limpieza, descanso y sueño, temperatura corporal adecuada, ejercicio, luz del sol, relajación, equilibrio mental y emocional, ambiente agradable, libertad creativa y autocontrol.

2. La ley de Autoconservación (u Homeostasis). También conocida como la Gran Ley de Vida.

            Toda célula viva está dotada de un instinto de autoconservación, sustentada por una fuerza vital inherente al organismo; la eficacia de su función es directamente proporcional a la cantidad de fuerza inherente disponible e inversamente proporcional al nivel de la actividad que realiza.

            Esto significa, en resumidas cuentas, que si a los organismos vivos le proporcionamos las condiciones adecuadas, automáticamente, seguirán por el camino de un perfecto estado de salud. Lo bien que lo hagan depende de cuanta energía vital tengan de reserva y de la poca que gasten en actividad. La ley natural define el instinto como «una tendencia innata a actuar sin un objetivo consciente». Todo organismo vivo está dotado de ciertos instintos, apetencias, sensaciones, deseos inherentes e indicaciones _que también se pueden manifestar como malestares_  que le impulsan actuar en su propio interés.

            Todos los principios secundarios que, respecto a la vida humana, se establecen como leyes de la naturaleza son básicamente elaboraciones, o principios secundarios que se apoyan sobre este principio fundamental de autoconservación, y que sirven de guías en el cumplimiento de los principios fundamentales.

3. Ley del orden

            El organismo vivo se construye, cuida, mantiene, regulariza, repara, defiende y se cura a sí mismo. Estos son procesos biológicos, extensiones de los mecanismos fisiológicos normales que renuevan y reparan el organismo día a día, y que se realizan gracias a las propias fuerzas y procesos del organismo, de una forma ordenada y siguiendo unas leyes.

            Esta ley es se explica básicamente por sí misma y no necesita más elaboración.

4. Ley de acción

            En las relaciones entre el organismo vivo y la materia inerte, el primero es activo y la segunda pasiva, siempre. (R. Trall), por tanto, siempre y cuando se produzca una acción en el organismo vivo como resultado de una influencia ajena, la acción se atribuye al organismo vivo, que es el único dotado de la capacidad de actuar, y no a ningún material inerte, agente o influencia cuya principal característica es la inercia.

            Esto significa que si a los seres vivos le proporcionamos las condiciones erróneas, como contaminantes o sustancias venenosas que, desde fuera, se meten en el cuerpo, provocaremos una acción defensiva y los esfuerzos instintivos del organismo para defenderse a sí mismo, como una unidad, en los niveles celulares, orgánicos y sistémicos. Este principio va unido con la siguiente ley.

5. Ley de poder

            El poder utilizado y, en consecuencia, gastado, en cualquier acción vital o medicinal, es poder vital, generado desde dentro. Es el organismo vivo el que actúa, es su poder vital el que produce la acción, y no ningún poder curativo, o de cualquier clase, reside en ninguna sustancia ajena al cuerpo.

            Esta ley clarifica aún más la fuente de toda actividad que se produce dentro del organismo vivo, la cual, al ser poder vital, se distribuye, utiliza y conserva de acuerdo con las demás leyes que explicaremos conforme avancemos.

6. Ley de compensación

            Para, por una parte, poder gastar energía vital, la naturaleza debe conservarla y regenerarla por otra.

            Esta ley significa que se debe mantener un equilibrio entre el gasto de energía y la reposición de la misma. En condiciones ideales, el cuerpo conserva este equilibrio de manera automática. Por tanto, es obvio que cuanto más accionemos el cuerpo, menos poder tendrá para tener el rendimiento global, es decir, para las necesidades funcionales básicas.

7. Ley de la eliminación selectiva

            Toda sustancia dañina que, por cualquier método, entre en el organismo vivo es contrarrestada, neutralizada y expelida por aquellos medios y a través de aquellos canales que provoquen el menor daño posible al organismo.

            Las supuestas acciones de los fármacos que se introducen en el cuerpo y que, dependiendo de la composición del fármaco, parece que afectan determinadas partes del cuerpo de forma especial lo demuestran. De hecho, como ya hemos dicho antes, el cuerpo actúa sobre el fármaco según su composición química y utiliza el punto menos resistente para contrarrestar y eliminar cantidades, dependiendo en qué partes del cuerpo pueda hacer eso ocasionando el menor daño posible. 

8. Ley de acomodación vital

            La Ley de acomodación vital también se conoce como «el equilibrio de la naturaleza». La respuesta del organismo vital ante los estímulos internos y externos, ante los agentes e influencias, es intrínseca e instintiva. Se basa en las capacidades de autoconservación, automantenimiento y autodefensa que, para mantener la integridad celular, orgánica y sistémica, así como para proteger la vida del organismo, le permiten a este adaptarse, tolerar o acomodar aquellas sustancias extrañas que no puede utilizar, desechar, destruir, eliminar o controlar de ninguna forma posible. Esta acomodación se realiza, a costa del debilitamiento, daño general de la salud y de la consecuente degeneración del organismo, en  proporción directa a la cantidad de influencias y de efectos tóxicos, enervadores, producidos por las influencias degenerativas.

            Esta ley significa que el organismo vivo puede tolerar o acomodar las influencias extrañas que entran en él o que simplemente contactan con él. Se adapta a cualquier cosa de la que no pueda liberarse. El cuerpo intenta por todos los medios posibles mantener el equilibrio funcional, incluso a expensas de tener que sacrificar su bienestar. Se disminuye el vigor funcional en interés de la supervivencia. Cuando transigimos, siempre lo hacemos a nuestras expensas. Nosotros creamos las condiciones, la ley permanece constante.

9. Ley de efectos duales

            Todas las sustancias y agentes, que o bien se introducen en el organismo o bien entran en contacto con el mismo desde el exterior, provocan con el tiempo una acción doble y contraria. La acción reactiva o secundaria es la opuesta a la acción activa o primaria, y la que más perdura.

            Un ejemplo sería el de cualquier cosa que, como acción primaria, crea el efecto de estimulación y que provoca una reacción secundaria de depresión, como darse una ducha caliente, que al principio da una sensación de calor y vigor, seguida de una sensación de relajación, que en realidad, es un grado de enervación. El mismo efecto suele tener lugar en la sensación de flojera que suele aparecer tras una comida copiosa, con la que al principio uno nunca se siente muy estimulado o vigorizado. Esto es lo que nosotros llamamos un «espejismo estimulante» y que es muy común en la mayoría de los estilos de vida enervadores.

10. Ley de utilización

            Los elementos y materiales naturales de la vida son todos aquellos que el organismo vivo es capaz de utilizar constructivamente, ya esté sano o enfermo, y siempre debe existir una relación natural entre el organismo vivo, ya tenga un estado de actividad normal o anómala, y las cosas materiales que contribuyen, con más o menos perfección, a apoyar los fenómenos biológicos y fisiológicos.

            Puede que parezca una ley muy simple, pero es muy importante que la entendamos bien. Lo que significa es que ninguna sustancia o proceso que no sea un elemento de la fisiología puede ser útil para la estructura viva en ninguna circunstancia de la vida. Que lo que no se puede utilizar en un estado sano es igualmente no utilizable en un estado de mala salud. Existen dos categorías de sustancias que entran o que contactan con el cuerpo: aquellas que permiten la nutrición, que son alimento, y aquellas que no tienen una relación natural con el cuerpo. Estas últimas pueden ser químicamente peligrosas o relativamente inertes, pero no proporcionan ningún nutriente. Se identifican, de modo terminante, como venenos. Cuando estamos en un estado de enfermedad, sólo se deberían administrar aquellas sustancias e influencias que no son extrañas, sino que son un elemento utilizable y necesario en un estado de salud. Sólo esas sustancias pueden sernos útiles. Por tanto, cuando estamos enfermos o manifestamos algún síntoma, el cuerpo no podrá apropiarse de sustancias que, si se tomaran en condiciones normales, contribuirían a crear un mal estado de salud. Cualquier cosa que no ofrezca ningún valor nutritivo o que no sea adecuada para los tejidos vivos, en el contexto de una sustancia alimenticia natural adecuada a nuestra identidad biológica y fisiológica como frugívoros, debería reconocerse como un veneno y evitarse en todas las situaciones. Un veneno no tiene ninguna relación natural con un cuerpo sano. No es utilizable ni en un estado de buena salud ni en un estado de mala salud. La enfermedad es un proceso biológico, una acción defensiva instigada por el cuerpo en un esfuerzo inherente para corregir aquello que se ha convertido en una situación difícil y que amenaza la vida del organismo. Como tal, se trata de un proceso natural para corregir aquello que se ha convertido en una anomalía. En esencia, el cuerpo se comporta de igual modo en un estado de mala salud que en un estado de buena salud, haciendo frente a la adversidad cuando se confronta con ella. Por tanto, los factores y elementos de salud se emplean con los mismos propósitos tanto en el cuidado de un organismo enfermo como en el cuidado de un organismo sano. Recuerde que estamos tratando con cambios de las condiciones y de cómo permitir, de la forma más inteligente, que el cuerpo efectúe los cambios adecuados y necesarios para recuperar su estado normal de salud. Sólo cambian las condiciones: las leyes permanecen constantes.

