Lección 036 – El Ajo y la Cebolla

El Sistema de Salud del Higienismo

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La Ciencia de la Nutrición

SÉPTIMA PARTE

Alimentos enlatados y envasados de escaso valor nutritivo

 

TRIGESIMOSEXTA LECCIÓN

 

Alimentos procesados

 

El ajo y la cebolla

TEMA: El ajo y la cebolla son algo más que simple especias, pueden ser altamente perjudiciales para nuestra salud

PROFESOR: Mike Benton

* Generalidades

* Objetivos de esta lección

* Definiciones

* Conceptos clave

* Hechos destacables

* Esquema global de la lección

* Presentación de la lección

* Preguntas sobre la lección

* Resumen de la lección

* Textos complementarios

* Hojas de trabajo

* Respuestas

GENERALIDADES

Aunque es cierto que estos productos se venden en todos los comercios y son muchas las personas que utilizan los ajos o las cebollas plantadas en su jardín, debemos señalar que ambos productos contienen sustancias tóxicas que perturban el proceso metabólico del organismo, fomentado el desarrollo de una condición toxémica.

Basándose en falsas premisas terapéuticas, los facultativos han recomendado durante años su ingestión para evitar la aparición de condiciones patológicas. No obstante, debemos señalar que las enfermedades no son más que medidas desintoxicadoras iniciadas y controladas por el propio organismo para expulsar de sus dominios aquellas sustancias que alteran su armonía funcional.

OBJETIVOS DE LA LECCIÓN

Al finalizar la lección, el estudiante conocerá:

 

1.- Cuáles son los efectos tóxicos del ajo y la cebolla.

 

2.- Por qué se originan todos estos efectos.

 

3.- Cuáles son las falsas premisas terapéuticas sobre las  que se apoyan los curanderos para recomendar su ingestión.

 

4.- Qué consecuencias sufrirá el organismo después de suprimir la enfermedad con estos productos.

 

5.- Por qué no reúnen los requisitos necesarios para considerarse alimentos naturales.

 

DEFINICIONES

Aceite de mostaza: Aceite volátil que se obtiene del ajo, la cebolla, el puerro, el ajo chalote y la cebolleta. Sustancia tóxica de naturaleza irritante.

Allicina: Líquido que se obtiene del ajo y cuya naturaleza es molesta para el ser humano.

Allium sativum: Nombre técnico que recibe el ajo. Su tallo en forma de bulbo contiene hasta un 0,9 por ciento de allicina (aceite volátil de naturaleza tóxica).

Anemia: Estado mórbido caracterizado por una disminución de la cantidad de hemoglobina circulante, asociada frecuentemente a una disminución del número de glóbulos rojos. Esta condición patológica se manifiesta normalmente por la palidez de la piel y las mucosas, astenia, síntomas cardiovasculares, soplo sistólico y afecciones respiratorias.

Anticoagulante: Dícese de las sustancias que retrasan o dificultan la coagulación sanguínea.

Antihelmíntico: Dícese del medicamento destinado a combatir la parasitación por gusanos en el intestino.

Bactericida: Elemento que destruye o previene el crecimiento de las bacterias.

Bocio: Tumor indoloro, enquistado, debido a hipertrofia crónica del tiroides.

Colesterina: Sustancia grasa que se encuentra en el tejido, la sangre y la bilis de los animales, y se puede sintetizar en el hígado. Su presencia es fundamental para garantizar el desarrollo de las hormonas del esteroide, los corticoides suprarrenales y las hormonas sexuales.

Colesterol: Colesterina.

Hemoglobina: Pigmento férreo presente en el interior de los hematíes de los vertebrados, cuya función consiste en tomar oxígeno de los pulmones para cederlo a los tejidos.

Histamina: Sustancia secretada por el organismo durante la sanación de una herida. El tono rojizo que toma la piel tras sufrir una quemadura se debe a la producción local de histamina.

Inflamación: Reacción defensiva iniciada por el propio organismo en respuesta a una condición alérgica originada por un agente químico, bacteriano, mecánico o tóxico.

Rubefaciente: Que produce enrojecimiento en la piel.

Tiocianato: Los ácidos tiociánicos contribuyen a la formación de bocios disminuyendo la síntesis de tiroxina en la glándula tiroidal.

Tiroxina: Hormona principal secretada por el tiroides.

CONCEPTOS CLAVE

 

1.- La allicina contenida en el ajo es la responsable de su olor y sabor, así como de las condiciones patológicas que origina su ingestión.

 

2.- Aunque es cierto que esta sustancia suprime diversos síntomas patológicos, debemos señalar que la inhibición sintomatológica es perjudicial para su salud.

 

3.- Puesto que el ajo es una sustancia tóxica, su ingestión podría originar trastornos digestivos que contribuyan al desarrollo de una toxicosis.

 

4.- Al igual que sucede con el ajo, las cebollas contienen en su interior una sustancia perniciosa (aceite de mostaza) que provoca numerosas condiciones morbosas.

 

5.- El consumo de cebollas puede originar el desarrollo de una anemia o un bocio.

 

HECHOS DESTACABLES

 

1.- El ajo y la cebolla pertenecen a la familia liliáceas, genero de plantas herbáceas con tallo en forma de bulbo a la que pertenecen también el puerro, los cebollinos y el ajo chalote.

 

2.- Además de utilizarse como antihelmíntico, la allicina contenida en el ajo puede enrojecer la piel cuando se aplica masivamente y originar trastornos estomacales o intestinales cuando se ingiere.

