Lección 013 – El aire, la luz solar y natural son fundamentales para la salud

                                    EL SISTEMA DE SALUD DEL HIGIENISMO

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                                                      La Ciencia de la Nutrición

                                                              TERCERA PARTE:

                                FACTORES NO DIETÉTICOS DE LA NUTRICIÓN

                                                         DECIMOTERCERA LECCIÓN:

                                               El aire, la luz solar y la luz natural

                                                 son fundamentales para la salud

                                                           Life Science Institute

            TEMA: El aire fresco y la luz solar son necesidades primordiales de la vida y la nutrición.   

            TEMA COROLARIO: La luz natural es normal, por el contrario, la luz artificial es anormal y perjudicial para la salud.

            PROFESOR: Dennis Nelson y Marti Fry (Hechos destacables y resumen)

            * Generalidades

            * Objetivos de esta lección

            * Definiciones

            * Conceptos clave

            * Hechos destacables

            * Esquema global de la lección

            * Presentación de la lección

            * Preguntas sobre la lección

            * Resumen de la lección

            * Textos complementarios

            * Hojas de trabajo

            * Respuestas

                                                           GENERALIDADES

            La luz solar es uno de los elementos fundamentales de la vida. Sin su presencia, el cuerpo humano no puede disfrutar de un buen estado de salud, por ello, le recomendamos que tome el sol con moderación todos los días, preferiblemente al desnudo.

            Asimismo, debemos señalar que la luz artificial es muy perjudicial para nuestro bienestar. Si queremos gozar de un perfecto estado de salud, debemos evitar todas las influencias que alteren el orden natural de la vida.

            De igual forma, el cuerpo humano necesita constantemente la presencia de aire fresco y una buena ventilación, dos factores fundamentales.  No en vano, debemos recordar que, la respiración es la actividad más importante de cualquier organismo vivo, su primera y última acción.

                               OBJETIVOS DE LA DECIMOTERCERA LECCIÓN

            La finalidad de esta lección es aportarle más datos que resalten la importancia que tienen la luz solar y el aire fresco en la nutrición humana. A pesar de su trascendencia, son pocos los profesores que dedican la atención que se merecen. A lo largo de esta lección, intentaremos demostrarle por qué son tan necesarios y le ofreceremos los datos necesarios para que sea usted quien establezca su importancia en comparación con los otros factores de la nutrición.

            Es más, al finalizar la lección comprenderá que la luz solar es un factor que todas las formas de vida altamente desarrolladas necesitan a lo largo de su vida, se encuentren sanas o enfermas. Descubrirá que nuestros antepasados conocían a fondo su importancia y sólo durante la Edad Media, o mejor dicho durante la Era oscura, perdimos la costumbre de tomar el sol. También analizaremos las diferencias existentes entre dos prácticas bien distintas, «broncearse» y «quemarse», esta última es perjudicial para la salud y debemos evitarla por todos los medios.

            Asimismo, aclararemos qué diferencias existen entre la luz natural y la luz artificial. Para ello, analizaremos detalladamente los efectos directos e indirectos de la luz artificial y discutiremos algunos datos e informaciones obtenidos a raíz de varios experimentos.

            Finalmente, comprenderá por qué la respiración es la función principal del organismo humano y analizaremos cómo obtener la cantidad necesaria de oxígeno. Igualmente, conoceremos la importancia de evitar el aire contaminado presente en las casas mal ventiladas y los elementos tóxicos que flotan por el aire de las grandes ciudades.

                                                              DEFINICIONES

            DIÓXIDO DE CARBONO: Gas incoloro y pesado formado por la combustión y descomposición de sustancias orgánicas.

            ETIOLADA: Dícese de la planta que ha perdido su color como consecuencia de la exclusión de la luz solar.

            FOTOSÍNTESIS: Proceso por el cual los hidratos de carbono se generan en los tejidos clorofílicos de las plantas cuando se hallan expuestos a la luz.

            HEMOGLOBINA: Pigmento proteínico del sistema respiratorio que contiene hierro y que se genera en los glóbulos rojos de los vertebrados.

            MELANINA: Pigmento que se genera en los seres humanos como resultado de la exposición solar.

            METAMORFOSIS: Cambio en la forma física de un animal.

            RESPIRACIÓN: Mecanismo utilizado por los organismos para suministrar a las células y tejidos el oxígeno necesario para iniciar el proceso metabólico y retirar el dióxido de carbono generado a raíz de las reacciones energéticas.

            RAQUITISMO: Enfermedad caracterizada por la presencia de deformaciones óseas. La ausencia prolongada de luz solar puede provocar su aparición.

                                                         CONCEPTOS CLAVE

            1. La luz solar influye positivamente en el organismo, se encuentre o no enfermo. Sin embargo, debemos dejar bien claro que no actúa terapéuticamente sobre ninguna enfermedad  ni nos puede proteger de los hábitos destructivos que tengamos.

            2. Partiendo de la base de que la luz artificial no produce un espectro completo de luz, su influencia puede alterar los ritmos naturales del organismo, ya que éste se encuentra especialmente adaptado a la luz natural. La única forma de evitar estos efectos negativos es eludiendo sus causas.

            3. El aire limpio y puro nos suministra una de nuestras necesidades más importantes. El hecho de que ingiramos más sustancias a través del aire que por medio del agua y los alimentos juntos demuestra por qué la gente padece tanto las consecuencias de los contaminantes.

            4. La luz del sol incrementa la efectividad de los procesos nutritivos del organismo. Asimismo, facilita principalmente la absorción del fósforo y el calcio y cataliza la producción de vitamina D en la piel.

            5. La única forma de adquirir un buen estado de salud y mantenerla estable es respetando las causas de la salud y evitando las causas de la enfermedad.

                                                     HECHOS DESTACABLES

            1. Cuando tomamos el sol, no lo hacemos para broncearnos, sino para garantizar el perfecto funcionamiento de los procesos nutritivos. La exposición continua al sol puede provocar serios trastornos en el organismo, especialmente si ésta ha provocado algunas quemaduras. Entre sus consecuencias, podemos destacar el resecamiento de la piel.

            2. Le recomendamos que no utilice, bajo ningún concepto, lociones o aceites para proteger la piel. Su aplicación impide al organismo secretar sus propias sustancias aceitosas y obstruye los poros. Por supuesto estos productos no facilitan un bronceado mayor, no previenen las quemaduras y no permiten al individuo permanecer bajo el sol más tiempo del necesario.

            3. Las lámparas ultravioletas son nocivas para el organismo ya que emiten demasiados rayos ultravioletas o infrarrojos. Lo mismo sucede con las luces incandescentes, especialmente los tubos fluorescentes, ya que no producen el espectro completo de luz emitido por los rayos solares y su utilización altera nuestro ritmo biológico, basado en el movimiento del sol y en las fases de la luna.

            4. La luz artificial afecta negativamente el proceso reproductivo de las plantas y los animales. Por esta razón, la presencia regular de luz natural permite al organismo realizar un proceso reproductivo completamente sano y natural.

5.   Puesto que el aire es el elemento vital más importante de nuestra vida, debemos hacer todo lo posible para obtener la cantidad necesaria de aire puro. Para ello, debemos eludir las zonas urbanas altamente contaminadas y evitar, por todos los medios, la utilización de productos químicos contaminantes en el interior de las casas. También debemos permanecer alejados de las personas que

6.   fuman y esquivar otros focos contaminantes. Finalmente, debemos realizar ejercicios al aire libre, ya que durante la exhalación, podemos eliminar todas las toxinas que llevamos en los pulmones.

                        ESQUEMA GLOBAL DE LA LECCIÓN DECIMOTERCERA

            I. La luz solar y su papel en la salud humana

               A. Historia de los baños de sol

               B. La utilización de la luz solar

               C. La luz solar y el malestar

               D. Bronceado y quemado

               E. Los baños de sol

    II. La luz natural contra la luz artificial

   III. El aire y la respiración

                                  EL AIRE, LA LUZ SOLAR Y LA LUZ NATURAL

                                      SON FUNDAMENTALES PARA LA SALUD

                              La luz solar y su papel en la salud humana

                                                      Historia de los baños de sol

            A lo largo de la historia y la prehistoria, el ser humano siempre se ha beneficiado de los efectos positivos del sol. Jugar bajo los rayos solares o descansar bajo su agradable luz se ha convertido en una necesidad tan importante para el hombre como obtener los alimentos necesarios o conseguir el agua requerida. De hecho, en los albores de la humanidad, el hombre habitaba el planeta sin la protección de prendas que le cubrieran el cuerpo,  recibiendo durante todo el año las caricias del sol.

            Si analizamos algunas de las civilizaciones más antiguas que habitaron la tierra, podremos descubrir los efectos positivos de los baños solares. Es por todos conocidos la costumbre que tenían los babilonios, asirios, griegos y romanos de dotar a sus ciudades de jardines solares para disfrutar de los beneficios del sol. Akenaton de Egipto, Zoraster de Persia o Hipócrates de Grecia consideraron al sol como una gran fuerza y lo veneraron como un Dios. Posiblemente, el ejemplo más claro de esta veneración se encuentra en la propia civilización egipcia cuyo primer templo se erigió en honor de su dios sol. Se ubicó en On, ciudad que se hallaba en la orilla oriental del Nilo. Años después, esta ciudad pasó a llamarse Heliopolis ÄCiudad del SolÄ.

            Nuestros antepasados conocían perfectamente los efectos que el sol tenía sobre el cuerpo, especialmente en el fortalecimiento de los músculos y los nervios. Herodotus escribió un libro en el que se explicaba detalladamente estos efectos. Posteriormente, los romanos aplicaron este conocimiento en el entrenamiento de sus gladiadores, permitiéndole tomar baños de sol regulares. También sabemos, gracias a los escritos de Philostratus, que los atletas de Olimpia tenían que tomar baños solares.

            En el viejo poema épico de origen germano, la Edda, nos hacemos eco del uso higiénico que los alemanes hacían de los baños solares. Tenían la costumbre de llevar a los enfermos a las montañas soleadas para que recibieran los rayos solares. Existen diversos escritos que nos hablan cómo los Incas del Perú utilizaban los baños solares para combatir la sífilis.

            En el siglo tercero después de Cristo, el Mitraísmo, o adoración al sol, estuvo a punto de convertirse en una religión universal. Sus dictados se asemejaban bastante al Cristianismo, pero el triunfo final de esta religión provocó la desaparición de los baños solares, aunque por aquel entonces eran muchos los que lo practicaban. Los Cristianos vieron los baños solares como un ritual «pagano», una consideración que puede considerarse el principio de una era conocida como los Años Oscuros. Durante esta época, el hombre destruyó muchas de las características más importantes de las civilizaciones ancestrales, sustituyéndolas por una cultura y filosofía antinatural. Durante el tiempo que duró este fase oscura de la humanidad, aproximadamente unos mil años, sólo los médicos judíos y árabes respetaron el valor terapéutico de los baños solares.