11. Ley de economía especial

            En condiciones favorables, el organismo vital almacena todo exceso de factores vitales para utilizarlos cuando surja una necesidad especial.

            Es muy importante recordar esta ley cuando tratamos el tema del ayuno. Es esta ley la que nos demuestra que, cuando ayunamos, podemos estar seguros de que, en condiciones normales, tenemos muchas reservas; reservas que de forma automática el cuerpo reservó para sí mismo durante las crisis. Las excepciones suelen implicar desequilibrios metabólicos de naturaleza patológica que han provocado daños serios o la atrofia de una glándula, órgano determinado o de alguna función del sistema. El cuerpo es increíblemente generoso, e inteligente, con las habilidades que tiene para conservarse a sí mismo, y esta ley nos permite apreciarlo aún más. Qué maravilloso es que podamos abstenernos de alimentos durante un periodo de tiempo, permitir que nuestro cuerpo asuma el mando de su fondo de reservas, que dirija sus energías en concentrarse en la expulsión de los venenos acumulados y que utilice sus capacidades innatas de curación con éxito y provecho para invertir una afección patológica de todo nuestro organismo en un vibrante estado de salud libre de enfermedad. Es como un milagro, y, sin embargo, sólo se trata de la naturaleza y de su generosidad, demostrando una vez más su superioridad y la capacidad de conservarse a sí misma cuando se le da vía libre.

12. Ley de conservación

            Esta ley también se conoce como la ley de autolisis. Siempre que se realiza una abstinencia de elementos nutritivos, el organismo vivo utiliza sus reservas, que han sido conservadas y economizadas. Las estructuras vivas se autolizan[1] en orden inverso a su utilidad, mientras que las sustancias tóxicas se eliminan en orden inverso a su acumulación cronológica.

            Esta ley también se conoce y entiende como el principio del ayuno y va unida con la Ley de Economía Especial para ilustrar aún más el proceso a través del cual, durante el ayuno, se utilizan las reservas nutritivas y se eliminan los venenos. Es importante que entendamos el proceso de ayuno como una clase de proceso patológico que opera a la inversa: durante el ayuno el cuerpo efectúa una remisión de la toxemia provocando el menor daño posible al organismo vivo. El cuerpo siempre protege su integridad sistémica con todas las ventajas que eso supone. Más importante aún es entender que el ayuno no provoca que de repente el cuerpo se deshaga de todas las acumulaciones tóxicas y mórbidas en una sola acción completa o reacción. Más bien, las acumulaciones tóxicas se eliminan en proporción a la forma y grado en las que se acumularon.

13. Ley de distribución vital

            La energía vital se distribuye por el organismo vivo según las necesidades particulares de las células, órganos y sistemas del organismo: se quita de allí donde existen más reservas y se dirige hacia donde más se necesitan.

            Esta ley no permite entender mejor la jerarquía que existe en todas las formas de vida, que se aclara aún más en la ley del orden. El cuerpo siempre conoce todas sus necesidades. Sabe como satisfacerlas con la menor cantidad de esfuerzo y energía posible. Siempre actúa para preservar su propia integridad, funcionando según la necesidad; y desde donde primero obtiene la energía es de allí donde más reservas tiene.

14. Ley de selección de calidad

            Cuando la calidad de los nutrientes que recibe el organismo vivo es mejor que la de los tejidos que posee, el organismo descartará las células de peor calidad para hacer sitio y convertir los materiales de más calidad en nuevo tejido sano.

            Siempre que se le presenta la oportunidad, el cuerpo mejora su calidad e integridad. Siempre que mejoramos la calidad de nuestra dieta y, por supuesto, nuestro estilo de vida, el cuerpo realiza las correspondientes mejoras. Esta es la forma en la que mejoramos la salud general: cambiando nuestras condiciones específicas. Las leyes como esta garantizan que se produzcan beneficios.

15. Ley de la acción peristáltica

            Siempre que se produce un movimiento peristáltico viene acompañado de una contracción recíproca. Antes de la contracción se produce un movimiento de relajación para facilitar el movimiento peristáltico, y una relajación más o menos continúa mientras se está ingiriendo y digiriendo comida.

            Para aquellos que no están familiarizados con el término peristáltico, es esa función de la digestión que facilita el transporte de las sustancias alimentarias a través del canal de alimentación, la principal ruta del sistema digestivo. Esta ley simplemente explica los mecanismos de esa acción de transporte.

16. Ley de limitación

            Como medida instintiva para preservar la vida del organismo, siempre que el gasto de poder vital avance tanto que sea inminente un debilitamiento fatal, se produce una paralización de cualquier gasto innecesario de energía y el organismo se rebela contra cualquier estimulación adicional, incluso ante aquellas a las que está acostumbrado, hasta el punto de suspender por completo las funciones y provocar un estado de postración y coma, con una completa pérdida de reacciones reflejas.

            Esta es una válvula de seguridad muy importante y necesaria a la que todo organismo vivo recurrirá, basándose en su instinto de autoconservación que, como ya hemos dicho antes, es inherente a todo ser vivo. Es muy importante que entendamos esta ley, así como que sea una señal de advertencia decisiva para aquellos que intentan cuidarnos cuando perdemos el conocimiento y nuestro cuerpo recurre a la postración o al coma como el último recurso para salvarse. Con demasiada frecuencia, la gente muere cuando está en un estado de coma debido a que las personas que la atienden no consideran el coma como una señal de advertencia decisiva para que dejar al inteligente cuerpo solo o, porque el cuerpo está funcionalmente tan trastornado, bien iatrogénicamente (por fármacos o tratamientos administrados en el hospital) o por otras razones, que la postración o el coma no aparecen hasta que estas medidas llegan a ser inadecuadas para proteger la vida de la persona. Siempre que se produzca una crisis de esta naturaleza, el tener un amplio conocimiento de las leyes de la vida ayudará a prevenir unas consecuencias tan desastrosas, por lo que se podrían salvar muchas vidas.

17. Ley del mínimo

            El desarrollo de los organismos vivos se regula por el suministro de ese elemento o factor que menos abunda, menos se le proporciona o se utiliza. El elemento o factor que menos abunde es el que determina el desarrollo.

            Básicamente esta ley significa: el elemento o factor de salud del que tengamos menos reservas o que menos suministremos al cuerpo limitará la cantidad de desarrollo que se produzca. No importa que concentremos o proporcionemos mucho un factor determinado: todos los factores y elementos son integrales y dependen uno de otro siempre cuando se requieren para el desarrollo de una capacidad celular, orgánica o sistémica. Siempre que se deban utilizar en conjunción uno con otro _por ejemplo, si se necesitan tres elementos en un equilibrio natural determinado para conseguir reparar o desarrollar algo_ el elemento del que más se carece se convierte en el factor que limita ese equilibrio necesario y, por tanto, determina el desarrollo resultante. Entre otros, este es el principal argumento contra la utilización de suplementos dietéticos, ya que no nos proporcionan los nutrientes en una forma biológica satisfactoria y con equilibrio bioquímico adecuado. También es el principal argumento en pro de la utilización de alimentos orgánicos naturales, sanos, no procesados ni alterados que nos proporcionan, de acuerdo con el equilibrio de la naturaleza como una unidad simbiótica, el equilibrio elemental adecuado de elementos nutritivos necesarios para un desarrollo equilibrado.

18. Ley de desarrollo

            El desarrollo de todas y cada una de las partes del organismo se mide en proporción directa a la cantidad de fuerzas vitales y de materiales nutritivos que se dirigen hacia esa parte y la sustentan.

            Básicamente, esto significa que los órganos, sistemas y todas las partes corporales se desarrollan en proporción a cómo se ejerciten constructivamente. El desarrollo se consigue a través del esfuerzo constructivo. Los factores que determinan la capacidad vital son tres: tamaño, flexibilidad y fuerza. Estos tres elementos se relacionan entre sí, y con cuanta más inteligencia se utilicen más constructivamente se facilitará el desarrollo. De aquí que el desarrollo físico que requiere las cualidades de fuerza, resistencia, habilidad, velocidad y destreza para su ejercicio se vea limitado por nuestra capacidad vital. Cuanto más intensamente utilicemos cualquiera de estas cualidades en nuestras actividades más desarrollaremos ese aspecto de nuestro ser. Un uso moderado produce un resultado moderado. Ningún uso en absoluto genera atrofia. La energía, como una cualidad física determinada, existe sólo en el grado en el que se utiliza, y si no se utiliza se perderá y sólo se podrá recuperar hasta cierto punto, siempre y cuando la atrofia no haya llegado a una fase irreversible.

            La irreversiblidad siempre es trágica y, no obstante, es inevitable cuando se ha dañado el cuerpo o se ha dejado que se atrofie más allá del punto de recuperación. Por fortuna para la mayoría de nosotros, este grado de irreversibilidad viene precedido por muchas señales de advertencia, en forma de crisis y disfunciones. La tragedia radica en nuestra ignorancia de las leyes de la vida y en cómo muchos de nosotros sufrimos debido a esta ignorancia, en gran parte creada por una sociedad con orientaciones comerciales que, muy a menudo, mal educa de forma deliberada o que no educa adecuadamente, ya sea porque ellos mismos carecen de educación o por su egoísmo dañino, para explotarnos y controlarnos.