 

3.- El ajo actúa como un producto farmacológico cuando suprime los síntomas patológicos de la hipertensión, la arteriosclerosis o la artritis.

 

4.- El organismo metaboliza el aceite de mostaza contenido en la cebolla y el ajo hasta convertirlo en un tiocianato. Puesto que esta sustancia puede inhibir la síntesis de tiroxina en el organismo, su ingestión podría provocar el desarrollo de un bocio.

 

5.- Recientes estudios han demostrado que la ingestión de estos productos puede originar una condición anémica. En algunos experimentos, los niveles de glóbulos rojos y hemoglobina descendieron en un cincuenta por ciento.

 

6.- El ajo es tan peligroso que puede utilizarse efectivamente como pesticida. En pequeñas dosis, este producto puede eliminar las larvas de mosquitos en un cien por cien. También puede utilizarse como plaguicida en las plantaciones.

 

ESQUEMA GLOBAL DE LA LECCIÓN

1.- INTRODUCCIÓN

 

2.- HISTORIA DEL AJO

 

3.- LA PLANTA DEL AJO

 

El sabor acre del ajo
Un agente bactericida
Un antihelmíntico y rubefaciente

 

4.- LOS SANADORES RECOMIENDAN SU INGESTIÓN

 

Reduce la presión sanguínea
Previene la formación de placas en las arterias
El ajo «cura» las condiciones anémicas
Una «cura» para la artritis
Las inflamaciones
El ajo es un verdadero desintoxicante orgánico
Un agente anticoagulante
Propiedades pesticidas

 

5.- LAS CEBOLLAS

 

Las plantas
Una sustancia tóxica
Contribuye al desarrollo de bocios
Las cebollas y la anemia
Supuestos beneficios terapéuticos

6.- ¿PUEDEN CONSIDERARSE COMO ALIMENTOS?

INTRODUCCIÓN

Aunque es cierto que los ajos y las cebollas no pertenecen al grupo de alimentos analizados en la lección anterior, debemos señalar que sus componentes tóxicos los convierten en sustancias antinaturales y perniciosas para la salud humana. Lejos de reportar beneficio alguno a nuestro bienestar, la ingestión de estos alimentos herbáceos podría originar el desarrollo de una condición morbosa en nuestro organismo.

HISTORIA DEL AJO

Planta perenne de hojas ensiformes y tallo en forma de bulbo originario de la región mediterránea. El ajo se usó antiguamente como sustancia terapéutica frotando los labios del recién nacido o formando un collar que cubría el cuello. Considerado por los egipcios y los griegos como una sustancia con poderes sobrenaturales, pronto adquirió un lugar destacado en la literatura vampiresca ─junto con la cruz, el sol y el agua bendita, el ajo protegía a los mortales del ataque sanguinario del vampiro─.

Durante el siglo diecisiete, la sociedad europea utilizó esta sustancia para evitar la expansión de la Gran Plaga y la población colonial de Nueva Inglaterra comenzó a colocar dientes de ajo en los pies de las personas aquejadas de viruela y tos ferina. Como afirman los propios herbólogos, su ingestión evita el desarrollo de vida parasitaria en los intestinos y la combinación con miel alivia los dolores reumáticos.

Ante la ausencia de antisépticos farmacológicos, los médicos utilizaron durante la Primera Guerra Mundial moho de esfagno esterilizado y empapado en ajo como vendas.

LA PLANTA DEL AJO

Conocido científicamente bajo el nombre de allium sativum, esta planta hortense de la familia liliácea (puerro, cebollinos, ajo chalote y cebollas) posee un tallo blanquecino en forma de bulbo cuyas partes o «dientes» se emplean como condimento o semilla. Su cultivo se hace por bulbillos, que se plantan en otoño o primavera en terrenos arenosos, siendo la recolección en verano. Una vez trenzados en grandes hileras, los agricultores proceden a su venta en el mercado. Estos productos pueden a su vez comercializarse en forma líquida o triturados.

 

 

 

El sabor acre del ajo

 

Esta planta de hojas ensiformes y bulbo dividido se caracteriza por su sabor acre, una cualidad que explica su utilización como condimento. La allicina contenida en su composición estructural le aporta ese sabor y olor tan característico.

 

 

 

Un agente bactericida

 

Al igual que sucede con el resto de sustancias farmacológicas, la allicina presente en el ajo actúa en el interior del organismo como un agente bactericida que inhibe el desarrollo de la flora intestinal. Puesto que el ser humano requiere la presencia de estos microorganismos para garantizar el pleno desarrollo de sus actividades funcionales, cualquier elemento que prevenga el crecimiento de la vida bacteriana debe considerarse como nocivo y perjudicial.

 

A lo largo de este curso, hemos elogiado reiteradas veces el papel constructivo de estas pequeñas formas de vida. Lejos de provocar enfermedades o condiciones morbosas, las bacterias juegan un papel fundamental en la descomposición y posterior eliminación de los residuos celulares. Asimismo, se encargan de expulsar los residuos tóxicos eliminados por el propio organismo, algo que explica su presencia durante los procesos mórbidos.

Puesto que estos microorganismos participan activamente en la desintegración de los residuos tóxicos acumulados en el interior del organismo, así como en la descomposición de las materias orgánicas inertes, no es de extrañar que los facultativos denuncien su presencia durante el transcurso de una enfermedad. Desgraciadamente, la comunidad científica comete un grave error al relacionar el desarrollo de una condición patológica con la presencia de estas formas de vida. Lejos de originar la enfermedad, las bacterias forman parte de los resultados de la condición. En este sentido, podemos afirmar que los productos bactericidas no hacen más que destruir una de las principales funciones que tienen lugar en el interior del organismo.