            Transcurrida esta fase, la práctica de los baños solares volvió a resurgir, aunque, ésta vez tomando como punto de partida dos continentes diferentes, Europa y Norteamérica (especialmente, los Estados Unidos de Norteamérica). En primer lugar, analizaremos su origen europeo. A finales de 1755, Waldvogel, oriundo de Bohemia (Checoslovaquia), defendió la utilización de los baños solares, aunque tuvo pocos seguidores. Un siglo después, en 1857, Madame Duhamel recomendó el uso de estos baños para ayudar a los niños en su recuperación de la tuberculosis. El doctor de origen alemán Lahmann utilizó la «Curación sol y aire» en su institución, como hiciera posteriormente su colega Bitz en su famoso sanatorio en el año 1872-73. Sin embargo, la persona considerada como el verdadero precursor de los baños solares en la Era Moderna fue Arnold Rikli, quien recetó a sus pacientes el uso de baños solares en su institución, centro que se fundó en el año 1855 en Weldes Krai, en el Mar Adriático. Escribió siete libros donde se describían sus métodos, los más importantes se tradujeron al español, francés e italiano.

            Las primeras observaciones que se realizaron para determinar los efectos que tenían los rayos solares sobre las enfermedades se llevaron a cabo entre los años 1890 y 1900 por el doctor Loncet, natural de Lyons (Francia). Poco después, en 1911, el doctor Rollier de Suiza investigó también en este campo. Ambos investigadores tuvieron resultados muy favorables y gracias a ellos, la práctica de los baños solares ganó popularidad en todas las regiones europeas.

            Finalmente, nos parece obligado mencionar el trabajo realizado por el doctor de origen danés Finsen, cuyos experimentos para analizar las diferencias existentes entre los rayos de la luz solar y los de la luz artificial, se convirtieron, a la larga, en los responsables de la utilización de tantos aparatos de luz artificial en la curación de las enfermedades.

            En lo que respecta a los Estados Unidos, el primer especialista que defendió la práctica de los baños solares fue Sylvester Graham, uno de los primeros Higienistas. Además de analizar la importancia de la luz solar, estudió los efectos perjudiciales de la ropa. Presentó sus ideas en su gran obra Lectures on the Science of Human Life, publicada por primera vez en 1843 donde defendió las ventajas de la luz solar en el crecimiento de los huesos y en el desarrollo.

            Otro higienista, el doctor Russell Trall, destacó el poder de la luz solar en las personas sanas y enfermas. Sus libros, publicados a mediados del siglo diecinueve, mostraban la profunda necesidad de los rayos solares y su valor en los casos de raquitismo, escrófula y anemia. Aunque todo el crédito fue a parar a manos de Huldschinsky, quien en 1919 demostró el valor que tenían los rayos solares sobre las personas que sufrían de raquitismo, el doctor Trall ya adelantó este descubrimiento setenta años antes.

            Asimismo, tanto el doctor James C. Jackson como el doctor Dio Lewis utilizaron los baños solares con sus pacientes en la misma época que lo hiciera el doctor Trall. Estos datos apuntan a que estos individuos utilizaban los baños solares con anterioridad a las observaciones efectuadas por el doctor Loncet durante la última década del siglo diecinueve. En realidad, podemos afirmar que los especialistas comenzaron a utilizar los baños solares como terapia hace más de un siglo, especialmente entre los primeros higienistas que nunca recibieron su justo reconocimiento.

                                                     La utilización de la luz solar

            Tanto las plantas como los animales utilizan los poderes catálicos de la luz solar, alcanzando el nivel máximo de desarrollo en las regiones circundantes al ecuador, donde los rayos solares son más abundantes. Es en esta zona donde abundan más animales y plantas, pero a medida que nos acercamos a las latitudes más elevadas, donde las noches son más largas que los días casi todos los meses de invierno, descubrimos que la vida apenas existe y, cuando lo hace, surge en sus formas menos desarrolladas.

            La luz solar es un factor nutritivo para la vida animal y vegetal. Bajo su influencia, las plantas expulsan y absorben oxígeno. Sus hojas tienen la capacidad de absorber dióxido de carbono del aire y convertirlo en sustancias vegetales, transformando el dióxido en formaldehido, que a su vez se polimeriza en azúcar, formando un hidrato de carbono. Este proceso metamórfico recibe el nombre de fotosíntesis, y tanto la clorofila como la xantofila participan en este proceso, dando el color verde característico de la vida vegetal.

            Además, la conversión del almidón en azúcar que tiene lugar durante el proceso de maduración de las frutas requiere la presencia del calor del sol y la luz emitida por éste. El bello colorido de las flores, los tallos, las hojas y los frutos de las plantas dependen de la luz solar, que garantiza su producción. Cuando le privamos de esta necesidad, el resultado es una planta inferior, descolorida que recibe el nombre de etiolada.

            Los colores de las mariposas, los pájaros y los animales dependen también de la luz solar, de igual forma que lo hace su perfecto desarrollo. Como ejemplo, el doctor Trall señaló que si privamos a un renacuajo de la luz solar, el proceso de metamorfosis se verá paralizado y jamás podrá transformarse en una rana; es más, continuará desarrollándose como un renacuajo. La ausencia total de luz suele provocar ceguera e incluso la pérdida total del sentido visual.

            La luz solar permite al animal asimilar sus contenidos cálcicos y es por ello que los rayos solares sean tan importantes en la prevención del raquitismo y la tuberculosis. La falta de calcio está asociada con ambas condiciones. Si comparamos los huevos de varios pájaros, podremos observar la asimilación de este mineral. Los que se encuentran continuamente expuestos al sol generan una cáscara más dura y gruesa que los no expuestos.

            La influencia de la luz solar está también íntimamente relacionada con el número de glóbulos rojos y hemoglobinas presentes en la sangre. La escasez de luz natural puede provocar un incremento del suero o porción acuosa de la sangre y originar, con ello, un descenso en los niveles de fibrina y glóbulos rojos, iniciando una anemia. Sin embargo, si la cantidad de sol recibida es la adecuada, la capacidad sanguínea para transportar oxígeno aumenta y la circulación sanguínea mejora, condiciones que permiten al organismo ampliar la capacidad que tiene la sangre para reparar y construir tejidos. Como ya indicamos con anterioridad, la luz solar fortalece la masa muscular del cuerpo e intensifica sus fuerza contráctil, mejorando, con ello, la condición de todo el organismo, incluyendo los nervios que controlan los músculos. Asimismo, podemos afirmar que, además de mejorar considerablemente la salud y vitalidad del organismo, la luz solar es el mejor cosmético, ya que elimina cualquier arruga, fortalece y tonifica la piel y garantiza una textura suave, delicada y, sobretodo, hermosa. Podríamos decir que el fortalecimiento de la pigmentación epidérmica contribuye a alcanzar un perfecto estado de salud, alejando la manifestación de enfermedades y dejando al cuerpo menos sensible ante el calor y el frío.

            En lo que respecta a las mujeres embarazadas y al feto, debemos señalar que los efectos de la luz solar son muy positivos durante las fases de desarrollo y crecimiento. Además de garantizar un perfecto estado de salud y vitalidad, la luz solar garantiza el desarrollo esquelético de los niños y mantiene estable los niveles sanguíneos de alcalinidad. Por otro lado, podemos afirmar que su influencia sobre el feto fomentará en los niños un sueño más profundo, una respiración más lenta y profunda, un aumento en la excreción urinaria y una disminución en la presión sanguínea. Los baños solares antes y después del nacimiento de la criatura influirán positivamente en la calidad de la leche y la capacidad materna para cuidar a su bebé. Al mismo tiempo, incrementará la salud de la madre y evitará posibles pérdidas sanguíneas, facilitando el parto y disminuyendo los dolores del alumbramiento. Finalmente, podemos añadir que las mujeres embarazadas que tomen el sol con regularidad no experimentarán cansancio, dolores de espalda y pérdida del apetito.

La luz solar y el malestar  

            Se ha demostrado que después de un ayuno o una enfermedad debilitadora, una exposición moderada a los rayos solares permite al organismo generar células y tejidos de mayor calidad, así como digerir y asimilar con mayor eficacia los alimentos ingeridos. Esto no implica que debamos esperar a ponernos enfermos para disfrutar de los beneficios de los rayos solares. Recuerde que el sol no es un agente terapéutico, sino un factor esencial que mantiene estable nuestra salud y nuestro proceso nutritivo. Por esta razón, la luz solar beneficia al organismo con independencia de su estado, condición o fase de crecimiento. Debemos analizar su importancia desde el punto de vista de la higiene, pero nunca como una «cura» específica para una condición morbosa.

            Anteriormente mencionamos el papel que juega la luz solar en el desarrollo de la estructura ósea. Su importancia radica en que sólo con la ayuda de la luz solar, especialmente con la presencia de los rayos ultravioletas, la fijación del calcio y el fósforo pueden obtener la forma necesaria para participar en la conversión del cartílago en una estructura ósea. Sin embargo, cuando la presencia solar es insuficiente, la estructura ósea se debilita hasta el punto de que los huesos comienzan a romperse con facilidad, provocando una condición conocida con el nombre de raquitismo.

            La luz solar juega también un papel decisivo en los casos de inactividad glandular, facilitando la recuperación de las irregularidades de ovulación, las dificultades de la pubertad y la impotencia. Lo mismo sucede con el acné, una condición que manifiesta un trastorno glandular de la piel, ya que la luz solar puede participar positivamente en la recuperación de condiciones como la psoriasis. En lo que respecta a la coagulación sanguínea, la luz natural incrementa los poderes coaguladores de la sangre, permitiendo con ello solucionar muchos problemas ocasionados por la presencia de hemorragias uterinas. Finalmente, si se aplica con moderación, los baños solares pueden actuar positivamente en algunos trastornos nerviosos.   

                                                          Bronceado y quemado

            El bronceado de la piel tiene lugar por la acumulación de un pigmento o gránulos de melanina alrededor del núcleo de las células epidérmicas y basales. Este proceso de pigmentación es el mecanismo de defensa más importante que utiliza el organismo para protegerse de las quemaduras solares, al prevenir la sobreabsorción de rayos ultravioletas.

            De igual forma que la clorofila forma una pantalla protectora sobre las plantas, el ser humano

deposita en la piel un pigmento de color marrón denominado melanina ante la presencia de la luz solar. Esta acumulación absorbe los rayos ultravioletas y los convierte en rayos de menor energía y vibración que llegan hasta las células más profundas del epidermis. La combinación de rayos ultravioletas y rayos infrarrojos provocará la aparición de una pigmentación aun mayor.

            Debemos dejar bien claro, que los rayos solares no generan el pigmento, sino que provocan su aparición. La pigmentación es un proceso fisiológico que tiene lugar en el interior del organismo, el cuerpo humano fabrica el pigmento a raíz de los elementos procedentes de los alimentos y los deposita en la piel. El bronceado depende únicamente de la capacidad que tiene cada organismo de utilizar los rayos solares. A veces podemos encontrarnos con personas que padezcan una falta total de respuesta, como es el caso de las personas que sufren de leucoderma, condición en la que las manchas blancas de la piel no pueden generar pigmentos.