            Cuanto más sepamos sobre cómo tomar el control de nuestras propias vidas y quitarles el control a aquellos que intentan controlarnos para deshacerse de su propio miedo e ignorancia, más capaces seremos de hacernos responsables, de una forma inteligente, de nuestras propias acciones, de mejorar nuestra propia consciencia como individuos y como un pueblo de igual parecer, y cambiar nuestro estado degenerativo por una fuerza constructiva capaz de controlar nuestro propio destino dentro de los caminos que ha establecido la naturaleza y sus leyes. En alguna parte alguien dijo: «No permanezcas sentado esperando lo que te depare el futuro. Sal y constrúyelo tú mismo. » Nosotros somos los diseñadores y constructores del mundo futuro, y lo que hagamos hoy y cada día determinará lo que obtengamos mañana. Como Científicos de la Naturaleza tenemos las herramientas que la naturaleza nos ha proporcionado para construir, día a día, un mañana mejor. Otro principio que merece la pena considerar dice: «tira lo viejo y comienza con lo nuevo»[2], y esto empieza por nosotros mismos.

PREGUNTAS SOBRE LA UNIDAD

PREGUNTA: ¿Cuál es la función de la fuerza vital durante la salud y la enfermedad?

RESPUESTA:  La fuerza vital es ese poder intrínseco en cada uno de nosotros que mantiene un estado de salud. Es la misma fuerza que se manifiesta, en ciertas condiciones, para iniciar una crisis curativa o enfermedad cuando es necesario restablecer la salud. Según el Dr. Robert Walter: «El trabajo que hace este poder algunas veces se llama salud y otras, enfermedad. Tanto la salud como la enfermedad son manifestaciones del poder vital, que provocan el correspondiente gasto de ese poder. La afinidad química puede hacer dinamita o explosionarla, según sean las condiciones; la gravedad hace que un balón suba o se quede pegado a la tierra en respuesta a las condiciones; de igual forma, la fuerza vital crea salud o enfermedad, según proporcionemos las condiciones para la salud o enfermedad. »

PREGUNTA: ¿Cómo puede uno aumentar su poder vital?

RESPUESTA:  Podemos incrementar el poder vital simplemente obedeciendo todas las leyes de la vida y viviendo de acuerdo con nuestra adaptación biológica. Cuando se satisfacen todas las condiciones para la salud, como una alimentación adecuada, agua pura, aire puro, luz del solo, descanso y sueño, ejercicio y equilibrio emocional, tendremos la suficiente fuerza vital para conservar un estado saludable.

PREGUNTA: ¿En qué se diferencia la filosofía del sistema Higiénico de la del sistema médico con relación al cuidado de un enfermo en particular?

RESPUESTA:  El Dr. Robert Walter, en su libro The Nutritive Cure [La curación nutritiva] compara con mucha exactitud estos dos sistemas. Según él: «el verdadero sistema puede definirse con estas palabras: Un sistema que devuelve la salud a las personas enfermas con los mismos métodos que las mantiene sanas; un plan de curar a los inválidos que construya el organismo en vez de destruirlo; un sistema que al mismo tiempo que cura al inválido le enseña cómo conservar la salud hasta que su vigor constitucional decline con la vejez. »

El Dr. Walter describe el sistema médico de la siguiente forma: «Un sistema que intenta hacer que los enfermos se pongan bien con los mismos métodos que hacen que la gente sana enferme; planes para curar enfermedades que destrozan el organismo en vez de construirlo; sistemas que habiendo curado una enfermedad suelen convertir al paciente en un inválido crónico de por vida. »

RESUMEN

            Para finalizar, creo que siempre debemos considerar la naturaleza y sus leyes como una unidad, que funciona en armonía: integral, interrelacionada, interdependiente y esencial para el bienestar de cada uno de nosotros, por separado y en conjunto. Nosotros somos una unidad de mente y cuerpo, que funcionan como armoniosas entidades secundarias de la entidad total, el cuerpo.

            El conocimiento de las  leyes de la vida nos ofrece las bases para un verdadero sistema racional con el que cuidar la mente y el cuerpo que, a su vez, nos ayuda a configurar el estilo de vida decretado por la naturaleza y que, si se sigue de forma inteligente, nos permitirá disfrutar de una vida más saludable, libre de enfermedades, larga y productiva. Nuestro potencial para tener una salud libre de enfermedades es proporcional a nuestro deseo de conocer mejor los requisitos primordiales de la vida y a nuestra constancia en proporcionarnos estos requisitos a nosotros mismos y a aquellos que nos rodean.

 Podemos hacer realidad un verdadero estado de salud general  si estamos dispuestos a seguir el ejemplo de la naturaleza y a vivir en armonía con sus leyes, entendiendo nuestro papel como una fuerza vital integral y esencial que es la máxima expresión de inteligencia creativa que existe en nuestro hogar terreno. El cuerpo requiere cuidado y atención diariamente, y así como nosotros lo sirvamos, él nos servirá a nosotros. Cuando luchamos por conseguir un equilibrio saludable, debemos considerar todos los aspectos de la vida, en especial nuestros pensamientos y el gran efecto que estos tienen sobre nuestras creencias y acciones que, a su vez, conforman nuestras vidas y trayectorias. Cuando pensamos en el futuro, deberíamos luchar siempre por llegar más lejos en nuestro pensamiento y en nuestra vida, y ante todo poner amor en nuestros pensamientos, porque nuestro conocimiento del amor es la principal clave para tener una vida sana y para, finalmente, obtener la máxima expresión de la armonía y perfección eterna.

TEXTOS SUPLEMENTARIOS

Fuerza vital

Por el Dr. Robert Walter (de Life’s Great Law) [La gran ley de vida]

Resumen de los hechos establecidos

El poder que nos hace es el mismo que nos preserva y que en caso de lesión, cura, repara y sana, para así poder preservar. Este poder recibe varios nombres: naturaleza, vitalidad o fuerza vital. Hemos demostrado con toda claridad que la enfermedad no es una entidad maligna, empeñada en destruir al paciente, a pesar de que ningún médico inteligente lo crea ahora.

La rapidez y eficacia de una curación se corresponde tanto con la cantidad de poder como con las condiciones en las que opere.

La fuerza vital o vitalidad es un don constitucional, no un producto; nos produce a nosotros pero nosotros no podemos producirla; es una causa, no un efecto. La gastamos al trabajar, pero ningún trabajo puede fabricarla. Es inherente a la constitución de los seres vivos, como la gravedad y la afinidad química son inherentes a la materia y, al igual que estas, no se puede fabricar.

El trabajo que realiza este poder algunas veces se denomina salud y otras, enfermedad. Tanto la enfermedad como la salud son manifestaciones del mismo poder vital, que provoca los correspondientes gastos. La afinidad química crea dinamita o la hace estallar según las condiciones que se proporcionen; la gravedad hace que el balón vuele por los aires o que permanezca pegado a la tierra en respuesta a las condiciones; de igual forma, la fuerza vital crea salud o enfermedad, según nosotros le proporcionemos las condiciones para la salud o enfermedad.

Tanto la salud como la enfermedad son procesos, por una parte de gasto y, por otra, de recuperación, según el grado de actividad de los órganos funcionales. Un aumento de la actividad siempre conlleva un aumento del gasto, que puede continuar hasta llegar a producir debilidad, agotamiento y muerte, como ocurre en una situación de excitación, estimulación y trabajo activo; la disminución de actividad, lo que ocurre durante el descanso y el sueño o en las crisis y debilidad de la enfermedad (fiebre), significa que el poder se está recuperando para prepararse a restablecer las funciones, aumentar su vigor y la salud. El efecto secundario es opuesto al primario.

La recuperación es un proceso de restablecimiento, el método por el cual se asegura la vitalidad, el vigor y un aumento real del poder; mientras que desarrollo significa mayor capacidad para trabajar, gastar poder y agotar los recursos vitales, al mismo tiempo y por los mismos métodos que aparentan dar poder. Recuperación significa cerrar las válvulas, prevenir que se escape el vapor y aumentar la presión en la caldera con el objetivo de prepararse para un trabajo futuro más vigoroso; mientras que desarrollo es el proceso de ampliar la máquina, aumentar el gasto, abrir más las válvulas y, así, al incrementarse la cantidad de trabajo realizado, se reduce la capacidad para más trabajo. Cuando la fuerza motriz de un tren no cubre sus necesidades, hay dos formas de hacer que el tren llegue a su destino, una de ellas es cerrar las válvulas y esperar hasta que se haya acumulado una presión suficiente que haga funcionar la máquina. Podemos hacer trabajar mucho al organismo con tónicos, estimulantes u otros métodos violentos, con lo que se agota; o bien podemos recuperarlo con tranquilidad, quietud, métodos tranquilizadores, como el sueño y otros métodos relajantes, con lo que el poder se acumula y garantiza un buen estado de salud. No obstante, el tren se diferencia del organismo vital en un aspecto importante que no debemos obviar. El poder del primero se puede producir, la producción se puede acelerar; mientras que, en el segundo, no se ha descubierto ningún método de incrementar su poder, excepto el de la recuperación a través de su no-uso: es decir, a través del descanso y del sueño, lo que implica una paciente espera.