 

 

 

Un antihelmíntico y rubefaciente

 

Según el diccionario médico Stedman´s Medical Dictionary, el aceite volátil contenido en la planta del ajo actúa en el interior del organismo como un antihelmíntico ─elemento que combate la parasitación por gusanos en el intestino─ y rubefaciente ─que produce enrojecimiento en la piel─.

 

Lejos de prevenir el desarrollo de estos pequeños parásitos con la utilización de fármacos u otras sustancias perniciosas, le recomiendo adopte unos hábitos de vida sanos y acuda rápidamente a la consulta de un higienista. Recuerde que la ingestión de un producto que elimina la vida de un microorganismo nunca puede ser beneficiosa para su salud. Si este aceite es tan poderoso como para prevenir el desarrollo de los gusanos parásitos o el crecimiento de las bacterias, ¿acaso puede ser menos peligroso para su organismo?

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Al igual que sucede con el resto de productos alimenticios, el organismo descompone sus elementos constitutivos durante el proceso de digestión, absorbe sus componentes a través del intestino y distribuye las sustancias asimiladas por los vasos sanguíneos y la linfa. Cuando el cuerpo humano presiente la existencia de sustancias perniciosas e inútiles en su interior, inicia un proceso de desintoxicación para proceder a su inmediata expulsión. No obstante, la presencia de estos elementos en el sistema circulatorio y su combinación con otros productos químicos almacenados en sus tejidos podrían originar una condición morbosa de consecuencias irreversibles.

 

Como ya indicamos con anterioridad, las sustancias rubefacientes se caracterizan por su cualidad para enrojecer la piel cuando se aplica sobre la capa epidérmica. En su esfuerzo por aislar este elemento nocivo y evitar su entrada en el sistema circulatorio, el organismo inicia una medida defensiva que se manifiesta por la inflamación y enrojecimiento de la piel. Puesto que esta sustancia origina una condición inflamatoria al aplicarse sobre la capa externa del cuerpo, no es de extrañar que su ingestión origine una alteración funcional al entrar en contacto con la fina capa que reviste el tracto gastrointestinal.

De igual forma que el organismo elimina de forma inmediata los elementos tóxicos presentes en su interior, también intenta expulsar los componentes perniciosos que se derivan de la ingestión del ajo. En este sentido, podemos afirmar que el cuerpo humano utiliza como vías de expulsión la piel y los pulmones, órganos que emanan el olor característico de este producto antinatural.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

LOS SANADORES RECOMIENDAN SU INGESTIÓN

 

 

 

Considerado por muchos herbólogos y especialistas como un «alimento milagroso» que mitiga los síntomas de numerosas enfermedades, cada vez son más los autores que elogian sus cualidades terapéuticas. Como afirmara Paavo Airola, «nos encontramos ante una planta medicinal que se caracteriza por su valor nutritivo y sus cualidades sanativas». En su obra Herbal Medicine (Plantas medicinales), Dian Dincin Buchman afirma que «[…] sólo su escaso valor en el mercado, lo convierte en una sustancia menos valiosa que el oro. Además de mitigar el dolor, inhibir el desarrollo de los resfriados, eliminar las lombrices intestinales y combatir la hipertensión, el ajo actúa como un tranquilizante, reduce el grosor de las verrugas, controla la disentería amébica y puede combatir los casos menos graves de mononucleosis.»

 

Aunque es cierto que esta sustancia reduce parcialmente los síntomas de la enfermedad, debemos señalar que su ingestión no hace más que inhibir el proceso sanativo iniciado y controlado por el propio organismo. Es esta paralización y no la acción «milagrosa» del ajo la que mitiga el sufrimiento de los síntomas.

 

 

 

Reduce la presión sanguínea

 

«A lo largo de mi dilatada experiencia profesional ─afirma Paavo Airola─, he observado como el ajo puede reducir la presión sanguínea de mis pacientes entre veinte y treinta milímetros en tan sólo una semana.»

 

Sin lugar a dudas, se trata de un descenso bastante pronunciado en muy poco margen de tiempo. ¿Acaso podemos pensar que se trata de una sustancia milagrosa? Como ya indicamos con anterioridad, el cuerpo humano está capacitado fisiológica y biológicamente para expulsar de sus dominios toda sustancia perniciosa que perturbe su armonía funcional. Recuerde que es el organismo, y no la sustancia tóxica ingerida, la que posee las cualidades inherentes para iniciar una medida de emergencia.

 

Cuando el cuerpo humano presiente la existencia de un elemento tóxico en la circulación ─al igual que sucede con el resto de productos alimenticios, el ajo soporta todos los mecanismos del proceso digestivo─, dirige todas sus fuerzas y energías para expulsar los componentes perniciosos de su dominio, reduciendo con ello la funcionalidad de sus procesos orgánicos. Puesto que el centro de control paraliza todas las funciones sanativas para concluir la medida desintoxicadora, no es de extrañar que las personas aquejadas de trastornos cardiovasculares sientan una mejoría sintomática tras la ingestión de este producto antinatural. Ahora bien, si el consumo se prolonga hasta rebasar los límites de la tolerancia orgánica, los órganos afectados previamente ─especialmente el corazón, ya que se trata de la parte más débil en aquellos individuos que padecen hipertensión─ podrían sufrir un estado de agotamiento y debilidad. Aunque los médicos intenten hacernos creer lo contrario, recuerde que son las causas y nos los síntomas los responsables de la enfermedad.