            El segundo mecanismo de defensa que utiliza el organismo para combatir la presencia masiva de rayos solares es el fortalecimiento del estrato córneo, la capa más exterior de la piel. Este proceso es muy desagradable, ya que provoca la generación de una capa áspera, dura y gruesa. La utilización de aceite de oliva u otros productos similares que se venden en los comercios se debe principalmente a la necesidad de evitar este resecamiento de la piel, aunque es mucho más recomendable evitar la exposición masiva de sol, alejándose a una zona con sombra.

            Debemos diferenciar el simple bronceado con las quemaduras ocasionadas por el sol. Cuando tomamos mucho tiempo el sol, la piel sufre heridas de consideración, similares a las provocada por el fuego o el agua hirviendo. Esta condición provoca un proceso inflamatorio que puede ir acompañado de ampollas, un sentimiento de malestar y, posteriormente, una muda de la piel muerta. Al igual que sucede con otras quemaduras, existen tres grados. Cuando la quemadura es de primer grado, el quemazón produce la aparición de una zona rojiza en la epidermis, provocada por la acumulación masiva de sangre en la piel. Esta condición es muy desagradable y dolorosa, dependiendo del grado de la quemadura. En el segundo grado, la piel se torna de un color rojo intenso y sensible al simple contacto. Asimismo, puede originar vómitos, diarrea o incluso fiebre. Pueden surgir algunas ampollas cuyo líquido, al estallar, se deslizará por el cuerpo. También sentirá un intenso picor, que finalizará con la muda de la piel. Finalmente, si la quemadura fuera de tercer grado, provocaría una dermatitis que podría desembocar en la muerte. También podrían surgir otras complicaciones como la inflamación del cerebro, el estómago o los intestinos; una intoxicación sanguínea; o la aparición de hemorragias.  

                                                               Los baños de sol

            Los baños de sol, y con ello el bronceado, juegan un papel fundamental en los procesos vitales de la nutrición humana. Existe una tendencia a tomar el sol más tiempo del necesario para adquirir un «buen bronceado», una práctica que deberíamos evitar por todos los medios, ya que debilita al organismo y disminuye el valor de los baños solares.

            Las personas que tengan una piel blanquecina (poco bronceada) deberían comenzar con exposiciones moderadas, tan sólo unos diez minutos diarios, incrementando estos baños paulatinamente hasta alcanzar una hora. La exposición continua al sol puede provocar una condición de intranquilidad que disminuirá poco a poco el tono nervioso. Los rubios y pelirrojos deben prestar sumo cuidado, ya que su pigmentación es más lenta que la de las personas morenas. Los heliofobos, personas que adquieren con rapidez una tonalidad rojiza y sufren continuamente la aparición de ampollas (los albinos), deben tener mucho cuidado y tomar el sol únicamente por la mañana o la tarde (las horas que de menos el sol) en sesiones muy reducidas para evitar la acumulación de grandes cantidades de rayos ultravioletas.

            Cuando tomemos el sol, deberíamos hacerlo al desnudo o con la menor ropa posible para disfrutar al máximo de sus beneficios. Por esta razón, le recomendamos se abstenga de utilizar gafas de sol o gafas. No en vano, debemos advertirle que el uso de las gafas de sol es perjudicial para su vista, ya que sensibilizan aún más los ojos al sol. Por el contrario, se ha descubierto que el sol beneficia considerablemente a las personas que padezcan trastornos visuales. También se ha descubierto que los rayos solares aceleran el crecimiento del cabello.

            Como ya le indicamos con anterioridad, la utilización de cremas bronceadoras o aceite de oliva sobre la piel es innecesaria e inútil. Estos productos impiden la absorción de los rayos ultravioletas e impiden que las glándulas encargadas de secretar sustancias aceitosas culminen su trabajo. No protegen al organismo de los efectos negativos provocados por la exposición continuada a los rayos solares, ni tampoco facilitan un bronceado uniforme. Recuerde que el objetivo de los baños solares no es simplemente obtener un buen bronceado, sino revitalizar todo el organismo, no sólo la piel.

            Si esta exposición tiene lugar en la playa, debemos prestar más atención, ya que los reflejos de la arena y el agua pueden provocar más daños al organismo, acelerando, con ello, la aparición de quemaduras en la piel. Ni la existencia de una suave neblina ni la presencia de una brisa fresca podrán evitar las consecuencias de los rayos ultravioletas. Debemos comprender que lo importante no es disfrutar del calor solar (excepto de una forma secundaria en los días fríos), sino beneficiarnos de la luz solar. Cuando el sol calienta más de lo normal debilita las energías orgánicas, por lo que, al igual que el resto de los animales, debemos evitar su exposición refugiándonos bajo la sombra.

            Las personas que habitan en zonas donde el clima es frío deben aprovechar los meses más calurosos para aumentar sus reservas de elementos generados con la ayuda del sol. Éstas podrían serles de suma utilidad cuando el tiempo comience a refrescar y el sol no caliente con la misma intensidad. El cuerpo humano puede generar numerosos elementos con la ayuda de los rayos solares, entre ellos la vitamina D. Estas reservas serán suficientes para las necesidades orgánicas, siempre y cuando las actividades que se desarrollen a lo largo del año no sean muy debilitadoras. Cualquier exceso, disipación emocional, falta de sueño, agotamiento sexual o hábito alimenticio inadecuado mermará estas reservas.

              Debemos prestar un cuidado adicional con las personas que padezcan alguna minusvalía o sufran una gran debilidad. Si los baños solares provocan en las personas un sentimiento general de debilidad o depresión o aumentan algunos de sus síntomas, significará que se ha tomado el sol más de la cuenta. Los síntomas más evidentes del exceso solar son la fiebre, los dolores de cabeza, el cansancio, la pérdida de apetito y el insomnio. Las personas que padezcan de asma o tuberculosis podrían experimentar ciertos trastornos respiratorios. En lo que respecta a las personas que sufren de nerviosismo, la estimulación generada por una exposición excesiva de sol podría provocar la ausencia de sueño. El resultado final de los baños solares debería ser un sentimiento agradable y placentero, pero nunca un empeoramiento de las condiciones. La necesidad que cada persona tiene de tomar el sol depende básicamente de su capacidad orgánica para poder utilizar sus rayos. La exposición excesiva a los rayos solares puede provocar una condición debilitadora y no tener ninguna utilidad.

                                        La luz natural contra la luz artificial

            Cuando pasamos la luz natural a través de un prisma, observamos como se descompone en los siete colores del espectro, a decir rojo, naranja, amarillo, verde, azul, añil y violeta. Estos colores representan los diferentes ritmos de vibración, cuya intensidad se incrementa a medida que pasamos del rojo al violeta, mientras la dimensión de sus ondas disminuyen paulatinamente. Estos rayos visibles nos aportan las sensaciones de luz, color y calor. Además de estos rayos de colores, la luz natural contiene también otros rayos que nuestro sentido visual no puede percibir, siendo por tanto invisibles al ojo humano. Las ondas cuya longitud son sensiblemente inferiores al violeta visible y las que son sensiblemente superior al rojo visible se conocen respectivamente con los nombres de rayos ultravioletas y rayos infrarrojos.

            En lo que respecta a la fuerza calórica de la luz solar, se ha descubierto que es mayor en el extremo rojo del espectro, donde se une con los rayos infrarrojos, mientras que la actividad química más importante tiene lugar en el extremo violeta del espectro, donde se combina con los rayos ultravioletas. Son estos rayos invisibles los que aportan al organismo mayores ventajas, aunque no por ello, debemos restar importancia al resto de rayos. No en vano, debemos afirmar que la combinación perfecta de todos los colores del espectro (luz blanca) participa activamente en los procesos de crecimiento y desarrollo de las plantas y los animales.

            Por el contrario, la luz artificial no radia todo el espectro, sino sólo una luz que posee un exceso de uno o más rayos de colores. En el caso de las lámparas incadescentes, la luz procede de una combinación de los colores amarillo, naranja y rojo, mientras que los tubos fluorescentes emiten principalmente una luz formada por la combinación del verde y el amarillo. Por último, las lámparas ultravioletas (rayos UVA) generan tantos rayos ultravioletas o tantos rayos infrarrojos que dañan seriamente al organismo, provocando dolores de cabeza, quemaduras del tercer grado y casos graves de conjuntivitis.

            A raíz de las investigaciones efectuadas con plantas y animales, se ha descubierto que la luz artificial es perjudicial para cualquier organismo. El investigador John Ott, del Time Lapse Research Laboratory, descubrió que el diámetro de las manzanas era mayor cuando éstas crecían bajo la luz artificial que cuando lo hacían bajo la luz natural, aunque nunca maduraban. A pesar de los numerosos elementos químicos utilizados para dar color a la fruta, ésta no adquirió su color hasta que recibió los rayos ultravioletas del sol.

            Posteriormente, Ott descubrió que las ondas del espectro podían afectar directamente a la proporción de los sexos de las plantas. Después de plantar una parra de calabaza en una bodega bajo un tragaluz y un tubo fluorescente, descubrió que las flores hembras de la calabaza se tornaron amarillas, posteriormente se convirtieron en negras y finalmente se secaron y cayeron de la parra. Como consecuencia, la parra no generó ni un solo fruto. Cuando cambiaron la luz y utilizaron otros tubos que emitían un brillo azulado, las yemas del sexo femenino comenzaron a desarrollarse rápidamente, mientras que las yemas masculinas se secaron y desprendieron de la parra al poco tiempo. La proporción normal de brotes machos y hembras de una calabaza suele ser de siete a uno respectivamente; sin embargo, bajo estas condiciones artificiales, no pudo efectuarse ninguna reproducción.

            En términos generales, podemos afirmar que las plantas que crecen bajo condiciones artificiales sufren un proceso de crecimiento más débil que las plantas que se desarrollan bajo la luz natural. Su crecimiento podría estimularse sometiéndolas a más hora de luz, para equiparar así el ciclo de la luz natural de la tierra giratoria. Sin embargo, este crecimiento forzado hace que las plantas generen unas flores y frutos de menor calidad y color que los generados bajo la luz natural.

            El mundo animal también se ve afectado por la alteración de estas ondas. En un experimento realizado para determinar los efectos que las diferentes luces tienen sobre los animales, se analizaron 1.000 ratones. Después de distribuirlos en tres entornos luminosos diferentes, se descubrió que los ratones que recibían la luz natural del día daban a luz el mismo número de hembras que de machos. Por otro lado, los ratones que vivieron bajo la luz de tubos fluorescentes blancos tuvieron un 70% de crías hembras y un 30% de machos. Finalmente, el grupo de ratones que habitó bajo los tubos fluorescentes de color rosado produjeron un 30% de hembras y un 70% de machos. Debemos señalar que este último grupo no consiguió desarrollarse con tanta eficacia como los otros dos grupos. Todos los ratones que crecieron bajo la luz rosada de los tubos fluorescentes dejaron de comer dos meses antes que los ratones que nacieron bajo la luz blanca y murieron un mes antes.