El descanso y el sueño producen inacción y debilidad en ese momento para asegurar que en la reacción se produzca actividad y vigor; mientras que los estimulantes, tónicos, las comidas copiosas, los baños excitantes, etc., producen actividad, excitación y una fuerza aparente en ese momento para ser seguidos sólo por una debilidad mayor que acaba en agotamiento y muerte. Con tales tratamientos, los pacientes siempre se están recuperando, pero nunca se recuperan. El aumento de poder que exhibe el paciente es su propio poder vital que se ha sacado y gastado con una rapidez correspondiente al vigor que ha manifestado. El poder manifestado es poder gastado, la fuerza que parece que da es la fuerza que se está llevando. Al igual que la ley de Newton demostró que el Sol no gira alrededor de la Tierra, sino que es al contrario, así la Gran Ley de la Vida demuestra que los efectos reales de todos los tratamientos, ya sean médicos o sanatorios, ya sean fármacos o baños _incluso la comida en la mayoría de los casos_ son justo lo opuesto a los efectos aparentes. Con el sueño y sus derivaciones recuperamos el poder a través de la debilidad de ese momento, y con estimulantes y tónicos agotamos el poder  a través del aumento de actividad y del vigor aparente. La Gran Ley de la Vida no es simplemente la análoga, sino la equivalente a la ley de gravedad de Newton, y responde a la existencia y fenómenos vitales al igual que la ley de Newton responde a los fenómenos mecánicos y astronómicos.

Un mayor desarrollo del cuerpo y del cerebro no necesariamente significa un aumento de poder por parte del individuo, sino más bien un aumento de la capacidad para gastar el poder. Los gimnastas aumentan sus capacidades para funcionar, sin embargo, no por ello prolongan la vida; generalmente, tienen una vida corta, no debido a hábitos licenciosos, ya que suelen ser modelos de corrección, sino por los mismos ejercicios que ellos falsamente imaginan que promocionan la salud y prolongan la vida.

El supuesto o imaginado descubrimiento de un elixir de la vida es uno de los descubrimientos más peligrosos que un hombre puede hacer, ya que pone en peligro su vida. Un buen amigo que estaba en la flor de la vida creía que la electricidad era vida, y que con ella podía curar cualquier enfermedad y prolongar la vida indefinidamente. En dos años murió de agotamiento. No mucho después, en la gran ciudad [¿Nueva York?] un vigoroso hombre en la flor de su juventud descubrió lo que a él le parecía la más cercana aproximación a la fuente de la eterna juventud, y tras exponerse al público durante poco tiempo como un prodigio del desarrollo físico, le llevaron a un manicomio y murió al poco tiempo. El hombre que enseña que la «debilidad es un crimen» está bailando el baile de la muerte sobre el Monte Pelee[3]. La debilidad en un hombre o en una mujer puede ser el resultado de malos hábitos, pero, a menudo, se trata del método ordenado por Dios con el objetivo de recuperar poder para una fuerza futura: el sueño y el descanso lo demuestran. Dejemos que el hombre piense que él ya posee lo que desarrollará, y así el desarrollo será tan fácil como lo es para el agua correr colina abajo, pero no le dejemos imaginar que gracias al desarrollo él puede producir algún poder que previamente no existía en un estado pasivo. Para poder gastarlo, el desarrollo necesita que el poder pase de su condición pasiva a activa; podemos desarrollar y utilizar nuestra herencia, pero no podemos producirla. El desarrollo, ya sea físico o mental, que pueda sustentarse en unos recursos vitales adecuados es recomendable, pero una monstruosidad física no promociona más la salud que una mentalidad enciclopedista. 

        Las leyes de la vida

            Por el Dr. Herbert M. Shelton (de su obra The Hygienic System Vol. 1) [Sistema Higiénico. Vol.1]

            Tenemos la costumbre de decir que el Universo está gobernado por leyes, y aunque en este trabajo se utiliza esa expresión, esperamos que entiendan que no utilizamos la palabra ley con ningún sentido legislativo o coercitivo. Las leyes de la naturaleza no son una promulgación legislativa. Los acontecimientos naturales no tienen lugar en obediencia a las leyes naturales. Las leyes naturales, como nosotros las llamamos, no gobiernan nada. Se trata de uniformidades de la naturaleza que se clasifican en fórmulas universales que describen todos los acontecimientos posibles de la naturaleza. Así, la ley de gravedad no gobierna el movimiento de los objetos que caen ni el curso de los planetas, meteoros y soles. La así llamada ley es una fórmula descriptiva que explica, del modo más conciso posible, el modo de acción que entidades de una categoría definida seguirán en ciertas condiciones. Las leyes naturales son fórmulas que describen uniformidades o regularidades de la naturaleza. Una ley es un «un modo de acción constante de una fuerza», es decir, describe cómo funciona la fuerza.

            Las fuerzas de la vida funcionan, como todas las demás fuerzas, según las bien definidas leyes o uniformidades. Las leyes no tienen validez excepto como expresiones de las fuerzas que las respaldan. Las uniformidades de la naturaleza no son meras coincidencias del azar, sino condiciones intrínsecamente necesarias. Se basan en la naturaleza de las cosas y constituyen una parte intrínseca y necesaria del orden mundial o, mejor, del orden universal. Las uniformidades de la naturaleza son eternas. No han sido creadas ni se pueden crear. Las leyes naturales son inherentes a la creación. El hombre se constituye sobre estas leyes y en perfecta armonía con ellas. Existe una relación inseparable y metódica entre las leyes de la naturaleza y el máximo bienestar del hombre.

            Nadie que esté acostumbrado a observar el orden exacto y armonía que imperan en el mundo que le rodea pondrá en duda que su propio cuerpo está constituido sobre principios precisos y fijos, y que la maquinaria vital está controlada por una ley explícita. Los médicos de todas las escuelas afirman que creen en la existencia de una ley que gobierna el organismo vital, y la mayoría afirma creer en que un estado corporal perfecto, esta ley es totalmente adecuada para el gobierno de todas las fuerzas vitales y de sus acciones. Sin embargo, en un estado corporal alterado o dañado, los médicos de todas las escuelas sostienen que la economía de vida es incompetente por sí sola para ejercitar toda la supervisión y dirección de todos los asuntos internos del organismo. Necesita, y debe tener, el consejo y ayuda de la mente humana; respaldada por agentes y fuerzas distintas a las inherentes en el organismo.

            La ley de la vida animal es un principio o tendencia inherente a los órganos animales, gracias a la cual realizan funciones determinadas o actos específicos, y esta ley, principio o tendencia es inmutable, siempre vigente, y siempre actúa en una dirección con tanta seguridad y certeza infalible como que el agua corre colina abajo, o que los cuerpos pesados tienden hacia el centro de la tierra.

            La ley general de la economía vital es una unidad. En todas sus operaciones, ya sea en un perfecto estado de salud o en uno deteriorado, su tendencia es una e indivisible: el mayor y mejor interés de todo el organismo. Esta unidad no se puede romper mientras haya vida.

            Para poder demostrar de una forma más clara la naturaleza y tendencia de la ley de vida, y sus adaptaciones a los objetivos de vida y salud, será necesario examinarla bajo cierto número de divisiones. Estas divisiones reflejan un gran sistema de orden que, en el fondo, se basa en los mismos principios y que da lugar a una gran armonía que no puede más que despertar la admiración de todo hombre o mujer que la estudie.

            La fuerza biótica siempre lucha por preservar y conservar el organismo en el mejor estado posible. La reacción de los seres vivos ante cualquier condición o circunstancia adversa siempre está calculada para defender y conservar su integridad. De hecho, tan fuerte y universal es este esfuerzo de autoconservación que se ha denominado la primera ley de la naturaleza. El instinto de autoconservación es inherente: 1) en la unidad microscópica más pequeña de la existencia orgánica 2) en las células asociadas en una comunidad 3) en las células organizadas en distintos órganos y 4) en las células organizadas en organismos. Cada partícula de materia viva está bajo el control de las fuerzas vitales y está dotada del instinto de autoconservación.

            La autoconservación es la primera, o máxima, expresión de vida y, normalmente, no está subordinada a ninguna otra ley, excepto, a veces, al instinto de conservación de raza, en cuyo caso el individuo suele sacrificarse para proteger a los más jóvenes o al rebaño. Ante todo, la vida intenta protegerse a sí misma y conservar su integridad vital. Todas las funciones de vida se refieren a este esfuerzo de autoconservación, ya sea del individuo o de raza. El objetivo de la naturaleza es la integridad. Esto ocurre tanto en una simple célula como en un organismo complejo.