 

 

 

Previene la formación de placas en las arterias

 

Son muchos los especialistas que defienden el carácter terapéutico del ajo, alegando su importancia en la prevención de las placas arteriales y el desarrollo de los trastornos arterioscleróticos. Después de administrar cien gramos de mantequilla a cinco voluntarios, Paavo Airola advirtió que sus niveles de colesterol oscilaban entre 221,4 y 237,4. Varias horas después, estos mismos voluntarios recibieron una segunda dosis de mantequilla mezclada con cincuenta gramos de ajo en forma líquida. Curiosamente, sus niveles de colesterina, lejos de aumentar nuevamente, descendieron hasta situarse en unos porcentajes que oscilaban entre 228,7 y 212,7.

 

Aunque es cierto que el experimento del señor Airola resulta un tanto sorprendente, debemos señalar que nadie consume tal cantidad de mantequilla de una sola vez. A menos que se ingiera una sobredosis de productos animales, el cuerpo humano eliminará los excesos de colesterina de forma natural, permitiendo que el resto fluya libremente por los vasos sanguíneos.

 

Cuando los voluntarios consumieron ajo con mantequilla, los niveles de colesterol redujeron su porcentaje de forma considerable. No obstante, debemos señalar que la grasa no desapareció del organismo, sino todo lo contrario, su presencia se hizo más evidente en los tejidos. Puesto que la allicina contenida en el ajo permeabiliza las células y los tejidos orgánicos, no es de extrañar que una parte importante del colesterol presente en la sangre decidiera penetrar en la estructura constitutiva de estos órganos corporales.

 

Además de perturbar la estabilidad funcional de nuestras células, el ajo inhibe la síntesis y la descomposición de los lípidos en el hígado ─un proceso que afecta directamente a la funcionalidad celular─. Esto explica por qué las personas que ingieren ajo reducen temporalmente sus niveles de colesterol. En este sentido, podemos afirmar que las sustancias que alteran la armonía del organismo deben considerarse como elementos perniciosos y nocivos para la salud.

 

El cuerpo humano puede controlar la cantidad de colesterina presente en el plasma con la ayuda de la tiroxina, una hormona secretada por el tiroides que estimula la síntesis metabólica del colesterol, así como el mecanismo hepático que permite la destrucción de este esteroide. La glándula pituitaria anterior secreta a su vez una hormona estimulante de la tiroides (TSH) que controla la producción de tiroxina. Todos estos procesos forman parte del mecanismo homeostático que mantiene el equilibrio interno del organismo.

 

El aceite de mostaza contenido en las cebollas y el ajo se transforma en el interior del cuerpo humano en tiocianato, una sustancia que estimula la formación de bocios al disminuir la síntesis de tiroxina que tiene lugar en la glándula tiroides. Como resultado de este descenso hormonal, la síntesis metabólica del colesterol sufre un descenso paulatino. Puesto que el organismo se caracteriza por su funcionalidad sinergética, basta una simple alteración en su mecanismo homeostático para desatar una serie de efectos perniciosos para nuestra salud.

 

 

 

 

Muchas personas creen haber descubierto un producto milagroso sólo porque su ingestión vaya acompañada por una ilusoria reducción sintomática ─en este caso el descenso en los niveles de colesterina─. Aunque son muchos los individuos que relacionan los trastornos cardiovasculares con la presencia masiva de sustancias lípidas en los vasos sanguíneas, debemos señalar que el responsable de la condición morbosa se encuentra en la acumulación de residuos tóxicos derivados de la ingestión antinatural de alimentos grasos.

 

 

 

El ajo «cura» las condiciones anémicas

 

Cada día que pasa son más las personas que defienden la utilización de este producto herbáceo, defendiendo su valor terapéutico en la prevención de la anemia. No obstante, debemos dejar bien claro que la allicina contenida en el ajo destruye los glóbulos rojos originando condiciones anémicas.

 

 

 

Una «cura» para la artritis

 

Aunque es cierto que el ajo se caracteriza por sus cualidades antiinflamatorias, reduciendo por ello las hinchazones propias de los trastornos artríticos, debemos señalar que las inflamaciones no son más que condiciones sanativas controladas por el propio organismo para evitar el desenlace fatal de una infección leve. En este sentido, podemos afirmar que la supresión de los síntomas inflamatorios, lejos de eliminar la condición mórbida, aumenta la peligrosidad de la enfermedad.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Las inflamaciones

 

Como acabamos de mencionar, las hinchazones no son más que respuestas sanativas iniciadas y controladas por el propio organismo. Cuando un tejido sufre una alteración funcional como resultado de una herida o una infección, las células secretan histamina para estimular la secreción de fagocitos ─tienen la propiedad de englobar sustancias extrañas ─ y fibrinógenos ─se encargan de efectuar la coagulación sanguínea─. Con la ayuda de las fibrinas, el cuerpo humano separa la zona infectada del resto del organismo para evitar la pérdida de fluidos corporales, creando con ello una inflamación o hinchazón. Evidentemente, antes de iniciar una medida de estas características, las células encargadas de la coagulación y posterior separación deben comprobar la existencia de una obstrucción o agente patológico que perturbe la estabilidad funcional. En este sentido, podemos afirmar que la inflamación forma parte del proceso sanativo iniciado por los propios constituyentes corporales.