            Casi todos los ratones utilizados en estos experimentos sufrían algún trastorno patológico y la gran mayoría murió como consecuencia de un cáncer. Sin embargo, los ratones que vivían bajo la luz natural desarrollaron el cáncer dos meses después que los ratones que habitaban bajo la luz blanca de los tubos fluorescentes y tres meses después que los que se hallaban bajo la luz rosada de los tubos. También se descubrieron otros efectos adicionales, como la manifestación de trastornos reproductivos. En este sentido, se advirtió que las crías de los ratones que recibían la luz rosa eran más pequeños que las crías de los ratones que vivían bajo la luz natural. De igual forma, se descubrió que el número de crías era sensiblemente menor.

            Otras investigaciones han demostrado que la luz provoca la aparición de ciertos trastornos en las glándulas pituitarias, así como en otras zonas del cerebro y regiones hipotalámicas. A comienzos de la década de los veinte, William Rowan demostró que la variación estacional de las ondas espectrales provocaba la migración de las aves. Posteriormente Bochenek, Marbug y Gudden descubrieron que la luz podía originar reacciones en el sistema endocrino del animal a través de los impulsos nerviosos que se formaban en la retina. Asimismo, advirtieron que estas reacciones podían llegar también a otras zonas del cerebro por medio de circuitos ópticos accesorios. Por esta razón, podemos aseverar que la luz artificial puede provocar graves daños al sistema endocrino, al no tener la misma calidad que tiene la luz natural.

            Hace tiempo se realizó un estudio en el que se analizaba el comportamiento de un grupo de ancianos que permanecía la mayor parte del tiempo en el interior de un asilo bajo la influencia de la luz artificial. Después de realizar varias pruebas, se descubrió que estas personas sufrían una disminución importante en su capacidad para absorber calcio. Sin embargo, cuando se utilizaban unas bombillas especiales diseñadas para simular la luz solar, la absorción de calcio aumentó en un mes en un 15%. Otras investigaciones realizadas por diversos especialistas han demostrado que la luz fluorescente puede provocar mutaciones genéticas, cáncer e incluso la muerte de las células de numerosos organismos, incluyendo el ser humano.

            Además de los datos que demuestran los efectos negativos provocados directamente por la luz artificial, debemos tener en cuenta los efectos indirectos que se originan en nuestros ritmos biológicos. Su presencia, al convertir la noche en día, suele provocar una alteración en los ritmos circadianos, es decir los ciclos regulares en los que la temperatura corporal asciende o desciende, las variaciones en los productos químicos del organismo, etc., que tiene lugar aproximadamente cada veinticuatro horas. El resultado puede ser lo que los fotobiólogos alemanes describen como «el estrés de la luz».

            Todas las plantas y animales requieren períodos alternativos de luz y oscuridad para garantizar el perfecto funcionamiento del organismo, de esta forma mientras algunos procesos trabajan activamente, otros aprovechan la alternancia para descansar. Las actividades anabólicas que tienen lugar durante la noche realizan su trabajo con eficacia cuando no se ven interrumpidas por la luz, condición que provoca la continuidad activa de las células. El resultado inmediato de esta ruptura cíclica es la paralización de los procesos de crecimiento y reparación, provocando con ello la aparición de una enfermedad que agotará parte de la fuerza vital del organismo.

            Diversos experimentos realizados para testificar la influencia de la luz artificial sobre los peces revelaron que éstos paralizaban el proceso de reproducción cuando sufrían la presencia de muchas horas de luz. Cuando el tiempo de exposición se redujo gradualmente por un período de varias semanas, el proceso de reproducción recobró la normalidad al utilizarse la luz rosa, pero no cuando la luz utilizada fue la blanca. Del mismo modo, debemos señalar que bajo la luz rosa, la proporción sexual de las crías fue de 80 hembras y 20 machos y el desarrollo de las características del sexo secundario de los machos sufrió ciertos retrasos.

            En lo que respecta al ser humano, algunos científicos han lanzado algunas hipótesis en las que se defiende que la madurez sexual de las chicas podría verse influenciada por la iluminación artificial utilizada durante la noche. Se ha comprobado que en los países donde las noches invernales son muy largas, las chicas alcanzan hoy en día la madurez sexual varios meses, o años, antes que sus abuelas. Aparentemente, la utilización de la luz artificial ha interferido en el ciclo normal de la maduración, acelerando su ritmo de aparición.

            Con todo lo expuesto hasta ahora, podemos comprender la importancia que tiene la luz natural en nuestra vida y sospechar que todavía existen numerosos efectos negativos de la luz artificial que no conocemos. Cualquier ciencia que se preocupe verdaderamente por la salud y el bienestar de las personas debe intentar por todos los medios descubrir todos los aspectos de la vida y conocer sus efectos en la salud humana.

                                                   El aire y la respiración

            El aire es la sustancia gaseosa que forma la atmósfera de la tierra y que suministra a cada organismo el elemento básico de la vida: la respiración. Las plantas reciben el oxígeno a través de sus hojas; los insectos a través de pequeñas aperturas que rodean su cuerpo; las ranas a través de su piel; los peces absorben el oxígeno del agua mediante sus branquias; y el ser humano, a través de la piel y los pulmones (en mayor cantidad). Un organismo no se convierte en un ser independiente con vida propia hasta que no realiza su primer acto respiratorio, proceso que le acompañará hasta el día de su muerte. Este proceso recibe el nombre de respiración y debemos considerarla como la función más importante de cualquier organismo con vida. Podemos sobrevivir varias semanas sin consumir un solo alimento y varios días sin ingerir una gota de agua; sin embargo, la falta de oxígeno provocará en unos minutos nuestra muerte.

            La respiración es un proceso automático e involuntario que se regula según las necesidades internas del organismo. Con unos pulmones sanos, la respiración se realiza con total normalidad y de forma rítmica sin que nos percatemos de ello, no en vano, debemos señalar que el proceso respiratorio se escapa por completo de nuestro control consciente. Cuando descansamos, el ritmo desciende y la respiración se hace más profunda. En cambio, cuando crece la actividad, el ritmo respiratorio aumenta, con la expansión del diafragma y el pecho para permitir una mayor entrada de oxígeno.

            Sin embargo, los movimientos respiratorios no se limitan simplemente al pecho, existen diversos movimientos sistémicos que se extienden por todo el tronco. Es bien sabido que las pulsaciones rítmicas del corazón están sincronizadas con los movimientos pectorales de la respiración. Esta movilidad constituye también un factor muy importante en la circulación sanguínea, como podemos comprobar en los casos de personas ahogadas que se recuperan por medio de la respiración artificial, esta práctica restaura también la acción circulatoria y cardíaca.

            Los órganos más grandes del organismo son los pulmones, perfectamente diseñados y adaptados para recibir simplemente aire (aspiración). Llenan el tórax desde la clavícula hasta las costillas inferiores y desde el esternón hasta la espina dorsal. La caja torácica se expande merced a la acción de una serie de músculos que proyectan la pared pectoral hacia delante y contraen el diafragma, este movimiento forma un vacío que se llena de aire. Por el contrario, en el movimiento de espiración, la pared pectoral se contrae y el diafragma aumenta su diámetro forzando los pulmones a expulsar el aire. Al mismo tiempo que tiene lugar este proceso, la sangre que atraviesa los pulmones recoge el oxígeno que distribuirá a las células y deposita el dióxido de carbono que ha retirado de las células. Todo este proceso es automático y se regula según la cantidad de oxígeno que el organismo tenga en cada momento.

            Por regla general, los pulmones contienen aproximadamente un billón de células. Si esparciéramos todas estas células en una superficie plana, ocuparían aproximadamente un área de 12 x 15 metros. Un hombre inhala al día unos 12.732.699 cm³ y en el mismo período de tiempo, los pulmones pueden purificar unos 125 barriles de sangre. Los pulmones son los encargados de expulsar los elementos tóxicos y las impurezas transportadas por la sangre. Asimismo, la sangre absorbe de los pulmones la cantidad necesaria de oxígeno, nitrógeno, hidrógeno y la esencia de la luz solar que transportará a cada una de las células existentes en el organismo para activar sus funciones. Este es un proceso continuo que no podemos interrumpir bajo ningún concepto, si por alguna razón así fuera, las consecuencias serían catastróficas. Cuando el proceso respiratorio sufre alguna interrupción, los labios se tornan de un color azulado y morado como consecuencia de la rápida acumulación de dióxido de carbono en la sangre. En sólo unos segundos, la sangre se convertirá en una sustancia negruzca que demuestra la presencia masiva de sustancias tóxicas en su interior.

       El dióxido de carbono está compuesto de una parte de carbono y dos de oxígeno, aunque su presencia no es fácil de detectar, ya que es una sustancia incolora, inodora e insípida. Por cada 2.500 partes de aire atmosférico, existe una parte de dióxido de carbono. Cuando el aire que respiramos contiene un 3% de dióxido de carbono, sufrimos una ligera sensación de somnolencia, pero si este porcentaje aumentara, podríamos morir rápidamente. Si el organismo no elimina inmediatamente el dióxido de carbono, las células comenzaran a debilitarse y el cuerpo sufrirá las consecuencias. Este gas se encuentra presente en todas las bebidas gaseosas, en la cerveza, en los líquidos fermentados, en los polvos de levadura, en el pan de levadura y, en suma, en cualquier producto fermentado.

            Con cada espiración, los pulmones expulsan tal cantidad de gases, todos ellos compuestos de ácido carbónico, láctico, clorhídrico o fosfórico, que podrían intoxicar un barril lleno de aire. La cantidad de dióxido de carbono que se elimina cada veinticuatro horas equivaldría a un terrón de carbón vegetal que pesara 225 gramos.

            Con todo esto, debemos tener presente que cada persona necesita unos 84 m³ de aire fresco por hora para asegurar un cierto grado de pureza. En el caso de que existieran numerosas personas en una misma habitación poco ventilada, aspiraríamos las exhalaciones de las otras personas, aumentando con ello el porcentaje de dióxido de carbono presente en el aire y ampliando el índice de peligrosidad. Esta es la razón principal por la que los pacientes de los hospitales desarrollan con frecuencia trastornos pulmonares como fiebres o pulmonías. Los primeros síntomas que advierten sobre la presencia de una intoxicación de dióxido de carbono son las sensaciones de inquietud y opresión, somnolencia, estornudos, dolores de cabeza y la tos.