            La primera ley controladora de toda vida la formuló el Dr. Robert Walter y la denominó la Gran ley de Vida: «Cada partícula de materia viva en el cuerpo organizado está dotada de un instinto de autoconservación, sustentada por una fuerza inherente al organismo, normalmente denominada fuerza vital o vida, la eficacia de su actividad es directamente proporcional a la cantidad de fuerza e inversamente proporcional al grado de su actividad. »

            Si los alimentos, el aire, agua o el ejercicio pudieran fabricar el poder vital, si fuese el producto de la actividad, entonces, una mayor actividad sería el mejor método de aumentar el poder y la inactividad del sueño sería una pérdida de tiempo. «Ciertamente _dice el Dr. Walter_inversamente al grado de actividad conlleva enormes consecuencias para la salud y la vida humana. Es muy importante saber si el poder vital aumenta o se reduce al incrementar la actividad vital. Que hacemos lo uno o lo otro nadie puede ponerlo en duda. No puede haber un terreno neutral en la práctica médica. La actividad vital o gasta el poder o lo aumenta; si ocurre esto último, el descanso y el sueño son una pérdida de tiempo y de oportunidades; si ocurre lo primero, la práctica médica actual se dedica a agotar el poder vital, especialmente a través del sistema nervioso, y produciría una gran cantidad de enfermedades nerviosas. »

            Como demostraremos después, la actividad gasta y agota, mientras que la pasividad recupera y preserva. Puesto que las energías vitales son lo importante en la conservación de la vida y la recuperación de la salud, se deduce que el éxito del organismo para obtener ambos objetivos se debe calcular «directamente como la cantidad de poder e inversamente como el grado de actividad». La inactividad del sueño, _ no la excitación de la estimulación, ni la fuerza del trabajo_ es el mayor proceso representativo de la recuperación y de la salud.

            Un aumento de la actividad vital viene seguido de una reducción de poder y no de un incremento del mismo. Una respiración acelerada, una mayor acción cardiaca, un pulso anormalmente rápido, unos nervios sensibles, un cerebro extremadamente activo y excitado, la intranquilidad del sistema general, todo esto indica más debilidad que fortaleza.

            Se deduce, por tanto, que todo cuidado que se preste al enfermo crónico, no menos que al que padece una enfermedad aguda, debe operar como lo hace el sueño: debe reducir la actividad e incrementar el poder, en vez de incrementar la actividad y reducir el poder. Según el Dr. Walter: «Es en la inactividad del sueño la que recupera el poder, y la actividad del trabajo la que lo agota. »

            Tanto en el campo orgánico como en el inorgánico, también existen leyes secundarias o hechos «que siguen un orden», que surgen de la ley primaria que las produce. Las leyes de química de Dalton y las leyes de Kepler de los cuerpos celestes conforman las leyes secundarias de las leyes primarias de la afinidad química y de la gravedad, respectivamente. De igual forma, en la vida tenemos algunas leyes secundarias a la Gran Ley de la Vida, llamadas «Leyes de las relaciones vitales». Entre estas tenemos:

La ley de acción: «Siempre que se produzca una acción en los seres vivos, como resultado de una influencia ajena, la acción debe atribuirse al ser vivo, que es el que tiene el poder de acción y no a la sustancia muerta, cuya principal característica es la inercia. »

Existe una gran diferencia entre un protoplasma vivo y uno muerto. Químicamente, pueden ser iguales, físicamente pueden tener una apariencia idéntica, pero responden ante pruebas diferentes. El protoplasma vivo o el organismo vivo posee el poder de acción; el protoplasma muerto, al igual que el resto de la materia inerte, no. Podemos mover la materia inerte, pero esta no puede moverse por sí misma. La materia viva puede moverse por sí misma y mover otras materias. La acción de la materia viva, en ciertas condiciones y cuando está sometida a ciertos estímulos, no representa la acción de estas condiciones o estímulos sobre el organismo vivo, sino que, más bien, es la respuesta de los seres vivos ante las condiciones o estímulos. La respuesta viene de dentro, el poder para responder es inherente. Cuando no existe el poder de respuesta, como ocurre en el protoplasma muerto, no se produce ninguna respuesta ante un cambio de situación o ante los estímulos. En la relación entre la materia inerte y la viva, la primera es pasiva y la última, activa. Si el poder es poco, la respuesta es igualmente poca. El trabajo que realiza la fuerza vital es «directamente proporcional a la cantidad de fuerza. »

      Un ejemplo para ilustrar esta ley es la práctica habitual de tomar purgantes o fármacos laxantes para forzar la acción intestinal. Es común la expresión de que ciertos fármacos «actúan sobre los intestinos», o sobre el hígado, o los riñones, o sobre algún otro órgano. Aparentemente, eso es lo que sucede, aunque, en realidad, es justo lo contrario. La ingestión de una dosis de epsomita (sal de la Higuera) es rápidamente seguida de un movimiento intestinal. La pregunta del Dr. Trall «¿Cuál actúa y sobre cuál se actúa?» es una pregunta muy pertinente. La única acción que puede realizar un fármaco es una acción química y nadie afirmaría que en este caso la acción intestinal es química. Nadie discute que se trata de una acción intestinal. Desde el principio hasta el final, el organismo vivo es el actor, y que actúa sobre las sales.

¿Por qué actúan los intestinos, por qué el movimiento se produce con tanta rapidez después de la ingestión de sales? La respuesta es la autoconservación. La unión de la química de las sales, o de cualquier otro fármaco, con cualquiera de los fluidos y tejidos corporales es destructiva para estos últimos, daña su estructura y funciones, e incluso puede provocar la muerte. Actúan como irritantes e irritan en proporción directa a su destructibilidad. Los intestinos actúan para expulsarlos, para eliminarlos. Ellos sólo realizan la función de eliminación ordenada por Dios para autoconservarse, acelerando la salida del cuerpo de la dosis de sales.

Esta acción intestinal es una acción vital, una acción tan vital como el latir del corazón, o el acto de escuchar, y el poder de acción es inherente a los intestinos, no a las sales o a otros fármacos. Las acciones vitales se realizan gracias a los poderes vitales.

Los médicos convencionales hablan de fármacos que actúan sobre los intestinos (producen diarrea), fármacos que actúan sobre los riñones (ocasionando la micción), etc. Al razonar, como siempre hacen, a partir de la parte errónea del asunto, ellos atribuyen el poder de acción y de acción selectiva a los fármacos inertes, en vez de al cuerpo vivo. Trall combate esta falacia del siguiente modo, y de paso demostró la naturaleza básica de la enfermedad:

      «El conocimiento de la ley de vitalidad le enseñaría a los médicos que sólo las estructuras vivas tienen poderes inherentes para actuar; que todos los seres muertos, en relación con los vivos, son totalmente pasivos; que la única propiedad que poseen es la inercia, que es la tendencia a permanecer inmutable hasta que algo lo molesta: el poder para no hacer nada.

      El sistema orgánico actúa sobre los alimentos para apropiarse de ellos y así poder formar y reponer sus órganos y tejidos. En esto consiste la digestión y la asimilación _el proceso nutritivo_El sistema vivo actúa sobre los fármacos, medicinas, venenos, impurezas, sustancias deterioradas, miasmas, contagios, infecciones _sobre cualquier cosa no útil o utilizable por el organismo_ para resistirse a ellas, para expulsarlas, deshacerse de ellas y purificarse de su presencia a través de los canales o salidas mejor adaptadas para este propósito y en esas circunstancias. »

2. Ley de poder:  «El poder utilizado, y en consecuencia gastado, en cualquier acción vital o medicinal  es poder vital, es decir, poder que proviene de dentro y no de fuera. »

             Es el ser vivo el que actúa, es el poder vital el que produce la acción. Una dosis de sales o de calomel no provocará movimientos en el intestino de un hombre muerto. El cuerpo de un hombre que esté casi muerto no responderá ante las medicinas. ¿Por qué? Porque no tiene poder de respuesta. Es el poder del ser vivo, no el poder del fármaco, el que respalda la acción. La fuerza vital es la causa de la acción; la peligrosa amenaza para el organismo que se produce debido a la presencia del fármaco no es más que la coyuntura para que se produzca la acción.

             En su obra, The Hygienic Sistem [El sistema higiénico] el Dr. Trall explicó muy bien esta ley de la siguiente forma:

     «Se argumenta que, puesto que los escarificadores o las pastas cáusticas ocasionan una rápida descomposición de las estructuras cuando se aplican sobre la piel, el fármaco debe, en estos casos, actuar sobre el sistema. Porque, se aduce, ¿acaso se destruiría el sistema vivo a sí mismo? ¿es eso una acción remediadora que acaba en muerte? Yo respondo: la acción remediadora no siempre tiene éxito cuando emprende su objetivo. Se trata de una acción defensiva. Su objetivo es deshacerse del enemigo, eliminar los materiales anómalos y ofensivos. Puede destruirse a sí misma en la lucha. Puede morir en el intento. Debe oponerse y luchar contra cualquier cosa que lesione o que sea incompatible con sus funciones, mientras estas sustancias estén presentes; si no, no sería vital. Y esta es precisamente la distinción entre la materia viva y la muerta: la muerta es pasiva e estática en todas partes; la viva no tolera la presencia de la muerta.

     Que las sustancias cáusticas no actúan sobre la piel más de lo que la ipecacuana actúa sobre el estómago, o el aceite de ricino sobre los intestinos, se demuestra de la siguiente forma: aplique una crema abrasiva sobre la piel de una persona joven, fuerte y sana. Se absorbe rápidamente y pronto aparece una ampolla en la piel. Después, aplíquesela a una persona débil, pálida, anémica o hidrópica. Se absorbe con dificultad o nada en absoluto. Para que se forme una ampolla, sería necesario frotar la piel con alguna sustancia fuerte o irritante, como vinagre caliente o guindilla. Ahora, aplique el abrasivo sobre la piel de una persona muerta. No produce ningún efecto. ¿Cómo se explican estos hechos?