 

El organismo no pondrá fin al crecimiento y desarrollo de los gérmenes patológicos hasta que se eliminen definitivamente los elementos que garantizan su subsistencia (sustancias tóxicas) y el proceso inflamatorio finalice su proceso sanativo. La utilización de sustancias farmacológicas y otros productos antiinflamatorios para suprimir la actividad microbiológica no hará más que retrasar el proceso sanativo y provocar el desarrollo de una enfermedad degenerativa de naturaleza crónica.

 

 

 

El ajo es un verdadero desintoxicante orgánico

 

¿Cómo es posible que un producto tóxico cuyos componentes estructurales son peligrosos para la salud humana pueda recibir el apelativo de desintoxicante orgánico? Lo que muchas personas confunden con una estimulación hepática, circulatoria y nerviosa no es más que una respuesta defensiva provocada por el propio cuerpo ante la presencia de este elemento en sus dominios. De acuerdo con la ley de los efectos secundarios, La ingestión de este producto alimenticio como un estimulante terminará por destruir la estabilidad funcional y estructural de los órganos anteriormente mencionados.

Un agente anticoagulante

 

Uno de los efectos «terapéuticos» que los defensores del ajo elogian con mayor ímpetu es su cualidad antigoagulante. No obstante, debemos señalar que el cuerpo humano requiere la presencia de estos elementos coaguladores (fibrina) para evitar hemorragias que originen una sangría letal. Aunque es cierto que los vasos sanguíneos pueden sufrir trombosis en determinadas condiciones morbosas, el cuerpo humano cuenta con la presencia de un elemento natural (heparina) que bloquea la transformación de protrombina en trombina ─enzima encargada de la formación del ingrediente estructural en los coágulos sanguíneos, la fibrina─. Cuando el organismo presiente la existencia de una coagulación en sus vasos, estimula la acción del sistema fibrinolítico que descompone los coágulos de fibrina en fragmentos solubles.

 

 

 

Propiedades pesticidas

 

A continuación, enumeramos sólo algunas de las propiedades pesticidas del ajo:

 

1.- Esta sustancia provoca la muerte de cinco especies diferentes de mosquito con una dosis que no supera las doscientas partes por millón.

 

2.- Esta planta herbácea protege a las rosas, los tomates, las patatas, las coles y otros productos vulnerables a los ataques de insectos de sufrir una plaga.

 

3.- El ajo elimina las garrapatas de los perros en tan sólo media hora.

 

¿De veras desea ingerir este producto antinatural o prefiere dejarlo en su jardín como plaguicida?

 

 

 

 

 

 

 

 

 

LAS CEBOLLAS

 

 

 

La cebolla es uno de los productos vegetales que el hombre ha utilizado prácticamente desde los albores de la humanidad, como se desprende de la literatura hebrea y sánscrita. Los propios egipcios utilizaban esta planta hortense como pago a los trabajadores de las pirámides. En este sentido, una inscripción hallada en la Gran Pirámide afirma que el faraón pagó con cebollas los trabajos de los constructores. Algunas sectas religiosas prohibían el consumo de estos productos al considerarlo impuro.

 

 

 

Las plantas

 

Procedente de Asia, esta planta herbácea bianual se cultiva principalmente en los Estados Unidos, Canadá, Méjico, Austria, España e Italia. La cebolla común, de tallo hueco, hojas cilíndricas y flores de color blanco verdoso se caracteriza por su bulbo globoso y tunicado, de sabor y olor fuertes y picantes. La raíz de esta planta alcanza profundidades poco profundas.

 

El cultivo de esta especie ha originado variedades que se clasifican principalmente de acuerdo con su sabor (dulces y picantes), su color (blanco, rojo o amarillo) y tamaño. Variedades bien conocidas de bulbo seco son la globosa amarilla de Brigham, la australiana Brown y la dulce española.

 

Este producto se caracteriza por su escaso valor vitamínico o energético.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Una sustancia tóxica

 

La cebolla contiene un aceite volátil ─aceite de mostaza─, de sabor acre, que irrita los ojos y hace llorar. La aplicación de esta sustancia tóxica sobre la piel desnuda podría originar una condición abrasadora sobre la epidermis acompañada por una coloración rojiza. Al igual que sucede con el ajo, la acción desintoxicadora iniciada por el propio organismo para expulsar esta sustancia nociva a través de la respiración explica el desagradable olor que desprende el aliento de las personas que ingieren este elemento tóxico.

 

 

 

Contribuye al desarrollo de bocios

 

Como ya explicamos con anterioridad, la acción metabólica transforma el aceite de mostaza en tiocianato, una sustancia perniciosa que, en grandes cantidades, puede originar el desarrollo de enfermedades tumorosas como los bocios al disminuir la síntesis de tiroxina en el tiroides. Además de incrementar la combustión celular de glucosa y aumentar el ritmo cardiaco, la tiroxina disminuye en colaboración con el cortisol ─hormona secretada por las glándulas suprarrenales─ el estrés originado por el hambre, el frío o los trastornos emocionales. Cuando se sintetiza en el interior del tiroides, esta hormona forma parte de la tiroglobulina hasta que el cuerpo humano requiere su presencia. Llegado el momento, el organismo pone en marcha una reacción que engloba la proteolisis (hidrólisis) de la tiroglobulina y la síntesis de la tiroxina. Puesto que el tiocianato inhibe este proceso metabólico, no es de extrañar que la ingestión de esta sustancia perniciosa contribuya al desarrollo de condiciones mórbidas.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

LAS CEBOLLAS Y LA ANEMIA

 

 

 

En su libro The Complete Book of Food and Nutrition (La obra completa sobre la nutrición y los alimentos), J. I. Rodale analiza algunos de los experimentos que demuestran la peligrosidad de la cebolla como producto alimenticio. Entre los muchos estudios que aparecen en sus páginas, merece la pena desglosar el caso del doctor M. Kalser, un profesor de medicina en la Universidad de Illinois que decidió analizar desde su propia experiencia la relación existente entre la cebolla y la anemia.