            Nuestro cuerpo posee la capacidad de tolerar durante cierto tiempo una atmósfera tan contaminada que podría provocar el desfallecimiento de una persona si entrara repentinamente. Claude Bernard realizó un experimento en el que se advertía este principio. Para ello, introdujo un pájaro en el interior de una campana de cristal que tenía oxígeno para tres horas. Transcurridas las dos primeras horas, sustituyó dicho pájaro por otro que se encontraba en perfectas condiciones. Sin embargo, el segundo pájaro murió de forma instantánea, ya que no tuvo tiempo para acomodarse al entorno viciado de la campana de cristal.

            Además del dióxido de carbono presente en la atmósfera, el ser humano debe soportar los gases tóxicos emitidos por las industrias. El aire de las ciudades contiene sustancias químicas tan nocivas como el monóxido de carbono, el ácido sulfúrico, el benceno, el metano, etc. Un periódico estadounidense de tirada local, The Cincinnati Post, publicó en abril de 1946 un artículo en el que se afirmaba que la cantidad de hollín y ceniza que caía sobre Cincinnati (E.E.U.U.) equivalía a 2.725 toneladas, o lo que es lo mismo, 227 vagones llenos. Esta cantidad sería suficiente para cubrir un solar que midiera 12 metros de ancho x 46 de largo y 23 metros de profundidad.

            Sin embargo este no es el único dato curioso. Hace unos años, el profesor H. H. Sheldon de la Universidad de Nueva York colocó un aparato en el distrito de Times Square que se hallaba por encima de los tejados. En una semana, el aparato limpió 95.550.000 m³ de aire, disipando 0,336 m³ de polvo, hollín y alquitrán, una sustancia sólida que pesaba unos diecisiete quilos.

            La única protección que tenemos para luchar contra el aire contaminado es expulsarlo con una respiración profunda, aunque esto debería hacerse activamente mediante el movimiento. Ernest T. Seaton nos analiza en su libro de los coyotes cómo estos animales agudizan sus instintos protectivos después de ingerir un producto tóxico. De forma instintiva, el coyote sabe que sólo existe una forma de evitar la intoxicación, mediante una exhalación enérgica. Si puede recorrer una distancia adecuada a una velocidad conveniente antes de que el veneno actúe letalmente en su interior, los pulmones conseguirán eliminar la sustancia tóxica y el animal sobrevivirá.

            H. B. Meller del Mellon Institute of Industrial Research afirmó: «Cuando sabemos que el ser humano puede almacenar en sus pulmones 491 cm³ en cada aspiración o, lo que es lo mismo, siete veces el peso del agua consumida y la comida ingerida, podemos entender con más facilidad por qué las personas sufren más las consecuencias debilitadoras y tóxicas del aire contaminado que los efectos nocivos de los componentes de los alimentos ingeridos o el agua consumida». Cuando el aire que aspiramos es fresco y puro, el organismo siente la presencia de elementos vitalizadores, en cambio, cuando este aire está contaminado por los gases tóxicos de las industria, el organismo inicia su camino hacia la enfermedad y muerte prematura.

            El 19 de agosto de 1939 la prensa emitió un comunicado en el que se advertía que los gases tóxicos y los ácidos nocivos que flotaban por las calles de París «estaban desgastando y corroyendo los monumentos históricos de la ciudad. El inicio de esta rápida desintegración data de comienzos de siglo, fecha que coincide con la explosión industrial y la masiva aparición de coches, camiones, fábricas, plantas caloríficas, remolcadores fluviales. La combinación del humo de estas industrias con los gases emitidos por los coches, camiones y autobuses produce un componente del ácido sulfúrico que ataca químicamente a todo lo que halle en su camino».

            Hasta comienzos de siglo, los médicos consideraban peligroso para los enfermos la inhalación de aire puro y fresco, especialmente durante la noche. Por esta razón, las ventanas permanecían siempre cerradas y se tapaba cualquier entrada de aire. Gracias al trabajo de los primeros higienistas, Graham, Trall, Densmore, Page, Oswald y otros, las personas conocen en la actualidad la importancia y la necesidad de una buena ventilación.

            Aunque los griegos y los romanos podían fabricar cristal, nunca utilizaron este material en la construcción de sus ventanas. Lejos de hacerlo, permitieron un flujo constante de luz y aire en sus casas. Tendremos que esperar algunos siglos más, precisamente con la llegada de la Era de la Oscuridad, para que el temor al aire nocturno floreciera entre la población, junto con el recelo a los alimentos crudos, y la vida en el interior de las paredes se convirtiera en una práctica más que habitual. Una costumbre que tuvo su origen en las filosofías y religiones de la época que predicaban doctrinas antinaturales.

            El oxígeno es un elemento esencial que garantiza el perfecto rendimiento físico y mental de los seres humanos. El hombre puede obtener esta necesidad mediante la realización de ejercicios al aire libre o con la utilización de una buena ventilación. Aunque parece lógico afirmar que nuestro organismo necesita más oxígeno durante el día que durante la noche, debido a su actividad diurna, no podemos caer en el error de considerar válido dormir en habitaciones cerradas que se encuentren sin ventilación. Mientras dormimos, el organismo se encuentra en un estado de relajación que requiere una menor oxigenación. Esta disminución se realiza reduciendo el ritmo respiratorio, pero nunca respirando aire contaminado.

            El proceso respiratorio es fundamental para satisfacer todas las necesidades vitales del organismo, y es por ello, por lo que deberíamos respetar unos hábitos de vida (alimentación, vestimenta, etc.) que no alteraran dicho proceso. Cinco minutos de respiración profunda no pueden compensar una respiración inadecuada durante el resto del día. Lo importante no es lo que hagamos en unos minutos, sino lo que habitualmente hagamos durante las veinticuatro horas del día. La consecución de un buen proceso respiratorio depende de muchos factores, principalmente del buen estado de los órganos que participan en dicho proceso, es decir, la nariz, la garganta, el pecho, los pulmones y el abdomen. Pero estos no son los únicos factores que intervienen en la respiración, conseguir la postura adecuada, que el pecho y el abdomen disfruten de una libertad de movimientos (evítese la utilización de ropas ajustadas), que su casa se encuentre bien ventilada o realizar ejercicios al aire libre, facilitan el proceso digestivo.

            Desde este punto de vista, le recomendamos la realización de ejercicios que incrementen la capacidad pulmonar o actividades que desarrollen el pecho. La vida moderna no suele desarrollar como se debiera la masa muscular del pecho y es por ello que la capacidad pulmonar de los hombres y mujeres de hoy en día es muy pequeña comparada con la de los animales salvajes o los hombres que habitan en sociedades primitivas.

            En lo que respecta a nuestro sistema respiratorio, debemos señalar que en condiciones normales, la nariz permite la entrada necesaria de aire a los pulmones, utilizando sólo una ventanilla. Cuando el organismo debe realizar un gran esfuerzo físico, como sucede al correr, la ventanilla adicional permite la entrada del aire necesario, teniendo en cuenta, claro está, que ambas ventanas se encuentren en perfecto estado. Por regla general, la respiración bocal es un síntoma de enfermedad, como sucede en los casos de inflamación adenoidea, pólipos, catarro nasal, resfriados, etc.

            Deberíamos aprovechar y disfrutar día a día del mejor aire que podamos encontrar cerca de donde vivamos. Asimismo, le recomendamos que haga algunos ejercicios. Ello le permitirá aumentar su capacidad pulmonar, expulsar las sustancias tóxicas de los pulmones y mantener estables las funciones respiratorias.

                                             PREGUNTAS SOBRE LA LECCIÓN

PREGUNTA: ¿Nos recomienda la realización de ejercicios de respiración profunda para aumentar la cantidad de oxígeno inhalado?

RESPUESTA: Si se refiere a una forma pasiva de respiración en la que no intervenga activamente todo el cuerpo, la respuesta es no. Debemos comprender que el ritmo respiratorio se controla de forma automática a través del centro respiratorio que se encuentra en la médula cerebral. Cuanto mayor sea la cantidad de dióxido de carbono que fluye por la sangre, mayor estimulación recibirá este centro, provocando con ello un incremento en el ritmo respiratorio. Por el contrario, la presencia de oxígeno en la sangre inhibe el funcionamiento de este centro, disminuyendo, por tanto, la velocidad de respiración. Como puede observar, el ritmo respiratorio y el volumen de oxígeno siempre se ajusta a las verdaderas necesidades orgánicas. Los «ejercicios» de respiración profunda que no impliquen un gran movimiento muscular no puede suministrar al organismo más oxígeno que el que puede transportar la sangre de acuerdo con sus necesidades. Estos ejercicios no expulsan ningún elemento fuera del organismo, ni «alimentan» a los nervios o regeneran en absoluto al cuerpo. Estas actividades pueden provocar una confusión mental u otros síntomas morbosos, por lo que le recomiendo descarte su utilización. Las actividades respiratorias activas, es decir, aquellas en las que intervienen varios movimientos corporales (correr, pasear o nadar), generan una verdadera necesidad de oxígeno que es beneficiosa para el organismo. La respuesta normal del cuerpo humano ante estas actividades es provocar un incremento en el ritmo respiratorio y, consecuentemente, en el volumen de oxígeno inhalado.

PREGUNTA: ¿Todas las formas de luz artificial provocan efectos perjudiciales para la salud? Y, si es así, ¿cómo podemos minimizar estos efectos?

RESPUESTA: Todas las luces artificiales afectan negativamente a nuestra salud, pero es cierto que casi todos necesitamos permanecer algún tiempo bajo la influencia de estas luces para poder vivir en esta sociedad. Podemos hacer varias cosas para disminuir los efectos ocasionados por el uso de los tubos fluorescentes. Como primera medida, podríamos cubrir los tubos con un plástico, de esta forma filtraríamos algunos rayos ultravioletas. En segundo lugar, podríamos utilizar las nuevas lámparas fluorescentes que emiten todo el espectro y recomendar su uso a otras personas. Estas lámparas consiguen simular, en cierta medida, el espectro óptico emitido por la luz solar y está demostrado que dañan menos a nuestra salud.

PREGUNTA: ¿Cuántas personas obtienen suficiente luz solar durante los meses invernales en las zonas templadas?

RESPUESTA: El ser humano surgió sobre la faz de la tierra cuando las condiciones medioambientales se encontraban en armonía con su constitución. El clima reinante en las regiones donde habitaba el hombre hacía innecesario la utilización de ropas, lo que le permitía estar completamente expuesto al sol durante todos los años de su vida. En la actualidad, muchas personas habitan en zonas poco agradables donde los rayos solares sólo hacen acto de presencia algunos meses. Una posible solución al problema sería construir un solario o una zona resguardada del frío y el viento, donde las personas pudieran disfrutar de los rayos solares durante los meses de invierno. Con el reflejo de los rayos, podríamos convertir estos lugares en zonas agradables donde los baños solares se convirtieran en una actividad placentera. También podríamos permitir la entrada de algunos rayos a través de una ventana abierta, siempre que las condiciones atmosféricas lo permitieran. Pero posiblemente, la recomendación más importante es vivir saludablemente a lo largo del año para poder asegurar las reservas nutritivas. La ingestión de alimentos perjudiciales, las prácticas sexuales indulgentes y la falta de sueño provocan el desgaste de estas reservas. Es muy importante mantener una buena salud durante esos meses que no son muy agradables para el ser humano. 