     Si fuese el abrasivo el que actuara sobre la piel, el efecto sería mayor y no menor en el caso de las personas débiles, ya que habría menos resistencia vital. Sin embargo, lo que sucede es justo lo contrario. El efecto del abrasivo depende precisamente del vigor, integridad y el poder de resistencia del ser vivo y de la maquinaria de acción. Yo considero que esto es una prueba concluyente de que es el sistema vivo, y no el fármaco inerte, el que actúa. Y el principio aquí expresado explica cómo y por qué las personas fuertes y sanas, cuando son expuestas a las causas de la enfermedad, tienen afecciones más agudas y violentas. Al ser la enfermedad una acción remediadora y al estar su mecanismo vital en perfectas condiciones, la acción defensiva, los trastornos, la enfermedad, manifestará, proporcionalmente, más síntomas violentos. »

            El Dr. Walter utilizaba las reglas de Herschel para determinar la causa real de un efecto, y demostrar que esta explicación es correcta.

            Estas leyes son:

            Primera._ Una conexión invariable entre causa y efecto.

            Segunda._ Invariable ausencia de efecto con ausencia de causa.

            Tercera._ Aumento o disminución de la intensidad de efecto con el aumento o disminución de la intensidad de la causa.

            Ahora, apliquemos estas reglas a nuestra ley y veamos como funciona. Nuestra ley dice que la fuerza vital es la causa de la acción, y que el organismo vivo es el actor. Como ya hemos utilizado el ejemplo de sales para ilustrar la Ley de acción, también lo utilizaremos para ilustrar esta. Ninguna cantidad de sales puede mover los intestinos de una persona muerta. Cuando se le administran sales a un muerto no producen ningún efecto. Sin embargo, si las sales fuesen la causa del movimiento, debería producirse alguno. Los intestinos no se mueven, ya sea en el estado que sea, si no existe vida. No se puede hacer que los intestinos muertos actúen. Cuanto más vigor tiene una persona, más vitalidad posee y más vigorosa será la respuesta ante las sales por parte de los intestinos; mientras que si la persona está muy débil, la respuesta puede ser difícilmente perceptible. En las relaciones que se establecen entre la materia viva y la inerte, la viva es activa, la materia muerta es pasiva. La acción de la materia viva es proporcional a la necesidad de acción y a la cantidad de poder de acción que tenga en ese momento.

            Si las sales actuaran sobre los intestinos para moverlos, deberían hacerlo siempre, independientemente del estado de los intestinos. Pero, si son los intestinos los que actúan sobre las sales para expulsarlas, está claro que si el poder de movimiento falta, no se producirá ninguna acción intestinal tras la ingestión de una dosis. Cuando el poder de movimiento existe, el movimiento debe ser proporcional al poder existente y a la necesidad de acción. Las sales no pueden darle poder a los intestinos ya que no tienen ningún poder que dar. No obstante, sí ocasionan que se gaste el poder que ya tienen los intestinos. Lo mismo ocurre con el resto de sustancias y elementos que, aparentemente, nos fortalecen. Ocasionan que se gaste el poder que ya tenemos, pero no añaden poder.

            El poder se siente cuando se gasta, nunca cuando está pasivo. Por tanto, uno se siente fuerte cuando se está debilitando, y se siente débil cuando en realidad se está fortaleciendo gracias a la recuperación del poder. La persona que se bebe una copa de alcohol siente que este lo ha fortalecido, cuando, en realidad, lo único que ha ocasionado el alcohol es que gaste el poder que esa persona tenía. De esta forma, la estricnina puede fortalecer el corazón hasta llegar a agotar este maravilloso órgano. Una ducha fría o un pequeño baño caliente produce una sensación general de fuerza y bienestar al ocasionar un gasto de poder, poder que ellos ni dan, ni pueden dar.

            Aquello que parece que proporciona fortaleza es aquello que la agota, aquello que parece que está curando al paciente es aquello que está acelerando su muerte, los mismos agentes que parece que apoyan y sustentan la vida son los mismos que minan las bases de la vida.

            Tras un periodo en el que se produce un aparente aumento de vigor (estimulación) viene un periodo durante el que se produce una sensación de disminución de vigor (depresión). Son los dos efectos que aparecen tras el uso de cualquier fuerza o agente.

3. La ley de eliminación selectiva

            «Cualquier sustancia dañina que, por cualquier medio, se introduzca en el campo de la vitalidad es contrarrestada, neutralizada y eliminada a través de aquellos medios y canales que produzcan menos desgaste en el organismo. »

            Esta ley explica el hecho de que algunos fármacos aparentemente actúen sobre los intestinos, sobre el hígado, los riñones, etc. Estos son los órganos que han sido seleccionados para actuar sobre el fármaco. Al hablar de este mismo principio, el Dr. Trall dice, en su obra True Healing Art [El verdadero arte curativo]

            «He aquí la explicación de las distintas clases de medicina, el razonamiento de la acción de los medicamentos que tanto ha confundido los cerebros de los filósofos médicos de todas las épocas.

            Los eméticos no actúan sobre el estómago, sino que son expulsados por el estómago. Los purgantes no actúan sobre los intestinos, sino que se expulsan a través de los intestinos. Los diaforéticos (sudoríficos) en vez de actuar sobre la piel, son enviados hacia esa dirección. Los diuréticos no actúan sobre los riñones, sino que los fármacos venenosos se eliminan a través de ese emuntorio, etc.»

4. La ley de los efectos duales

            «El efecto secundario que cualquier acto, hábito, indulgencia o agente tiene sobre el organismo es exactamente el opuesto y equivalente al efecto primario. »

            Esta ley no admite excepciones, sino que se aplica a todos los departamentos y acciones de la vida. El trabajo o el ejercicio desencadenan actividad vital, por lo que, como primer efecto, dan una apariencia de aumento de vigor. El efecto secundario es cansancio, disminución del vigor, fatiga y agotamiento. Por el contrario, el descanso y el sueño producen en su primer efecto debilidad y languidez, pero nadie duda de su importancia recuperativa. El descanso y el sueño son los únicos medios con los que se puede asegurar la recuperación y el incremento de vigor. No obstante, estos son sus efectos secundarios y permanentes.

            Con frecuencia, se le aconseja a los inválidos que se levanten, ya que si se acuestan perderán fuerza. La aparente pérdida de fuerza es el efecto primero y temporal. El segundo y permanente resultado es un aumento del vigor. Los viajes y las emociones hacen que el inválido se sienta más fuerte y mejor como efecto primario; pero su efecto secundario es languidez, debilidad y agotamiento. El inválido debe estar débil para poder hacerse más fuerte.

            La excitación e indulgencia sexual desencadenan actividad vital y aumentan la fortaleza. Se produce un aumento de la presión arterial, una rápida acción cardiaca, una aceleración respiratoria, una mayor actividad nerviosa, un aumento general de la actividad muscular y un gran aumento de la sensación de bienestar. Sin embargo, como efecto secundario sigue la languidez, soñolencia y debilidad.

            Una ducha fría o un corto baño caliente actúan como estimulantes. Se produce un incremento de la sensación de bienestar y un aumento de la función fisiológica. Siempre, y necesariamente, viene seguido de una cantidad equivalente de depresión mental y fisiológica. Un baño frío prolongado actúa igual que el cloroformo o el éter. El efecto vigorizador temporal de las funciones pronto es seguido por una disminución funcional. Se reduce la acción cardiaca, se ralentizan la circulación sanguínea y la respiración y disminuye la actividad nerviosa. La actividad muscular disminuye hasta el punto de paralizarse. Una aplicación prolongada de frío sobre el tronco principal de un nervio disminuirá en gran medida o por completo su actividad. La sensación de calor que se produce con la reacción ante el primer shock que da el frío da paso a una sensación de escalofríos y frío. El aparente aumento de fuerza da paso a una sensación de debilidad y laxitud, y si el frío se mantiene, se produce entumecimiento y se paraliza la función. La anestesia puede producirse con un frío prolongado. Se trata de un depresor vital y la sensación de mayor fuerza que acompaña al aumento de la actividad _que es el primer efecto de su aplicación_ es una actividad de resistencia vital. El organismo se resiste ante el frío con tanta certeza como se resiste ante el alcohol o el éter. El frío no proporciona poder funcional, sino que ocasiona que se gaste.

5. Ley de la economía especial

            «En unas condiciones favorables, el organismo vital almacena todo exceso de recursos, sobre el gasto normal, como un fondo de reserva para utilizarlo cuando surja una necesidad especial. »

            El poder de reserva es la garantía más segura contra las enfermedades. El cuerpo siempre intenta mantener cierta cantidad de poder reservado y nosotros sólo podemos utilizar este poder cuando creamos las emergencias para las que este poder se almacenó. Así, los irritantes, mal llamados estimulantes provocan una emergencia que utiliza las reservas de poder que el cuerpo tenía almacenadas para poder superar esta situación. Si no se utilizan estimulantes, el cuerpo siempre tendrá a mano una reserva de poder para satisfacer otras emergencias de la vida.