 

Después de utilizar esta sustancia con varios perros, el doctor Kalser advirtió que una cucharadita diaria de este condimento comercial podía originar en los animales síntomas agudos relacionados con la anemia. Una vez finalizado el experimento, el científico norteamericano concluyó que el aceite volátil contenido en este aderezo podía ser perjudicial para nuestro organismo aun cuando se utilizara en dosis moderadas.

 

Como paso intermedio en su investigación, el profesor Kasler eligió a un grupo de estudiantes para que ingirieran junto a él dos kilos diarios de cebollas cocinadas en combinación con una dieta regular. Transcurridos cinco días, el doctor advirtió que todos sus alumnos exhibían, al igual que él, síntomas evidentes de una condición anémica ─palidez en los dedos, cansancio generalizado, descenso de los glóbulos rojos (hasta un millón) y disminución en la cantidad de hemoglobina─. Después de cotejar los resultados de su investigación con los datos obtenidos tras el análisis efectuado a los perros, el doctor Kasler advirtió que la prolongación durante quince días de la dieta había pronunciado los síntomas anémicos de los animales (los niveles de glóbulos rojo y hemoglobina descendieron en un cincuenta por ciento).

 

Puesto que los glóbulos rojos juegan un papel primordial en la estabilidad funcional del organismo, la destrucción de estas células y la subsecuente pérdida de hemoglobina originan en el ser humano condiciones patológicas de consecuencias irreversibles. A continuación, enumeramos algunas de las funciones más importantes de las hematíes:

 

1.- Estos corpúsculos transportan el oxígeno desde los pulmones a los tejidos.

 

2.- De igual forma, se encargan de transportar el dióxido de carbono (CO2) desde los tejidos a los pulmones.

 

3.- Después de la absorción intestinal, estas células se encargan de transportar los nutrientes a los tejidos.

 

4.- Los glóbulos rojos son los encargados de transportar a los riñones los derivados orgánicos de la descomposición metabólica para su posterior expulsión.

 

5.- Los vasos sanguíneos se encargan de transportar las hormonas ─secreciones endocrinas de las glándulas─ a través de todo el organismo.

 

6.- La sangre fluye desde las regiones más profundas y cálidas a las extremidades, transmitiendo equitativamente el calor corporal.

 

7.- Los glóbulos sanguíneos juegan un papel muy importante en el mantenimiento homeostático (ácido/alcalino) de los tejidos.

 

8.- Existe una relación continua entre el volumen sanguíneo y el contenido líquido de los tejidos.

 

9.- La capacidad coaguladora de la sangre impide el desarrollo de hemorragias letales para el ser humano y los animales.

 

10.- Estos elementos sanguíneos desempeñan un papel muy importante en la limpieza interna del organismo.

 

 

 

Como bien podemos observar, cualquier alteración que perturbe la estabilidad orgánica puede desestabilizar la armonía funcional. Evite la ingestión de estas sustancias tóxicas y consuma simplemente una dieta natural que satisfaga sus verdaderas necesidades nutritivas.

SUPUESTOS BENEFICIOS TERAPÉUTICOS

 

 

 

Durante años, los curanderos han elogiado el papel terapéutico que las cebollas juegan en la curación de los resfriados, la gripe, la tos, la sinusitis, los hematomas, las hemorroides o los sabañones. Sin embargo, debemos señalar que esta supresión sintomática no beneficia en absoluto al desarrollo funcional del cuerpo humano, sino todo lo contrario. Puesto que el organismo es el único responsable de nuestra sanación, debemos evitar el consumo de sustancias artificiales y antinaturales, ya que esta medida no hará más que inhibir los procesos desintoxicadores iniciados y dirigidos por el propio cuerpo.

 

 

 

¿PUEDEN CONSIDERARSE COMO ALIMENTOS?

 

 

 

Como ya indicamos con anterioridad, aquellos alimentos que conformen nuestra dieta natural deben estar exentos de sustancias tóxicas y evitar el desarrollo de trastornos digestivos o eliminativos. Además de satisfacer nuestros sentidos gustativos, los productos naturales deben digerirse y asimilarse con facilidad, saciar nuestras necesidades nutritivas y copar estrictamente nuestra dieta como lo hacen los melones, los mangos, las uvas, los melocotones, las cerezas o las naranjas. Lejos de reunir algunos de estos requisitos, las cebollas y los ajos se caracterizan por su escaso valor nutritivo y los efectos colaterales que acompañan a su ingestión. Puesto que estos productos tóxicos actúan en el interior del organismo como cualquier otro elemento pernicioso, le recomiendo elimine estas sustancias de su dieta ante el riesgo que su ingestión conlleva para el bienestar de su salud.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

RESUMEN

 

 

 

Las cebollas y los ajos proceden de la misma familia liliácea, una planta hortense que se utiliza comercialmente como aderezo y producto terapéutico.