                                 RESUMEN DE LA DECIMOTERCERA LECCIÓN

            En esta lección se ha explicado por qué los seres humanos necesitan la presencia moderada de rayos solares. Asimismo, hemos analizado la luz solar como uno de los elementos esenciales de la vida, un factor que influye positivamente en el ser humano bajo cualquier estado o condición. El organismo necesita su presencia para culminar la asimilación del calcio y del fósforo y para poder generar vitamina D en la piel.

            Aunque una exposición moderada bajo el sol o la obtención de otros factores nutritivos provoca la disminución de enfermedades, especialmente la aparición de raquitismo, tuberculosis, anemia, insomnio, acné, psoriasis, leucemia, alta presión sanguínea y alteraciones en el sistema reproductor (ovulación irregular, trastornos en la pubertad, impotencia, hemorragia uterina, etc.), no podemos considerarlo como una «cura» específica para ninguna condición y, por lo tanto, no podrá protegernos de aquellos hábitos destructivos que consintamos.

            Tomar el sol más de lo normal, especialmente cuando el astro emite los rayos más intensos, perjudica seriamente nuestra salud, por lo que deberíamos evitarlo. Esta exposición excesiva puede provocar algunas condiciones anormales, como la manifestación de quemaduras en la piel, el resecamiento y endurecimiento de la epidermis o la aparición de síntomas relacionados con el nerviosismo. En definitiva, podemos afirmar que el ascenso desmesurado de las temperaturas o la estancia prolongada debajo de los rayos solares debilitan al organismo.

            Cuando tomamos el sol, no podemos pensar en el bronceado como nuestro objetivo más inmediato. Por esta razón, debemos evitar la utilización de aceites o cremas bronceadoras, ya que su presencia sobre la piel bloquea los poros epidérmicos e impide la secreción de sustancias aceitosas procedentes de las glándulas orgánicas.

            También hemos realizado un breve recorrido por la historia de los baños solares en el que hemos descubierto cómo se utilizaban los rayos solares en la antigüedad para mejorar la salud, los nervios y los músculos. Aunque su práctica desapareció durante los Años Oscuros de nuestra historia, los esfuerzos de los primeros higienistas, entre ellos Graham y Trall, resucitaron su importancia.

            Posteriormente, analizamos cómo influye la utilización de la luz artificial en nuestra salud. Desde este punto de vista, se explica que la luz artificial no puede generar todo el espectro óptico, una deficiencia que provoca alteraciones en el ritmo biológico, adaptado a la luz natural. La luz artificial produce un exceso de uno o dos rayos , interfiriendo con ello en el ciclo reproductor de las plantas y los animales.

            Las actividades anabólicas se efectúan con eficacia sólo por la noche, cuando no sufren la interferencia de la luz artificial. Por esta razón, la utilización nocturna de estas luces provoca alteraciones orgánicas, como la paralización de los procesos de crecimiento y reparación de las células y tejidos. Asimismo, a lo largo de la lección, se describen los efectos negativos de las lámparas de rayos ultravioletas (rayos UVA).

            El aire es la necesidad más importante de la vida, y como tal se analiza en esta lección. Debemos inhalar la mayor cantidad de aire puro posible, evitando en todo momento respirar aire contaminado, aun tratándose de nuestra propia exhalación o la de otros. Esto implica la necesidad de habitar en casas bien ventiladas y la abstención de utilizar productos contaminantes en el interior de las casas u oficinas. El hecho de que aspiremos más aire que alimentos y agua juntos explica por qué las personas sufren tanto las consecuencias de la contaminación.

            También se ha analizado el funcionamiento de los pulmones y se ha descrito el proceso por el cual estos órganos adquieren el oxígeno del aire y expulsan el dióxido de carbono y las toxinas presentes en el organismo. Asimismo, hemos explicado cómo el corazón trabaja en armonía con los pulmones. Finalmente, se ha realizado una breve descripción sobre los síntomas característicos de la intoxicación provocada por el dióxido de carbono y los procesos de acomodación del organismo. Por último, hemos descrito el peligro y los daños provocados por algunos de los productos tóxicos más importantes que flotan por el aire de las ciudades.

            Entre otros puntos, se ha resaltado la importancia de una buena ventilación mientras dormimos y la necesidad de realizar ejercicios al aire libre. En las preguntas sobre la lección, explicamos detalladamente por qué debemos evitar los «ejercicios» de respiración profunda y recomendamos la realización de actividades enérgicas. Para finalizar, se han lanzado ciertas sugerencias para evitar los efectos negativos de la luz artificial y hemos propuesto varias ideas para obtener la cantidad necesaria de rayos solares durante los meses invernales de las zonas templadas. 

                                                     TEXTOS COMPLEMENTARIOS

                                                                 Del Rational Diet, 1923

                                                          Luz solar y aire

                                                                 Otto Carque

            Los elementos más importantes para mantener estable la salud y la vitalidad son la luz solar y el aire. Estos dos factores son tan necesarios para el crecimiento y la perpetuación de la vida como lo son el agua y el alimento. Como dice un viejo proverbio, «cuando no entra el sol, lo hace el médico».

            Se ha descubierto que el índice más alto de mortalidad se encuentra en las calles estrechas de las ciudades y en las casas ubicadas hacia el norte. Las personas que habitan en las laderas montañosas del sur son más fuertes y sanos que las que habitan en las laderas del norte. Asimismo, los habitantes de los valles ocultos, zonas donde el sol sale muy tarde y se pone antes que en ningún otro sitio, sufren enfermedades muy peculiares, condiciones ocasionadas por la carencia de rayos solares directos que disipen los vapores tóxicos que se acumulan en las regiones oscuras y bajas.

            El sol es la mayor fuente de todas las fuerzas que se manifiesta en la formación orgánica e inorgánica de materia. Las plantas requieren la luz solar para garantizar el perfecto desarrollo de sus complicadas combinaciones orgánicas. A diferencia de las especies orgánicas más simple, como el hongo, que pueden desarrollarse en la más completa oscuridad, las plantas superiores, aquellas que sustentan principalmente la vida del reino animal, dependen básicamente de los rayos del sol para poder asimilar con eficacia los elementos de la corteza terrestre y la atmósfera. Necesitan especialmente la presencia de los rayos ultravioletas no iluminadores que, como sabemos, son más activos en la producción de los efectos electroquímicos.

            De igual forma, el proceso de crecimiento y desarrollo del ser humano depende en gran medida de la luz solar. Se ha comprobado que la carencia de luz provoca una disminución de fibrina y glóbulos rojos en el organismo que aumenta la cantidad de suero, o porción acuosa, que fluye por la sangre. Esta condición puede originar la aparición de una leucemia, enfermedad caracterizada por un aumento considerable en el número de leucocitos. La falta total de luz solar ocasiona la manifestación de enfermedades anémicas de grave consideración, estados que surgen como consecuencia directa de una condición sanguínea anormal.

            Podríamos citar una gran lista de experimentos cuyos resultados demuestren los efectos positivos de la luz natural, pero, probablemente, la investigación realizada por John Blaytonis sea la más importante y significativa de todas. Para determinar si los rayos indirectos y difusos del sol tenían los mismos efectos que los rayos naturales directos, seleccionó doce plantas de judías de la misma variedad que se hallaran en el mismo estado de desarrollo. Posteriormente, las plantó una al lado de otra de tal forma que seis recibieran siempre los rayos directos del sol y el resto recibiera sólo estos rayos de forma indirecta. Cuando recogió las vainas en octubre, descubrió que la proporción del peso de las vainas que habían florecido en la sombra en comparación con el peso de las que habían recibido constantemente la luz natural era de 29:99. En cuanto al número de judías secas, la proporción era de 1:3.

            El resultado fue el previsible, aunque no sucedió lo mismo al año siguiente. Utilizando las semillas de la primera cosecha, cultivó todas las plantas en una zona donde pudieran recibir durante todo el año los rayos directos del sol. Cuando procedió a realizar la cosecha, comprobó que las vainas cultivadas con las semillas de la sombra pesaban sólo la mitad que las vainas de la cosecha anterior. Cuatro años después, observó que las vainas florecían, pero no llegaban a madurar. La ausencia de luz solar directa durante un verano debilitó el proceso de evolución de la especie vegetal hasta el punto de que en cuatro años desapareció.

            Los resultados de este experimento podrían aplicarse positivamente en los seres humanos y en sus hábitos diarios. Este ejemplo podría servir para demostrar los efectos positivos de los baños solares, siempre que éstos se realicen con moderación. Por esta razón, podemos afirmar que uno de los requisitos fundamentales para garantizar nuestro estado de salud es habitar en una zona donde podamos disfrutar constantemente de la presencia de la luz solar.

            Las estadísticas demuestran que el índice de mortalidad infantil aumenta considerablemente en los barrios de las grandes ciudades en los que la luz solar apenas llega. Lo mismo sucede con los casos de raquitismo y tuberculosis. Si no fuera por la constante renovación de la población procedente de las zonas rurales, los habitantes de las ciudades, especialmente las clases más desprotegidas, desaparecerían en un par de generaciones. Todas las madres deberían comprender el papel tan importante que juega la luz solar en la vida de sus criaturas y, por ello, deberían facilitar la entrada de los rayos solares en sus dormitorios y habitaciones. La luz solar y el aire fresco son los factores más importantes para garantizar el perfecto desarrollo de los niños.

            Tomar con frecuencia el sol al desnudo permite al organismo trabajar con más eficacia y facilita las funciones fisiológicas, especialmente la distribución sanguínea, una condición muy necesaria para el funcionamiento normal de todos los órganos. Las personas deberían exponer sus cuerpos desnudos a los rayos solares y al aire fresco para mantener estable su condición física. Los parques públicos deberían tener zonas reservadas donde las personas que lo desearan pudieran tomar baños solares y disfrutar del aire fresco, esto convertiría a las ciudades en zonas urbanas vanguardistas.

            Ahora bien, debemos prestar cuidado con los excesos, ya que la exposición continuada de rayos solares puede provocar la muerte de las células. Le recomendamos que tome el sol por la mañana, colocándose hacia el oriente, la mejor posición para su objetivo. Procure ejercitar en todo momento la moderación y la perspicacia.

            Algo similar sucede con la inhalación continuada de aire fresco, una práctica que debemos vigilar muy de cerca. Existen muy pocas personas que consigan satisfacer por completo la necesidad absoluta de oxígeno vital para el mantenimiento de la vitalidad y la salud. Tan sólo hace un siglo y medio (1774) desde que el científico inglés Priestly y el científico francés Lavoisier descubrieran que el organismo vive gracias a un proceso de combustión en el que la sangre se combina con el aire inhalado, generando los productos de combustión que exhalamos como vapor acuoso y ácido carbónico gaseoso. Para comprender mejor esta reacción química, basta con observar una vela encendida o una lámpara de aceite. Si el suministro de aire se interrumpiera por cualquier circunstancia, nos asfixiaríamos, de igual forma que la llama de una lámpara se extinguiría en el preciso instante en el que se interrumpiera la entrada de aire. Una persona podría vivir más de sesenta días sin comer y varios días sin beber agua, pero la falta de oxígeno provocaría su muerte en tan sólo unos minutos. Esto demuestra que el aire puro es el factor más importante y necesario de todos los elementos esenciales de la vida.