            La vida es rítmica en sus distintas operaciones. Ritmo, o periodicidad, es regularidad o diferenciación en tiempo y regularidad de estructura o segmentación. La alternancia entre la actividad y el reposo es el ejemplo más obvio de esta naturaleza. Toda moción, toda acción, es intermitente. Todos los movimientos en la naturaleza son intermitentes y no continuos. Todo avance es un avance y una recesión y otro avance y otra recesión, donde los avances predominan sobre las recesiones.

            Durante el descanso y el sueño, el cuerpo almacena poder. Durante un clima favorable, almacena poder. Durante un clima desfavorable, el poder se gasta defendiendo el cuerpo contra el frío o calor excesivos, etc. Durante la actividad, el poder se gasta haciendo el trabajo; durante el reposo, el poder se recupera para un uso futuro.

            La subida de la marea es una serie intermitente de subidas y bajadas, donde las subidas predominan sobre las bajadas. De igual forma, en la bajada de la marea, se produce un flujo y reflujo, una alternancia entre subida y bajada, pero con más bajada que subida. Así, el crecimiento no es continuo, sino intermitente. En realidad, también hay recesión en el crecimiento. De hecho, los niños pierden un poco de peso después de engordar.

            El crecimiento y desarrollo del cuerpo tiene lugar a golpes. Periodos de rápido crecimiento se alternan con periodos de lento crecimiento. Parece que el cuerpo se toma un descanso y acumula poder para el periodo de rápido crecimiento. En los periodos de rápido crecimiento hay que hacer nuevos desarrollos, o acabar los incompletos y esto no puede lograrse sin un desembolso de energía superior al que se gasta normalmente. La preparación para ese trabajo siempre es precedida por un periodo de descanso comparativo, como ocurre cuando se prepara para el comienzo de la pubertad, tras lo cual las fuerzas de desarrollo avanzan de repente.

            Algunas personas que durante la infancia han sido personas más o menos débiles «son arrastrados por la fuerza del desarrollo, que, como un ciclón, convierte todo lo que se encuentra a su paso en salud» _y eso también a pesar de vivir de forma insana y de los tratamientos médicos que si se hubiesen administrado en otra época de la vida habrían resultado fatales_.

            Podemos utilizar este mismo principio cuando las acciones corporales flaquean debido a una falta de poder. Si la acción de un molino flaquea debido a que disminuye el poder del agua, se cierran las puertas con el propósito de acumular poder. Las actividades cesan y no se gasta poder. En casos de salud deteriorada, la clausura de todas las puertas de desgaste, a través de las cuales el poder vital se gasta innecesariamente, permite que se acumule poder.

6. Ley de distribución vital

            «El poder corporal, ya sea mucho o poco, se reparte entre los distintos órganos y tejidos corporales en proporción a su importancia y necesidad. »

            Las leyes de la vida son tan invariables y uniformes como la ley de gravedad, o cualquier otra uniformidad de la naturaleza. Son inmutables, siempre tienden hacia la perfección, en cada parte del organismo, ya sea el poder que ejerzan suficiente para lograr este fin o muy inadecuado para este propósito. La distribución de este poder está controlado por una ley inmutable que, sabia y minuciosamente, lo lleva donde más se necesita y le proporciona a los órganos tanto como puedan utilizar, siempre y cuando haya suficiente poder para distribuir.

            El poder adicional del organismo puede considerarse como una reserva de fuerza, capaz de ser enviada a cualquier dirección o punto. Por eso, también los recursos nutritivos adicionales (tejidos y fluidos) del cuerpo pueden considerarse como una reserva de alimentos que se puede enviar a cualquier dirección o a cualquier punto cuando surge la necesidad. No obstante, cuando o bien el poder o bien los nutrientes son escasos, se distribuyen de forma que se asegure primero la conservación de las estructuras más importantes y, después, el resto de las reservas se distribuyen entre las estructuras menos importantes.

            En las emergencias, y en las denominadas enfermedades, la retirada de poder de algunos órganos o grupos de órganos y su concentración en otros órganos o grupos de órganos se lleva a cabo en estricta consideración hacia el máximo bienestar del organismo.

            La técnica no puede, de ninguna manera, acelerar la recuperación o generación de poder, ni aumentar la cantidad en ningún momento, ni en un buen estado de salud ni en una salud deteriorada. La técnica no puede, de ninguna manera, asegurar una distribución y un uso de los poderes vitales con más eficacia y provecho de lo que lo harían las leyes vitales si no se les molestara en su administración de los asuntos orgánicos.

            Cada órgano del cuerpo tiene que realizar una función particular y específica y con un suministro adecuado de poder hará pronto y bien su trabajo. Sin embargo, con un suministro inadecuado de poder flaquea en sus funciones y no logrará realizar el trabajo de una forma exhaustiva y competente. No obstante, siempre lo hace lo mejor que puede y en proporción a sus carencias. La Ley de distribución vital permanecerá tan vigilante y será tan discriminatoria en su reparto de poder tanto cuando todos, o algunos, órganos se lo están reclamando como cuando todas las partes tenga un suministro adecuado.

7. La ley de la limitación

            «Siempre y cuando el gasto de poder vital haya avanzado tanto que sea inminente un agotamiento fatal, se paraliza el gasto innecesario de poder y el organismo se rebela contra el uso de cualquier otro estimulante, incluso contra aquellos a los que está acostumbrado. »

            Esta es una descripción muy pobre por mi parte de esta ley. Sin embargo, servirá, junto con la siguiente explicación, para transmitirle el significado.

            A menudo sucede que un médico utiliza algún estimulante en el tratamiento de un paciente muy debilitado. Parece que «funciona como un hechizo»: el paciente responde al momento. Sin embargo, es necesario aumentar cada vez más las dosis del estimulante, hasta que llega el punto que el cuerpo deja de responder ante él y se rebela contra su uso. En la época en la que la coñá era el recurso favorito de los médicos sucedía que, cuando este se administraba durante algún tiempo en un estado debilitado de enfermedad, dejaba de ser agradable para los sentidos y el paciente lo aborrecía.

            Si el paciente no está demasiado debilitado después de que un fármaco haya dejado de producir los efectos deseados, normalmente es posible producir estos efectos cambiando de fármaco. Pero, cuando el paciente está muy debilitado, cerca de la muerte, ningún fármaco producirá esos efectos. Cuando la estimulación excesiva ha gastado las energías de vida hasta casi llegar al punto fatal, la ley de la limitación interpone una mano e impide que se utilice más. Cesa el deseo de tabaco, alcohol, opio y de otros irritantes. Se produce una aversión por las drogas habituales. También es esta ley la que retira poder de los músculos voluntarios y de los órganos digestivos en las enfermedades agudas, y a menudo, en los estados crónicos.

            Mientras haya poder para responder al azote de la estimulación, los nervios dañados se deleitan con los fármacos o drogas. Pero, cuando la fuerza necesaria ya no está presente y no hay ninguna disponible para forzar el alivio de la desafortunada víctima de sus hábitos _hasta que los nervios han tenido la oportunidad de volver a abastecer sus almacenes_, entonces, la verdadera naturaleza del acto de estimulación se revela en toda su  deforme desnudez y es abominada por las sensibilidades profundamente deprimidas.

            Algunas veces, los fumadores empedernidos están tan débiles que rechazan el tabaco hasta que recuperan parcialmente las debilitadas energías. Los que abusan del alcohol, té o café también tienden a sufrir las mismas alteraciones. Aquellas personas que parece que su vida depende del café y que piensan que no podrían vivir sin él, tendrán épocas en las que lo aborrecerán. En esos momentos, se les considera como muy enfermos, y lo son, pero están enfermos debido al gran agotamiento de sus energías.

8. La ley de la acomodación vital

            «El Equilibrio de la Naturaleza: la respuesta del organismo vital ante los estímulos externos es una respuesta instintiva, basada en un instinto de autoconservación, y que se adapta a cualquier influencia que no pueda destruir o controlar. »

            El organismo vivo es capar de ordenar y disponer sus estructuras, funciones y procesos de tal forma que pueda resistir la acción de las influencias y agentes patógenos extraños con la menor cantidad de desgaste posible para sí mismo y, si estos agentes e influencias son demasiado poderosos, permanecen demasiado tiempo o aparecen con demasiada frecuencia como para poder vencerlos, aguantar su inevitable desintegración durante el máximo tiempo posible.

            Cuando los revolucionarios franceses destruyeron la Bastilla, encontraron a un hombre que había estado encerrado durante dieciocho años en una celda, su única cama un tablón por el que sobresalían las puntas de los clavos y sobre los que no tenía más remedio que tenderse sin protección alguna. El sufrimiento del hombre fue casi insoportable durante las dos primeras semanas de su encarcelamiento. Sin embargo, cuando sus amigos lo sacaron y le proporcionaron una cama blanda, él suplicó que le devolvieran su cama de clavos sin la que yo no podía dormir. No obstante, la misma ley de acomodación vital, que hizo soportable su cama de clavos, también le hubiera acomodado pronto a una cama blanda. Esta ley amortigua las plantas de los pies de la gente que anda descalza y también proporciona una amortiguación similar a las manos de los trabajadores manuales.