 

El ajo contiene en su interior una sustancia tóxica conocida científicamente con el nombre de allicina. Este elemento, responsable de su sabor característico, origina en el interior del organismo numerosos trastornos funcionales como consecuencia de sus propiedades irritantes. A pesar de los esfuerzos de algunos curanderos por reivindicar el papel terapéutico de este producto herbáceo, debemos señalar que la supresión sintomática que acompaña a su ingestión no evidencia ninguna mejoría, sino todo lo contrario, el desarrollo de una medida desintoxicadora iniciada por el propio organismo.

 

Al igual que sucede con el ajo, la cebolla se caracteriza por la presencia en su interior de una sustancia tóxica ─aceite de mostaza─ que inhibe la síntesis de tiroxina en la glándula tiroidal, provocando con ello el desarrollo de un bocio. Recientes estudios, han demostrado que la ingestión de esta sustancia puede incidir negativamente en la supresión de glóbulos rojos y hematíes, desarrollando como resultado una condición anémica.

 

Puesto que estos productos no reúnen ninguno de los requisitos propios de los alimentos naturales, debemos evitar su ingestión y mantenernos al margen de su utilización.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

PREGUNTAS SOBRE LA LECCIÓN

 

 

 

PREGUNTA: ¿Podríamos consumir cebollas cocinadas?

 

RESPUESTA: Aunque es cierto que el aceite volátil contenido en su composición estructural se evaporará en parte como consecuencia del calor, debemos señalar que la porción restante sigue siendo igual de peligrosa. Además de eliminar los constituyentes alimenticios, la cocción de los productos contribuye al desarrollo de sustancias tóxicas en el interior del organismo. Inicie un programa dietético basado exclusivamente en el consumo de productos naturales y pronto advertirá la intrascendencia de los aderezos.

 

PREGUNTA: Siempre he pensado que los ajos prevenían el desarrollo de los resfriados, ¿tiene alguna explicación racional o se trata simplemente de un «cuento de viejas»?

 

RESPUESTA: Evidentemente, se trata de un remedio casero que ha sobrevivido durante varias generaciones a pesar de su inconsistencia.

 

PREGUNTA: ¿Acaso son menos peligrosas las cebollas dulces que las fuertes?

 

RESPUESTA: Aunque el aceite de mostaza contenido en su interior no es tan fuerte, su acción sobre el organismo sigue siendo igual de perjudicial.

 

PREGUNTA: ¿Por qué sufro problemas digestivos tras la ingestión de alimentos que contienen cebollas o ajo?

 

RESPUESTA: Al igual que sucede con el puerro, las cebolletas, los ajos chalotes o el rábano ─miembros de la familia liliácea─, las cebollas y el ajo suelen inhibir el proceso digestivo. Su presencia en el interior del organismo provoca la irritación de las paredes estomacales e intestinales.

 

 

 

TEXTOS COMPLEMENTARIOS

 

¿PUEDEN PREVENIR EL AJO Y LAS CEBOLLAS

LAS APOPLEJÍAS?

 

No hace mucho llegó a nuestra mesa de redacción un artículo periodístico que elogiaba el papel del ajo y las cebollas en la prevención de las apoplejías. Como se desprende de un informe redactado por dos científicos (cuyos nombre permanecen en el anonimato), estos productos aromáticos contienen unas sustancias que, además de «intervenir en la prevención de numerosas enfermedades», inhiben la coagulación sanguínea evitando con ello el desarrollo de apoplejías.

 

Aunque los responsables periodísticos ocultan el nombre de estos componentes, debemos señalar que los responsables de estas condiciones antinaturales son la allicina ─una sustancia tóxica cuya naturaleza es similar al digitalis (extracto de la dedalera)─ y el aceite de mostaza ─aceite volátil que atraviesa las paredes celulares con gran facilidad─. Puesto que el organismo no puede digerir estos productos perniciosos, inicia una medida de emergencia con la única finalidad de expulsar de sus dominios los compuestos tóxicos almacenados en los riñones, los pulmones y el hígado. Cuando la presencia de estos elementos supera la capacidad de tolerancia del organismo, el cuerpo humano pierde su capacidad desintoxicadora.

 

Desgraciadamente, los responsables de su publicación cometen un grave error al relacionar la prevención de las enfermedades (apoplejías) con el consumo de sustancias tóxicas. Lejos de mitigar los síntomas del malestar, debemos eliminar las causas originales de su aparición y evitar el desarrollo de la condición mórbida. En este sentido, debemos señalar que los productos farmacológicos y las sustancias antinaturales no mejoran nuestra situación fisiológica, sino todo lo contrario. Si de veras desea gozar de una vida sana, evite la ingestión de estas sustancias, consuma una dieta natural, inhale aire fresco, descanse profundamente y utilice agua pura. Recuerde que el ser humano disfrutará de un perfecto bienestar físico y psicológico siempre que no se provoque un estado patológico.

EL AJO ES UNA SUSTANCIA MARAVILLOSA

 

Evidentemente, el concepto de belleza difiere ostensiblemente de una criatura a otra. Mientras el ser humano considera apetitosa una manzana brillante y colorada, un tigre centrará su atención en un trozo de carne sangrienta.

 

Basta analizar brevemente un artículo publicado en noviembre de 1978 por la revista estadounidense Reader´s Digest sobre las cualidades terapéuticas del ajo, para desconfiar del móvil que encierra la publicación de un informe que difícilmente podría beneficiar a ningún colectivo industrial. No en vano, debemos recordar que las revistas no dedican una sola línea de sus páginas sin contar con el beneplácito comercial.