            El aire atmosférico está compuesto de moléculas de nitrógeno y oxígeno, aunque el primer elemento actúa sólo para diluir el oxígeno. Además de estas dos sustancias, el aire siempre contiene algunos vapores acuosos, dióxido de carbono y amoníaco. Por regla general, cien volúmenes de aire contienen 78,35 volúmenes de nitrógeno (N); 20,77 de oxígeno (O); 0,84 de vapor de agua (H2O); 0,04 volúmenes de dióxido de carbono (CO2); 0,0001 de amoníaco (NH3); y pequeñas muestras de otros gases, como el ozono.

            También podemos encontrar diversas clases de microbios flotando por el aire, dependiendo de la humedad y la temperatura. Estos microorganismos provocan la fermentación y la desintegración química de las sustancias orgánicas. El grado de humedad puede variar según la zona y la temperatura.

            La presencia de dióxido de carbono en la atmósfera es algo habitual, incluso en los océanos y en los bosques, aunque este elemento suele aparecer en cantidades muy pequeñas, no más de tres o cuatro partes por diez mil por volumen.

            Ahora bien, si nos encontramos en una habitación cerrada, donde el número de persona es significativo y se está utilizando al mismo tiempo gas y carbón, el porcentaje de dióxido de carbono aumenta considerablemente. Asimismo, el aire sufre la presencia de otros gases tóxicos, como el amoníaco o el amoníaco albuminoide, disminuyendo con ello la cantidad de oxígeno presente en la atmósfera.

            Debemos tener presente todos estos datos para conseguir un perfecta ventilación, especialmente en las habitaciones, aulas de los colegios, etc. A continuación le mostramos un cuadro donde analizamos la cantidad de dióxido de carbono en 10.000 partes presente en el aire de diversas localidades:

            Océanos y bosques.………………………………………0,3          

            Ciudades y calles abiertas……..……………………….0,4 a 0,5

            Dormitorio durante la noche,

                        con la ventana abierta parcialmente……….0,8

                        con la ventana cerrada………………..………1,2

            Aulas del colegio……………………..……………. ……1,5 a 3,0

            Hospitales………………………………………………….2,8

            Aula del colegio

                        70 alumnos en una habitación cerrada…..7,2

            Iglesias, durante las misas…………………………….3,5 a 7,0

            Iglesias, con calefacción (caldera)………..…………20  a 30

            Teatros, habitaciones de reuniones repletas….…..25

            Talleres de trabajo, mal ventilados……….………..30

            Estos datos nos demuestran la despreocupación reinante en torno a la ventilación atmosférica y nos explica el constante aumento de enfermedades pulmonares como la pulmonía. La importancia del aire puro se hace incluso más evidente cuando consideramos la maravillosa estructura anatómica de los órganos respiratorios. Los pulmones, donde se acumula el aire inhalado, están formados por dos masas ovaladas, oblongas y, si cabe, un tanto aplastadas de sustancia celular. Su ubicación se halla en la cavidad torácica y su comunicación con el mundo exterior (la atmósfera) se realiza a través de la tráquea. Órgano este formado por un grueso conducto que desciende por la garganta y que se bifurca en dos tubos largos, que a su vez se ramifican en pequeños conductos hasta convertirse finalmente en vasos minúsculos.

            Estos pequeños conductos son los encargados de transportar el aire hasta las partes más remotas de la sustancia celular. Cada una de estas extremidades visibles encierra unas 18.000 células, que, gracias a estos tubos, se encuentran conectadas con el aire externo. Las células presentan formas y dimensiones muy variadas, aunque su dimensión suele ser del orden de 10m. El número de células presentes en el interior del organismo oscila en torno a los seiscientos millones. Las paredes de estas células son muy finas; son simplemente vesículas de aire.

            Si uniéramos la superficie interna de todas estas células, formaríamos un área de 135 m². Esta superficie, o pared celular, está cubierta por una red de pequeños vasos sanguíneos que transportan continuamente la sangre y absorben, a través de sus paredes, el oxígeno del aire inhalado. Es en la delicada membrana de estos vasos sanguíneos donde tiene lugar la transformación de sangre venosa en sangre arterial.

            El organismo debe cambiar continuamente la sangre venosa porque éste es un fluido impuro que contiene las sustancias ya utilizadas en las diferentes partes del cuerpo. Con esta transformación sanguínea, las células expulsan el dióxido de carbono y los otros gases presentes en el organismo y absorbe el oxígeno del aire procedente de los pulmones a través de los pequeños vasos que cubren las paredes celulares. En el interior de estos vasos, el oxígeno se combina directamente con la hemoglobina sanguínea y, con la acción del corazón, el organismo comienza su distribución a lo largo del cuerpo por medio de las arterias y las venas.

            En determinadas ocasiones, la piel se encarga también de absorber oxígeno y expulsar dióxido de carbono, aunque sólo elimina una treintava parte de lo excretado por los pulmones. Además, debemos señalar que la piel puede eliminar otros gases, agua y sustancia sólida, llegando a expulsar entre medio quilo y un quilo por día. Por supuesto, esta cantidad varía considerablemente dependiendo de ciertas condiciones. De esta forma, durante el verano, la cantidad de elementos expulsados supera sensiblemente lo excretado durante el invierno. Asimismo, el organismo elimina más agua cuando se encuentra realizando algún ejercicio o esfuerzo físico que cuando se halla en reposo.

            Todas las partes de nuestro cuerpo deberían recibir con frecuencia el contacto del aire externo. La piel humana posee millones de poros que actúan como pequeñas alcantarillas y que el organismo utiliza constantemente para expulsar todo tipo de desechos. La ropa que utilicemos, especialmente la ropa interior, debería permitir la libre circulación del aire. Los tejidos de lino, las camisas de algodón y los jerseis de lana provocan la retención de residuos desechos que el organismo reabsorbe en parte y que devuelve a los pulmones y a los riñones, debilitándolos.

            Como hemos visto con anterioridad, las zonas mal ventiladas y cargadas de humo de tabaco Älos salones públicos, las iglesias, los teatros o los talleres de trabajoÄ poseen un porcentaje de gases tóxicos muy elevado, condición provocada por la combinación del aire expulsado de los pulmones y las emanaciones de la piel. Cuando las personas salen de estos lugares, perciben el contraste existente entre el aire externo y el interno y, erróneamente, culpan al aire externo de ser el responsable de la aparición de «resfriados». No obstante, debemos señalar que estas condiciones morbosas son el resultado directo de las inhalaciones tóxicas y los hábitos de vida insanos.

            Muchas personas duermen con las ventanas cerradas porque piensan que «el aire nocturno es peligroso», sin embargo, transcurridas unas horas, comienzan a respirar el mismo aire que han expulsado. Por la mañana se despiertan con un «sentimiento de cansancio» y tienen que recurrir a productos estimulantes que les mantengan despiertos, sustancias que agravan, aún más, el problema. Durante la noche, período en el que el organismo se encuentra en estado de reposo, los pulmones redoblan sus esfuerzos para inhalar el oxígeno necesario para recargar la dínamo humana. Por esta razón, es precisamente durante estas horas cuando debemos garantizar la entrada de aire puro. No existe ningún peligro de «coger un resfriado» al estar expuestos al aire frío y puro de la noche, sino todo lo contrario. El calor orgánico que resulta de la combustión aumenta su poder con la presencia abundante de oxígeno. Recuerde que el «resfriado» es sólo una medida purificadora iniciada por el propio organismo para expulsar todas las impurezas, especialmente a través de las membranas mucosales de la garganta y la nariz. Son muy pocas las personas que comprenden en realidad que la cantidad de aire inhalado supera el número de alimentos sólidos ingeridos en un día.

            A continuación exponemos un cuadro en el que se desglosan los cambios que tienen lugar en la composición del aire expulsado:

            Constituyente              Aire inhalado              Aire expulsado

                                                                            Porcentaje de volúmenes (%)

             Nitrógeno                       78,35                                           78,35

             Oxígeno                           20,77                                        16,00

             Dióxido de carbono            00,04                         04,35

            El aire que expulsamos de los pulmones contiene también vapor de agua y pequeños porcentajes de amoníaco y sustancias orgánicas, dependiendo de la dieta, el clima y la ocupación del individuo. Bajo unas condiciones normales, siempre y cuando la sangre contenga un volumen aceptable de minerales orgánicos esenciales, los glóbulos rojos presentes en los pulmones absorben 695 gramos de oxígeno en todo el día, mientras que expulsan 795 gramos de dióxido de carbono. Los niños necesitan más oxígeno que los adultos, ya que los cambios de los tejidos son más activos durante el proceso evolutivo del organismo.

            Una persona adulta de estatura media aspira aproximadamente medio litro de aire por cada respiración y a lo largo del día suele respirar quince veces por minuto. Con estos datos, podemos afirmar que una persona inhala nueve litro por minuto o lo que es lo mismo, 540 litros por hora, una cantidad que arroja datos escalofriantes, ya que el organismo puede aspirar hasta 12.960 litros por día o 10,7 m³, un volumen que bastaría para llenar una habitación de 0,650 m². El peso de este volumen es de trece quilos y medio y contiene unos tres quilos de oxígeno, el 23,2% del peso de la atmósfera. En definitiva, la cantidad de oxígeno que el cuerpo humana inhala cada vez que aspira es de 4,78% por volumen o 5,52% por peso, mientras que el aire expulsado contiene un 4,34% de dióxido de carbono por volumen o 6,5% por peso.

            Asimismo de la cantidad global de oxígeno inhalado, el cuerpo suele absorber entre 225 y 283 gramos (un tercio) durante el día, mientras que esta cantidad puede alcanzar los 450 gramos durante la noche, período en el que el organismo descansa en una habitación bien ventilada. Podemos señalar que la absorción de oxígeno depende básicamente del número de glóbulos rojos presentes en una cantidad determinada de sangre. Durante la realización de ejercicios físicos, la respiración también aumenta en frecuencia y profundidad, incrementado con ello el volumen de aire intercambiado, cinco o siete veces superior que cuando está descansando.