            De igual modo, se produce un endurecimiento y engrosamiento de las delicadas membranas que recubren la boca, garganta, estómago e intestino de aquellos que habitualmente fuman, toman condimentos, especias, dentífricos antisépticos, enjuagues bucales y gárgaras, alcohol, té, café, catárticos, agua mineral, etc. También ocurre lo mismo con el delicado revestimiento de la vagina de aquellas que habitualmente se duchan. Sin embargo, esto es un negocio que sale caro: el negocio de hacer que el sistema se acostumbre a la acción de irritantes de forma que los sentidos no sufran una tortura por su causa. Esa protección no los convierte en inofensivos.

            La persona que habitualmente disfruta con la estimulación se agotaría y destruiría a sí misma con unas cuantas de indulgencias si el organismo no tuviese métodos de invertir sus reacciones contra el estimulante y, de esta forma, disminuir el gasto de poder vital. El primer efecto de la estimulación es la exaltación de las funciones; si se continúa durante mucho tiempo o se repite a menudo, provocará un agotamiento con una abolición casi absoluta de la función. El uso repetido de estimulantes provoca en poco tiempo la muerte. No obstante, su uso provoca con prontitud una condición en la que el organismo deja de responder con tanta premura y violencia al estimulante. Si queremos recibir la primera cantidad de estimulación debida al estimulante, tendremos que utilizar una cantidad mayor de estimulante.

            El primer cigarrillo suele ocasionar una reacción muy fuerte contra él por parte del organismo. La persona se siente muy mal, le duele la cabeza, tiene náuseas, vómitos, pérdida de apetito, debilidad, etc., Mientras los poderes fisiológicos e instintos no se hayan pervertido ni dañado, perciben al instante la naturaleza venenosa del tabaco y da la alarma a todo el sistema. Se realiza un gran esfuerzo para destruirlo y eliminarlo y el usuario se ve obligado a expulsar su tabaco. Pero, si él continua repitiendo la actuación, la reacción contra el tabaco disminuye más y más con cada repetición hasta que, al final, él puede utilizar muchas veces la cantidad original sin producir esos resultados. Su sistema aprende a tolerarlo y a adaptarse tanto como puede a su uso. Pronto, el sistema se pervierte y su poder se daña debido al uso del tabaco, ya no detecta su naturaleza venenosa y no da ninguna alarma, más bien se desarrolla un deseo por la sustancia. Sin embargo, el uso habitual de cualquier sustancia que sea dañina en sí misma no puede, de ninguna forma, volverla inofensiva o beneficiosa. La presencia habitual de cualquier sustancia de esa naturaleza es dañina para la vida, incluso aunque no se hagan grandes esfuerzos para resistir su acción.

            Los hábitos que se crean de forma gradual y que ya llevan mucho tiempo establecidos no se pueden abandonar de pronto. No hay un peligro inmediato para la vida como resultado de un abandono repentino de un hábito mucho tiempo practicado, pero, cuando el organismo intenta acomodarse a la nueva situación, suelen aparecer una o más crisis, más o menos graves. Que un hábito no parezca ser inmediatamente destructivo no demuestra que no lo sea, como tampoco demuestra que sea beneficioso. Sólo sus efectos secundarios pueden darnos pistas sobre su influencia. Una taza de café produce una sensación inmediata de bienestar, mientras que esa sensación no se produce tras tomar un zumo de naranja. Pero, cuando se revisan los efectos secundarios de ambas sustancias, no hay lugar a dudas de cuál de estas sustancias es realmente beneficiosa y cuál es perjudicial.

            El hombre vive en casi todos los climas concebibles y en casi todas las condiciones que se pueda pensar; está sometidos a toda clase de influencias e indulgencias y, a menudo, a hábitos opuestos. Si se le da tiempo, el cuerpo es capaz de adaptarse a estas distintas condiciones. Sólo los cambios repentinos y violentos se convierten en inmediatamente destructivos para la vida. No podemos trasladar de repente a los esquimales a los trópicos, ni a las Hottentot a Groenlandia. Sólo a expensas de la propia vida podemos introducir la cantidad de alcohol, arsénico u opio que utiliza una persona habituada en una persona no habituada.

            Con el conocimiento de las leyes expuestas no hay necesidad de que confundan a nadie con las reivindicaciones de las virtudes terapéuticas que contienen algunos fármacos, sueros o instrumentos. Estas leyes conforman unas reglas fiables con las que ordenar nuestra vida. «La persona inteligente lo entenderá. »

EJERCICIOS

Rellenar los espacios en blanco

Toda célula viva está dotada de un instinto de autoconservación, sustentada por una ……………. ………………………. inherente al organismo.

Si a los organismos vivos le proporcionamos las condiciones adecuadas, automáticamente, seguirán por el camino de…………………

En las relaciones que se establecen entre el organismo vivo y la materia inerte, el primero es activo y la segunda…………………..

Ningún poder curativo de ninguna clase reside en ninguna sustancia ajena al………………….

Para, por una parte, gastar energía vital, por la otra, la naturaleza debe………………… la energía vital.

Todas las sustancias dañinas que entran en el cuerpo son…………………….. a través de esos medios y esos canales que provocan el menor desgaste en el organismo vivo.

El organismo vivo puede adaptarse a circunstancias anómalas, pero esas adaptaciones siempre resultan en una disminución general de…………………..

1.La ley de………… ………….. afirma que la acción reactiva o secundaria es la opuesta a la activa o primaria, y la más permanente.

2.El efecto secundario de la estimulación es……………………..

3.Aquello que no es utilizable en un estado de buena salud es igualmente no utilizable en un estado de………

4.Durante el. , el cuerpo utiliza sus reservas de provisiones vitales.

5.Las reservas del organismo vivo se conservan y economizan, y las estructuras vivas se autolizan en orden………….. a su utilidad.

6……………… ………………. se distribuye a través de todo el organismo vivo según las necesidades particulares de las células, órganos y sistemas del organismo.

7.El organismo descartará las células de……….. ………. para hacer sitio y convertir los materiales de……………. en nuevo tejido sano.

8……………………… es esa función de la digestión que facilita el transporte de las sustancias alimentarias y que acompaña el bolo alimenticio a través del canal alimentario.

Verdadero o falso

Siempre que el gasto de energía vital ha avanzado tanto como para que el agotamiento sea inminente, se paraliza cualquier gasto innecesario de energía.

El desarrollo de los organismos vivos se regula por el suministro de ese elemento o factor que con más abundancia se proporciona.

Los órganos, sistemas y todas las partes corporales se desarrollan en proporción a como son ejercitados constructivamente.

Nosotros podemos producir la fuerza vital o vitalidad.

Tanto la salud como la enfermedad son manifestaciones del poder vital.

Un aumento de la actividad siempre significa un aumento del gasto del poder vital.

El poder vital se acumula durante el sueño y el descanso.

Un aumento del desarrollo corporal y cerebral no significa necesariamente que el individuo haya incrementado el poder que posee, sino que, más bien, ha aumentado la capacidad para gastar el poder.

Algunos fármacos pueden actuar sobre los intestinos o riñones.

Las leyes de la vida son tan inamovibles y uniformes como la ley de la gravedad, o cualquier otra uniformidad de la naturaleza.

Respuestas cortas

Resume brevemente la Ley de la compensación.

Define la Ley de efectos duales.

Define la Ley de economía especial.

Define la ley de la distribución vital.

Define la ley del mínimo.

RESPUESTAS A LOS EJERCICIOS

Rellenar los espacios en blanco

fuerza vital

Salud.

Pasiva

Cuerpo

Conserva

Expulsa

Salud.

Efectos duales

Depresión

Mala salud.

Ayuno

Inverso

Energía vital.

Menor grado/superior

Peristálsis

Verdadero o falso

Verdadero

Falso. Los que menos se suministran.

Verdadero

Falso

Verdadero

Verdadero

Verdadero

Verdadero

Falso

Verdadero

Respuestas cortas

.

Para, por una parte, poder gastar energía vital, la naturaleza debe conservarla y regenerarla por otra.

Todas las sustancias y agentes, que o bien se introducen en el organismo o bien entran en contacto con el mismo desde el exterior, provocan con el tiempo una acción doble y contraria. La acción reactiva o secundaria es la opuesta a la acción activa o primaria, y la que más perdura.

En condiciones favorables, el organismo vital almacena todo exceso de factores vitales para utilizarlos cuando surja una necesidad especial.

4.    La energía vital se distribuye por el organismo vivo según las necesidades particulares de las células, órganos y sistemas del organismo: se quita de allí donde existen más reservas y se dirige hacia donde más se necesitan.

5.    El desarrollo de los organismos vivos se regula por el suministro de ese elemento o factor que menos abunda, menos se le proporciona o se utiliza. El elemento o factor que menos abunde es el que determina el desarrollo.

[1] Autolisis: destrucción de las células por sus propias enzimas. ¿Autolizar? Anglicismo.

[2] ¿El muerto al hoyo y el vivo al bollo?

[3] El Monte Pelee es un volcán de las Antillas francesas, activo y que ha tenido varias erupciones. Una de ellas, la de 1902, mató a unas 30.000 personas.