 

Cuando leemos el artículo por primera vez, advertimos que los responsables de su publicación alaban las cualidades intrínsecas de esta sustancia herbácea, pero olvidan matizar su escaso valor nutritivo. Considerado por los especialistas como un aderezo, lo cierto es que este producto actúa en el interior del cuerpo humano como cualquier otra sustancia tóxica.

 

Puesto que el ajo siempre se ha caracterizado por sus propiedades insecticidas y antibióticas (los agricultores orgánicos suelen utilizar este componente como plaguicida natural para combatir la presencia de mosquitos, áfidos, moscas y orugas en sus cosechas), le recomendamos evite su consumo. De igual forma que la nicotina del tabaco, la solanina de la belladona y el pimiento de la pimienta son perjudiciales para nuestra salud, el aceite de mostaza contenido en el ajo perturba la estabilidad funcional del organismo.

 

Llegará un día en el que las personas analicen las cualidades perniciosas del ajo y otras sustancias herbáceas que en la actualidad reciben el apelativo de sustancias medicinales.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

HOJAS DE TRABAJO

 

 

 

Rellene los huecos

 

1.- La             contenida en el ajo es la responsable de su olor y sabor característicos.

 

2.- Las             participan activamente en la descomposición y eliminación de los residuos celulares.

 

3.- Al igual que sucede con las sustancias farmacológicas, el ajo origina en el interior del organismo una reacción artificial que             los síntomas de la enfermedad.

 

4.- El ajo inhibe la síntesis y la descomposición de los

en el hígado.

 

5.- La              estimula la síntesis de colesterol en el hígado.

 

6.- El aceite de mostaza contenido en las cebollas se transforma en             como resultado de un proceso metabólico.

 

7.- La ingestión de ajo puede             condiciones anémicas.

 

8.- La inflamación no es más que una medida            .

 

9.- El cuerpo humano posee en su interior             , una sustancia que controla la coagulación sanguínea.

 

10.- El                          contenido en la cebolla es el responsable de su sabor y olor.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Verdadero o falso

 

1.- Las bacterias originan enfermedades.

 

2.- La presencia de tiocianatos en el interior del cuerpo      humano contribuye al desarrollo de bocios.

 

3.- Las cebollas curan las condiciones anémicas.

 

4.- El ajo se caracteriza por sus propiedades terapéuticas.

 

5.- El cuerpo humano puede digerir con facilidad los ajos      y las cebollas.

 

6.- La allicina es un agente bactericida que se caracteriza      por sus cualidades irritantes.

 

7.- El ajo actúa en el interior del organismo como un      antihelmíntico, destruyendo las lombrices intestinales.

 

8.- El ajo cura la artritis.

 

9.- La ingestión de un estimulante desemboca                   inevitablemente en el desarrollo de una condición      depresiva.

 

10.- Con una dosis inferior a las doscientas partes por              millón, el ajo puede eliminar cinco especias distintas           de mosquitos.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Empareje cada definición

 

1.- Anticoagulante

2.- Antihelmíntico

3.- Bocio

4.- Allicina

5.- Hemoglobina

6.- Bactericida

 

 

 

a) Hipertrofia crónica del tiroides.

 

b) Pigmento férreo contenido en los glóbulos rojos.

 

c) Agente que destruye o expulsa las lombrices                intestinales.

 

d) Sustancia que previene la coagulación sanguínea.

 

e) Líquido pernicioso contenido en el ajo.

 

f) Que destruye o previene el desarrollo de bacterias.

 

 

 

Respuestas breves

 

1.- ¿Cómo afecta la ingestión de cebollas al desarrollo de      bocios?

 

2.- ¿Por qué sufrimos trastornos digestivos tras la            ingestión de cebollas o ajos?

 

3.- ¿Por qué no debemos consumir sustancias bactericidas?

 

4.- ¿Por qué no debemos suprimir las inflamaciones que se      originan en la piel?

 

5.- ¿Por qué permanece el olor del ajo o la cebolla en         nuestro aliento durante horas?

 

 

 

RESPUESTAS

 

 

 

Rellene los huecos

 

1.- allicina

2.- bacterias

3.- suprime

4.- lípidos

5.- tiroxina

6.- tiocianato

7.- provocar

8.- sanativa

9.- heparina

10.- aceite de mostaza

 

 

 

Verdadero o falso

 

1.- Falso

 

2.- Verdadero

 

3.- Falso. La ingestión de cebollas desemboca en el                  desarrollo de una condición anémica.

 

4.- Falso

 

5.- Falso

 

6.- Verdadero

 

7.- Verdadero

 

8.- Falso. El ajo suprime la inflamación y,                  consecuentemente, el proceso sanativo.

 

9.- Verdadero

 

10.- Verdadero

 

Empareje cada definición

 

1.- d

2.- c

3.- a

4.- e

5.- b

6.- f

 

 

 

Respuestas breves

 

1.- Puesto que el aceite de mostaza contenido en las cebollas disminuye la síntesis de tiroxina en el tiroides, su ingestión origina el desarrollo de bocios.

 

2.- El consumo de ajos y cebollas provoca trastornos digestivos al dañar las paredes estomacales e intestinales.

 

3.- Las bacterias juegan un papel fundamental en la estabilidad funcional de organismo, siendo perjudicial para su desarrollo la eliminación de estos microorganismos.

 

4.- La inflamación es una respuesta defensiva iniciada y controlada por el propio organismo.

 

5.- El organismo elimina esta sustancia a través de los pulmones.