            Algunos científicos alemanes han realizado diversos experimentos con el fin de averiguar los efectos del consumo de oxígeno caminando por un terreno llano o escalando. A continuación le mostramos una tabla donde se especifican las cantidades de oxígeno consumido durante un minuto por una persona cuyo peso oscila los cincuenta y seis quilos:

            Forma de ejercicio                                         Consumo de oxígeno

             Descansando de pie                                                   262 cm³

             Caminando por terreno llano                                               786 cm³

             Escalando                                                                  0,0127 m³          

            Como podemos observar, el consumo de aire que se produce mientras caminamos triplica el consumo realizado en estado de reposo. Asimismo, esta cantidad es superada en cinco veces cuando la actividad requiere un mayor esfuerzo físico, como sucede al escalar. Estos datos reflejan la influencia de la actividad muscular sobre el metabolismo orgánico y la purificación casual del sistema. La realización de ejercicios al aire libre durante todo el año es uno de los factores más importantes para mantener estable nuestro estado de salud y para prolongar la vida del organismo.

                                                         HOJAS DE TRABAJO

            Rellene los huecos

            1. Nuestros antepasados conocían los efectos que el sol tenía en el fortalecimiento de los               y los

                          .

            2. Numerosas civilizaciones de la antigüedad conocían perfectamente el uso higiénico del sol y construyeron en sus ciudades                            para este fin.

            3. En el siglo tercero después de Cristo, el               estuvo a punto de convertirse en una religión universal.

            4. En los Estados Unidos de Norteamérica, el primer precursor de los baños solares fue                   .

            5. Aunque Huldschinsky suele recibir todo el mérito por haber obtenido las pruebas definitivas que demuestran el valor que la luz solar tiene sobre el raquitismo,         

                            descubrió estos efectos setenta años antes.

            6. Aunque los higienistas habían utilizado los baños solares con antelación, fue                            quien se llevó todos los méritos.

            7. La luz solar es un factor                esencial para la vida vegetal y animal.

            8. Cuando las plantas no reciben la luz solar, pierden su color y reciben el nombre de              .

            9. La luz solar permite al organismo asimilar el        ,  previniendo con ello la aparición de condiciones anormales como el raquitismo o la tuberculosis.

            10. Los baños solares con anterioridad y posterioridad al nacimiento de la criatura incrementan la capacidad materna de             a sus crías.

            11. La luz solar facilita la generación de tejidos con mayor calidad después de un ayuno o una enfermedad debilitante, al incrementar la capacidad orgánica de              y

                         los alimentos.

            12. El bronceado de la piel tiene lugar por la acumulación de un pigmento denominado              .

            13. La pigmentación es un proceso                que el organismo regula según sus necesidades internas.

            14. Cuando la sangre llega a los pulmones, transporta el

                                       procedente de las células y recoge el               que posteriormente distribuirá a las células.

            15. Se sabe que las pulsaciones rítmicas del            están sincronizadas con los movimientos pectorales de la respiración.

            16. La única protección que tenemos para combatir el aire contaminado es              .

            Verdadero falso

            1. Durante los Años Oscuros, las diferentes civilizaciones utilizaron los baños solares como una parte de su adoración religiosa.

            2. La luz solar puede incrementar el número de glóbulos rojos y hemoglobina presente en la sangre.

            3. Cuando tomemos el sol durante los meses del verano, período en el que los rayos solares son muy intensos, debemos usar únicamente un preparado de aceite natural, como el aceite de oliva, para prevenir la aparición de quemaduras en la piel.

            4. Los baños solares pueden «curar» algunas condiciones morbosas.

            5. El primer objetivo de los baños solares es adquirir un buen bronceado.

            6. La luz solar juega un papel muy importante en el desarrollo de la estructura ósea, ya que facilita la fijación y acumulación de calcio y fósforo.

            7. Si exponemos el cuerpo de un cadáver a los rayos solares, éste podrá adquirir un bronceado.

             8. La presencia de una fina neblina no puede impedirnos la absorción de los rayos ultravioletas.

            9. El calor del sol puede provocar un cierto debilitamiento orgánico, especialmente en las personas débiles.

            10. La leucoderma es una condición que surge como consecuencia de un trastorno epidérmico para producir pigmentación.

            11. Tanto los rayos ultravioletas como los infrarrojos son invisibles al ojo humano.

            12. Los experimentos de John Ott revelaron que el sexo de las plantas podía verse influenciado por la influencia de la luz artificial.

            13. Durante el sueño, el proceso respiratorio disminuye su actividad, puesto que el organismo necesita menos oxígeno.

            14. Una persona sana controla conscientemente su respiración.

            Múltiple elección

            1. La utilización de aparatos de luz artificial en el tratamiento de ciertas enfermedades surgió principalmente a raíz de los experimentos realizados por:

               a) Arnold Rikli.

               b) John Ott.

               c) el doctor Finsen.

               d) el doctor James Jackson.

               e) Sylvestor Graham.

            2. El proceso de bronceado depende únicamente de:

               a) la cantidad de rayos invisibles que recibe el cuerpo.

               b) la temperatura generada por el calor solar.

               c) la ausencia de viento.

               d) la capacidad orgánica para utilizar el sol.

               e) Todo lo anterior.

            3. La utilización de cremas bronceadoras o aceite de oliva en la piel:

               a) impide que el organismo secrete con eficacia sus propias sustancias aceitosas.     

               b) previene los efectos nocivos de la exposición continuada a los rayos solares.

               c) aporta un bronceado uniforme.

               d) previene el resecamiento de la piel.

               e) Todo lo anterior.

            4. La respiración adecuada y efectiva depende:

               a) del perfecto funcionamiento de la nariz, la garganta, el pecho, los pulmones y el abdomen.

               b) de la realización diaria (al menos dos veces) de ejercicios de respiración profunda.

               c) de la ausencia de ropas ajustadas.

               d) Tanto la a como la c.

               e) Todo lo anterior.

            5. La luz artificial:      

               a) puede estimular o impedir el crecimiento vegetal.

               b) afecta a todo el sistema endocrino del animal.

               c) disminuye la capacidad orgánica de absorber calcio.

               d) afecta al sexo de las plantas.

               e) Todo lo anterior  

            Respuestas breves

            1. Explique brevemente los experimentos realizados por John Blayton en el que utilizaba doce         plantas de judías.

            2. Explique el experimento que realizara Claud Bernard en el que se utilizaron diversos pájaros y una campana de cristal. ¿Qué ley demostró este experimento y cómo podemos aplicarla a la salud humana?

            3. Enumere cinco factores que dependan de un proceso respiratorio adecuado.

              4. Explique el término «estrés de la luz». ¿Cómo puede afectar esta condición en los seres humanos?

                                                                RESPUESTAS

            Rellene los huecos

            1. músculos, nervios

            2. jardines solares. También puede utilizarse la palabra solarium.

            3. Mitraísmo. También podemos usar Adoración solar.

            4. Sylvestor Graham

            5. Russell Trall

            6. Arnold Rikli

            7. nutritivo

            8. etioladas

            9. calcio

            10. cuidar

            11. digerir, asimilar

            12. melanina

            13. fisiológico. También podríamos haber utilizado orgánico.

            14. dióxido de carbono

            15. corazón

            16. expulsarlo

            Verdadero o falso

            1. Falso. Aunque la adoración solar formó parte de numerosas civilizaciones de la antigüedad, la filosofía predominante de los Años Oscuros defendía dogmas antinaturales.

            2. Verdadero.

            3. Falso. Deberíamos evitar cualquier aceite, ya que impiden al organismo secretar sus propias sustancias aceitosas con eficacia. El método más efectivo para evitar posibles quemaduras en verano es tomar el sol durante las primeras horas de la mañana o últimas de la tarde.

            4. Falso. El cuerpo humano inicia sus propios procesos curativos siempre y cuando reciba las influencias y agentes que tienen una relación normal con el organismo. La luz solar le suministra una de estas necesidades, pero no podemos caer en el error de considerarla como una «curación» específica de ciertas enfermedades.

            5. Falso. La primera razón por la que es aconsejable tomar el sol es porque su luz y sus rayos juegan un papel fundamental en el proceso nutritivo del ser humano.

            6. Verdadero.

            7. Falso. El proceso de bronceado depende únicamente de los procesos del organismo vivo.

            8. Verdadero.

            9. Verdadero. Nos beneficiamos principalmente de la luz solar, no del calor emitido por el sol.

            10. Verdadero.

            11. Verdadero.

            12. verdadero.

            13. Verdadero.

            14. Falso. La respiración es un proceso automático e involuntario que se escapa de nuestro control consciente.

            Múltiple elección

            1. c.

            2. d. La capacidad orgánica para utilizar el sol. El bronceado es un proceso orgánico y no depende del calor del sol ni de la ausencia de viento. Los rayos solares sólo pueden provocar una reacción orgánica que genere pigmento, pero este proceso debe estar confiado a la fisiología.

            3. a. Impide que el organismo secrete con eficacia sus propias sustancias aceitosas. Las cremas bronceadoras o los aceites no permiten un bronceado uniforme, ni previenen el resecamiento de la piel. La única forma de prevenir los efectos nocivos de la exposición continuada a los rayos solares es evitando este exceso.

            4. d. Tanto la a como la c son correctas. Los ejercicios de respiración profunda son perjudiciales para la salud, por lo que deberíamos evitar su realización.

            5. e. Todo lo anterior.

            Respuestas breves

            1. Dividió doce plantas de judías en dos grupos de seis. Mientras un grupo recibía los rayos directos del sol, el otro grupo de plantas sólo recibía la luz solar de forma indirecta y difusa. Cuando se procedió a recoger los frutos, se descubrió que el peso de las vainas de las plantas que habían recibido directamente la luz solar era tres veces mayor que el peso de las otras vainas, un resultado previsible. Sin embargo, al año siguiente, los resultados fueron sorprendentes, aunque todas las plantas recibieron de forma directa la presencia solar, las cultivadas con las semillas de las plantas que el año anterior se encontraban en la sombra crecieron sólo la mitad que el año anterior. Al cuarto año, las consecuencias de la ausencia de luz solar durante el primer año fue tan grande que los frutos nunca maduraron.

            2. Colocó un pájaro en el interior de una campana de cristal, habitáculo que poseía tres horas de oxígeno. Al finalizar la segunda hora, sustituyó este pájaro por otro. Aunque todavía quedaba una hora de oxígeno, este pájaro murió de forma instantánea, ya que no pudo acostumbrarse al aire contaminado. Con este experimento, demostró la ley de la adaptación que podemos aplicar a la salud humana. Esta ley demuestra que el ser humano puede adaptarse a ciertas condiciones medioambientales poco a poco, pero si estas condiciones nos sorprenden de forma inmediata, podremos sucumbir rápidamente ante su influencia destructiva.

            3. 1) Perfecto funcionamiento de la nariz, garganta, pecho, pulmones y abdomen.

                2) Una buena postura del cuerpo.

                3) Libertad de movimiento del pecho y el abdomen (ausencia de ropas ajustadas).

                4) Hogares bien ventilados.

                5) Ejercicios al aire libre.

            4. El término «estrés de la luz» fue acuñado para indicar un efecto provocado por la utilización nocturna de la luz artificial. Esta condición tiende a alterar los ritmos circadianos que tienen lugar naturalmente en los seres humanos cada 24 horas.